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Papeles profanos (III)

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A continuación, el segmento final de la carta que originó la serie Papeles profanos. Como advertimos en su momento, Raimundo Menocal y Cueto, autor de la misiva, fue lo que llamaríamos hoy un historiador “políticamente incorrecto”. Incorrecto en grado sumo, como demuestran, otra vez, algunas de las afirmaciones de esta última parte. La carta, recuérdese, fue escrita en el verano de 1965.

Las dos primeras ediciones pueden encontrarse en la sección Cultura, en la columna derecha de este blog. Agradecemos la colaboración del profesor Emilio Ichikawa. Que la disfruten:

Textual: Carta de Raimundo Menocal y Cueto al Dr. Ernesto Dihigo

Si el movimiento iniciado en Yara tuvo todos los caracteres de una revolución social, la propaganda de José Martí no dejó de tener el mismo sabor, con la particularidad de que sus ofrecimientos a las masas se hacían más expresivos y categóricos, a fin de contrarrestar sus deficiencias como caudillo militar, y como medio de imponer con el apoyo de sus simpatizadores su reconocimiento como jefe del movimiento insurreccional (en lugar de Gómez y de Maceo) que se proponía desplazar a España de Cuba.

Es un hecho evidente que Martí ha sido endiosado injustificadamente, pues hay que advertir que sus ideas fundamentales eran disolventes y estaban en pugna con las necesidades de la sociedad cubana. La mayor parte de nuestra intelectualidad se ha estado amparando a la sombra del supuesto apóstol para obtener alguna ventaja de orden personal, tanto más si Martí no representaba ninguna idea superior cubana. Es más, su moral periodística era muy discutible. Me remito al tomo 69, página 19, de la Editorial Trópico, en el que hace una proposición deshonesta a Mercado.

Por su parte, es inexplicable que Martí no escribiera en las revistas cubanas de la época. De esa manera se podría haber calibrado el alcance de su cultura y la bondad de sus tendencias literarias, ya que lo que hubiera escrito hubiera sido escudriñado por críticos tan eminentes como Ricardo del Monte, Manuel Sanguily y Enrique José Varona, que estaban al tanto de lo que se escribía en los principales centros de la cultura del mundo civilizado.

Vencedor el movimiento insurreccional de agosto de 1906, el próximo presidente de Cuba había de ser un representativo de ese movimiento, aparte de responder a las simpatías del gobierno de los Estados Unidos. Es evidente que el vulgo cubano estaba bien penetrado de la propaganda disolvente que hacían los elementos políticos liberales. No obstante advertir las simpatías de las masas cubanas por el candidato liberal, acompañé al cochero negro de mi padre a votar en el colegio electoral que le correspondía, y que se encontraba en la calle de Someruelos, en La Habana.

En efecto, se podía observar la coacción de los elementos de color con todos aquellos que ellos estimaban contrarios al candidato de sus simpatías. El cochero de mi padre se llamaba Rafael, y se podía contar como de la familia. Así, antes de entrar al colegio, le mostré cómo había de anotar su voto a favor del candidato conservador. Ciertamente, la situación se mostraba adversa a la candidatura conservadora, pero cumplía con mi deber de llevar a un elector a las urnas que se decidiera a votar por lo que yo estimaba la candidatura más conveniente para los intereses generales del país. Al salir del colegio electoral, el cochero subió al pescante, yo me senté en el interior y, aunque tenía la seguridad que él había votado por el candidato a quien había conocido desde niño, candorosamente le pregunté: “Rafael, ¿por quién has votado?”. Me contestó, con una espontaneidad que me dejó frío: “Me gustó el gallo y el arado”. O sea, votó bajo el emblema del partido contrario, el Liberal. Luego, se ha de convenir que el atractivo del vicio ejercía mayor influencia en la mente de la inferioridad social que el afecto de la familia y otras consideraciones públicas.

