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De Armas: El partido de los ricos en Estados Unidos (II)

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Un artículo de Armando de Armas

Breve historia: Andrew Jackson, duelista, demócrata y masón

El Partido Demócrata pudiera ser cada vez más, como en el pasado, el partido de los ricos. Ningún problema con los ricos, sin ricos no hay país. El problema estaría en la estafa, casi siempre mediática, de venderse a todo trance, y a veces en trance, como el partido de los pobres, en tanto los hechos parecerían desmentirlo.

El Partido Demócrata surge como un desprendimiento del antiguo Partido Demócrata-Republicano de Estados Unidos, que gobernaba el país de forma ininterrumpida desde 1801, y que entra en crisis en 1824, debido a que se elegía por primera vez por sufragio universal y directo, y hubo varios candidatos presidenciales que se proclamaban demócratas-republicanos y reclamaban el voto popular.

Uno de esos candidatos era el General Andrew Jackson, un legendario héroe de la Guerra Anglo-Americana de 1812 a 1815, quien perdió la presidencia a pesar de haber ganado la mayoría relativa del voto popular, debido al procedimiento que estipula que si ninguno de los candidatos obtenía la mayoría absoluta en el Congreso Nacional debía elegirse al presidente entre los candidatos más votados, y el Congreso eligió a John Quincy Adams. Entonces Jackson y sus partidarios comenzaron a fundar por todo el país las filiales de un nuevo partido que aún no tenía un nombre determinado; un partido cuya agenda sería precisamente llevar a la presidencia al General Jackson.

Hay que apuntar, como dato interesante, que este nuevo partido contaba con la maquinaria partidista del Estado de Nueva York heredada del desaparecido Partido Demócrata-Republicano, y se transformó en el primer partido popular -lo que hoy denominaríamos populista- de la historia norteamericana, al movilizar a las masas y valerse de una cadena de periódicos amarillistas. Esta cercanía con la prensa, algo que mantiene en el presente, explicaría no sólo el eficaz y proverbial manejo de la opinión pública por parte de esta agrupación, sino su capacidad para, en una especie de juego de espejos, apropiarse más o menos indebidamente de aspectos o tendencias gratos al inconsciente colectivo: en el caso que nos ocupa, la virtud de la pobreza, de profunda raíz cristiana, primero, y abundante follaje marxista después.

Como curiosidad apuntemos que Jackson fue un eminente masón, Gran Maestro de las logias de Tennessee, hombre controversial y valeroso que se había batido varias veces en duelo, y comandó las fuerzas americanas que derrotaron a los ingleses en la batalla de Nueva Orleans en 1815. En 1829, en la fiesta de su ascensión al poder, se vio a miles de personas pobres llegando a la Casa Blanca en un inusitado espectáculo. Pero el baño de masas sería corto para el nuevo partido, pues apenas dejar la presidencia el general Jackson, en 1837, derivaría cada vez más hasta convertirse en la agrupación política de las elites enriquecidas y esclavistas del Sur estadounidense.

Los pobres y una eficaz operación de marketing político

La verdad es que, a partir de entonces, definir al Partido Demócrata como el de los pobres no fue nunca más allá de un estereotipo. Una operación de marketing político eficazmente montada, que comenzaría a desmoronarse decisivamente a partir de las décadas de los 60 y 70 con la emigración masiva hacia el Partido Republicano de las minorías étnicas, campesinos de bajos ingresos, religiosos, agentes del orden, obreros, mujeres y veteranos del Ejército.

Lo que acontecía al tiempo que grandes sectores de la clase rica norteamericana, integrada por banqueros, hombres y mujeres de la exclusiva academia estadounidense, abogados, poderosos empresarios de la prensa, millonarios de último minuto gracias al boom de la Internet y famosísimos artistas hollywoodenses, emigraban rápidamente hacia el Partido Demócrata.

