Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Fidel Castro

“Sin Fidel”, un libro de Ann Louise Bardach

Una periodista que se ha ocupado desde 1992, con exaltada obsesión, de las relaciones Cuba-Estados Unidos, mediante polémicos artículos y reportajes

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Fidel Alejandro Castro Ruz (Biran —Mayarí, antigua provincia de Oriente, Cuba— 13 de agosto de 1926) está muy enfermo, pero vivo: dicen algunos que lúcido. El 27 de julio de 2006 se dio a conocer que sufría un padecimiento mortal que ya muchos rumoraban. Casi seis años después, y tras numerosas cirugías complicadas, el Comandante en Jefe ha burlado la muerte: su presencia en las decisiones gubernamentales de su hermano Raúl, sigue siendo determinante. “En Cuba no se hace nada sin que Fidel lo sepa; está enfermo, pero estoy seguro que Raúl no da un paso sin primero consultarlo con él”, comenta el economista cubanomexicano, profesor del Tecnológico de Monterrey en México, Rafael Esperanzo Albissu, experto en asuntos económicos y políticos cubanos.

El exilio cubano ha celebrado muchas veces la defunción del hombre que ha gobernado la Isla a sus antojos durante más de 5 décadas. En estos años, en los que su figura desaparece por meses de los medios, las especulaciones aumentan: “Ahora sí se partió”, “El tipo ya no escribe las reflexiones, esta vez sí ta palmao”, “El que sale en esas fotos repentinas es un doble”, “Ese tipo tiene pacto con el diablo”, “Un babalawo yoruba nigeriano lo atiende directamente”. En Miami el desaliento es general: “Aunque nos duela, Fidel es inmortal hasta que no demostremos lo contrario”, dicen, rendidos, los ancianos anticastristas jugadores de dominó de la Little Havana de Miami. Y de pronto, el día menos esperado, aparece el “Caballo de Birán” sonriente con ropa deportiva, posando al lado de un presidente latinoamericano, de un político europeo, de un intelectual o del mismo Papa.

Sin Fidel (Editorial Debate, Random House Mondadori, México, 2012), de Ann Louise Bardach —controvertida periodista norteamericana que publicó en 2006, en The Washington Post, un artículo en el que revelaba que en 2003, en las oficinas del FBI de Miami, se habían destruido varias cajas con pruebas contundentes en contra de Luis Posada Carriles—, aborda “la casi muerte del comandante, sus enemigos y la sucesión del poder en Cuba”. Bardach —considerada por muchos como la experta más perspicaz y mejor informada sobre la realidad cubana en ambos cabos del Estrecho de la Florida, La Habana y Miami— es también autora de Cuba Confidencial: la lucha de poder, amor y venganza en Miami y La Habana —texto que no le gustó al Comandante por los develamientos que se hacen de sus amoríos secretos e hijos ilegítimos—: finalista de New York Public Library —Premio Helen Bernstein a la Excelencia Periodística— y uno de los “Diez Mejores Libros de 2002” de Los Angeles Times.

Estamos ante una periodista que se ha ocupado desde 1992, con exaltada obsesión, de las relaciones Cuba-Estados Unidos mediante polémicos artículos y reportajes publicados en Vanity Fair, The New York Times, The Washington Post, 60 minutes y Slate, entre otros medios influyentes norteamericanos. Alabada muchas veces por su arrojo, ha sido acusada de castrista por los extremistas cubanos de Miami. El portal oficialista del Gobierno cubano, Cubadebate, ha tomado sus publicaciones para ejemplificar los “actos de agresión contra Cuba” por parte de los exiliados cubanos de Miami. La labor informativa de Bardach está apresada entre dos fuegos ideológicos: La Habana y Miami.

Sin Fidel es una acuciante y precisa crónica de los desencuentros entre Washington y La Habana en los últimos 20 años y, asimismo, un estudio objetivo de los desenlaces producidos a raíz de la enfermedad de Fidel Castro y la toma del poder por parte de su hermano. Claro relato de la agonía del Comandante en el inicio de su enfermedad en 2006 en un sumario de sus costumbres y obsesiones de “búsqueda de la inmortalidad” que lo llevó a ceder el control con la seguridad de que Raúl tendría el manejo absoluto del poder.

