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McCain: Las contradicciones de Barack Obama

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La rueda de las encuestas ha dado un nuevo giro y con ella las previsiones en torno a las elecciones estadounidenses. Aunque me consta que algunos lectores de este blog no creen en sondeos, el último, de Zogby-Reuters, otorga el 46% de las intenciones de voto a John McCain contra el 41% a Barack Obama.

En mi opinión, y sin que haya que postrarse ante el altar de los encuestadores, Obama podría haber descendido algunos escalones debido a tres factores fundamentalmente:

-Como adelanté aquí semanas atrás, la crisis energética podría rendirle dividendos a los republicanos, dado que son miembros de este partido los que abanderan la idea de perforar en territorio nacional. Mientras los demócratas continúan andándose por las ramas, McCain ha hablado alto y claro a favor de la perforación, arguyendo la consecuencia obvia: el descenso de los precios de la gasolina, que atenazan al consumidor estadounidense.

-La gira europea del candidato demócrata, particularmente su apoteósico discurso en Berlín, no debe haberle caído muy bien al norteamericano promedio, que podría haber visto en este despliegue un síntoma de inmadurez y/o exhibicionismo por parte de Obama. La Vieja Europa no cuenta –más bien resta- para la América profunda.

-Por último, se dice que el demócrata escogió el peor momento para tomarse unas vacaciones –por cierto, recomendadas por el primer ministro británico Gordon Brown-, con el conflicto ruso-georgiano en su punto más álgido. Fue durante estas vacaciones que la encuesta de Zogby-Reuters tuvo lugar.

Pero mejor explorar los argumentos del senador John McCain, en un artículo de su puño y letra publicado este mes:

Las contradicciones de Barack Obama

un artículo de John McCain

Las diferencias entre mi opositor y yo cada vez se ven con mayor claridad. Al aproximarse el día, la decisión acertada se hace más obvia.

Una diferencia es nuestra voluntad de adoptar posturas diferentes a las de nuestros propios partidos políticos cuando así lo exigen los principios y el sentido común. Cuando un gobierno republicano estaba cometiendo grandes errores en Iraq, me pronuncié en contra. Y hablé a favor de una nueva estrategia que nos ha salvado de que Estados Unidos sea derrotado catastróficamente en el Medio Oriente. Eso fue cuando el senador Obama hablaba como si Iraq fuese una causa perdida… declarando con confianza que el aumento de tropas fracasaría… y exigiendo una retirada inmediata de nuestras tropas, sin importar cuán desastrosas podían ser las consecuencias. He visto la guerra de cerca. Conozco sus terribles secuelas. Y, como presidente, llevaré esta guerra a su fin, con la victoria.

Cuando mi propio partido se tornó tan irresponsable con el dinero como el partido de mi opositor, y gastaba desenfrenadamente aumentando la deuda que deberán pagar nuestros hijos, dije lo que pensaba al respecto. Cuando Estados Unidos necesitaba reformar la política energética, el actual gobierno y los republicanos de ideas afines en el Congreso produjeron otra propuesta legislativa más en materia de energía, repleta de beneficios para las empresas, y el senador Obama se les sumó. Por el contrario, yo expresé la necesidad de una verdadera reforma para disminuir el precio de la energía y recobrar la seguridad energética del país.

Mi independencia no siempre me ha granjeado amigos en Washington. No siempre ha asegurado mi futuro político. Los comentaristas y especialistas en encuestas me han descartado muchas veces, y de vez en cuando parecían estar en lo correcto. Pero yo no respondo ante comentaristas y encuestadores. Yo respondo ante ustedes. Siempre conocerán mi posición, incluso si no concordamos.

Por su parte, el senador Obama es un orador admirable, pero tengo la suerte de que el pueblo no está eligiendo a un conferenciante inspirador. Washington está repleto de oradores de talento. Y el senador Obama es uno de los mejores que hemos visto en bastante tiempo.

