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Fugitivos, Medicare, Castro

El gobierno de Raúl Castro y el fraude al Medicare

Las historias se repiten como capítulos de telenovelas

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Una vez más, Miami se escandaliza, ahora por un extenso reportaje del periódico Sun Sentinel, de Broward y Palm Beach, sobre la participación de cubanos en estafas a los sistemas de salud de Estados Unidos, los seguros, y otros delitos, en una irrefutable conexión con La Habana. Aunque no son los únicos estafadores, su participación es muy significativa.

Que se sorprendan quienes no están informados. Ya en 2008 El Nuevo Herald publicó mi trabajo titulado “¿Avispas en el Medicare?” que reproduzco textualmente a continuación, donde señalaba una probable complicidad del régimen con estafas al Medicare. Después, en 2011, publiqué en CUBAENCUENTRO “El fraude al Medicare y ¿la conexión cubana?”, sobre el mismo tema. No creo necesario abundar mucho más. Pero, naturalmente, ni me desayuno ni me escandalizo con las revelaciones que están saliendo a la superficie ahora, que aportan muchos detalles que confirman las líneas generales de lo que ya denunciaba en 2008. Compruébenlo los lectores.

¿Avispas en el Medicare?

Eugenio Yáñez

Publicado en El Nuevo Herald bajo el título “Estafa al Medicare: ¿avispas en el fraude?

The Miami Herald está publicando en inglés una profunda investigación sobre estafas al Medicare en el sur de Florida, que reproduce en español El Nuevo Herald. Un punto de extrema importancia, sin embargo, no se incluye en la investigación.

El perfil de los estafadores en Miami-Dade es sugestivo: una elevadísima proporción de los delincuentes son cubanos llegados en los últimos 10-15 años; en plazos relativamente breves son ciudadanos, crean su corporación y obtienen las licencias correspondientes para operar una institución de servicios que factura a Medicare. Sus historiales policiales deben ser aceptables para lograr todo esto. Al complicarse las cosas, regresan a Cuba.

Miami-Dade es la meca del fraude a Medicare. Aunque se sospechaba que una oscura combinación de turbios negociantes y médicos inescrupulosos se especializa en “fabricar” tratamientos o asignar equipos médicos a pacientes que no los necesitan, llama la atención la magnitud de la mega-estafa: no “un puñado de dólares”, sino cientos de millones.

A los delincuentes resulta relativamente fácil estafar al Medicare, que maneja cientos de miles de millones de dólares y cubre servicios médicos de decenas de millones de personas: su maquinaria burocrática se preocupa más de pagar a tiempo las facturas recibidas que de verificarlas.

Los sistemas de control y auditoría descubren fraudes, pero tardan años. Sacan la punta del iceberg, y recuperan mucho menos. Investigadores y fiscales dan lo mejor de sí, y los tribunales aplican las leyes; pero hay muchas grietas y resquicios.

Decenas de cubanos acusados en los tribunales por estafas millonarias pagan la fianza en espera del juicio, y vuelan a Nassau, Santo Domingo o Cancún, para seguir viaje a Cuba y nunca regresar.

No se abandona Cuba como salida definitiva para regresar a vivir allí a los pocos años: lo saben todos los que se van de allá. El regreso tiene precio: con millones de dólares para comprar “protección” ha funcionado para algunos ¿por que no para otros? Pero es cándido pensar que basta quererlo y pagar. ¿Que porcentaje del dinero robado “aporta” el delincuente para repatriarse? ¿Estará segura la parte con la que se queda?

Hay más aún: ¿esas decenas de cubanos delincuentes ahora fugitivos y los por capturar actúan todos por iniciativa propia? Difícil. Y si hubiera comenzado así, ¿dejaría el gobierno cubano a la iniciativa individual un negocio millonario que puede asumir organizadamente?

Sin paranoia, solo hipótesis: no es descabellado suponer que alguna eminencia gris de los servicios de inteligencia cubanos, y nadie dude que las haya, hubiera concebido una profunda jugada operativa estratégica para “romper el bloqueo”. Lo que salió a la luz sobre el departamento MC en la Causa # 1 de 1989 fue solamente una pequeñísima parte de miles de formas y medios de violar leyes y acuerdos internacionales a nombre de “la revolución”.

No es descabellado intuir una operación enviando a EEUU, legalmente con visas, en lancha rápida, o “desertando”, “cuadros” de confianza entrenados con la misión de estafar al Medicare, colocar el dinero en bancos fuera de EEUU, y cuando el cerco apriete regresar a Cuba.

¿Estafa de Estado? Nada de eso: los depredadores nunca se sentirían delincuentes, sino internacionalistas en misión. Si los espías convictos de la “Red Avispa” son “héroes antiterroristas”, los estafadores del Medicare serían “héroes antibloqueo”, Robin Hood socialistas arrebatando dinero de “las entrañas del monstruo” para ponerlo “al servicio del pueblo cubano”.

No son alucinaciones: solo hipótesis. No es que los médicos sin ética que participan en el fraude sean agentes enemigos o lo hagan por algo más que avaricia. Ni que los empleados de tales centros sepan lo que sucede o sean bribones.

¿Se puede demostrar tal hipótesis? No es fácil confirmar una sofisticada operación de un servicio de inteligencia profesional. Los eventuales agentes estarían muy bien entrenados, protegidos con leyendas y coberturas.

El único indicio efectivo es el análisis de los perfiles conocidos de los acusados. Los de personas bajo investigación que pueda tener el FBI en su poder no son públicos todavía.

La hipótesis puede resultar equivocada. Quizá operaba, opera todavía, otra “Red Avispa”, ahora defalcando “revolucionariamente” al Medicare. Tal vez nunca se sepa. Pero es legítimo dudar. Estafados hemos sido todos los contribuyentes.


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