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Para entrar por la bahía

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A estas alturas, y si de algún modo hemos asimilado la lección, el exilio debería reconocer que, más que liderazgos, precisa proyectos viables. La democracia es una refutación de la dependencia cultural del liderazgo o, sencillamente, no es. A pesar del caso Obama.

Una primera parte, o preámbulo, del siguiente artículo, apareció en Cubanet y el blog Gaspar el Lugareño. Se trata de un análisis en torno a la propuesta de “Desde donde estoy en el exilio”, seudónimo de un comentarista de este sitio, que ha traído alguna cola.

Más que un artículo de autor, este segundo trabajo lo veo como una interpretación o continuación del debate por otros medios. Lo que me empuja, adicionalmente, a incluir en el nuevo tag a la derecha ( Proposiciones, en el que sólo aparecen, por ahora, artículos) la opinión depositada por los lectores en el apartado de comentarios, básicamente sus proposiciones –o refutaciones- más sobresalientes. Claro, hablamos de la capacidad de este editor para escoger entre varias opciones, cosa que puede resultar, a ratos, discutible. En cualquier caso, podría llegar a ser interesante como ejercicio democrático.

La versión original del trabajo pueden encontrarla en Libertad Digital:

Para entrar por la bahía

un artículo de Armando Añel

¿Cuál es la razón fundamental de que el castrismo controle Cuba con la mayoría de la comunidad internacional legitimando, incluso apoyando, su gobierno? Sencillamente, que dicho gobierno acapara la inmensa mayoría del territorio nacional, exceptuando la bahía de Guantánamo. Por supuesto, hay otras muchas razones –la dificultad de nuestra cultura para organizarse en democracia, el antinorteamericanismo al uso, el mito revolucionario, etcétera-, pero la del control territorial es, probablemente, la determinante.

De lo que no cabe duda es que si el exilio encontrara asentamiento en suelo cubano ya no sería más exilio, ya podría imaginar el futuro con posibilidades reales de establecer, a la corta o a la larga, un Estado de Derecho en Cuba. Y la nueva administración de Barack Obama, aunque pueda sonar estrambótico decirlo, parece la más adecuada para servir de trampolín a esa suerte de utopía exiliar: reconquistar Cuba para los cubanos.

¿Por qué Obama y por qué ahora? Una pregunta para responder preguntando: ¿Por qué un presidente como Obama, mediáticamente a la izquierda del espectro político, no entregaría a los cubanos exiliados una parte de la base de Guantánamo, tal vez aquella en la que permanecieron detenidos durante años decenas de terroristas, más otro cacho? Simbólicamente, y Obama maneja a la perfección las claves de la política simbólica, sería como entregar la “prisión” a sus legítimos dueños, los cubanos, cuando se cumple medio siglo de dictadura; sería desembarazarse de un símbolo malo para echar las bases de uno mejor.

Se trataría de una propuesta nada tradicional, ciertamente, pero hecha a un presidente novedoso, que ha demostrado cierto atrevimiento conceptual. Para alcanzar este punto, sin embargo, es necesario estructurar desde el exilio un movimiento que trascienda intereses personales y protagonismos para promover el interés general, para representar al conjunto. No se trata de a quién se le ocurrió, sino de qué se le ocurrió. No cabe tomar el proyecto como instrumento de promoción personal o como base desde la que teledirigir determinada agenda política. Se trata únicamente de regresar a Cuba, de fomentar una alianza colectiva por el bien individual. En el ámbito exiliado, a un objetivo así la izquierda, el centro, la derecha; liberales, socialdemócratas, conservadores; dialogueros y verticales, no podrían ponerle peros.

Cierto que en medio siglo los cubanos hemos sido incapaces de estructurar una oposición efectiva en el exilio, ¿pero no vamos a poder, al menos, hacerle llegar una propuesta consensuada al presidente de Estados Unidos? ¿Es mucho pedirle a una comunidad que mayoritariamente, en lugar de asimilarse culturalmente a sus respectivos países de acogida, continúa con la idea de retornar a Cuba -o liberarla de la dictadura que la oprime, o por los menos ir a y regresar de su país de origen sin trabas- metida entre ceja y ceja?

Si un día diéramos el ejemplo y pudiéramos interactuar en democracia más allá de rencillas, envidias y afanes protagónicos; si un día pudiéramos llegar a la Casa Blanca como “gobierno” en el exilio, con una propuesta viable y previamente sometida a consenso; si un día fuéramos capaces de construir alianzas eficaces e instituciones representativas no de un segmento intelectual o grupo de poder, sino de toda la comunidad exiliada o su inmensa mayoría; si un día, en fin, actuáramos en base al resultado más que a la ideologización del enunciado, le sería mucho más fácil a Washington, y al mundo en general, tomarnos en serio.

Obama es sólo una remota posibilidad instrumental: el verdadero cambio debemos impulsarlo los cubanos, con humildad y persistencia. El cambio tiene que venir de adentro… de nosotros. Deberíamos, al menos una vez, ponernos de acuerdo sobre la posibilidad de entrar a Cuba por la bahía de Guantánamo.

Cortesíahttp://www.libertaddigital.com/



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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