Mirada al entorno cercano del Líder, los hijos ilegítimos (Alina Fernández, Francisca Pupo, Jorge Angel, Fito, Alejandro Ciro), el matrimonio con Dalia Soto del Valle, Fidelito —el hijo con Myrta Díaz-Balart—, las “reflexiones”, la “caída” de bruces en un acto en octubre de 2004 en Santa Clara, la autobiografía de Norberto Fuentes, la enfermedad como secreto de Estado, las manías del Enfermo en Jefe (Coma-Andante), la presencia de Chávez… “Fidel Castro llegó al mundo con toda una colección de dones: la disciplina de un guerrero, el intelecto de un matemático y la resistencia de un atleta. En igual proporción, se ha visto empequeñecido por sus defectos: tan obsesivo como paranoico y tan voluntarioso como un niño. Pero, al parecer, el destino lo ha besado o los dioses lo han bendecido”, apunta Bardach.

Puntual estudio del Reinado de Raúl: el relevo, los nuevos dirigentes, el rol del hijo, Mariela Castro Espín, Venezuela… Testimonios de Juanita. Las estrategias del General Presidente. “La empática trayectoria emocional de Raúl y su devoción por la familia”. El lugar de José Ramón Machado Ventura en el proyecto de Raúl. Las posiciones en el aparato de los generales Casas Regueiro y Colomé Ibarra (raulistas incondicionales). Miyar Barruecos, Chomy, a cargo de la computadora personal de Fidel. Los “perdedores” desplazados: el “reformista” Carlos Lage y el “pragmático” y guataca Félix Perez Roque (parece que su grito de “¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl! ¡Viva la Revolución!” durante el famoso desmayo de Fidel en 2001 no le gustó mucho al heredero del trono, que lo consideró exagerado y demasiado servil).

La permanencia del liberal Abel Prieto al frente del Ministerio de Cultura, y la asignación de la jefatura al temible Ramiro Valdés del nuevo y estratégico Ministerio de Información y Comunicaciones. La permanencia de Ricardo Alarcón en la presidencia de la Asamblea Popular. Juan Almeida Bosque y Esteban Lazo Hernández: los únicos negros en las altas esfera del poder.

La periodista se detiene en una exhaustiva indagación de las inesperadas purgas disimuladas en la dimisión de Carlos Aldana (1992), renuncia de Roberto Robayna (1999) y la despedida de Carlos Valenciaga —asistente ejecutivo de la presidencia— (2008). “Tanto en la purga de 2009 como en la de 1996, los cargos fueron de corrupción no especificada; el verdadero crimen, empero, fue albergar la ambición personal y perder demasiado tiempo bajo los reflectores”, concluye Bardach.

El libro cierra con una amplia lista de acrónimos surgidos a raíz de las actividades del gobierno revolucionario (FEU, CDR, MININT…); nómina de espías, conspiradores, políticos, militantes, jueces, fiscales y colaboradores que han tenido participación en algunos hechos trascendentales relacionados con el proceso revolucionario cubano; cronología (Línea del tiempo) que va del golpe de estado militar de Batista en marzo de 1952 a la celebración del cumpleaños 81 de Raúl Castro el 3 de junio de 2012; e índice del equipo completo de colaboradores de Raúl Castro (Consejo de Estado, Consejo de Ministros, Alto Mando de las FAR, Buró Político del PCC, Secretariado del Comité Central del PCC).

Manual ineludible por su catálogo de información actualizada de los últimos 20 años del castrismo. Retratos de dos personalidades carismáticas: dos políticos odiados y enaltecidos a la vez. La periodista se vale de entrevistas realizadas al propio Fidel Castro, su hermano Raúl y otros familiares. Conversaciones con políticos de Miami, investigaciones y testimonios en los espacios cotidianos de los cubanos de a pie de la Isla y del exilio. Reseñas penetrantes, rigurosas e imparciales, de algunos de los actores significativos, de un conflicto político que ha dejado huellas en la historia reciente de Latinoamérica: la Revolución de Fidel Castro y el enfrentamiento sin tregua con los Estados Unidos.


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