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De Armas: El partido de los ricos en Estados Unidos (II)

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Un artículo de Armando de Armas

Breve historia: Andrew Jackson, duelista, demócrata y masón

El Partido Demócrata pudiera ser cada vez más, como en el pasado, el partido de los ricos. Ningún problema con los ricos, sin ricos no hay país. El problema estaría en la estafa, casi siempre mediática, de venderse a todo trance, y a veces en trance, como el partido de los pobres, en tanto los hechos parecerían desmentirlo.

El Partido Demócrata surge como un desprendimiento del antiguo Partido Demócrata-Republicano de Estados Unidos, que gobernaba el país de forma ininterrumpida desde 1801, y que entra en crisis en 1824, debido a que se elegía por primera vez por sufragio universal y directo, y hubo varios candidatos presidenciales que se proclamaban demócratas-republicanos y reclamaban el voto popular.

Uno de esos candidatos era el General Andrew Jackson, un legendario héroe de la Guerra Anglo-Americana de 1812 a 1815, quien perdió la presidencia a pesar de haber ganado la mayoría relativa del voto popular, debido al procedimiento que estipula que si ninguno de los candidatos obtenía la mayoría absoluta en el Congreso Nacional debía elegirse al presidente entre los candidatos más votados, y el Congreso eligió a John Quincy Adams. Entonces Jackson y sus partidarios comenzaron a fundar por todo el país las filiales de un nuevo partido que aún no tenía un nombre determinado; un partido cuya agenda sería precisamente llevar a la presidencia al General Jackson.

Hay que apuntar, como dato interesante, que este nuevo partido contaba con la maquinaria partidista del Estado de Nueva York heredada del desaparecido Partido Demócrata-Republicano, y se transformó en el primer partido popular -lo que hoy denominaríamos populista- de la historia norteamericana, al movilizar a las masas y valerse de una cadena de periódicos amarillistas. Esta cercanía con la prensa, algo que mantiene en el presente, explicaría no sólo el eficaz y proverbial manejo de la opinión pública por parte de esta agrupación, sino su capacidad para, en una especie de juego de espejos, apropiarse más o menos indebidamente de aspectos o tendencias gratos al inconsciente colectivo: en el caso que nos ocupa, la virtud de la pobreza, de profunda raíz cristiana, primero, y abundante follaje marxista después.

Como curiosidad apuntemos que Jackson fue un eminente masón, Gran Maestro de las logias de Tennessee, hombre controversial y valeroso que se había batido varias veces en duelo, y comandó las fuerzas americanas que derrotaron a los ingleses en la batalla de Nueva Orleans en 1815. En 1829, en la fiesta de su ascensión al poder, se vio a miles de personas pobres llegando a la Casa Blanca en un inusitado espectáculo. Pero el baño de masas sería corto para el nuevo partido, pues apenas dejar la presidencia el general Jackson, en 1837, derivaría cada vez más hasta convertirse en la agrupación política de las elites enriquecidas y esclavistas del Sur estadounidense.

Los pobres y una eficaz operación de marketing político

La verdad es que, a partir de entonces, definir al Partido Demócrata como el de los pobres no fue nunca más allá de un estereotipo. Una operación de marketing político eficazmente montada, que comenzaría a desmoronarse decisivamente a partir de las décadas de los 60 y 70 con la emigración masiva hacia el Partido Republicano de las minorías étnicas, campesinos de bajos ingresos, religiosos, agentes del orden, obreros, mujeres y veteranos del Ejército.

Lo que acontecía al tiempo que grandes sectores de la clase rica norteamericana, integrada por banqueros, hombres y mujeres de la exclusiva academia estadounidense, abogados, poderosos empresarios de la prensa, millonarios de último minuto gracias al boom de la Internet y famosísimos artistas hollywoodenses, emigraban rápidamente hacia el Partido Demócrata.

Por ejemplo, un reciente estudio de la muy prestigiosa Heritage Foundation evidencia que los distritos más ricos de Estados Unidos son feudos de los demócratas. Más de la mitad de los distritos que poseen más dinero en Norteamérica pertenecen a 18 estados en que los demócratas detentan los dos escaños del Senado. El estudio llega a ese resultado teniendo en cuenta el número de contribuyentes individuales, acorde con sus declaraciones de impuestos, que tienen ingresos de $100 000, o superiores, y el número de parejas con declaraciones que muestran ingresos de $200 000, o superiores. Apuntemos que la mayoría de los hogares en los distritos de los demócratas ganan alrededor de $49 000, cifra superior al promedio nacional que es de unos $40 000 aproximadamente.