Desafortunadamente, sobre temas importantes, y no tan importantes, a menudo dice una cosa y hace la otra. El senador Obama dice que va a cambiar Washington. Pero su plan para aumentar los impuestos de ustedes y expandir el gobierno federal no es exactamente lo que considero una solución a los problemas de Washington. De hecho, es sospechosamente semejante al problema. El verdadero cambio en Washington requiere un análisis integral para eliminar el despilfarro y la voluntad de vetar propuestas legislativas de fondos para proyectos especiales inútiles y costosos. El propio senador Obama, por cada día de trabajo desde que llegó al Congreso, ha solicitado la asignación de más de un millón de dólares a proyectos para ganar votos. Ése es precisamente el tipo de abuso que debemos eliminar en Washington, y yo sé cómo hacerlo.

El senador Obama dice que sólo aumentará los impuestos de los ricos. Pero en el Senado votó a favor de incrementos tributarios que habrían tenido un impacto en personas con ingresos anuales de apenas 32,000 dólares. Ha propuesto aumentar el impuesto a la renta, las ganancias de capital, los dividendos y las herencias, además de los pagos al Seguro Social. Todos estos aumentos de impuestos representan la letra menuda bajo sus lemas, y ascienden a cientos de billones de dólares en impuestos nuevos durante la próxima década.

El incremento de impuestos cuando la economía está pasando por tiempos difíciles es prácticamente lo peor que uno puede hacer, porque acabaría con la generación de empleo en una economía que ya está perdiendo demasiados. Yo mantendré bajas las tasas tributarias actuales y recortaré otras no porque quiera hacer a los ricos más ricos, sino porque las tasas tributarias bajas mantienen empleos en Estados Unidos y generan nuevos.

El senador Obama dice que quiere independencia energética, pero no apoya nada que lleve a ese objetivo. Se opone a nuevos proyectos de perforación dentro del país, se opone a la energía nuclear y quiere gravar más a los productores de carbón. Ha dicho que no le molesta el alto costo de la gasolina, sólo el hecho de que haya subido demasiado rápido. Cree que existen problemas con todas las fuentes energéticas en el país. Yo creo que todas las fuentes energéticas en el país deben ser parte de la solución.

Es necesario que desarrollemos nuevas alternativas energéticas de avanzada, como la eólica, solar y de oleaje, y los biocombustibles, pero también necesitamos desarrollar más las fuentes existentes, como la energía nuclear y el carbón limpio. Y es necesario comenzar a perforar y producir más petróleo dentro del país y bajar el costo de la gasolina, el cual está perjudicando tanto a nuestra economía.

Para resumir los planes de Obama: El gobierno es demasiado extenso… y quiere ampliarlo. Los impuestos son demasiado altos… y quiere aumentarlos. El Congreso gasta demasiado… y propone que gaste más. Necesitamos más energía… y se opone a producirla. Finalmente estamos ganando en Iraq… y él quiere batirse en retirada.

Con un plan como ése, el don de la palabra es sumamente útil. Pero los buenos discursos no son todo en política; el buen criterio también es importante. Y eso es lo que Estados Unidos necesitará de su próximo Comandante. Gracias por escuchar.

Cortesía http://www.tribunahispanausa.com/



Papeles profanos (III)

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A continuación, el segmento final de la carta que originó la serie Papeles profanos. Como advertimos en su momento, Raimundo Menocal y Cueto, autor de la misiva, fue lo que llamaríamos hoy un historiador “políticamente incorrecto”. Incorrecto en grado sumo, como demuestran, otra vez, algunas de las afirmaciones de esta última parte. La carta, recuérdese, fue escrita en el verano de 1965.

Las dos primeras ediciones pueden encontrarse en la sección Cultura, en la columna derecha de este blog. Agradecemos la colaboración del profesor Emilio Ichikawa. Que la disfruten:

Textual: Carta de Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo

Si el movimiento iniciado en Yara tuvo todos los caracteres de una revolución social, la propaganda de José Martí no dejó de tener el mismo sabor, con la particularidad de que sus ofrecimientos a las masas se hacían más expresivos y categóricos, a fin de contrarrestar sus deficiencias como caudillo militar, y como medio de imponer con el apoyo de sus simpatizadores su reconocimiento como jefe del movimiento insurreccional (en lugar de Gómez y de Maceo) que se proponía desplazar a España de Cuba.

