Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Drogas, Marihuana, Medicina

El hombre que dijo no a la marihuana en Cuba (I)

Este artículo se publica en tres partes

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He conocido casos de jóvenes, quienes tras experimentar con la marihuana terminaron en enloquecidos, una tragedia que se profundiza cuando los sistemas de salud que echan de los hospitales a estos enfermos enmascarando el crimen con el discurso de una orientación de la antisiquiatría a la que sólo parece preocuparle el hecho de que se trate al enfermo contra su voluntad, pasando por alto que se trata de pacientes que están fuera de sus cabales.

Por supuesto existe otra dimensión de la crítica en el área de salud mental, que considero mucho más responsable y objetiva, es la que denuncia la conexión que se da entre drogas (legales o ilegales) y enfermedades mentales, lo que pone de manifiesto no solo lo nefasto de las mafias dedicadas al narcotráfico, sino incluso los peligrosas que pueden ser esas respetables y poderosas compañías farmacéuticas, capaces de influir tanto en la política de una nación en la formación y práctica de sus profesionales de la salud, esto por no hablar de los recursos que invierten en campanas publicitarias ha veces encubiertas como ciencia o culturas y cuyo objetivo es el hacer que la salud del paciente deje de convertirse en fin para transformarse en medio de lucro.

Un ejemplo de la “antisiquiatría” buena lo tenemos en los trabajos del laureado periodista científico norteamericano Robert Whitaker, cuyo libro Anatomy of an Epidemic (Anatomía de una epidemia) galardonado en 2010, con el premio al mejor periodismo investigativo, reconocimiento que otorga la organización de Reporteros y Editores de Investigación conocida por sus siglas en inglés de IRE (http://www.ire.org/). Como modesta contribución a la difusión de esta obra más allá del mundo anglosajón la he reseñado en el blog El hombre de Cuba Nuestra.

Desde esa misma palestra e inspirado por lo que decía en el primer párrafo vengo desarrollando desde algún tiempo mi campaña personal contra un mal universal, el de la promoción a través de las industrias culturales, primero y la despenalización luego del hábito de consumir marihuana, lo he hecho buscando las evidencias provenientes del campo científico, sobre las consecuencias nefastas de la droga para la mente humana. En medio de la batalla he encontrado un aliado donde menos lo esperaba; ha sido en la figura de Ricardo González Menéndez, especialista de segundo grado en Psiquiatría, jefe del Servicio de Adicciones del Hospital Psiquiátrico de La Habana y presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica en Cuba.

El 7 de diciembre de 1987 fue aprobada por la ONU la resolución 42/112, que de conformidad con recomendaciones de la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas establecía el 26 de junio de cada año como el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. Eran otros tiempos y todavía se valoraba la determinación de construir una sociedad internacional libre del abuso de (lo de abuso me parece un eufemismo) de drogas.

Desgraciadamente la cosa ha cambiando con el tiempo, hoy lo políticamente correcto parece ser abogar por la despenalización de la droga en nombre de las libertades individuales, como hace cada uno por su lado. Del intelectual y exvicepresidente sandinista Sergio Ramírez Mercado a la nueva estrellita del liberalismo hispanoamericano, la politóloga guatemalteco cubana Gloria Álvarez, las justificaciones son diversas. En uno se trata de acabar con el crimen organizado, en la otra de defender los sagrados derechos de la libertad individual, incluso para el suicidio.

Entonces habrá que reconocerse que defensa del consumo de la marihuana, obedece a algo más que a un dogma liberal y que su defensa cuenta con amplio arraigo no solo en las mas que comercializadas industrias del entretenimiento, sino también en lo que se ha dado en llamar cultura de izquierda, quizás porque fuese ella la mejor manera de destruir tanto la familia burguesa como la disciplina de las clases subordinadas sacando de ambas la materia humana necesaria para elaborar esa cosa tan peligrosa y temeraria que es la guerrilla urbana o rural entre otras herramientas de desestabilización social.

No es de extrañar que fuera bajo la presidencia del extupamaro José Mujica que el Uruguay se convirtiese el 10 de diciembre de 2013 en el primer país del mundo en legalizar plenamente la venta y el cultivo de la marihuana. Todo ello con el respaldo de figuras y sectores internacionales en ningún caso asociables a con la izquierda como pueden ser el premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, George Soros, el expresidente Vicente Fox o la revista Monocle.

