Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Cuba, ¿profesionalismo deportivo a la vista?

También en el deporte empiezan a surgir voces clamando por cambios

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Si algo está ocurriendo en la mayor de las Antillas es un creciente consenso en la ciudadanía a favor del cambio. No existe un solo aspecto de la vida de los cubanos que deje de criticarse y sobre el que no se abogue por urgentes transformaciones. Esto se aprecia en las calles y plazas, pero incluso de forma muchas veces no tan sutil hasta en la televisión y los espectáculos culturales. En posición de avanzada se encuentran humoristas, escritores, cantautores, artistas e intelectuales en general, casi siempre los de superior talento. Algo que no debe extrañar, pues salvo excepciones, casi siempre la mediocridad es dócil al poder mientras los verdaderos creadores adoptan posiciones cívicas y dignas, ajenas a la genuflexión.

También en el deporte empiezan a surgir voces clamando cambios. Reflejo de esto puede encontrarse en la entrevista concedida por el historiador y antropólogo villareño Félix Julio Alfonso al semanario Trabajadores, publicada el 26 de marzo (deportes@trabaja.cip.cu). En ella subraya la incidencia del béisbol en la creación de la nacionalidad cubana, a cuyo análisis se ha dedicado con gran intensidad en los últimos tiempos, motivado por la lectura del libro El orgullo de La Habana: una historia del béisbol cubano, del cubano-americano Roberto González Echevarría, que emigró joven e hizo carrera en la Universidad de Yale.

Según Alfonso, el capítulo de este libro —publicado por la Universidad de Oxford en Estados Unidos—, relativo al siglo XIX le reveló “los orígenes integrados (del béisbol) a una dimensión modernizadora de la sociedad, de la cual formaban parte las guerras de independencia, los discursos políticos, la música popular —específicamente el danzón—, y la literatura modernista. Se trataba de una perspectiva inédita y un discurso que unificaba muchos elementos en uno solo: la formación de la nacionalidad cubana”. Junto a este análisis, que tendrán que sopesar con mayor profundidad los historiadores y profesionales especializados en la materia, el profesor Alfonso calificó como falacias desconocer el béisbol profesional en Cuba y criticó la “simplista negación que todavía se hace del profesionalismo antes del 59, como si fueran apestados”, y continúa preguntándose “¿y quiénes se ganaban la vida jugando pelota o boxeando? Los humildes, los negros, para llevar comida y dinero a su familia. Por tanto, no era malo ser profesional, era una necesidad de la vida”.

Después de realizar varios análisis sobre la falta de participación del público en las decisiones para la organización de las series nacionales de béisbol, se pronunció a favor de la inserción de Cuba en circuitos profesionales, y aunque reconoció las dificultades para la participación de jugadores cubanos en las Grandes Ligas por obstáculos de tipo político, se decantó abiertamente porque equipos cubanos jueguen las Series del Caribe, que tradicionalmente se efectúan con los triunfadores de las distintas ligas del área. Una oportunidad para la reinserción de nuestro país en esos eventos regionales anuales sería la aceptación por las autoridades del deseo formulado por una delegación encabezada por el presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe, que visitó la Habana en marzo, para que Cuba participe en el torneo que se celebrará en Hermosillo, México, en febrero de 2013 y donde probablemente se incorpore un equipo de Corea del Sur.

Indudablemente, el hecho de que se hayan publicado estos puntos de vista del profesor Félix Julio Alonso en un periódico oficial, cuando durante decenios se ha sostenido la absurda concepción de que la pelota profesional era la pelota esclava, muestra un cambio radical en los criterios sobre el deporte, impulsado fundamentalmente por su deterioro, la disminución de los triunfos de los atletas a nivel internacional y las permanentes deserciones de los de mayor calidad, en particular en béisbol y boxeo, aunque también otras especialidades se han visto afectadas.

El deporte igualmente ha sufrido los rigores de la crisis que desde hace tantos años golpea la economía cubana. Esto puede apreciarse en el estado deplorable de muchos estadios, que incluso ha obligado a que los juegos del Campeonato Mundial de Voleibol 2012 donde participará una representación nacional, que debían realizarse en La Habana, fueran trasladados para la República Dominicana. En consecuencia, la calidad cae en todas las disciplinas, destacadamente en el béisbol y el boxeo, donde Cuba siempre estuvo en los primeros planos mundiales.

Esa situación podría solucionarse si se abandonaran los viejos conceptos que tanto daño han ocasionado al deporte. En primer lugar, debería permitirse a los deportistas ser contratados en el exterior, como sucede en todo el mundo, y que los que hoy viven en otras naciones tengan el derecho de visitar sus familias y amigos, o si lo desean, volver a residir acá recibiendo el mayor respeto y consideración. Los medios de comunicación tendrían que dejar de ocultar sus éxitos y reportar sus triunfos, mostrándolos como glorias nacionales y referencias para nuestros jóvenes. Si desearan volver a practicar sus deportes en el país, debería facilitársele y acogerlos como se merecen, ya que ello elevaría el nivel del deporte en general. Al igual que se hace en otros países, bajo el principio de la voluntariedad, los equipos cubanos cuando compitieran en eventos internacionales, deberían integrar atletas que compiten dentro y fuera, conformándose los equipos únicamente por los méritos deportivos. Por otra parte, quienes finalizan sus carreras en el exterior tiene todo su derecho a reinsertarse en nuestra sociedad y a que sus logros sean reconocidos.

Resulta fundamental que al mismo tiempo que se le demuestre a la juventud los hechos relevantes de nuestros atletas después de 1959, se resalten los aportes de personalidades en épocas anteriores. Además es absurdo que mientras los medios de difusión cubanos destacan ampliamente los torneos internacionales de futbol y otros deportes, se continúe negando a la población acceso a los juegos de las Grandes Ligas de béisbol u otros torneos profesionales.

El deporte tiene que descansar sobre bases realistas. Se requiere procurar fórmulas para que pueda autofinanciarse en mayor medida, a lo cual no contribuyen los dogmas y prejuicios existentes contra el profesionalismo. Para desarrollar el amateurismo y el deporte escolar con la calidad requerida hacen falta recursos, y evidentemente la economía cubana no puede resolverlos solo con cargo al Presupuesto Nacional en las actuales condiciones. Las autoridades deben cambiar su actitud con respecto al deporte sin dilación y realizar las transformaciones que urgentemente son requeridas.


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