Así, en las elecciones presidenciales del año 2000, y según una encuesta de Ipsos-Reid, si comparamos los condados que votaron a favor de George W. Bush y los que votaron por Al Gore, se puede concluir que apostaron por Bush solamente el 7% de los electores que ganaban más de $100 000, mientras que un 38% tenía ingresos por debajo de los $30 000. En cambio, en los condados que apostaron por Gore, el 14% ganaba $100 000 o más, en tanto que 29% ganaba menos de $30 000.

Por otra parte, un estudio publicado por los autores Robert Lichter, profesor de George Mason University; Stanley Rothman, profesor del Smith College; y Neil Nevitte, profesor de University of Toronto; aparecido originalmente en March issue of de Forum, una publicación digital dedicada a las ciencias políticas, y posteriormente en el diario Washington Post, en marzo de 2005, refleja que el 72 por ciento de los profesores de las universidades y colegios norteamericanos se declara de izquierdas y simpatizante de los demócratas, frente a un 15 por ciento que se declara de derechas y simpatizante de los republicanos.

La diferencia es aún mayor entre los docentes de las escuelas más selectas, y por consiguiente entre los que más dinero ganan, donde el 87 por ciento dice ser de izquierdas frente a sólo un 13 por ciento que confiesa ser de derechas.

El estereotipo y la realidad, las tendencias

En el imaginario de lo políticamente correcto Bush sería, debido a su patrimonio y a su partido, un representante de los intereses de los más ricos de la nación. Sin embargo, cuando el presidente se postuló exitosamente para la reelección, en 2004, declaró una fortuna de entre 8.1 y 21.5 millones de dólares, cifra ciertamente ridícula en comparación con los bienes de su oponente, el senador demócrata por Massachussets, Johh Kerry, que declaró tener entre 165.7 y 235.3 millones de dólares.

No se trata, evidentemente, de que en el Partido Demócrata no haya pobres, ni de que en el Partido Republicano no haya ricos. Se trataría más bien de una tendencia en la que los demócratas irían extendiéndose hacia los extremos de las elites millonarias, por un lado, y los más pobres y dependientes de las ayudas estatales, por el otro. Mientras que los republicanos estarían creciendo entre las llamadas clases medias estadounidenses. Luego, al menos financieramente hablando, en el primer caso estaríamos ante un partido bifurcándose hacia los márgenes, mientras que en el segundo estaríamos ante un partido con tendencia hacia el centro y, por lo mismo, más representativo de la media nacional.

Criton Zoakos, consultor financiero y presidente de Leto Research, asegura en un estudio que la clase media prefiere políticas fiscales, monetarias y reguladoras que favorezcan la libre competencia y la creación de riqueza, en tanto que la clase alta prefiere la preservación de su riqueza y la protección contra la competencia mediante altas tasas impositivas. Esto último podría explicar la emigración que se observa en los detentadores de grandes fortunas, sobre todo si son heredadas, hacia los predios demócratas.

Finalmente, tengo malas noticias para los que se creyeron el cuento de un humildísimo Barack Obama, cuento que habría venido a reforzar su esposa Michelle al declarar, quejosamente, sentirse orgullosa de su país sólo después de la elección de su marido como pre candidato presidencial. La realidad es que el aspirante demócrata a la Casa Blanca y su mujer ganaron más de cuatro millones de dólares durante el año pasado, según los datos de la declaración de impuestos del matrimonio, divulgados recientemente por la campaña del senador de Illinois. La verdad que, para ser pobres, parece que a los Obama no les va nada mal.



El exilio petrificado

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El exilio parece petrificado. Hace ya diez días Washington anunció que el régimen cubano puede acceder al cable de Internet que pasa cerca del litoral habanero. Es decir, anunció que no habrá represalias para las empresas estadounidenses que conecten al pueblo cubano a la Red de Redes. La Habana ha hecho mutis y, sorprendentemente, la comunidad exiliada también. Se trata de una ocasión que creo –modestamente- el exilio desperdicia sin percatarse de su potencial mediático, sobre todo en las actuales circunstancias.

Incluso, es hora de que quienes han defendido tradicionalmente el levantamiento del embargo llamen la atención al mundo sobre la incapacidad del raulismo para relacionarse con una apertura. Estados Unidos se abre al castrismo, ¿por qué el castrismo no se abre al mundo?

