Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Capitalismo, Reformas, Cambios

La heroica construcción del capitalismo

Una extorsión por el uso de un tramo de costa que, según la ley, debe ser de libre acceso

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Me critican por leer el Granma, pero sigo creyendo que vale la pena. Vean lo que acaba de suceder en las costas de Santa Lucía, en Cayo Jutía, un lugar paradisiaco de 4 kms de playas de aguas únicas.

Hace más de una década fue construida una de esas carreteras anti-ecológicas que conectan la isla mayor con sus cayos. Tiene 9 kilómetros, una parte de los cuales corren sobre el mar. Desde 2006 el grupo Empresarial Palmares (la mayor empresa de servicios extrahoteleros del país) asumió el control de la carretera —antes lo hacía otra empresa— que había construido un ranchón comercial y una minúscula base de deportes náuticos en el cayo.

En consecuencia, la empresa obtuvo el permiso oficial para establecer un punto de peaje a mitad del camino, en el que cada cubano debería pagar cinco pesos y cada extranjero cinco CUC. El pago era un cover —es decir una entrada— al ranchón de Palmares, pero había que pagarlo para llegar a la playa, se usara o no el ranchón, y que, según confesión del propio director de la unidad, muy pocos cubanos y no muchos extranjeros usaban.

Es decir que se trataba de una extorsión por el uso de un tramo de costa que, según la ley, debe ser de libre acceso. Dice Granma que el atraco reportó a la unidad solo en 2013 la cantidad de 310 mil 935 pesos y 124 mil 825 CUC, por lo que en los 7 años de este privilegio de gabela, la empresa debió captar más de dos millones de pesos y cerca de un millón de CUC.

La empresa recurrió al —o al menos se benefició del— engaño. Los pobladores estaban convencidos de que pagaban un peaje al estado cubano. Uno afirmó que “Siempre he pensado que se trataba de un impuesto por el uso del pedraplén, por eso he cumplido con él”. Y otro explicaba atónito que “Uno entiende que es algo oficial, porque hay una barrera y están los CVP, pero nunca me han explicado”.

La periodista de Granma pregunta que se hizo con ese dinero, y ahí se queda. Vale la pena preguntárselo, y al mismo tiempo, quien autorizó, quien cobró y eventualmente cuanto dinero nunca llegó a ser estadística oficial. Vale preguntarse qué hicieron los funcionarios locales que deben representar los intereses locales. Y los propios periodistas de Granma antes de ser autorizados a criticar, ante este hecho que con seguridad no es único.

Todo un chapoloteo de ilegalidades, extorsiones y abusos sobre una población desposeída de derechos básicos. Un tortuoso proceso de construcción del capitalismo —y con él de su burguesía— que, a su manera, será tan heroico como la llamada construcción del socialismo que aniquiló las expectativas e hipotecó el futuro de varias generaciones.


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