Es un hecho evidente que Martí ha sido endiosado injustificadamente, pues hay que advertir que sus ideas fundamentales eran disolventes y estaban en pugna con las necesidades de la sociedad cubana. La mayor parte de nuestra intelectualidad se ha estado amparando a la sombra del supuesto apóstol para obtener alguna ventaja de orden personal, tanto más si Martí no representaba ninguna idea superior cubana. Es más, su moral periodística era muy discutible. Me remito al tomo 69, página 19, de la Editorial Trópico, en el que hace una proposición deshonesta a Mercado.

Por su parte, es inexplicable que Martí no escribiera en las revistas cubanas de la época. De esa manera se podría haber calibrado el alcance de su cultura y la bondad de sus tendencias literarias, ya que lo que hubiera escrito hubiera sido escudriñado por críticos tan eminentes como Ricardo del Monte, Manuel Sanguily y Enrique José Varona, que estaban al tanto de lo que se escribía en los principales centros de la cultura del mundo civilizado.

Vencedor el movimiento insurreccional de agosto de 1906, el próximo presidente de Cuba había de ser un representativo de ese movimiento, aparte de responder a las simpatías del gobierno de los Estados Unidos. Es evidente que el vulgo cubano estaba bien penetrado de la propaganda disolvente que hacían los elementos políticos liberales. No obstante advertir las simpatías de las masas cubanas por el candidato liberal, acompañé al cochero negro de mi padre a votar en el colegio electoral que le correspondía, y que se encontraba en la calle de Someruelos, en La Habana.

En efecto, se podía observar la coacción de los elementos de color con todos aquellos que ellos estimaban contrarios al candidato de sus simpatías. El cochero de mi padre se llamaba Rafael, y se podía contar como de la familia. Así, antes de entrar al colegio, le mostré cómo había de anotar su voto a favor del candidato conservador. Ciertamente, la situación se mostraba adversa a la candidatura conservadora, pero cumplía con mi deber de llevar a un elector a las urnas que se decidiera a votar por lo que yo estimaba la candidatura más conveniente para los intereses generales del país. Al salir del colegio electoral, el cochero subió al pescante, yo me senté en el interior y, aunque tenía la seguridad que él había votado por el candidato a quien había conocido desde niño, candorosamente le pregunté: “Rafael, ¿por quién has votado?”. Me contestó, con una espontaneidad que me dejó frío: “Me gustó el gallo y el arado”. O sea, votó bajo el emblema del partido contrario, el Liberal. Luego, se ha de convenir que el atractivo del vicio ejercía mayor influencia en la mente de la inferioridad social que el afecto de la familia y otras consideraciones públicas.

No soy de los que niego o trato de ocultar, por mi parentesco, que el general Menocal, como gobernante, defraudó a la masa de los conservadores que esperaban de su administración la regeneración de la cosa pública cubana, y el cumplimiento de lo ofrecido de realizar una administración eficiente, honrada y económica, es decir, que se cumpliera con el programa de Honradez, Paz y Trabajo. El gobierno conservador fue un fracaso. El vicepresidente de la República, Dr. Enrique José Varona, lo expuso así en su discurso de ingreso en la Academia de las Artes y Letras, en 1916.

Posteriormente, el gobierno descansó en la fuerza armada, que impuso la elección de Alfredo Zayas en 1920. Lo que sucedió después es de todos conocido. Machado sucedió a Zayas, y para salvarse tuvo que huir. A continuación el movimiento del 4 de Septiembre, encabezado por Fulgencio Batista y auspiciado por el Directorio Estudiantil Universitario, intensificó la revolución social.

Bueno es que te informe que, durante la campaña contra la dictadura de Machado, una mañana me encontraba de visita en casa de Montoso y me llamó aparte Carlos Saladrigas para proponerme que nos reuniéramos en mi oficina un grupo de hombres jóvenes, a fin de promover un movimiento de opinión que movilizara al país al objeto de salvar a la sociedad cubana del caos que atravesaba. Nos reunimos una tarde Carlos Saladrigas, Joaquín Martínez Sáenz, Jorge Mañach, Luis Baralt, Carlos Felipe Armenteros y algunos otros cuyos nombres no recuerdo.