¿Será, como afirma el profesor Emilio Ichikawa, que “el exilio es infiltrable precisamente porque los agentes castristas, sin necesidad de usar camuflaje, se confunden con facilidad en la maleza de la cobertura ideológica que se ha dado el propio exilio”? ¿Será, y sigo citando, que “cualquier enfrentamiento al totalitarismo castrista está trampeado desde el comienzo y se disuelve en la medida en que uno se le acerca (…) hasta tal punto que a veces se hace difícil identificar los contendientes"?

Por supuesto, La Habana no puede aceptar el ofrecimiento norteamericano. No hay censura que detenga la eclosión de Internet. Reproduzco a continuación un artículo que publiqué este domingo, cortesía del Diario las Américas.

Intranet versus Internet

Ha pasado más de una semana y la dirigencia castrista continúa dando la callada por respuesta. El pasado viernes 4 en su residencia habanera, ante unas mil personas que acudieron a celebrar un aniversario más de la independencia norteamericana, el jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en la capital cubana, Michael Parmly, fue tajante: “Las empresas de tecnología estadounidenses están dispuestas en este momento a conectar a Cuba a la red de Internet y nuestro gobierno no se opondría (…) lo único que hace falta es que el gobierno de Cuba levante sus restricciones, pierda sus temores y comience a confiar en su propio pueblo”.

Ha pasado más de una semana y el castrismo sigue sin pronunciarse al respecto. O tal vez ya se pronunció y no nos lo recuerda. Coincidentemente, un día antes de la intervención de Parmly, en la Séptima Conferencia de Ministros de Información de los Países No Alineados celebrada en Venezuela, el inefable canciller Felipe Pérez Roque (no se sabe muy bien qué hacía allí el hombre de la máscara de cerdo dado que actualmente es ministro de Exteriores, no de Información, pero así son las cosas en Cuba) afirmaba: “Resulta imperativo poner la Internet bajo el gobierno de una institución multilateral y democrática, que promueva la cooperación internacional y la igualdad de acceso a la tecnología para todas las naciones”.

Refiriéndose, entre otras cosas, a Internet, Pérez Roque aseguró en la mencionada cita que se trata de un vehículo de expansión del “terrorismo mediático, el arma más efectiva del siglo XXI en manos de los poderosos”.

De manera que probablemente no habrá que esperar una respuesta oficial de La Habana para saber qué camino tomará el castrismo frente al desafío de Parmly. Internet, según el vocero de los Castro, es un espacio ocupado por el terrorismo que debe ser gobernado por una “institución multilateral” que promueva la “cooperación internacional”. Mientras -hipotéticamente hablando- dicho gobierno se negocia, organiza e implementa, la vieja guardia castrista pasa a mejor vida, los talibanes de relevo instauran su particular capitalismo de Estado y la población cubana, aproximadamente en unos cinco o seis años, accede masivamente a Intranet. Porque de Internet ni hablar. ¿Cómo iba a ser de otra manera si ya el de la máscara tiene claro que la Red de Redes precisa un gobierno que la controle?

En este contexto, corresponde al exilio cubano elevar el valor de las apuestas. Es el momento de desatar una campaña mediática que ponga en evidencia quiénes son los aperturistas y quiénes los liberticidas. “Estados Unidos facilita a Cuba el acceso a Internet, pero La Habana rechaza el ofrecimiento”… el titular debería ser por el estilo. La ocasión desatada por Parmly se pinta sola para poner al raulismo contra la pared de su falso espíritu reformista, y debe ser aprovechada.

¿No decía hace apenas seis meses el ministro cubano de Comunicaciones e Informática, Ramiro Valdés, que Estados Unidos era el principal causante del uso restringido de Internet en la mayor de las Antillas? Pues a tomarle la palabra y desenmascararlos públicamente, internacionalmente. Se acabaron las excusas. Es Intranet versus Internet. El pasado contra el futuro.



Crónicas: Las notas secretas de Cabrera Infante

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En 1958, Olimpia Ediciones publica A propósito de un grito de guerra, de Guillermo Cabrera Infante. Más que un libro, se trata de un folleto de apenas treinta cuartillas, compuesto por un revolucionario ensayo y sucesivas notas al margen. A su vez, las notas desembocan en numerosos epílogos, o apéndices, independientes.