El caso es que si bien los tiempos están cambiando al menos nos queda como rezago del pasado la jornada del 26 de junio como día internacional contra la droga, veremos los que nos dura, en cualquier caso ha sido con motivo de esta fecha, así como del inexplicable debate en torno a la legalización la droga ilícita más consumida en el mundo, que la periodista Lisandra Fariñas ha entrevistado al doctor González Menéndez para que hable de los efectos de la marihuana.

La entrevista apareció en Granma el pasado 25 de junio de bajo el título de “Conoce el mundo antes de darte a él” y ha servido de fuente a diversos medios internacionales, incluidos los del exilio cubano en Estados Unidos para informar que Cuba descarta legalizar la marihuana. La noticia no es mala, pero lo mejor de ese artículo es la contundente argumentación que ofrece el especialista sobre esos catastróficos efectos de la mariguana, de los cuales, ciertamente, cada vez se habla menos en los medios establecidos del mundo “noroccidental” al que pertenecemos.

Ha tenido que ser pues un medio subordinado a un partido único, con una filosofía que de científica solo tiene el nombre, el que nos venga a contar la verdad sobre las terribles consecuencias del consumo popular del cannabis en sus diferentes formas, cosas de la vida.

El caso es que el Dr. Ricardo González Menéndez, al ser entrevistado para Granma no se anduvo con paños tibios y dijo lo que pocos se atreva afirmar en los medios del mundo libre; la marihuana es una droga dura, ubicable entre las primeras sustancias psicoactivas capaz no solo de transformar notablemente el comportamiento humano, que es la forma vaga en que se suele hablar, sino de desencadenar cuadros de todo asociamos con la locura, y que nunca vemos en las esas comedias y series televisivas desde las que constantemente nos bombardean con chistes relacionados con el consumo de la peligrosa hierba.

El profesor González Menéndez, con sus más de 30 años de experiencia en el tratamiento y deshabituación de pacientes adictos, confirma lo que podemos comprobar por otras fuentes, y que parece considerarse un tabú en los debates que vemos en las redes sobre la marihuana, la relación de la hierba con el deterioro cognitivo, la violencia y lo que considero aún peor; la acción cancerígena y el desencadenamiento de la esquizofrenia.

Uno de lo mitos mas utilizados en esas polémicas por los promotores de la legalización de la planta es el de sus propiedades “terapéuticas”, esto es puesto en entredicho cuando el galeno recuerda la existencia de medicamentos específicos mucho más efectivos e inocuos que la marihuana, la cual, al igual que el tabaco, las bebidas alcohólicas el resto de las drogas duras, implica una mezclas de productos químicos con efectos habitualmente dañinos.

Esto quiere decir que el uso de la marihuana como medicamento exigiría un proceso farmacológico de alta tecnología capaz de controlar y dosificar tanto los efectos tanto positivos como indeseables. El producto final nada tendría que ver con las forma absolutamente antimédicas por la que están abogando los defensores del consumo legal y que no es más que la modalidad tradicional de consumo del cáñamo.

A los motivos de corte macroeconómico, social o relacionados con el crimen organizado el investigador cubano antepone la incapacidad de quienes proponen la legalización, dados sus limitados conocimientos de la neuro-psico-físico patología, para valorar la repercusión en el hogar, laboral y comunitaria de los efectos cerebrales de esta la droga, declarando para su entrevistadora:

“No conocen la verdadera cara de las drogas. Pocos han podido entrevistar a un paciente que se siente esclavizado al querer dejar de consumir y no poder, ni a una madre desesperada que ha salido con una pistola a matar al vendedor que le suministra a su hijo; y que es codependiente, prácticamente consumidora pasiva dañada por el sufrimiento del adicto”.

Así mismo agrega informaciones preocupantes como la de la reducción, hasta en 10 unidades, del coeficiente intelectual de quienes consumen marihuana antes de los 18 años (proceso que resulta irreversible), lo corto del tiempo en que se establece la dependencia y así como los grandes riesgos que existen de deterioro intelectual, esquizofrenias resistentes a tratamiento, conductas cabalísticas, cuadros oncológicos, demencias moderadas con dificultades de memoria y aprendizaje etc.

