Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Música

De sus recuerdos

Un disco compacto recopila doce canciones compuestas por Juan Formell, que fueron grabadas por Elena Burke entre 1967 y 1976

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Cuando decimos: “es la voz de Elena Burke”, estamos dando crédito a una de las realidades más contundentes de nuestra música popular de todos los tiempos. Desde los solos o los pasajes graves más penetrantes en los años de trabajo con el Cuarteto D’Aida, cualquier oído medianamente sensible percibía la aparición de aquel sonido y alguien, aquí o allá, tenía que referirse a aquella voz que sin querer, sin tener la más mínima conciencia de ello, se iba infiltrando entre nosotros.
Marta Valdés

El trabajo como compositor de Juan Formell (La Habana, 1942) está indisolublemente ligado a Los Van Van, la orquesta dirigida y creada por él en diciembre de 1969. Eso ha hecho que quienes conocen su música, lo asocien de inmediato con las canciones bailables y de estribillo pegadizo, que constituyen verdaderas crónicas de la vida cotidiana en la Isla. Es con esas composiciones con las que Formell alcanzó una enorme popularidad, tanto en Cuba como en otros países. Y junto con el de esa famosa agrupación, su nombre representa, en opinión de Leonardo Padura, el fenómeno más importante, renovador y sostenido que ha conocido nuestra música bailable en las últimas décadas.

No obstante, en la vasta obra de Formell existe una parcela, numéricamente mucho más reducida, que no siempre se toma en cuenta. Me refiero a las canciones que él ha compuesto para otros artistas. En realidad, puede que no fuese exactamente así, pero en todo caso fueron ellos quienes las dieron a conocer. Se trata asimismo de temas más melódicos que no se inscriben dentro de la línea bailable que distingue a Formell. Algo que los hacía poco idóneos para el repertorio de Los Van Van o, antes de eso, de la Orquesta Revé. Esa lista de intérpretes incluye a Ela Calvo, Beatriz Márquez, Omara Portuondo, el cuarteto Las D´Aida (Dudas), nombres a los que hay que agregar los de la brasileña Olivia Byington y la puertorriqueña Deddie Romero.

Sin embargo, en todos los casos fueron grabaciones ocasionales, que no tuvieron continuidad, ni dieron lugar a una colaboración más o menos sistemática entre compositor e intérprete. Algo que Formell sí logró con Elena Burke (La Habana, 1928-2002). Entre ambos se estableció un vínculo artístico que aparece recogido en el compacto Elena Burke canta a Juan Formell (EGREM, La Habana, 2010), perteneciente a la serie Las Voces del Siglo. El proyecto se debe al esfuerzo del productor Jorge Rodríguez, quien se dedicó a buscar y reunir las doce grabaciones, fechadas entre 1967 y 1976. Hace algunos años, lo propuso a quienes deciden esas cuestiones en la empresa discográfica cubana, pero estos debieron considerarlo de poco interés y solo lo editaron en casetes. Es ahora cuando por fin está disponible en soporte digital, aunque lamentablemente con un diseño nada atractivo y sin ningún texto informativo que acompañe el disco. Su salida no ha recibido ningún tipo de divulgación por parte de la EGREM, pese a lo cual en los sitios de La Habana donde se puede adquirir en moneda nacional literalmente ha volado (eso fue lo que me dijeron los empleados cuando lo estuve buscando).

Formell ha contado que conoció a Elena en 1965. Para entonces, ella era ya bastante conocida. Su trayectoria incluía el haberse situado como una de las intérpretes cimeras del feeling, así como el haber integrado los cuartetos de Orlando de la Rosa, Facundo Rivero y Aida Diestro. Como parte de esas agrupaciones y de espectáculos colectivos, había realizado giras por Estados Unidos, México, España, Chile, Polonia, RDA, Checoslovaquia, Francia. Asimismo tenía grabados dos discos, el primero (1957) producido por Guillermo Álvarez Guedes, y otro (1960) con Meme Solís al piano.

Por su parte, Formell, entonces un veinteañero, venía de trabajar con orquestas de radio y televisión, que también acompañaban espectáculos de cabaret. Su encuentro con Elena lo llevó a ser, por algún tiempo, su guitarrista acompañante. Él ya había empezado a componer y fue Elena precisamente quien le grabó y popularizó las primeras canciones: De mis recuerdos, Y ya lo sé, Lo material, Yo soy tu luz, Pero qué será de mí, Un diálogo. Aparecían en el disco larga duración Elena (1968), en el cual además Formell se encargó de la orquestación y los arreglos.

