Lunes, 28 enero 2002 Año III. Edición 289 IMAGENES PORTADA
Cultura
Tabucchi en La Habana

Una presencia de lujo en la reciente edición de los premios Casa de las Américas.
por LUIS MANUEL GARCíA  
Portada

Para quienes han leído Sostiene Pereira, resulta difícil sacarse al protagonista de la memoria. Un periodista añoso, gordo, viudo, obsesionado por la muerte y por un panteón de escritores ilustres a los que ofrece espacio en la sección cultural de El Lisboa. Corren tiempos difíciles en el Portugal del año 38, sumido bajo la dictadura de Salazar. Los totalitarismos de uno u otro signo campean por Europa. Y en ese entorno inquietante, nuestro personaje contrata como colaborador al joven Monteiro Rossi, un soplo de vida que cruza como una exhalación el tanatorio literario del viejo periodista. El personaje y la novela, obra de Antonio Tabucchi, no ofrecen moralejas ni fórmulas mágicas para descifrar la realidad. Nos entregan un trozo de vida palpitante del que cada uno sacará sus propias conclusiones. Tampoco es menos el Antonio Tabucchi periodista, que en carta abierta al flamante Silvio Berlusconi disecciona la historia reciente de Italia como la cronología de una masacre por entregas.

Italiano de nacimiento y palabra, portugués adoptivo por vía de su mujer, de sus amigos y de Fernando Pessoa, a quien conoce como pocos, Tabucchi es una presencia de lujo en la reciente edición de los premios Casa de las Américas. Confiesa que no le gusta hablar de literatura hispanoamericana, a pesar de su entusiasmo por ella, porque se considera un lector a veces incompleto. Habla del premio Casa como de "un coagulante de las literaturas latinoamericanas", y se muestra encantado de esta invitación.

A propósito de su colección de relatos epistolares, Se está haciendo tarde, demasiado tarde, defiende con fervor la oralidad. Y corrobora que somos habitantes del idioma, más que de la patria convencional encarcelada por las fronteras: "El lenguaje es una forma de patria más extensa que las patrias nacionales. Pessoa decía: Mi patria es la lengua portuguesa".

El hombre que ha asegurado que "la literatura es un poco el espacio a donde vienen todas las incertidumbres, porque las certidumbres pertenecen al espacio de la teología, de la política... También es el espacio de todas las esperanzas"; el hombre que mira hacia la historia reciente desde el hombre, usufructuario y no mera mano de obra de la civilización, está en La Habana. Viajero incansable, recopilador de historias y personajes, alerta que se viaja por viajar, no por cazar historias con paciencia de entomólogo. "No es viajar para escribir, eso hacen los reporteros. El escritor viaja para estar con las personas, para conocer los sitios. Viaja para viajar, y después, si la historia viene, mejor. Como se ama a una persona para amarla, y no para escribir una novela de amor sobre ella".

Y a pesar de ello, a pesar de que quizás reserve para la intimidad sus impresiones de La Habana, los usuarios de su obra no perdemos la esperanza de que La Habana según Tabucchi salte a las palabras. Estaremos alerta.


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