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De la Paz: Juanes, un concierto verde olivo

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un artículo de Luis de la Paz

Sin duda alguna el concierto que ofrecerá el cantante colombiano Juanes en La Habana, el próximo día 20 de septiembre en la Plaza de la Revolución (Plaza Cívica, nombre original de la explanada), es polémico. Y la razón de tan escamoso asunto hay que buscarla en el primer espectáculo, "Paz sin fronteras", realizado en el puente Simón Bolívar, en la frontera entre Colombia y Venezuela, “para reafirmar la hermandad entre los países” tras la crisis entre los gobiernos de Colombia y Ecuador y la belicosa intromisión de Venezuela en el diferendo bilateral. La idea resultaba apropiada, Juanes estaba haciendo un llamado a la cordura por el bien de su propio país y el equilibrio regional.

¿Pero el concierto en Cuba? ¿Qué crisis hay en Cuba? En la isla hay un problema interno (no armado) entre un régimen unipartidista, represivo e intolerante, y aquellos que discrepan pacíficamente de la política oficial. De manera que el concierto de Juanes y sus acompañantes debería entenderse como un programa musical a favor de la tolerancia, la pluralidad partidista, el respeto a la opinión ajena y la libertad de los presos políticos (entre ellos periodistas por informar y médicos por manifestarse contra el aborto). ¿Es ese el mensaje que se quiere llevar? De ser así, debería exponerse con claridad, pues de lo contrario podría entenderse (como lo juzgan muchos exiliados) como un espaldarazo a una dictadura con medio siglo en el poder.

Otro aspecto que alarma a los exiliados está relacionado con el patrocinio del concierto. El realizado en Colombia estuvo financiado por empresarios colombianos, interesados, entre otras cosas, en salvaguardar el comercio regional. Pero en Cuba, donde no existe (por ley) propiedad privada, es el Estado totalitario el único que dispone de fondos. De manera que lo que allí se haga es con capital del gobierno, y él no invierte en ninguna actividad (incluida la artística) si no va a sacarle un provecho.

En una entrevista a Juanes, aparecida en el periódico español El País, hay dos preguntas que sobresalen. La periodista Iker Seisdedos pregunta: “¿Cuenta con garantías de que el concierto no será instrumentalizado por el régimen?”. La respuesta: “Estamos en eso. Hay gente en La Habana negociando el cartel, que haya un equilibrio de artistas afectos y desafectos. Está Silvio Rodríguez... Buscamos un elenco tranquilo”. La otra consulta dice: “¿Estará Gorki Águila, rockero encarcelado por el castrismo?”. La contestación es escueta: “Estamos intentándolo”. Como observador del polémico concierto, me gustaría añadir: El deseado equilibrio no se va a lograr. El régimen no permitirá disidencias y mucho menos en eventos con alcance multitudinario.

Por otra parte, aseguro que ni la banda musical Porno para Ricardo ni su líder, Gorki Águila, que expresó en el programa de María Elvira Salazar que está dispuesto a participar, entrarán en escena. Añado más: Si Juanes se atreve a poner como requisito para su espectáculo la participación de Gorki, el concierto será cancelado de inmediato.

He querido imaginarme lo que ocurrirá el día del concierto en la Plaza, si es que realmente llega a efectuarse. El régimen sabe que controla, pero no domina, por eso se asegurará de que los invitados sean afines a su sistema político, o al menos tolerantes y prudentes con lo que expresen. Para lograr sus metas tienen como coordinador del evento a Amaury Pérez Vidal, funcionario de cultura. Entre las responsabilidades del autor de Acuérdate de abril, está reír de satisfacción cuando se proponga la participación de un intérprete solidario con la Revolución cubana, y poner cara larga cuando alguien sugiera extenderle una invitación a quien no convenga a los intereses oficiales. Al final, en el concierto por la paz, estarán sólo los afines, y ni un solo exiliado. Ni Chirino ni Gloria Estefan, Albita o la legendaria Olga Guillot.

Es bueno recordar que en Cuba la música, el deporte y la cultura en general, son armas políticas. Para quienes no lo recuerden, en la isla estuvo prohibido el más importante grupo musical del siglo XX, Los Beatles. También estuvieron proscritos, entre muchos otros, Julio Iglesias y José Feliciano. Aún hoy las canciones de la guarachera de Cuba, Celia Cruz, no se radian en su país natal, por negativa del aparato de poder, dueño de todas las estaciones de radio y televisión. Por eso es entendible la postura de los exiliados: conocen al monstruo, porque han vivido en sus entrañas.

El día del concierto, el escenario no será la base del monumento a José Martí, sitio reservado para el aparato de poder político, ni la Biblioteca Nacional, donde erigieron el altar para la misa del Papa Juan Pablo II en 1996. Los lugares probables son frente al Teatro Nacional o, el más factible, ante la fachada del edificio del Ministerio del Interior, donde está la imagen lumínica de Ernesto “Che” Guevara, el siniestro personaje que para muchos es, inexplicablemente, el símbolo que encabeza las marchas en muchos lugares del mundo. Aclaro lo de inexplicable. El Che es responsable de la eliminación de los partidos de oposición en Cuba, de la supresión de la libertad de asociación, de los sindicatos independientes y del derecho a huelgas y manifestaciones callejeras. Por lo tanto, el Che simboliza justamente lo contrario de lo que muchos exigen.

Luego llegarán los reclutas del servicio militar (vestidos de civil), los miembros de las Brigadas de Respuesta Rápida, los paramilitares de la brigada Blas Roca, para cubrir gran parte del área cercana al escenario. Es muy probable que se establezcan cercos para impedir que el verdadero pueblo pueda asistir. Es posible que “las organizaciones de masas” sean las que entreguen pases a los “trabajadores destacados” y “estudiantes sobresalientes”. Nada nuevo. Algo parecido ocurrió con los conciertos de Oscar de León, con el de Air Supply y con el de Billy Joel. Los métodos son los mismos.

¿Qué podría ocurrir en escena? Silvio Rodríguez interpretará sus más abyectas canciones y desde la tribuna por la paz pedirá a toda voz la liberación de los cinco héroes del imperio (léase espías condenados en Estados Unidos por espiar en bases militares norteamericanas y ser cómplices en el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate). Tras él, Amaury Pérez se hará escuchar y pedirá el levantamiento del bloqueo (para quienes no sepan, la razón del embargo comercial tiene que ver con la confiscación de propiedades a ciudadanos norteamericanos en la isla en 1959).

Algunos de los invitados internacionales, que procurarán cierta neutralidad, probablemente se vean atrapados en medio de gritos y reclamos para que Estados Unidos devuelva la base de Guantánamo, salga de Afganistán e Irak. Tal vez hasta se escuchen diatribas contra Álvaro Uribe, el presidente de Colombia, la patria de Juanes, por negociar bases militares en su territorio y por querer la reelección. Otras pedirán la unión latinoamericana a favor del ALBA y de apoyo a Chávez, Correa, Evo, Ortega y demás gobernantes de izquierda, que sí pretenden perpetuarse en el poder.

Apoyo con todas mis fuerzas el derecho de Juanes a dar un concierto donde lo desee. No hay nada más importante que la libertad. Ojalá todo sea diferente, y en realidad se trate de un concierto blanco. Eso es lo que a Dios le pido, pero me temo, por experiencias pasadas, que será un concierto verde olivo.

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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