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Homosexuales, Represión, Literatura

Carta abierta a Daniel Chavarría

“En Cuba nunca se ha perseguido a los homosexuales”

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Maestro:

Si no sabes de lo que vas a hablar, mejor no hables. O habla de angelitos caídos o de la resurrección de Carlos Marx o de la estatua de oro —aportado, con sacrificio tanto, por el pueblo revolucionario— que le erigirán a Fidel Castro en su momento.

Con pavor, he leído en Havana Times que el pasado martes, en el flamante Café Wichy, en La Habana, has dicho, sin que te tiemble el pulso, la lengua y seguramente tampoco el corazón, que “en Cuba nunca se ha perseguido a los homosexuales”.

¿Quién te lo dijo? ¿Cómo lo sabes? ¿Dónde vivías tú en la década de 1960? ¿Mientes por ignorancia o solo lo haces por mentiroso?

Según la nota de Havana Times ni siquiera tu respuesta sobre este tema venía al caso. ¿Habrías bebido demasiado vodka?, ¿tuviste un lapsus brutus?, ¿un rapto de homofobia inesperado?

Porque resulta completamente incomprensible que niegues algo que es una verdad pública, constatada hasta la saciedad. ¿Estás enloqueciendo por alguna razón que guardas en secreto?

Como eres un hombre informado, seguramente tienes conocimiento de que en Cuba, de 1965 a 1968, existieron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (Umap) en las llanuras camagüeyanas. Allí, según el cálculo más creíble, confinaron a 22 mil hombres en condiciones deplorables, de los cuales, otro cálculo muy creíble, el 42 % eran homosexuales. El resto, religiosos de todas las filiaciones, “dulce vida”, lumpen y aspirantes a emigrar del país, entre otros. En fin, la lacra social, como los llamaban

Ninguno de aquellos hombres merecía estar allí. No habían cometido delito alguno. Pero lo he dicho, y me moriré diciéndolo, que los menos culpables de encontrarse en aquella situación eran los homosexuales; ellos no se negaban a trabajar los sábados, como los adventistas o a no jurar ante bandera alguna como los testigos de Jehová, por ejemplo; lo cual, medido con el rasero de un régimen autoritario, podía obrar en contra de una ideología impuesta, y en contra asimismo del “desarrollo armónico” del país de alguna manera. Pero ellos, los homosexuales, solo tenían una culpa: haber nacido así.

Si bien —busca en los discursos de tu comandante en jefe de aquellas épocas—, fueran denigrados en público por este, quien, aparte de las Umap, en ciertas ciudades mandó a hordas de heterosexuales, varones, machos, tipos duros a acosarlos, perseguirlos, golpearlos.

Sabes, en las Umap, fueron los homosexuales los más preteridos de diversas formas. Investiga, quizá te pueda servir para una novela, cómo vivían los homosexuales en el campamento Guanos, “compañía” 4, del “batallón” 23, de la “Agrupación” (división) 6, a unos 12 kilómetros del central Senado, en un sitio rural infernal llamado La Anguila.

¿Has sabido alguna vez de personas encerradas entre cuatro bardas de alambres de púas —rematadas con cercas antifugas—, rodeadas de cañas inmensas, compactas, que ni siquiera les permitían a los allí encerrados tener vista hacia los lados, sino solo hacia el cielo?

Así vivían los homosexuales en Guanos.

Consta en la información de Havana Times citada, que según tú la homofobia gubernamental (¿por fin, en qué quedamos?) resultaba una necesidad política, “al principio de la Revolución habría tenido un costo político enorme conceder protagonismo a las personas homosexuales”.

¿Qué protagonismo? ¿Quién habló o hablado de protagonismo entonces en el caso de los homosexuales? Solo había que dejarlos vivir.

Dice además la nota en cuestión que explicaste “que la participación masiva del campesinado cubano [en la revolución], de fuertes tradiciones homofóbicas, impedía el reconocimiento a los homosexuales. De modo que esa parte de la sociedad fue ‘apartada’ ‘pero nunca perseguida’”.

¿De dónde sacaste que el campesinado cubano de entonces era homofóbico? ¿Quién te lo dijo?

Como cubano, me duele que alguien, nacido o no en la Isla, afirme tal cosa sobre hombres y mujeres nobles, respetuosos, quienes por estas razones resultan comedidos, de modo que no suelen entrometerse en las “diferencias”.

De cualquier manera, quienes estaban al frente de le revolución en aquellos momentos, no eran “campesinos brutos”, sino educados, como Fidel y Raúl Castro, o más bien no eran campesinos, como Carlos Rafael Rodríguez, Blas Roca, Ernesto Guevara, Juan Almeida, etcétera.

De modo que estos hombres, guías, en todo caso hubieran podido controlar al “campesinado cubano, de fuertes tradiciones homofóbicas”. Así que tu argumento tiene tanto peso como la cáscara de un grano de arroz bajo un ciclón.

Maestro, luego de releer la información citada, te aconsejo que sigas escribiendo, tranquilamente, en esa tierra que te acogió y te ha repletado de lectores cautivos, a la par que sus gobernantes expulsaron de ella a muchos de sus mejores hijos.

Aunque no estaría de más que visitaras un psiquiatra, tal vez ya se te ablandó el llamado lóbulo frontal, que, según tengo entendido, cuando esto sucede, las personas de cierta edad comienzan a decir insensateces.

Te recuerda:
Félix Luis Viera


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