No soy de los que niego o trato de ocultar, por mi parentesco, que el general Menocal, como gobernante, defraudó a la masa de los conservadores que esperaban de su administración la regeneración de la cosa pública cubana, y el cumplimiento de lo ofrecido de realizar una administración eficiente, honrada y económica, es decir, que se cumpliera con el programa de Honradez, Paz y Trabajo. El gobierno conservador fue un fracaso. El vicepresidente de la República, Dr. Enrique José Varona, lo expuso así en su discurso de ingreso en la Academia de las Artes y Letras, en 1916.

Posteriormente, el gobierno descansó en la fuerza armada, que impuso la elección de Alfredo Zayas en 1920. Lo que sucedió después es de todos conocido. Machado sucedió a Zayas, y para salvarse tuvo que huir. A continuación el movimiento del 4 de Septiembre, encabezado por Fulgencio Batista y auspiciado por el Directorio Estudiantil Universitario, intensificó la revolución social.

Bueno es que te informe que, durante la campaña contra la dictadura de Machado, una mañana me encontraba de visita en casa de Montoso y me llamó aparte Carlos Saladrigas para proponerme que nos reuniéramos en mi oficina un grupo de hombres jóvenes, a fin de promover un movimiento de opinión que movilizara al país al objeto de salvar a la sociedad cubana del caos que atravesaba. Nos reunimos una tarde Carlos Saladrigas, Joaquín Martínez Sáenz, Jorge Mañach, Luis Baralt, Carlos Felipe Armenteros y algunos otros cuyos nombres no recuerdo.

Yo había publicado un folleto proponiendo un programa de espíritu liberal para solucionar el problema cubano, en virtud del cual me dejaron cesante en el cargo de Fiscal de Partido de La Habana. En aquella reunión no se le puso atención a mi programa, y después de haber hablado Martínez Sáenz una serie de incoherencias, Carlos Saladrigas propuso que en la siguiente reunión cada uno de los concurrentes llevara su programa. Cuál no sería mi sorpresa cuando en esa reunión posterior el Dr. Saladrigas presentó un programa de ideas socialistas, de sentido muy radical, que fue aprobado por los Sres. Mañach, Baralt y Martínez Sáenz. Respecto al Dr. Carlos Felipe Armenteros, propuso un programa comunista cuya copia no pude obtener.

Estos señores salieron de mi oficina a fin de formar una agrupación terrorista para combatir a Machado. A los pocos meses, y cuando se había formado el movimiento A.B.C., se publicó el programa manifiesto de esa agrupación, que era de inspiración liberal no obstante ser la mayoría de sus directores de ideas socialistas, como lo habían expresado en mi oficina.

Yo tuve el propósito de desenmascarar a los dirigentes del A.B.C., y así demostrar que sus ideas no convenían con el programa que habían lanzado a la consideración del público, pero desistí de hacerlo porque los iba a comprometer, además de estar la situación muy tensa y delicada con motivo de los atentados que se estaban efectuando. Como es sabido, la caída de Machado trajo una nueva situación en el país, auspiciada por el embajador Welles, en virtud de lo cual, se puede decir, el A.B.C. quedó integrado en la revolución social.

Como resultado de la rivalidad demagógica entre Batista y el Directorio Estudiantil, aquel se esmeró en promover medidas de carácter disolvente, como la Ley de Alquileres y la Moratoria Hipotecaria. Para contrarrestar estas medidas de tendencia radical, se fundó la agrupación Asociación Pro Restauración del Crédito Cubano, un movimiento de tendencia conservadora que se estaba afirmando en el país y que hubiera creado un nuevo estado de conciencia en Cuba, si es que no se aprueba y adelanta la Constitución de 1940. Esta estuvo auspiciada por todos aquellos que, como José Manuel Casanova, se proponían apoderarse de las propiedades que habían adquirido a base de hipotecas, para lo cual sobornaron a muchos constituyentes que apoyaron y aprobaron, mediante dinero, una de las Disposiciones Transitorias que favorecía a los deudores influyentes.