Por ejemplo, un reciente estudio de la muy prestigiosa Heritage Foundation evidencia que los distritos más ricos de Estados Unidos son feudos de los demócratas. Más de la mitad de los distritos que poseen más dinero en Norteamérica pertenecen a 18 estados en que los demócratas detentan los dos escaños del Senado. El estudio llega a ese resultado teniendo en cuenta el número de contribuyentes individuales, acorde con sus declaraciones de impuestos, que tienen ingresos de $100 000, o superiores, y el número de parejas con declaraciones que muestran ingresos de $200 000, o superiores. Apuntemos que la mayoría de los hogares en los distritos de los demócratas ganan alrededor de $49 000, cifra superior al promedio nacional que es de unos $40 000 aproximadamente.

Así, en las elecciones presidenciales del año 2000, y según una encuesta de Ipsos-Reid, si comparamos los condados que votaron a favor de George W. Bush y los que votaron por Al Gore, se puede concluir que apostaron por Bush solamente el 7% de los electores que ganaban más de $100 000, mientras que un 38% tenía ingresos por debajo de los $30 000. En cambio, en los condados que apostaron por Gore, el 14% ganaba $100 000 o más, en tanto que 29% ganaba menos de $30 000.

Por otra parte, un estudio publicado por los autores Robert Lichter, profesor de George Mason University; Stanley Rothman, profesor del Smith College; y Neil Nevitte, profesor de University of Toronto; aparecido originalmente en March issue of de Forum, una publicación digital dedicada a las ciencias políticas, y posteriormente en el diario Washington Post, en marzo de 2005, refleja que el 72 por ciento de los profesores de las universidades y colegios norteamericanos se declara de izquierdas y simpatizante de los demócratas, frente a un 15 por ciento que se declara de derechas y simpatizante de los republicanos.

La diferencia es aún mayor entre los docentes de las escuelas más selectas, y por consiguiente entre los que más dinero ganan, donde el 87 por ciento dice ser de izquierdas frente a sólo un 13 por ciento que confiesa ser de derechas.

El estereotipo y la realidad, las tendencias

En el imaginario de lo políticamente correcto Bush sería, debido a su patrimonio y a su partido, un representante de los intereses de los más ricos de la nación. Sin embargo, cuando el presidente se postuló exitosamente para la reelección, en 2004, declaró una fortuna de entre 8.1 y 21.5 millones de dólares, cifra ciertamente ridícula en comparación con los bienes de su oponente, el senador demócrata por Massachussets, Johh Kerry, que declaró tener entre 165.7 y 235.3 millones de dólares.

No se trata, evidentemente, de que en el Partido Demócrata no haya pobres, ni de que en el Partido Republicano no haya ricos. Se trataría más bien de una tendencia en la que los demócratas irían extendiéndose hacia los extremos de las elites millonarias, por un lado, y los más pobres y dependientes de las ayudas estatales, por el otro. Mientras que los republicanos estarían creciendo entre las llamadas clases medias estadounidenses. Luego, al menos financieramente hablando, en el primer caso estaríamos ante un partido bifurcándose hacia los márgenes, mientras que en el segundo estaríamos ante un partido con tendencia hacia el centro y, por lo mismo, más representativo de la media nacional.

Criton Zoakos, consultor financiero y presidente de Leto Research, asegura en un estudio que la clase media prefiere políticas fiscales, monetarias y reguladoras que favorezcan la libre competencia y la creación de riqueza, en tanto que la clase alta prefiere la preservación de su riqueza y la protección contra la competencia mediante altas tasas impositivas. Esto último podría explicar la emigración que se observa en los detentadores de grandes fortunas, sobre todo si son heredadas, hacia los predios demócratas.

Finalmente, tengo malas noticias para los que se creyeron el cuento de un humildísimo Barack Obama, cuento que habría venido a reforzar su esposa Michelle al declarar, quejosamente, sentirse orgullosa de su país sólo después de la elección de su marido como pre candidato presidencial. La realidad es que el aspirante demócrata a la Casa Blanca y su mujer ganaron más de cuatro millones de dólares durante el año pasado, según los datos de la declaración de impuestos del matrimonio, divulgados recientemente por la campaña del senador de Illinois. La verdad que, para ser pobres, parece que a los Obama no les va nada mal.



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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