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La cruz sobre la isla, el socialismo y los actos de Dios

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Agrego a La cruz sobre la isla este oportuno artículo de Carlos Alberto Montaner, a propósito del “día después” del huracán y las incapacidades del socialismo para afrontarlo. Que lo disfruten:

El socialismo y los actos de Dios

un artículo de Carlos Alberto Montaner

Las catástrofes naturales suelen ser calificadas como ''actos de Dios''. Es una mala traducción del inglés. La tesis de este artículo, derivada de la experiencia, es que todavía hay algo más terrible que estos inesperados destrozos: la incapacidad de los socialistas para mitigar los actos de Dios. El tema es muy importante. Una buena parte de América Latina está apostando por el socialismo y se trata, precisamente, de una zona compuesta por países propensos a los grandes desastres naturales (terremotos, ciclones, inundaciones y monumentales deslizamientos de tierra), y esas devastadoras experiencias son todavía peores en sociedades organizadas en torno a Estados todopoderosos en los que la sociedad civil ha sido deliberadamente diezmada.

Me explico. En Cuba el ciclón Gustav acaba de destruir más de cien mil casas en el occidente del país. Isla de Pinos y Pinar del Río son hoy territorios devastados por la inclemencia del ciclón. Fidel Castro exagera cuando afirma que ha habido el equivalente de una explosión nuclear, pero ha sido muy grave. Medio millón de personas carecen de techo, agua potable, electricidad, comida o medicinas. Miles de escuelas, puentes y empresas agroindustriales -entre ellas la gran zona tabacalera- y centros de salud han sido demolidos por la fuerza del agua y del viento.

Afortunadamente, la pérdida de vidas humanas ha sido mínima por la gran habilidad de la organización de defensa civil que posee el país. Como se trata de una sociedad altamente militarizada y encuadrada en organizaciones de masas verticalmente controladas por la policía política, el gobierno es capaz de evacuar eficientemente un millón de personas en 24 horas. Eso lo hacen mucho mejor que las naciones democráticas más ricas del planeta.

Pero ahí comienza la agonía: no hay régimen más torpe que el socialismo para rehacer los estragos provocados por los desastres naturales o los generados por las guerras. En Cuba hay ''albergues provisionales'' en los que numerosas familias han pasado décadas a la espera de la reconstrucción de sus viviendas. Hace 45 años que otro devastador ciclón, el Flora, afectó a Cuba, y todavía hay secuelas y huellas de aquella tragedia. Algo de lo que nadie debe sorprenderse: en 1989, cuando fue derribado el muro de Berlín, el mundo entero pudo comprobar que los 44 años que habían transcurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no les habían alcanzado a los comunistas para recoger los escombros provocados por los bombardeos de los aliados.

¿Por qué son tan incapaces los gobiernos socialistas-estatistas para reconstruir los daños materiales producidos por los grandes percances que periódicamente afectan a casi todas las sociedades? La primera razón tiene que ver con el inventario de repuestos. Son sociedades crónicamente desabastecidas, totalmente impotentes para solucionar situaciones imponderables debido a la infinita torpeza de los modelos de economía planificada. En Cuba no hay colchones, almohadas, inodoros, muebles o electrodomésticos de reemplazo para afrontar el más pequeño de los inconvenientes. No hay puertas, ventanas, tejas o planchas de madera o uralita para reconstruir los techos y paredes. En Cuba no hay prácticamente nada: el infeliz que perdió su poca ropa y sus zapatos demorará años en reunir un nuevo ajuar.

Pero la segunda razón es todavía más importante: en las sociedades socialistas altamente estatizadas (todas legendariamente improductivas), sólo hay un centro dotado de recursos (siempre notablemente limitados) capaz de tomar decisiones y de ejecutarlas. Eso genera una cadena de arbitrariedades, corrupción e ineficiencia que suele traducirse en la parálisis creciente de la recuperación. Sencillamente, los funcionarios que toman las decisiones no son los propios damnificados, sino una intrincada madeja de burócratas indiferentes a los que les da exactamente igual que se reconstruya la casa o se rehaga el puente, porque su responsabilidad, en el mejor de los casos, es administrar parsimoniosamente los escasos recursos que le han asignado.

Cristóbal Colón descubrió los ciclones precisamente en Cuba, y desde entonces se les conoce con el nombre con que los indios taínos designaban al dios responsable de enviar estos fenómenos: Huracán. Cuba siempre ha padecido huracanes porque está en el camino que suelen recorrer estos terribles gigantes, lo que no impidió que el país aprendiera a enfrentarse a ellos hábilmente. Sólo en el siglo XX, por lo menos tres ciclones han sido peores que el Gustav (años 1926, 1932 y 1944), pero en los tres casos en menos de seis meses habían desaparecido las cicatrices dejadas por estas colosales tormentas. ¿Por qué? Porque existía una densa sociedad civil provista de un gran tejido comercial, y cada persona sabía cuáles eran sus necesidades inmediatas y cómo afrontarlas. La ''mano invisible'' no sólo opera en circunstancias normales: es todavía más eficiente cuando tiene que improvisar soluciones de vida o muerte. Hoy esa inmensa tarea, absolutamente compleja y minuciosa, le corresponde al Estado y éste, simplemente, no sabe llevarla a cabo.

Cortesía http://www.firmaspress.com/

La cruz sobre la isla

un texto de Armando Añel

A punto de cumplirse medio siglo de totalitarismo en Cuba, la cruz meteorológica se superpone a la cruz política: apenas había abandonado el huracán Gustav la costa norte pinareña cuando ya Ike penetraba por Oriente, a la altura de Holguín. La multitud de blogs que han venido ocupándose del tema no me instigaba precisamente a abordarlo. Pero un par de observaciones del comentarista Apocalipsis Now, que pueden leerse en el tema anterior a éste, Montaner: El capitalismo que nos aguarda, me hizo cambiar de idea.