En A propósito de un grito de guerra Cabrera Infante elogia, algo desbordadamente, el libro Un grito de guerra contra el nacionalismo criollo, de Morgan German. Cabe aclarar que el término “criollo”, al uso en Thamacun en el período comprendido entre el Primer y el Segundo Éxodos, es sinónimo de “cubano”. De manera que el alarido de German apunta al nacionalismo cubano, como las notas de Infante destacan la originalidad con que el ex encargado de Relaciones Públicas thamacunés –Morgan German lo fue entre 1941 y 1944- aborda el siempre espinoso asunto de la nacionalidad.

Olimpia Ediciones, con sede en La Habana, se atrevió únicamente con una tirada de cien ejemplares. Aun así, A propósito de un grito de guerra se convertiría en una suerte de best seller subterráneo, semiclandestino, en el ámbito intelectual cubano, que para entonces arreciaba en su boicot contra la cultura y la política thamacunesas.

En cualquier caso, lo trascendente del episodio no estriba en las repercusiones del folleto, ni siquiera en su posterior desaparición –la bibliografía de Infante no registra el cuaderno, y en lo adelante el propio escritor lo relegaría al olvido-, sino en que por primera vez el calificativo “Cuba Inglesa” sale a la luz pública, identificando al islote. Por lo demás, Infante se atreve, y se atreve a fondo.

“Adicionalmente, me atrevería a afirmar que en Thamacun lo cubano se apropia de su componente más universal”, escribe Cabrera Infante en el referido ensayo. “Quiero decir que Thamacun constituye una especie de Cuba inglesa no sólo por sus antecedentes históricos, sino por la curiosidad, y la flexibilidad, con que sus ciudadanos abordan la diferencia. Un tópico –trópico utópico- sin dudas sorprendente”.

Foto cortesía del editor Rodolfo Martínez Sotomayor, en cuyo poder se encuentra el único ejemplar que conozco de A propósito de un grito de guerra.



Ni siquiera el modelo chino

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Capitalismo sin libertad. Sin libertad de ningún tipo. Se supone, luego de presenciar su discurso de este viernes, que es lo que quiere, o persigue, Raúl Castro. En el programa de Oscar Haza, Alcibíades Hidalgo lo define en términos de “posición mojigata”. El raulismo habla de impuestos. Se atreve a asimilar el “multiempleo”, esa forma de altruismo práctico que en Cuba consiste en engañar sucesivamente a quien te engaña a perpetuidad. Explicó el menor de los hermanos (cito a Granma):

“Es iluso soñar que un pueblo tras resistir actos terroristas, guerra económica y agresiones de todo tipo durante medio siglo, vaya a renunciar a conquistas fruto de enormes sacrificios para satisfacer a círculos de poder de Estados Unidos”.

Lo mismo con lo mismo. Volver a tender las camas. Raúl quiere capitalismo sin libertad.

Ni siquiera el modelo chino.



Una entrevista con Lincoln Díaz-Balart

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La siguiente entrevista fue concedida por el congresista Lincoln Díaz-Balart, representante por el Distrito número 21 de la Florida, al periodista de TV Martí Alfredo Jacomino. Con la batalla por el asiento que Lincoln ocupa en el Congreso entrando paulatinamente en su recta final –se lo

disputa el ex alcalde de Hialeah Raúl Martínez-, este es un trabajo de actualidad.

Un aforismo de Emenegildo Evans: “Cuando las cosas no están de moda, es cuando más lo están”. Agradecemos a Jacomino. Que lo disfruten.

Una entrevista con Lincoln Díaz-Balart

Hay políticos que piden por adelantado las preguntas de una entrevista. ¿Ha puesto usted, o pondría, esas condiciones alguna vez?

No, la libertad de prensa incluye la libertad para el periodista de preguntar lo que desee y yo creo en la libertad de prensa.

¿Qué diferencias hay entre el representante federal frente a los micrófonos y la atención del público, y el Lincoln Díaz-Balart en la vida privada, en la intimidad de familiares y amigos?

Creo que hay mucha consistencia y similitud. Porque sobre lo que me motiva, o sea, sobre las cuestiones fundamentales, hablo en público y también en privado. Así que creo que las similitudes son más que las diferencias.

¿Cuáles fueron sus sueños de niño que no pudo realizar de adulto?

