Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Rolling Stones, Música, Mick Jagger

Rockstones en La Habana

Gerontocracia rockera que parece emular con la gerontocracia del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y los generales de la Sierra Maestra

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Barack Obama pronunció un discurso la semana pasada, en la capital cubana, con rosablanca martiana y develación de un credo que la camarilla octogenaria del poder castrista tuvo que rumiar entre dientes por respeto a las reglas de la indulgencia diplomática. La noche del viernes santo, 25 de marzo, The Rolling Stones se hizo acreedor de un concierto que entrará a la historia como alegoría de hendiduras en los muelles de emociones atajadas hace más de 50 años. Si Obama puso fin a los rescoldos de la Guerra Fría, este cuarteto de setentones (Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts) —desconocido para el 70 por ciento de los habitantes de la Isla— ha derrumbado los residuos de la concepción del hombre nuevo guevarista.

El 13 de marzo de 1963 Fidel Castro decía en el sexto aniversario del asalto presidencial: “Muchos de esos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos, algunos de ellos con una guitarrita, en actitudes elvispreslyanas y que han llevado su libertinaje a querer ir a algunos sitios de concurrencia pública, a organizar sus shows feminoides. La sociedad socialista no puede permitir este tipo de degeneraciones”. El rock, música del enemigo. En los años 60 del siglo pasado las emisoras de radio y la TV cubana imponían a Pello El Afrokan con el ritmo Mozambique de raigambre rumbera. En los salones de baile nunca se programaba rock: muestra de desviación ideológica. No olvidar las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde fueron a parar los jóvenes advertidos —Comandante en Jefe dixit— por sus actitudeselvispreslyanas.

La dictadura aceptó sin titubeos la propuesta del embajador británico Tim Cole de ofrecer un concierto gratuito de The Rolling Stones en La Habana respaldado por Fundashon Bon Intenshon de Curaçao. Ya todo estaba palabreado con Mick Jagger, quien semanas antes había visitado la capital de la nación caribeña en compañía de su hijo.

El régimen encargó el asunto al primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel. La cuestión era prioritaria para Raúl Castro y, aunque no se le hizo mucha publicidad oficial, la noticia corrió como pólvora gracias a radio bemba, la manera más eficaz de comunicación entre los cubanos.

La actuación de la mítica banda de rock en Cuba fue, nadie lo niega, un acontecimiento trascendental. Un tabloide mexicano rotuló que era “la reconciliación de los cubanos con el rock”, como si los isleños hubiesen roto alguna vez con el género: en todo caso fue el levantamiento de una prohibición que duró más de cinco décadas. Los melómanos escuchaban a escondidas a los Beatles, Led Zeppelin, Rolling Stones, Credence, The Doors, The Hollies, Elvis Presley... En la radio oficial se programaba a los rockeros españoles Juan y Junior, Los Bravos, Los Brincos, Los Mustang, Miguel Ríos, Marisol (La Chica Yeyé), Los King’ Boys...

Luis Bravo, uno de los más importantes rockeros de la Isla en los 50/60 desapareció de los escenarios. Nunca fueron apoyados Los Satélites, Los Buitres, Los Yeti, Los Fantasmas... Los dos ensambles más importantes del rock nacional en los años 60/70: Los Dada (Pedro Luis Ferrer, Mike Porcel...) y Los Barba (con la singular vocalista Mirella Escalante) nunca recibieron reconocimiento de la burocracia cultural. Tuvieron alguna promoción Los Bucaneros —con Pablo Milanés—, Los Astros —con Raúl Gómez—, Los Magnéticos, Los 5U4 —con Osvaldo Rodríguez— y Fa5. (La musicología cubana tiene pendiente escribir la cronología del rock cubano).

Viernes Santo. La cita en los alrededores de la Ciudad Deportiva. Todos los sesentones cepillaron atuendos, los más jóvenes buscaban información y escucharon los discos empolvados de sus padres donde aparece “Satisfaction”, “Jumpin’ Jack Flash”, “Women”, “Bround Sugar”, “Angie” o “Sympathy for the Devil”. Algunos privilegiados con servicio de teléfonos celulares y Wifi pudieron ver videos de los británicos en la web. Se prolongaron las expectativas. Obama salió por una puerta y por ahí mismo entraron los intérpretes de “Paint it Black”.

Mick Jagger recibió en la embajada británica, jueves 24 de marzo al mediodía, a una representación de músicos cubanos. La cantante y compositora Haydée Milanés me dijo en un inbox por Facebook: “Hoy tenemos un encuentro con los Rolling, imagínate estoy muy emocionada”. El percusionista Samuel Formell, director de Los Van Van, declaró a un reportero argentino: “Es el día más feliz de mi vida. Encontrarme con Jagger es maravilloso. Mi padre (Juan Formell) lo escuchaba siempre y en cada viaje traía algún disco de ellos. Tengo especial interés por conversar con el baterista Charlie Watts, me llama la atención su estilo”. Se vieron conversando en la terraza de la sede diplomática inglesa a Carlos Varela, Descemer Bueno, el dueto Buena Fe, Raúl Paz, Leonis Torres, Cucú Diamante y Telmary, entre otros destacados intérpretes.

Euforia en La Habana. En una imagen que se paseó por las redes sociales: la bandera cubana salía de la boca de Mick Jagger. Turistas colombianos tomaron la emblemática efigie de Che Guevara y también le dibujaron la lengua Stones.

El viernes 25 de marzo la noche se debocó. 500 mil espectadores. “¡Estamos aquí. Los tiempos están cambiando! ¿Sí o no?”, grita el famoso vocalista, líder de los Rolling. La respuesta se diluyó en la algarabía. En un video se ve cuando un periodista extranjero le pregunta a un muchacho: “¿Y tú que respondiste?” El joven lo mira, le dice sardónico: “¿Tú qué crees?” Se escucha la guitarra impúdica de Keith Richards en “Jumpin’ Jack Flash”. Gerontocracia rockera que parece emular con la gerontocracia del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y los generales de la Sierra Maestra. En los balcones vip donde se podía entrar sólo con invitación oficial, nunca supimos quienes estuvieron. “Mira a esos en sus palcos, un evento como éste se disfruta aquí abajo entre el calor de la gente. Lo rico está aquí”, comenta a un periodista peruano una muchacha mojada en sudor por las contorsiones.

Algazara total bajo los compases de “Sympathy for the Devil”, un tema de Jagger inspirado en la novela El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, que el régimen soviético prohibió en los 60. Pieza de raigambre afrocubana en su prefacio. Dicen que el anciano Fidel Castro se acostó temprano: nunca ha soportado las piruetas de Mick. Los Rolling son excelentes rockeros, dicen los especialistas que los mejores del mundo; pero, con este concierto han dado muestra de una gran ingenuidad política. El régimen, por supuesto, satisfecho. Solo tuvieron que gastar en electricidad, focos de alto voltaje, marquetería y gasolina en las guaguas que pusieron para transportar al pueblo.


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