Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Curso escolar, Educación

Nuevo curso escolar: más de lo mismo

Promesas y palabrería no resolverán los problemas

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Acaba de comenzar un nuevo curso escolar en Cuba, con aproximadamente un millón ochocientos mil estudiantes en educación primaria y secundaria, y más de doscientos mil en la universitaria (incluyendo extranjeros).

La cifra, de por sí, es halagüeña: es importante que niños y adolescentes puedan asistir a clases en primaria y secundaria en cualquier país. Sin embargo, no puede reducirse la realidad de la educación a cifras y números abstractos, sin mirar hacia los contenidos de estudio y, sobre, todo, a los resultados que se obtienen.

La enseñanza en Cuba no pretende formar ciudadanos para el desarrollo del país, sino hombres nuevos que apoyen incondicionalmente a “la revolución”. No quiere estudiantes y profesionales que piensen con cabeza propia (para pensar está el Partido), sino recios militantes que siempre respondan incondicionalmente a lo que demande el gobierno.

Los niños cubanos en escuelas primarias y secundarias, desde el primer día de clases, repetirán como robots que están por el comunismo y que serán como Che Guevara. Es decir, que en pleno siglo 21 están por una ideología del siglo 19 que fracasó estrepitosamente en todo el mundo durante el siglo 20, y que desean ser como un extranjero deslucido, tosco, y sin los más mínimos sentimientos: supuesto médico argentino, aunque nadie ha visto nunca el título que lo acredite como tal; experto en nada en el gobierno cubano, aunque opinaba sobre todo; que no demostró demasiado apego a la vida familiar, dejando atrás en dos ocasiones esposas o hijos para irse a la aventura; y que si tuvo algunos logros en la guerrilla de la Sierra Maestra no le sirvieron para nada en sus escandalosos fracasos en el Congo y Bolivia.

Los pequeños cubanos escucharán en la escuela desde el primer día la cantaleta de cinco supuestos héroes antiterroristas que cumplen injusta prisión en Estados Unidos por espionaje, y aprenderán de memoria sus nombres y sus biografías amañadas. Nunca les dirán que otros miembros de esa Red Avispa cooperaron con la justicia americana, cumplieron condenas leves, y caminan por las calles del “norte resuelto y vital”, viviendo una vida decente.

A cambio de ese adoctrinamiento absurdo sobre cinco espías, terminarán algún día sus estudios sin saber siquiera quienes fueron cinco intelectuales cubanos de relieve en nuestra historia, como José Antonio Saco, Francisco de Arango y Parreño, Enrique José Varona, Jorge Mañach, y Leví Marrero. Y convencidos de que el documento más importante de la historia de nuestro país se llama La Historia Me Absolverá, aunque no lo hayan leído, pero sin conocer siquiera una página de las actas de la Asamblea que elaboró la Constitución de 1940.

No estudiarán Moral y Cívica ni Urbanidad, escucharán clases de historia tergiversada, y recibirán pobre preparación en Gramática, Redacción y Ortografía, lo que se comprueba perfectamente en castristas rabiosos que comentan en foros digitales de Cubaencuentro y otras páginas en Internet, convencidos de que quienes no compartimos los puntos de vista de la dictadura no somos cubanos y no amamos nuestra patria. Castristas que tampoco saben de esos cinco intelectuales anteriormente mencionados, aunque reciten de memoria fragmentos de discursos de Fidel Castro o estadísticas manipuladas que “demuestran” el extraordinario avance de eso que llaman revolución cubana. Y que, además de incultos, arrogantes y torpes, son sobre todo aburridos, “pesaos”.

Los estudiantes de un país son reflejo de la sociedad en que viven y de los valores que se comparten en ese país. El propio Raúl Castro reconoció recientemente el absoluto fracaso y el desastre en la formación de valores morales y conducta de las nuevas generaciones. No puede culpar de eso ni al imperialismo, ni al bloqueo, ni a la Ley de Ajuste Cubano.

En un país donde se permiten y alientan mítines de repudio contra quien piense diferente, aplauden que se golpee y acose a mujeres, y utilizan a gritos el lenguaje más soez; donde todos los opositores o disidentes son vistos como mercenarios y agentes del imperialismo; donde se subestima la profesión docente y se le paga una miseria a los profesores, pero se les exige como si fueran sargentos de galera; en un país donde el fraude y la corrupción están presentes en todas las instancias, y a los jefes no les importan las condiciones de vida de la población; donde se promete y no se cumple, pero se aplaude, viviendo en la doble moral; donde la prensa oficial miente descaradamente y los militantes falsean informes para “los de arriba”; donde se niega al mundo la bochornosa existencia de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) en los años sesenta, o el envío de armas a Corea del Norte en abierta violación de sanciones de la ONU; donde siempre se ha apoyado a facinerosos dictadores como Saddam Hussein, Muammar Khadafi, Bashar el Assad, Mengistu Haile Mariam, Manuel Antonio Noriega, los carniceros del Khmer Rojo o la dinastía coreana de los Kim; en un país donde el gobierno “resuelve” diariamente, porque para la nomenklatura todo vale con tal de mantenerse en el poder; en un país como la Cuba de hoy, en ruinas, sin rumbo, esperanza ni proyectos de futuro, lo único que pueden aprender sus estudiantes es a reproducir en su vida personal y social lo que observan todo el tiempo a su alrededor, desde que se levantan hasta que se acuestan.

¿Por qué debería ahora ser de otra manera? ¿Por decreto partidista? ¿Porque se dio la orden de que sea diferente? ¿Porque el régimen dice que va a luchar contra el fraude? ¿Porque repiten como cotorras que hay que elevar los resultados de la educación? Más de lo mismo no resolverá los problemas. Nunca lo ha resuelto.

No hay que engañarse. La educación en Cuba no ha fracasado: es cierto que no gradúa estudiantes aptos para la vida y los requerimientos del mundo contemporáneo, sino “hombres nuevos” útiles para nada. Sin embargo, eso es lo que se ha pretendido desde el poder, y eso se ha conseguido.

Ese es el mayor “logro de la revolución” en uno de los sectores abanderados de la propaganda totalitaria. Ese es el éxito de la educación en la Cuba de los Castro:

Las nuevas generaciones de cubanos reducidas al asere, ¿qué volá?


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