Al amparo de la Asociación Pro Restauración del Crédito Cubano fundé el periódico El Siglo y la Asociación Conservadora, y así pude arremeter contra la revolución social, las falsedades, la propaganda disolvente de la demagogia y la inmoralidad administrativa; al paso de pedir el reconocimiento de los derechos individuales de los cubanos. En esta etapa de mi vida escribí mi obra Origen y desarrollo del pensamiento cubano.

El Siglo lo tuve que cerrar a fines del gobierno de Batista, por mi campaña oposicionista, aunque no me pesa haber expuesto mi pensamiento liberal durante más de tres décadas. Después de la caída de Batista, seguí escribiendo en el Diario de la Marina hasta que lo clausuraron.

Es evidente que la nación cubana tendrá que resurgir, pero bueno es hacer constar que, si el defecto de nuestra orientación educacional ha consistido en no seguir nuestras tradiciones de cultura, entre ellas los estudios sobre las civilizaciones antiguas -la griega y la latina-, hemos de convenir que no adelantaremos un solo paso para ampliar nuestra cultura si no adoptamos un nuevo programa de estudios. Estas ideas me las ha venido a confirmar la lectura del excelente trabajo sobre tu padre, que merece ser leído por todos los hombres pensantes cubanos. Te vuelvo a felicitar, y sabes que siempre te tiene en la misma estimación, tu viejo amigo,

Raimundo Menocal.



Tres presentaciones y una exigencia

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Este martes 26, a las ocho de la noche, Editorial Ultramar presenta su primer libro publicado : Poesía viva, de Rodrigo de la Luz. Bajo el auspicio de la organización sin ánimo de lucro Hispanic Events, Inc., que encabeza en Miami Aida Levitan, Ultramar se propone difundir “la creación literaria de una generación de jóvenes poetas y escritores que no han tenido la oportunidad de ver publicadas sus obras”. La presentación tendrá lugar en Books and Books, 265 Aragon Avenue, Coral Gables (RSVP: 305.442.4408).

Poesía viva, un libro en el que superponen los diversos poetas que encarna Rodrigo de la Luz –el público, el funcional, el romántico, el jocoso, el reflexivo-, abre con el pie derecho:

Ahora que exhala lánguido y sereno

el cerezo del patio de la casa

y ondulan como cintas las espadas

plenas de indivisibles transparencias

un pensamiento como un himno de sangre

recobra poco a poco sus palabras

El libro será presentado por Aida Levitan y Carlos Alberto Montaner.

Después de Giselle

Este es un agosto de presentaciones en Miami. El próximo domingo 31, a las cuatro de la tarde, se presenta el libro Después de Giselle (Aduana Vieja, 2008), de Isis Wirth, en la propia librería Books and Books, de Coral Gables.

Asegura Zoe Valdés en su artículo Bailando con Isis Wirth y nadando con Michael Phelps, que el libro “está estructurado de manera que recuerda el estricto orden de los regimientos, y sin embargo, las palabras fluyen como cuando vemos a una bailarina atravesar el escenario dando giros, y multiplicando los fouettés, o a un bailarín surcar el espacio con salto insospechado”. Le deseamos mucha suerte a Isis durante su presentación en Miami.

Cortesía http://isis-lareinadelanoche.blogspot.com/

Desnuda y al galope

Días atrás tuvo lugar la presentación de la novela Desnuda y al galope, de la narradora y poetisa Miriam Morell. La edición del libro, bajo la supervisión de Nancy Pérez Crespo, destaca por su diseño y funcionalidad. La historia gira alrededor de un motivo bucólico, que a su vez desemboca en un relato poético. Como asegura Luis Agüero en el prólogo, estamos ante un ejercicio literario en el que, como un rompecabezas, “cada pieza es imprescindible pero a la misma vez indescifrable”. Un hermoso libro.