“Primero Gustav lo cruzó de sur a norte y ahora Ike lo cruza de este a oeste. Vertical, horizontal. Una cruz sobre el mapa cubano (...) Amaneceremos en una nueva Cuba definitivamente liberada de polvo y paja por el viento y la lluvia. Amanecerá este enero de 2009 marcando el fin de medio siglo de oprobio. El castrismo desaparecerá víctima de su naturaleza, de la naturaleza”, escribe el comentarista. Y termina afirmando que este año fallecerá Fidel Castro.

Más allá de los elementos especulativos del comentario, cabe argumentar en torno a algunos de sus ingredientes. Lo cierto es que no recuerdo la última vez que dos huracanes de categoría pasaron en cruz sobre el territorio cubano, con apenas horas de diferencia, y por supuesto, es evidente que nunca lo habían hecho en momentos tan complejos para el castrismo, que se debate entre la agonía del padre fundador y la imposibilidad de instrumentar reformas que, sin embargo, la población demanda desde hace meses. Una de las que se han estado demandando, recuérdese, es la eliminación de las visas de entrada y salida a los ciudadanos nacionales.

A propósito de la ayuda humanitaria, el asunto ha vuelto a ganar protagonismo. La cancillería cubana observa que en Estados Unidos “se ha desatado en las últimas horas un amplio debate público acerca de la posición que debería adoptar su gobierno ante los severos daños causados por el huracán Gustav en Cuba”. Considera que “las restricciones a los viajes y remesas de los residentes en los Estados Unidos de origen cubano nunca debieron aplicarse”. Y advierte: “Si por razones humanitarias se restablecieran esos derechos a los cubanos, no habría forma de explicar que se mantuviera dicha prohibición, igualmente injusta y discriminatoria, para los ciudadanos estadounidenses”.

Así, el castrismo condicionó inmediatamente las acciones humanitarias que se disponía a emprender Estados Unidos al levantamiento incondicional del embargo. Cosa a la que Washington, como era de esperar, se negó rotundamente. Mientras, en el exilio, los representantes cubanoamericanos, grupos como Consenso Cubano e intelectuales como Heriberto Hernández y Jorge Salcedo emitían llamamientos. Una carta abierta impulsada por Salcedo en http://salcedodiario.blogspot.com/ pide a La Habana, entre otras cosas, “que implemente el otorgamiento de visas humanitarias para que todos aquellos que deseen visitar Cuba con tal fin durante este periodo puedan hacerlo con sus actuales documentos de viaje, sin discriminación por motivos políticos u otros”.

Un pedido –el de que los cubanos en el exterior puedan ayudar a los damnificados con sus actuales documentos de viaje, sin discriminación por motivos políticos u otros- que cabría extender, en la medida de lo posible, a figuras de la cultura y la política a nivel internacional, dado que sus firmas suelen ser mucho más eficaces, en circunstancias como las actuales, que las de los propios exiliados.

Entretanto, según Reuters, “varios modelos indican que Ike podría emerger al Golfo de México a la altura de La Habana, una ciudad de poco más de dos millones de habitantes”. La agencia cita a Fidel Castro: “Estamos asediados en este instante por los huracanes. Más que nunca se impone la racionalidad”. Y ya se sabe qué significa racionalidad para la delincuencia de uniforme que gobierna Cuba: impedir a toda costa, incluso a costa del sufrimiento de millones de damnificados, que el movimiento humanitario escape al control del régimen.

“Mientras los enemigos se frotaban cínicamente las manos, los amigos, como se ha evidenciado, son muchos y están decididos a cooperar con nuestro pueblo”, asegura Fidel Castro en la última de sus reflexiones. “Las semillas de solidaridad sembradas durante largos años fructifican por todas partes. Aviones rusos y de otros países llegaron rápido desde miles de kilómetros de distancia con productos que se miden no por su volumen o su precio, sino por su significado. Donaciones de pequeños Estados como Timor Leste, mensajes de países importantes y amistosos como Rusia, Viet Nam, China y otros, expresaron la disposición de cooperar todo lo posible en los programas de inversión que debemos acometer de inmediato para restablecer la producción y desarrollarla (…) La hermana República Bolivariana de Venezuela, y su presidente Hugo Chávez, han adoptado medidas que constituyen el más generoso gesto de solidaridad que ha conocido nuestra patria”.

Pero, a pesar de las ayudas enumeradas por el hermano mayor, una situación de la envergadura de la que nos ocupa podría volverse en su contra –tanto si el régimen persiste en su cerrazón como si se abre-, con la camisa de fuerza estatal desgarrada por las inclemencias del tiempo.

En cualquier caso, ¿la cruz meteorológica nos está anunciando el principio del fin? ¿Podremos cerrar en enero, como anuncia el comentarista Apocalipsis Now, el capítulo de medio siglo de dictadura totalitaria? En el corazón de Occidente, con un exilio que representa cerca del veinte por ciento de la población cubana a apenas noventa millas, sin financistas de peso más allá de un Hugo Chávez crecientemente impopular y con la desaparición política de su máximo cancerbero consumada –la desaparición política de esa mezcla de encantador de serpientes y azote de reformistas que fuera Fidel Castro no constituye un desencadenante menor-, ¿estará la dirigencia castrista en condiciones de sostener el inmovilismo por mucho más tiempo?

La dirigencia sabe que la apertura, sea de la índole que sea, significa su final. Mientras, la cruz continúa sobre la Isla.



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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