Sin embargo, el compacto que aquí se comenta demuestra que aunque hasta ahora no se habían recogido en disco, existían grabaciones anteriores. Así lo vienen a poner de manifiesto El chala con cha cha, La chica solitaria, Optimismo y Un diálogo. En esas canciones Elena está acompañada por la Orquesta Revé, de la cual Formell era entonces arreglista. La chica solitaria es una guajira con ingredientes de chachachá, mientras que Optimismo aparece catalogada como canción. En realidad, todas esas composiciones se ubican dentro de la línea experimental que Formell estaba iniciando, para renovar el ámbito sonoro cubano. En la etapa a la cual pertenecen, sus búsquedas cristalizaron en el Changüi 68, una versión moderna de ese ritmo tradicional de la zona oriental de la Isla. Fue él, recordemos, quien primero incorporó la guitarra eléctrica en una agrupación típica, en las que se usaba el contrabajo acústico.

La primera en descubrir el talento de Juan Formell

Esos elementos novedosos también están presentes en el resto de los temas que conforman el compacto. En ellos, Formell rompe con algunos esquemas que hasta entonces predominaban en nuestra cancionística. Lo hace a partir de una interesante fusión del shake con las sonoridades cubanas. De esa mezcla surgieron así un son con shake (El chala con cha cha), un afro-shake (De mis recuerdos, Un diálogo), un shake-blues (Lo material) y hasta una samba-shake (Y hoy te quiero más). En los años siguientes, y ya con Los Van Van, Formell continuó experimentando y creó el songo. Con esa agrupación, Elena grabó Para ser feliz y Al fin creo en el amor, composiciones para las que su autor ideó la etiqueta de bolero-songo.

Estos títulos, lo apunté antes, no se suelen tomar en cuenta cuando se habla de la obra de Formell. Una de las pocas especialistas que se ha referido a ellos es la musicóloga María Teresa Linares, quien en una entrevista expresó que se trata de “unas canciones bellísimas, que no son Nueva Trova, que no son filin, pero que constituyen un tipo de canción muy singular”. Escuchadas hoy, varias décadas después de haber sido grabadas, Lo material, De mis recuerdos, Y hoy te quiero más, Pero qué será de mí, siguen deslumbrando. Pero al estar desgajadas de aquel contexto, no dan una idea cabal de lo que entonces aportaron a nuestro panorama musical.

María Teresa Linares también comenta que Elena fue una de las primeras artistas que descubrió el inmenso caudal de posibilidades para la creación musical que poseía Formell. Confió por eso en su talento e incorporó esas canciones a su repertorio, y fue justamente a través de ella que empezaron a circular y a popularizarse. Elena además estaba agraciada con una voz de contralto tan poderosa como dúctil, y aunque se había fogueado en géneros románticos e intimistas como el bolero y el feeling, no soslayó otros. Asimismo y tras haber cantado con un acompañamiento mínimo (Enriqueta Almanza y Froilán Amézaga fueron sus cómplices durante varios años), demostró que podía hacerlo con igual solvencia y comodidad con orquestas de gran formato como la Revé, la Cubana de Música Moderna y Los Van Van.

Resulta muy elocuente que ninguna otra artista cubana de cierto renombre haya cantado después los temas reunidos en Elena Burke canta a Juan Formell. Eso se explica por el estilo propio y bien definido que poseía Elena, y que le hizo convertir en únicas las composiciones que pasaban a integrar su repertorio. Algo que se cumple en las doce que aparecen en el compacto. Musicalmente unas son mejores que otras, pero en todas se evidencia su admirable capacidad para hacerlas suyas.

Marta Valdés, quien tuvo en Elena una de sus mejores intérpretes, ha dicho de ella que fue a un tiempo sierva y señora de la canción de un siglo entero. Con esa atinada definición, resume esa inteligencia innata gracias a la cual Elena sabía entender y respetar las intenciones de los compositores, al tiempo que las expresaba de una manera tal, que quienes las crearon se mostraban reticentes ante las versiones de otros artistas. Ocurría así porque Elena bendecía las suyas con su temperamento, con su lucidez, con su sensibilidad y con el milagro de su voz.

Y en efecto, una vez que se las ha escuchado, uno solo puede imaginar esas canciones en las irrepetibles versiones de Elena. Sin su timbre peculiar, su registro grave, su personal modo de frasear la melodía y decir las letras y esa sensualidad con que ella las arropaba, serían otras. Quien quiera verificar lo que digo, no tiene más que oír la extrema sensibilidad y la singularidad interpretativa que ella derrocha en Para ser feliz, Y hoy te quiero más, Lo material, para solo mencionar tres de las joyas del compacto. Marta Valdés ha señalado que Elena dedicó años enteros de su vida caminarle por dentro a las canciones. Y eso es en buena medida lo que Elena hace en esta docena de temas, con los que viene a recordarnos lo que realmente significa cantar.