Libertad para Gorki

Al cierre de esta edición leo en Penúltimos Días, y El Tono de la Voz, la noticia del arresto del roquero Gorki, cantante de Porno para Ricardo. En la web del grupo puede leerse que fue arrestado “en su casa, cuando se disponía a grabar las últimas canciones del próximo disco de la banda”. Nos sumamos a la campaña que exige libertad para Gorki, el valiente músico cubano.

Una nota al margen: En el extremo inferior izquierdo de la página de Porno para Ricardo, la agrupación ha colocado un gráfico para donaciones. Su meta es alcanzar los 1,400.00 dólares. Inexplicablemente, las donaciones realizadas suman menos de cuatrocientos.

La noticia completa puede leerse aquí: http://www.pornopararicardo.com/noticias/free-gorki.html



Treinta poetas y los más vendidos

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Treinta poetas residentes en Miami. Son los que Ediciones Iduna presentará este viernes a través de su último libro publicado, y que recomiendo fervientemente: La tertulia.

Una selección –Alejandro Fonseca me aclara que no se trata de una antología- en la que figuran autores como Carlos Barrunto, Pablo de Cuba, Alejandro Fonseca, Joaquín Gálvez, Reinaldo García Ramos, Heriberto Hernández, Rolando Jorge, Rodrigo de la Luz, Rodolfo Martínez Sotomayor, Ernesto Olivera y Efraín Riverón, entre otros.

La presentación tendrá lugar en la 6770 SW 38 Street, a las nueve de la noche de este viernes.

Cortesía http://www.idunaed.com/

Los más vendidos en Miami

La librería y distribuidora Ediciones Universal circula su lista de títulos más vendidos este agosto, en Miami. Una información que Cuba Inglesa comparte con los lectores:

No ficción

EL ISLAM VISTO POR UN CRISTIANO, Efrén Córdova (Universal) $19.95

EL SECRETO, Rhonda Byrne (Atria) $23.95

LA FICCIÓN FIDEL, Zoé Valdés (Planeta) $49.00

RICAS, FAMOSAS Y ABANDONADAS, Pilar Eyre (Esfera de los Libros) $48.00

HABANA BABILONIA. LA CARA OCULTA DE LAS JINETERAS, Amir Valle (Zeta) $24.99

VIVIDO AYER, LEYENDAS Y MISTERIOS DE CUBA Y LA HABANA, Sergio R. San Pedro Del Valle (Universal) $19.95

ESCAMBRAY. La historia que el totalitarismo trató de sepultar, Idolidia Darias (Instituto de la Memoria Histórica Cubana) $20.00

CUBA INFINITA (4 volúmenes), José Guerra Alemán (Véritas) $200.00

CUBA 1959. LA GALERA DE LA MUERTE, Javier Arzuaga (Carta de Cuba) $15.00

TRUJILLO, EL TIRANICIDIO DE 1961, Juan Daniel Balcácer (Taurus) $34.95

Ficción

LA ISLA DE LOS AMORES INFINITOS, Daína Chaviano (Grijalbo / Random House) $17.95

LA CAZADORA DE ASTROS, Zoé Valdés (Plaza y Janés) $39.95

CONTRAMAESTRE, Raúl Eduardo Chao (Universal) $19.95

CHIQUITA, Antonio Orlando Rodríguez (Alfaguara) $19.99

EL JUEGO DEL ÁNGEL, Carlos Ruiz Zafón (Vintage) $17.95

SIN TETAS NO HAY PARAÍSO, Gustavo Bolívar Moreno (Quintero y Oveja Negra Editores) $19.95

UN DÍA DE CÓLERA, Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara) $21.99

LA SUMA DE LOS DÍAS, Isabel Allende (Harper Collins) $26.95

TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, Mario Vargas Llosa (Alfaguara) $19.95

Cortesía http://www.ediciones.com/index2.htm



Visiones imperiales: El mal latino

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¿Quién no lo ha escuchado decir? Suena más o menos así: “Sé que no te sirve, pero lo importante no es el regalo, es la intención”.