Siempre quise… bueno… yo siempre quise ver a Cuba libre y esa no es una realización que hemos visto todavía, pero no quiere decir que no la vayamos a ver. En el aspecto personal, me interesó la música siempre. No la estudié, pero tocaba batería. Nunca pensé realmente que haría de la música una profesión, pensé más bien que si tenía la oportunidad estudiaría para convertirme en abogado, y es lo que en definitiva hice. Aunque me sigue gustando la música, incluyendo el jazz. Soy un gran admirador de Sandoval, de Paquito de Rivera y otros genios del jazz, y no quiere decir que he dejado de tener interés en eso, porque creo que la música es bella. Pero quería ser abogado desde niño.

¿Qué cosas sencillas de la vida cotidiana le duele perderse con regularidad?

Estar con la familia y el que mis hijos hasta cierto punto hayan crecido sin mi presencia física. Eso ha sido lo más difícil de servir en el Congreso de Estados Unidos durante 16 años.

¿Cuáles son sus héroes de ficción y sus héroes de la vida real?

Biscet y Antúnez son héroes míos. El sufrimiento de ellos y la causa de ellos es algo que siempre está en mi mente, y tengo fotografías en mi oficina en Washington de Biscet y de Antúnez. Tengo otros héroes, mi padre fue un gran héroe para mí.

¿Cuando usted le da gracias a Dios y le pide perdón, fundamentalmente por qué lo hace?

Bueno, le doy las gracias a Dios por su misericordia ilimitada, porque creo que Dios es misericordia, amor y perdón. Sobre todas las cosas le doy las gracias por eso y hasta por darme la oportunidad, como decía Rabindranath Tagore... la libertad de públicamente decir cualquier cosa que quisiera decir de El.

¿Le ha dado alguna vez, o ha querido darle, un abrazo a su primo Fidel Castro Díaz –Balart?

¡No!

¿Existe algo que le haya provocado deseos de renunciar a su puesto y dedicarse a otra cosa?

Yo tengo que admitir que siento atracción por la profesión de abogado. Siempre quise ser abogado y extraño el poder ejercer, pero reconozco que tiene lógica y sentido la regulación que fue aprobada en 1989 -tres años antes de que yo fuera electo-, que prohibió a los miembros del Congreso ejercer como abogados. Entiendo la lógica por el posible conflicto de intereses; pero sin dudas el ejercicio de la profesión es algo que uno extraña.

¿Qué actriz o cantante de Hollywood le resulta más atractiva por su belleza?

Mmm… Yo creo que aunque ya no está físicamente con nosotros está en una categoría muy especial Marilyn Monroe.

En una escala del uno al diez, siendo el diez la puntuación más alta, ¿cómo se evaluaría usted jugando dominó, bailando salsa, diciendo piropos, contando chistes y jugando pelota?

Jugando dominó, 3. Bailando salsa, 0. Diciendo piropos, 2. Contando chistes, 1. Y jugando pelota… bueno, hombre, eh… cuando lo hacía llegué a ser no un 8, pero sí un 6.

Se le atribuye al cómico Groucho Marx la siguiente frase: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. ¿Qué le parece esa afirmación?

No, no, Groucho Marx tenía mucho talento, pero no creo que sobre la política. La política es hacer posible lo difícil para ayudar a la comunidad y requiere mucho trabajo, persuasión, perseverancia, tolerancia e integridad, respeto por los colegas y por el pueblo que uno representa. Es un gran honor poder ser político y representar en una sociedad democrática a un pueblo noble y trabajador como el que yo he tenido el honor de representar durante 16 años en el congreso de Estados Unidos, y anteriormente por seis años en la legislatura de la Florida.

Un extranjero puede alistarse en el ejército de Estados Unidos y arriesgar su vida por la misma nación que luego no le permite ser presidente. ¿Le parece absurdo?

No… los fundadores de esta nación fueron hombres verdaderamente sabios, debatieron ese tema. Creo que llegaron a una posición razonable. En Estados Unidos un inmigrante tiene más oportunidades que en ningún otro país del mundo, puede llegar a ser senador federal como Mel Martínez, puede llegar a ser secretario de Estado como Madeleine Albright o Henry Kissinger. Lo único que no se puede aspirar es a la presidencia, y por ende a la vicepresidencia. Y creo que esa fue una decisión con mucho sentido común. Cuando uno estudia Estados Unidos en comparación con otras democracias representativas en el mundo, casi sin excepción hay muchísimas más oportunidades para el inmigrante en Estados Unidos que en cualquier otro país.

Se dice que en la política no se hacen amigos ni enemigos, sino aliados y adversarios. ¿Así funciona?

