Eclesiastés afrocaribeño de Juan Luis Guerra

Bachata: Ritmo originario de República Dominicana. Híbrido del bolero con otras manifestaciones afrocaribeñas: son cubano, bolero moruno, mambo/cha, tango, milonga, habanera, balada romántica, merengue haitiano, vals peruano, pasillo, vallenato… Víctor Víctor, Luis Días y Juan Luis Guerra han hecho posible, desde los 80, su renacimiento a nivel internacional. Nostalgia en textos que reflejan los desatinos del amor-desamor y los desbordes de la propensión erótica. Género urbano de beneplácito dentro de los grupos marginados.

Merengue: (del vocablo muserengue o tamtan mouringue). Lenguaje musical de ritmo bailable con raíces de contradanza, mazurca y vals europeo. Aparece en la primera mitad del siglo XIX en el Caribe cobrando mayor presencia en Haití y República Dominicana. Acordeón, tambora, güira, saxofón, congas, trompeta. Textos picaros de doble sentido. Perico Ripiao (merengue típico) de enlace rítmico rápido asentado en los campos del Cibao. Johnny Ventura, Wilfrido Vargas y Juan Luis Guerra, destacados exponentes.

Mambo: Ritmo originario de Cuba. Aparece en los 30 creado por Cachao a partir del danzón. Pérez Prado y Benny Moré lo popularizan en México en los 50. Música africana en fusión con el jazz. Estridente sección brass.

Bolero santiaguero: Raíces de la trova cubana. Contigüidades con la romanza. Compas 4/4 con sugerente células rítmicas. Aparece alrededor de 1840: se considera “Tristeza” (1883), de Pepe Sánchez, la primera composición del género.

Juan Luis Guerra Seijas (República Dominicana, 1957), con más de 20 millones de copias vendidas de sus discos y más de 15 Premios Grammy, ha obtenido total reconocimiento de la crítica especializada, melómanos y bailadores. Los álbumes Ojalá que llueva café (1990) y Bachata Rosa (1991) fueron sucesos musicales a nivel mundial en los años 90. Todo el mundo cantaba “Burbujas de amor” y movía el esqueleto en los clamores y compases de “La bilirrubina”. Conocedor de la salsa, el jazz, el blues, el gospel, la bachata, el merengue y la balada pop, el autor de “Palomita Blanca” ha configurado trazas melódicas/rítmicas de inconfundibles matices. Su voz de pegajoso relente y suave quebradura le permite internarse lo mismo, en un merengue ripiao cibaeño que en una sensual bachata romántica.

Todo tiene su hora (Universal Music, 2014): fonograma número 12 del líder de la banda 4.40. “Es un disco innovador, a pesar de que seguimos la línea habitual con nuestros géneros musicales de siempre. Usamos muchas cuerdas, sobre todo violines. Instrumentos que normalmente se usan en la música clásica: hemos adaptado ese timbre a la bachata. Tenemos realmente un disco muy romántico y bailable, estamos muy contentos con el resultado final”, ha dicho el intérprete de los éxitos “El Niágara en bicicleta”, “Visa para un sueño” y “El costo de la vida”.

Diez temas rubricados por Guerra que transitan por la bachata (“Tus besos”, “Muchachita linda”), salsa/son/guaracha (“Canto a Colombia”, “Dime Nora mía”, “Todo pasa”) y merengue ( “Cookies And Cream”, Todo tiene su hora”, “El capitán”, “De Moca a París”). Destacan los coros y sección brass en el merengue beatleriano inicial —“Cookies and Cream”— y los tabaleos frondosos de las percusiones de tambora y bongo en el montuno de “Canto a Colombia”.

Sugerente tributo a la trova de Santiago de Cuba en “Para que sepas”: clarinete (Ed Calle) y cuerdas en sugestiva recitación de apuntes que hacen referencia a Sindo Garay y a Miguel Matamoros. “Para que sepas tú, / yo vivo pensando en ti. / Para que sepas tú, / mi corazón suspira y hace ‘pum’ si te ve/.../ Hoy te confieso amor, lo digo para mi, para mi / que reservé la mañana en Santiago y la noche en Madrid”. Bolero levantado en armonías que hacen referencias a los boleros sones de Miguel Matamoros y la melancolía lírica de los textos de Garay. Uno de los mejores momentos de esta hora magistral del compositor dominicano.

Suculenta ronda en “De Moca a París” con la participación del “caballo” Johnny Ventura: balance de merengue ripiao y confluencias de retumbos de Cibao/mambo (saxos, trombones y trompetas). Ciertos pliegues montuneros en diálogo con euritmias de merengue, bachata, son cubano y bolero santiaguero. Sí, todo tiene su hora: en esta suerte de Eclesiastés afrocaribeño, Juan Luis Guerra vuelve a conquistarnos: a corazón abierto, con amor del suyo “al sur de las amapolas, al norte del infinito”: en un calendario en que canta un colibrí y caen las begonias de las güiras.

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