Una variante esclarecedora de esta sentencia, aparentemente inofensiva, sirve al escritor y diplomático francés Alain Peyrefitte para exponer, en uno de sus libros más contundentes – El mal latino-, lo que considera carencias de una cultura que se refugia en el lenguaje, que hace del “cielo de las ideas” su segunda, y a veces única, patria: “No es el resultado lo que cuenta, sino la intención”.

“Nada en nuestra educación –reflexiona Peyrefitte en el citado libro- nos acostumbra a considerar la realidad como una piedra de toque, la realización como una prueba. Todo nos inclina, en cambio, a considerar la realidad como impura, la realización como algo accesorio. En caso de fracaso, son los hechos los que tienen la culpa.

“Esta intelligentsia de la intención, muy a sus anchas en el discurso, torpe y poco propensa a transformar el discurso en acción, es característica de los países latinos. Su actividad favorita consiste en plantear el problema. Lo plantea y lo deja. El anglosajón actúa generalmente a la inversa: no se toma la molestia de plantear un problema que no tiene intención de resolver”.

Así, a diferencia de la tradición anglosajona, más pragmática y concisa –en la que, por lo general, sólo si desembocan en hechos las palabras justifican su valor de uso–, en la cultura latinoamericana el culto al lenguaje es también el culto a la metáfora, a los malabarismos de la imaginación, desde los que con frecuencia se arriba a lo estrambótico o a lo irreal.

De ahí que en América Latina el discurso oficial relativice sus propias causas y consecuencias. En este sentido, prácticamente hablando, puede decirse que las estructuras políticas latinoamericanas son prematuras (pre-maduras): si lo político es algo más que discurso, entonces la política latinoamericana no ha alcanzado la mayoría de edad.

Si en el campo de las artes o de la literatura la tendencia cultural esbozada arriba ha generado obras y momentos extraordinarios, en el campo de la política ha engendrado un infantilismo con ínfulas letalmente transgresoras. El elector latinoamericano, y por extensión su primogénito, el político latinoamericano, son funcionalmente adolescentes. Con lo cual en cierta medida se explica la supervivencia, en términos de ejercicio efectivo del poder, de gobernantes del corte de Hugo Chávez, cuyos intercambios con la realidad a menudo rozan la enajenación.

Dos características fundamentales identifican el fenómeno: la credulidad e inocencia de una considerable masa de electores y el empeño de los elegidos, a ratos bufonesco, de negar, disfrazar o relativizar los hechos a través del lenguaje, en función de sus particulares intereses. Ambos rasgos, esencialmente infantiles, deberían ser entendidos como una expresión de inmadurez cultural.

Hay que insistir en ello: lo que cuenta es el resultado. Es relativamente fácil disfrazar los malos resultados con el ropaje de las buenas intenciones. Que hablen los hechos.

Individualidad y solidaridad: El ejemplo del 11-S

Hablando de intenciones y acciones. Los sucesos en torno al ataque a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, ejemplifican cómo una sociedad como la norteamericana, de matriz anglosajona, es capaz de solidarizarse y pasar de la individualidad a la acción colectiva inmediatamente, sin detenerse en la retórica. En cambio, quienes siempre han usado la retórica de la solidaridad como un arma revolucionaria –el castrismo concretamente- son incapaces ahora de solidarizarse con las víctimas de los huracanes Gustav e Ike, impidiendo que la solidaridad internacional, y del exilio cubano, se haga efectiva.

A continuación un fragmento de un artículo que escribí en 2001 a propósito del 11-S, del que hoy se cumple un aniversario más:

“La caída del World Trade Center desvela, en toda su sorprendente crudeza, algunas de las ventajas de eso que llamamos "sociedad abierta". Y no me refiero a las de la libertad de expresión o asociación, ni siquiera a alguna de las reflejadas en la Declaración de Derechos Humanos de Naciones Unidas –todas ellas obvias-, sino a varias que se podrían resumir en una sola (una que los detractores del capitalismo han utilizado de bumerang contra la autonomía del sistema): la solidaridad. El liberalismo, entendido como gobierno de las libertades económicas, políticas y sociales, es en esencia solidario... porque es voluntario.