Yo había publicado un folleto proponiendo un programa de espíritu liberal para solucionar el problema cubano, en virtud del cual me dejaron cesante en el cargo de Fiscal de Partido de La Habana. En aquella reunión no se le puso atención a mi programa, y después de haber hablado Martínez Sáenz una serie de incoherencias, Carlos Saladrigas propuso que en la siguiente reunión cada uno de los concurrentes llevara su programa. Cuál no sería mi sorpresa cuando en esa reunión posterior el Dr. Saladrigas presentó un programa de ideas socialistas, de sentido muy radical, que fue aprobado por los Sres. Mañach, Baralt y Martínez Sáenz. Respecto al Dr. Carlos Felipe Armenteros, propuso un programa comunista cuya copia no pude obtener.

Estos señores salieron de mi oficina a fin de formar una agrupación terrorista para combatir a Machado. A los pocos meses, y cuando se había formado el movimiento A.B.C., se publicó el programa manifiesto de esa agrupación, que era de inspiración liberal no obstante ser la mayoría de sus directores de ideas socialistas, como lo habían expresado en mi oficina.

Yo tuve el propósito de desenmascarar a los dirigentes del A.B.C., y así demostrar que sus ideas no convenían con el programa que habían lanzado a la consideración del público, pero desistí de hacerlo porque los iba a comprometer, además de estar la situación muy tensa y delicada con motivo de los atentados que se estaban efectuando. Como es sabido, la caída de Machado trajo una nueva situación en el país, auspiciada por el embajador Welles, en virtud de lo cual, se puede decir, el A.B.C. quedó integrado en la revolución social.

Como resultado de la rivalidad demagógica entre Batista y el Directorio Estudiantil, aquel se esmeró en promover medidas de carácter disolvente, como la Ley de Alquileres y la Moratoria Hipotecaria. Para contrarrestar estas medidas de tendencia radical, se fundó la agrupación Asociación Pro Restauración del Crédito Cubano, un movimiento de tendencia conservadora que se estaba afirmando en el país y que hubiera creado un nuevo estado de conciencia en Cuba, si es que no se aprueba y adelanta la Constitución de 1940. Esta estuvo auspiciada por todos aquellos que, como José Manuel Casanova, se proponían apoderarse de las propiedades que habían adquirido a base de hipotecas, para lo cual sobornaron a muchos constituyentes que apoyaron y aprobaron, mediante dinero, una de las Disposiciones Transitorias que favorecía a los deudores influyentes.

Al amparo de la Asociación Pro Restauración del Crédito Cubano fundé el periódico El Siglo y la Asociación Conservadora, y así pude arremeter contra la revolución social, las falsedades, la propaganda disolvente de la demagogia y la inmoralidad administrativa; al paso de pedir el reconocimiento de los derechos individuales de los cubanos. En esta etapa de mi vida escribí mi obra Origen y desarrollo del pensamiento cubano.

El Siglo lo tuve que cerrar a fines del gobierno de Batista, por mi campaña oposicionista, aunque no me pesa haber expuesto mi pensamiento liberal durante más de tres décadas. Después de la caída de Batista, seguí escribiendo en el Diario de la Marina hasta que lo clausuraron.

Es evidente que la nación cubana tendrá que resurgir, pero bueno es hacer constar que, si el defecto de nuestra orientación educacional ha consistido en no seguir nuestras tradiciones de cultura, entre ellas los estudios sobre las civilizaciones antiguas -la griega y la latina-, hemos de convenir que no adelantaremos un solo paso para ampliar nuestra cultura si no adoptamos un nuevo programa de estudios. Estas ideas me las ha venido a confirmar la lectura del excelente trabajo sobre tu padre, que merece ser leído por todos los hombres pensantes cubanos. Te vuelvo a felicitar, y sabes que siempre te tiene en la misma estimación, tu viejo amigo,

Raimundo Menocal.



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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