Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Reportaje

Chantal: hombre de día y mujer de noche

Una sociedad algo más tolerante con los homosexuales, pero en la que la policía multa a quienes se muestran abiertamente.

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Enfundada en un ajustado vestido de lentejuelas, Chantal, de 1,80 metros y envidiable figura, brilla en este cabaret de travestis en plena noche habanera, símbolo de una Cuba algo más tolerante con los homosexuales, pero aún reacia a despedirse de todos sus prejuicios.

El público, enardecido, canta al ritmo de una canción de Thalía, interpretada con pasión por este joven de ojos verdes y rizos hasta la cintura, en la azotea de una peluquería de La Habana que tres noches por semana se convierte en un cabaret de transformistas, ilegal pero permitido por el gobierno.

Bajo los reflejos de la bola de espejos y las guirnaldas navideñas que decoran el salón, varias decenas de homosexuales cubanos —y algunos extranjeros— no ocultan sus demostraciones de afecto. Los más osados corren al escenario, colocan un billete en el escote de Chantal y reciben a cambio un sonoro beso.

Puertas afuera, no obstante, deben de ser más cuidadosos.

"Caminar por La Habana con tu novio de la mano se puede, pero no se debe", dice a la AFP Leonardo, un maestro de 27 años que se dedica a armar televisores con partes chinas para enviar a Venezuela, sentado en la falda de su pareja.

Hace dos años, relata, cada uno fue multado con 60 pesos cubanos (tres dólares, equivalente a un cuarto del salario mensual promedio en la Isla) por despedirse con un beso en la boca en un centro comercial de la capital.

'Esto es el modernismo'

"Al país le falta bastante todavía para aceptar a los homosexuales", opina uno de sus amigos, Josmar, un estudiante de Odontología de 23 años vestido con una lycra camuflada, hijo de un militar que aún desconoce su orientación sexual.

"Aquí hay mucha censura, pero las mentes se han abierto un poco. Al Estado no le interesa tener problemas con el asunto, pero la policía a veces reprime un poco el 'gaycismo', a veces se ensañan con uno y lo maltratan", estima Boris, un productor de moda de 40 años.

La situación parece haber mejorado con Mariela Castro, hija del gobernante provisional Raúl Castro, al frente del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), que hace un año puso en la mesa del Parlamento una iniciativa de ley para permitir las operaciones de cambio de sexo.

En el país, no obstante, pesan décadas de prejuicios y marginación de los homosexuales, que en la década de los sesenta fueron internados de manera forzada en granjas colectivas.

"La realidad nos hizo ver el gran error que se cometió con mucha gente", dijo en una ocasión la pedagoga y sexóloga Mariela Castro, al defender su iniciativa.

Ahora la homosexualidad es tratada más abiertamente en todos los ámbitos, incluso en la televisión estatal, lo cual enciende polémicas.

Este fue el caso de la telenovela cubana La cara oculta de la luna, que el año pasado alcanzó su mayor audiencia cuando un atlético albañil, padre de familia y felizmente casado, descubrió su inclinación bisexual.

Algunos cubanos opinaron entonces que la telenovela era muy fuerte para ser transmitida en la pantalla chica, aunque otros la consideraron oportuna y necesaria.

En el cabaret, que existe hace más de 15 años pero ha sido cerrado varias veces por las autoridades, Samantha de Mónaco, el travesti más veterano, se abanica mientras observa con cierto celo a Maridalia, un portento de 150 kilos, de vestido rojo tomate y enormes racimos de perlas en las orejas, la única de todas que canta con su verdadera voz.

"Esto es el modernismo", opina Herminia, una morena de 73 años que vigila el baño del cabaret, recostada en una silla de plástico contra una bandera gay multicolor y otra cubana.