“Resulta oportuno citar fragmentos de una crónica de Eliot Weinberger, testigo -no precisamente neoliberal- de los atentados a las Torres Gemelas: "La respuesta ha sido un torrente emocional de ayuda a los rescatadores, los bomberos, los médicos, los albañiles y la policía. Cuando pasa un convoy de auxilio la gente en las aceras aplaude. Se ha donado tanta comida que ya los oficiales están pidiendo que cese la ayuda (...) Amigos y gente que casi no conozco y con los que me he encontrado a lo largo del día (12 de septiembre) -personas que saben que no vivo a una distancia riesgosa del Trade Center y que además habría sido muy poco probable que me encontrara allí- me han abrazado diciendo: ¡Me alegra mucho que estés vivo!". Pete Hamill, otro de los presentes, recuerda una escena colateral del desastre: "¡Andando, andando, andando!, gritaba un sargento de la policía mientras apuntaba hacia el este (...) Cerca de la esquina de Duane St., dos mujeres le preguntaron a otra mujer policía: Oficial, oficial, ¿a dónde podemos ir a donar sangre?".

“La superioridad de las sociedades abiertas sobre las cerradas descansa, en lo fundamental, en el ejercicio de las libertades civiles. A esta verdad de Perogrullo habría que agregar el factor voluntad. El mundo libre es el mundo voluntario. Nadie ha presionado a Michael Jordan, Julia Roberts o Emilio Estefan (son sólo unos pocos ejemplos) para que donen una parte de sus dineros a los familiares de las víctimas del World Trade Center o a la ciudad de Nueva York. La solidaridad voluntaria es, a fin de cuentas, la única solidaridad: no puede haber otra. Tal vez por eso toda clase de totalitarismos dedican tiempo, esfuerzo y recursos a promover un altruismo ficticio, basado en una retórica de la seducción profundamente inmoral, porque privilegia lo aparente en desmedro de lo genuino.

“Un Estado de corte totalitario puede reunir y enviar miles de médicos, maestros, combatientes o tecnócratas hacia cierto país necesitado, con el objetivo de vender una imagen solidaria, de suficiencia moral, que lo legitime. ¿Cuántos de los enviados, sin embargo, se habrían ofrecido voluntariamente, sin que mediara interés personal, mecanismo instituido por el poder o presión de cualquier tipo?

“Tras los atentados a Washington y Nueva York, el rostro más amable de la democracia occidental -sistemáticamente velado por sus incansables enemigos- vuelve a salir a flote. Frente a la sociedad obligada, la sociedad voluntaria emerge como la alternativa menos mala de cuantas existen. No es perfecta, ni ejemplar, y ni siquiera arquetípica, porque está sujeta a constante modificación y perfeccionamiento, porque es múltiple, dinámica, individualista -tanto en la mejor como en la peor acepción de la palabra-, porque está basada en lo que realmente somos (entes desemejantes, irrepetibles), nunca en lo que algún día pudiéramos, o no, ser”.



De El bardo inmortal, Barrio azul y El submarino amarillo

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“Mi autoestima se reduce a cero cuando leo párrafos y párrafos y no logro entender qué dicen. No me entusiasmaría provocar esa sensación en los lectores”, confiesa el escritor José Abreu Felippe a la periodista de El Nuevo Herald Sarah Moreno, a propósito del lanzamiento de su última novela, Barrio azul (Editorial Silueta, 2008). Pero la sencillez – Barrio azul está redactado desde la perspectiva de un niño- es sólo una de las virtudes de este libro, que contiene muchas otras.