No, no, sí se hacen amigos, y la realidad es que en la vida también se hacen adversarios. Martí decía que era más importante conocer los enemigos de alguien que los amigos para conocer a esa persona. Pero la realidad es que sí se hacen amigos en la política, porque la política es una forma muy intensa de vivir la vida. Se hacen amistades y se hacen grandes amigos.

A su juicio, ¿cuál es la virtud más escasa en la política?

Igual que en el resto de la vida, la palabra. O sea, que es una parte fundamental del carácter. Una de las cosas que yo más admiro es la palabra, cuando uno puede confiar en la palabra de alguien. Eso es para mí absolutamente sagrado.

¿Qué es peor para un político, no tener gracia, no tener suficiente dinero o no tener un buen jefe de campaña?

Creo que el primer problema es uno de los más serios porque hay que tener algo de sentido del humor ante la vida en general, no sólo en la política. El sentido del humor lo ayuda a uno mucho en la vida.

Hace más de cien años se fabricaban en Estados Unidos autos eléctricos. Luego de tantos años de avance tecnológico, ¿por qué no se elimina con mayor rapidez la dependencia del petróleo?

Ese es un tema muy serio sobre el que estamos trabajando. En definitiva, hasta ahora no ha sido verdaderamente costeable y competitivo reemplazar el petróleo. El petróleo ha sido y continúa siendo muy competitivo, pero con la subida del precio por la demanda extraordinaria en nuevos mercados ahora por fin se está dando cuenta el mundo que hay que lograr sustituirlo. Hasta que no logremos desarrollar otras formas de energía para competir eficazmente con el petróleo, no va a bajar el precio. Cuando lo logremos, vamos a ver una fuerte rebaja. En eso estamos trabajando, y vamos a continuar trabajando sobre otras fuentes de energía importantes que tienen que incluir la nuclear, la solar, la del viento.

Según el libro La terrible impostura del autor francés Thierry Meyssan, ningún avión se estrelló contra el Pentágono. Entre otras cosas, ahí se afirma que el daño en la pared fue menor que el diámetro de las alas del avión, y también se habla de la inexistencia, en un edificio tan vigilado, de un video que muestre el impacto con claridad. ¿Qué considera de esa teoría?

Bueno, habría que preguntarle a Ted Olson, que perdió a su señora, dónde él cree que murió ella. La realidad es que el avión chocó y los radares que estaban siguiendo la trayectoria del avión vieron que fue hacia Washington y desapareció instantáneamente, y debido a la extraordinaria velocidad con la que impactó, se desintegró. O sea, yo creo que es bastante obvio cuál fue el trágico desenlace de ese vuelo.

En el caso del asesinato del presidente John F. Kennedy, ¿cree que Larry Oswald actuó solo, o prefiere aceptar la teoría de la conspiración?

Creo que lo que se le informó al pueblo de Estados Unidos por la Comisión Warren no es, eh… demasiado serio… y creo que de la misma forma que todavía existen grandes preguntas sobre el asesinato de Lincoln en 1865, vamos a ver preguntas muy serias sobre esto, sin contestar, probablemente por siglos.

¿Cómo evalúa el crítico documental Sicko de Michael Moore, sobre los seguros de salud en Estados Unidos?

Ese señor tiene una agenda ideológica fundamentalmente antiamericana. El antiamericanismo es la gran batalla ideológica de nuestra época… pro americano… antiamericano… Así se divide el mundo ideológicamente hoy en día. Los que creen que Estados Unidos es una fuerza para el bien y los que creen que los Estados Unidos es una fuerza para el mal. Michael Moore es intrínsecamente, digamos sociológicamente, antiamericano, y entonces siempre está tratando de denigrar a Estados Unidos, incluyendo películas como esa. La realidad es que Estados Unidos tiene un sistema que cuando alguien en cualquier parte del mundo se enferma, si puede, viene a Estados Unidos. De que tenemos que trabajar para hacerlo más accesible y costeable a todos, es obvio, pero debía también admitirse que es el mejor sistema del mundo.

¿Quién es Lincoln Díaz-Balart en pocas palabras?

Alguien que siempre ha tratado de cumplir su responsabilidad con integridad y con respeto. Alguien que ama la libertad y se siente honrado de haber tenido la confianza durante todos estos años, manifestada en las urnas reiteradas veces, de mi comunidad. Siempre voy a trabajar para continuar mereciendo ese respeto y siempre voy a estar reciprocándolo con respeto y con integridad. Y alguien también, pues, que cree en Dios y sobre todo en su misericordia.



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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