Sabemos que no en toda persona que consume la marihuana se dan estos fenómenos, y lo impredecible de la violencia que esto genera, por eso hace bien el profesor González Menéndez, al utilizar la metáfora de la “ruleta rusa” en la que nadie puede saber con certeza cuando la bala cae en la recámara.

La entrevista está condimentada con interesantes referencias históricas que demuestran, entre otras cosas, la falsedad de la idea de que el fin de una prohibición acaba con el atractivo de lo prohibido, un buen ejemplo es lo acontecido en el Londres de 1751 cuando al reducirse el precio de la ginebra en un 90%, se multiplicó por más de cinco el consumo de esta bebida, cometiéndose todo tipo de crimen imaginable; una tragedia que en mi opinión serviría para acallar a los que justifican la legalización del uso de la mariguana con el paradigma del alcohol. Como acertadamente indaga el investigador, si con dos drogas legales (el tabaco y el alcohol) perdemos en el mundo más de nueve millones de vidas cada año, ¿hace falta alguna más?

El doctor González Menéndez, también guarda municiones tanto para los que creen que la legalización de la marihuana sería un golpe certero al narcotráfico, como para los que alegan en su defensa el derecho de cada persona de elegir como llevar su vida.

A los primeros les dice: ¿cuánto tardaría el crimen organizado en sustituir y compensar el producto por otras drogas de diseño? A los segundos les pregunta si acaso el derecho al que apelan no termina donde comienza el derecho de los demás y cual sería el costo para la familia, y los transeúntes que mueren en accidentes de tránsito debido a la marihuana u otras drogas.

El médico termina con un cuestionamiento contundente, dado el deplorable estado en que se encuentran en estos momentos los servicios de atención a los drogodependientes, no solo en los países pobres sino en los desarrollados: ¿Puede resolverse el problema del uso indebido de drogas legalizando el consumo, sin crear sistemas multisectoriales realmente efectivos para la atención y solución integral de los múltiples efectos del uso indebido de drogas?, buen motivo para reflexionar mientras recordamos la triste imagen de enfermos mentales deambulado por las calles, no solo de Cuba, sino por las opulentas sociedades de lo que un día se llamó “Estado de Bienestar”.

Por los comentarios que dejan lectores debajo de “Conoce el mundo antes de darte a él” se nota que el médico entrevistado cuenta con un fuerte presencia mediática en la Isla. La periodista Ana María Domínguez Cruz ya había indagado el parecer del doctor sobre el consumo de las drogas sintéticas o de diseño e ilustró con ellas su artículo ¿De vuelta a la bestia? publicado el 25 de Mayo de 2013 en Juventud Rebelde.

Aquí Ricardo González Menéndez explicaba que los cannabimiméticos (drogas resultantes de la combinación entre sustancias naturales y otras modificadas, con el objetivo de escapar del listado de productos ilegales o prohibidos) tienen efectos similares a la marihuana, de ahí su nombre genérico de cannabimiméticos, lo que sería; enrojecimiento conjuntival, taquicardia, resequedad bucal, alteraciones del estado de ánimo y de la percepción, son algunos de los síntomas de quienes consumen la marihuana común con frecuencia, añade, y en los casos de adicción más grave, se suman vómitos, náuseas, mareo, alucinaciones y, lo que pocos conocen, hasta cuadros de esquizofrenia.

Ya es este trabajo es el especialista había atacado el error de creer que la marihuana es inofensiva señalando los efectos de su consumo en la disminución irreversible del coeficiente de inteligencia de la persona, la pérdidas de capacidades establecidas con efectos demenciales semejantes a los que padece una persona mayor, los cuadros de esquizofrenia y detallando que la marihuana común es 20 veces más cancerígena que el tabaco, provocando 20 veces más muertes que este por cáncer de pulmón, a la vez que afecta la producción de los espermatozoides y su carga hereditaria.

A Galeno se le atribuyen además de sus textos de medicina, tratados de lógica y dialéctica, evidentemente el teórico de la ciencia más connotado de la antigüedad estaba consciente de lo importancia que tiene para el médico, mas allá de los conocimientos sobre su especialidad el saber razonar y argumentar, es lo hace magistralmente el Dr. González Menéndez cuando rebate, desde la prensa cubana, a los promotores de la legalización de la marihuana.


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