La obra de José Abreu Felippe (La Habana, 1947) es extensa, y buena parte de ella ha sido publicada. Considerado por los críticos uno de los integrantes más destacados de la Generación del Mariel, entre sus títulos se encuentran Sabanalamar,Siempre la lluvia, Habanera fue (con sus hermanos Juan y Nicolás Abreu), Cuentos mortales y Dile adiós a la Virgen, así como los poemarios Orestes de noche,Cantos y Elegías y El tiempo afuera (Premio Gastón Baquero de Poesía en el año 2000).

Barrio azul será presentado por el editor y crítico Rodolfo Martínez Sotomayor. Será este viernes, a las ocho de la noche, en el Centro Cultural Español de Miami (800 Douglas Rd. Suite 170. Coral Gables). Para más información, los interesados pueden llamar al 305 448-9677.

Cortesía http://www.editorialsilueta.com

Un submarino en plena faena

El ensayista y editor Ignacio T. Granados propone una nueva revista cultural, alojada en la web de la editorial que dirige en Miami. Granados resume así el concepto de El submarino amarillo, que es como ha llamado a la publicación:

“Porque es un símbolo generacional e icono de una cultura, Ediciones Itinerantes Paradiso presenta por segunda vez una revista cultural bajo un tema de los Beatles. Esta vez se trata de El submarino amarillo, que, como antes lo intentó El tonto de la colina, pretende incidir en el panorama de la cultura local. Esta no es una revista literaria en sentido estricto, sino más bien una especializada en la manufactura y distribución del libro, así como en el tratamiento teórico de la literatura contemporánea, por medio de reseñas críticas. Pero sí incluiremos literatura, a modo de ilustración y aligeramiento de nuestra densidad; y, por lo mismo, eso la hace el medio ideal para la exposición de los autores a un medio de promoción activa para su trabajo”.

Al texto completo de la presentación, así como al primer número de la revista –que les recomendamos fervientemente-, puede accederse aquí:

http://www.editpar.com/submarinoamarillo.htm

El bardo inmortal

un cuento de Isaac Asimov

-Oh, sí -afirmó el doctor Phineas Welch-. Puedo resucitar los espíritus de los muertos ilustres.

Estaba un poco bebido. De otro modo, quizá no habría dicho eso. Desde luego, era perfectamente natural hallarse un poco embriagado en la reunión anual de Navidad.

Scott Robertson, el joven profesor auxiliar de literatura inglesa, ajustó sus gafas y miró a un lado y a otro, para cerciorarse de que nadie los había oído.

-¿De veras, doctor Welch?

-Tal como digo. Y no sólo los espíritus, sino también los cuerpos.

-Yo diría que eso es imposible -manifestó muy estirado Robertson.

-¿Y por qué no? Es una simple cuestión de transferencia temporal.

-¿Se refiere usted al viaje en el tiempo? Pero eso... digamos que me parece completamente… insólito.

-No si se sabe cómo.

-¿Y bien, doctor Welch? ¿Cómo lo hizo?

-¿Cree que voy a revelárselo? -preguntó gravemente el físico. Miró vagamente a su alrededor buscando otro trago, pero no halló ninguno:

-Hace poco resucité a algunos muertos ilustres. Arquímedes, Newton, Galileo… ¡Pobres tipos!

-¿No les gustó el mundo de hoy? Yo hubiese pensado que quedarían fascinados ante la ciencia moderna -opinó Robertson, que empezaba a disfrutar de la conversación.

-Sí, claro que se quedaron… En particular, Arquímedes. Al principio pensé que iba a volverse loco de alegría, hasta que le expliqué algo de ella en un poco de griego que había estudiado. Pero no... no...

-¿Algún problema?

-La gran diferencia cultural. No lograban acostumbrarse a nuestra forma de vida. Se sentían terriblemente solitarios y asustados. Tuve que devolverlos a su tiempo.

-¡Qué lástima!

-Sí. Grandes mentes, pero no flexibles. No universales. Así pues, probé con Shakespeare.

-¿Qué! -aulló Robertson, a quien el personaje tocaba más de cerca.

-No grite, muchacho -recomendó Welch-. Es de mala educación.

-¿Ha dicho que resucitó a Shakespeare?

-Pues sí. Necesitaba a alguien con una mente universal, que conociera lo bastante al ser humano como para ser capaz de convivir con él fuera de su propia época. Shakespeare me pareció el más indicado. Por cierto, me dejó su firma como recuerdo...

-¿La tiene aquí? -preguntó Robertson, con ojos desorbitados.

-Aquí mismo -Welch hurgó en los bolsillos de su chaqueta, uno tras otro-. ¡Ah, aquí está!

Tendió al profesor una tarjeta en cuyo anverso podía leerse L. Klein e hijos. Ferretería al por mayor. En su reverso aparecía escrito, con enrevesada caligrafía, Will Shakespeare.

Una disparatada conjetura asaltó a Robertson.

-¿Qué aspecto tenía? -preguntó.

-No lucía como en sus retratos. Calvo y con un feo bigote. Hablaba con marcado acento irlandés. Desde luego, hice cuanto pude por reconciliarle con nuestra época. Le dije que teníamos en la mayor estima sus piezas de teatro y que aún seguíamos representándolas. De hecho, le aseguré que en nuestra opinión eran las obras maestras de la literatura en lengua inglesa, tal vez las obras maestras de toda la literatura.

-Muy bien… muy bien… -aprobó Robertson sin aliento.

-Le expliqué que se habían escrito volúmenes y volúmenes de comentarios sobre ellas. Naturalmente, deseó ver uno de ellos y fui a buscárselo a la biblioteca.

-¿Y...?

-¡Ah! Se mostró fascinado. Desde luego, tropezó con dificultades respecto al idioma actual y las referencias a los acontecimientos ocurridos a partir del 1600, pero le ayudé a comprenderlos. ¡Pobre hombre! No creo que esperase tal trato. “¡Alabado sea Dios!”, comentó. “¡Qué de cosas han parido las palabras en cinco siglos! ¡Qué homérica inundación puede dar de sí un paño mojado!”.

-No… no diría eso. William Shakespeare no diría eso…

-¿Y por qué no? Escribía sus piezas con la mayor rapidez posible. Tenía el plazo limitado, me dijo. Por ejemplo, acabó Hamlet en menos de seis meses. El argumento ya era conocido. Él se limitó a pulirlo.

-Es todo lo que se le hace a un espejo telescópico… pulirlo -se indignó el profesor de literatura inglesa.

El físico pasó por alto la observación y, reparando en un cóctel incólume sobre la barra, a sólo unos pasos, se lo apropió.

-Le dije al bardo inmortal que hasta dábamos cursos universitarios sobre Shakespeare.

-Yo doy uno.

-Lo sé. Lo matriculé en su curso nocturno de ampliación. Jamás vi a un hombre tan ávido por descubrir lo que la posteridad pensaba de él como lo estaba el pobre Will. Trabajó con mucho empeño en eso.

-¿Matriculó a William Shakespeare en mi curso? -farfulló Robertson.

Incluso considerándolo como una fantasía alcohólica, el pensamiento le causó vértigo. ¿Pero era en verdad una fantasía alcohólica? Comenzaba a recordar a un hombre calvo de raro, singular léxico.

-No con su nombre verdadero, desde luego -dijo el doctor Welch- ¡Lo que tuvo que soportar! Cometí un error, simplemente. Un gran error. ¡Pobre tipo!

Había alcanzado ya el cóctel y meneaba la cabeza con la vista clavada en él.

-¿A qué error se refiere? ¿Qué sucedió?

-¡Tuve que enviarle de nuevo al 1600! -rugió Welch con indignación-. ¿Cuánta humillación cree usted que puede soportar un hombre?

-Pero… ¿de qué humillación me habla?

El doctor Welch vació de un solo trago su copa.

-¡Usted, amigo mío...! ¡Usted cometió la imperdonable estupidez de suspenderlo!



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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
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