Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Literatura, Música

El buen humor y la buena memoria

En su tercer libro, Paquito D´Rivera plasma sus impresiones y recuerdos de los sitios que ha visitado y de las personas con las cuales se encontró, durante sus viajes por todo el orbe

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Justo cuando estaba por terminar la redacción del trabajo sobre Irakere que se publicó la semana pasada, me acordé de algo que de cierto modo tenía relación con ese tema. Tiempo atrás un amigo me regaló el último libro publicado por Paquito D´Rivera, uno de los grandes instrumentistas de aquella mítica banda. Desde entonces, ese volumen ocupa un espacio en una estantería de mi casa que cumple las funciones de lista de espera de las próximas lecturas. Ya ha aguardado bastante, me dije, y de inmediato comencé a leerlo. En las líneas que siguen, he tratado de resumir mis impresiones sobre el libro en cuestión.

Se trata de Ser no ser, ¡Esa es la jodienda! (Ediciones Universal, Miami 2010, 352 páginas), y lo primero a señalar es que se trata de la tercera publicación de Paquito D´Rivera. Antes dio a conocer el volumen de memorias Mi vida sexual (2000), que cuenta con dos ediciones (Plaza Mayor y Seix Barral), y la novela ¡Oh, La Habana! (2004). Ser no ser, ¡Esa es la jodienda! no constituye, pues, su primera incursión en la literatura. De hecho, es una pasión que dista de ser nueva en él. Así lo confirma en un breve texto que gentilmente me hizo llegar vía correo electrónico:

“A mí siempre me gustó escribir. Mi padre, —que escribía unas cartas muy lindas a amigos, a mi madre y a mí mismo—, casi junto con la música me inculcó el amor por la literatura. De niño me regalaba libros de Salgari, Verne y después iba «apretando la tuerca» hasta Sweig, Miguel de Marcos y Salvador de Madariaga, por ejemplo.

“En Cuba escribía, pero no me daban pelota, pues siempre estaba en la línea del límite contra ellos. Una vez escribí una «Crítica a una Crítica» que salió en Juventud Rebelde y Joaquín Ordoqui me dijo sabiamente que si le llamaba ignorante a esa mujer que había sido puesta allí por el director del periódico, por el partido o por quien fuera, les estaba llamando ignorantes a ellos por emplearla. De modo que me olvidara de publicar mi escrito allí. Ahí mismo terminó mi fugaz «carrera» de escritor en Cuba.

“Aquí en Estados Unidos (y para otros países) he escrito muchos artículos, prólogos y notas a programas de conciertos, libros y discos. Ser o No Ser…, cuyo nombre inicial era Paisajes y Retratos, es una especie de libro de viajes. Nunca he creído demasiado en los premios, y paradójicamente en el 2002 la National Associations of Hispanic Publications me otorgó un segundo premio por mi artículo «Un Premio Nobel para la Mona Chita», cuando un parlamentario sueco propuso a Fidel Castro para el Nobel.

“Me divierto mucho escribiendo y contándole a la gente cosas que sucedieron, o que pudieron suceder. Ahora Ilan Stavans me ha comisionado escribir una especie de epistolario con un joven estudiante que quiere ser músico y me pide consejo. Ese sería mi próximo proyecto literario”.

En la introducción de Ser o no ser…, Paquito D´Rivera anota que al ponerlos en perspectiva, cada uno de sus tres libros es continuación del anterior. De ahí que el título del último bien pudo haber sido Lo que se me quedó en el tintero, ya que en el mismo aparecen “algunos pasajes que regresan a la trama de sus hermanos anteriores, ambos basados en vivencias y/o personajes reales que han, pudieron o debieron haber desfilado por mi vida”. No obstante, la obra objeto de estas líneas se distingue de las precedentes en algo que se anticipa en el subtítulo: Paisajes y retratos.

Debido a su enorme prestigio internacional como músico, las actuaciones de Paquito D´Rivera son reclamadas en escenarios y festivales de todo el mundo. Eso quiere decir que viaja mucho y que ha visitado y conoce decenas de países. Tiene además el hábito de que durante las largas horas que pasa en los aviones, se dedica a escribir y plasmar sus impresiones y recuerdos de los sitios visitados y de las personas con las cuales se encontró. De ahí fueron surgiendo varios cientos de páginas, que fueron el material a partir del cual concibió Ser o no ser

En el primero de los 32 capítulos o bloques que conforman el libro, su autor confiesa que pertenece a las personas cuya pasión por los viajes constituye una verdadera obsesión. Y agrega este atinado comentario: “Cuando se viaje y se tiene la envidiable capacidad de sorprenderse a diario ante la grandeza y diversidad que se va encontrando en cada país, cualquier vestigio de arrogancia desaparece y pierde su razón de ser, si es que alguna pudiera tener”. Precisamente, en Ser o no ser… se transparenta la sorpresa y la admiración de Paquito D´Rivera al visitar lugares como Veracruz, Nueva York, Brasil. Menciono únicamente aquellos de los cuales escribe in extenso, pero la lista es por supuesto mucho más larga. De eso además se tiene una idea más completa a través del abundante material fotográfico incluido en el libro.

Un sabroso anecdotario

En realidad, los textos dedicados específicamente a ciudades y países se reducen a los tres a los que antes aludí. Las descripciones y referencias a otros aparecen incorporadas en los capítulos correspondientes a los Retratos. Véase, por ejemplo, “Aquella Habana de las Hermanas Márquez”, en donde Paquito D´Rivera evoca figuras del ambiente musical cubano de los 40 y los 50, al tiempo que describe sus andanzas por la capital cubana: “El Saratoga, El Dorado y El Pasaje, eran los tres principales cafés que presentaban música en vivo en los famosos Aires Libres, también conocidos como Las Marquesinas del Prado, en el área frente al Capitolio, construido durante la dictadura del general Gerardo Machado. La especialidad de estos sitios era la presentación de orquestas femeninas, entre las que destacaban la Renovación, Anacaona, las Cubanitas y la orquesta Ensueño, que poco tenían que envidiar a las integradas por miembros del sexo opuesto. Pero el plato fuerte era sin duda las dinámicas Hermanas Márquez, y eso no valía perdérselo ni de broma”.

A lo largo de las 350 páginas, Paquito D´Rivera escribe sobre muchos de los personajes que han quedado enmarcados en su memoria. Varios de ellos pertenecen a la legión de amigos hechos por él durante sus viajes por todo el orbe. Desfilan así el trompetista Dizzy Gillespie, la soprano Martina Arroyo, el cellista Yo Yo Ma, el compositor Tom Jobim. Y entre los cubanos, Virgilio Vixana, Juana Bacallao, Germán Pinelli, Fernando Mulens, Bobby Carcassés, Generoso “Tojo” Jiménez. Abundan sobre todo las sabrosas anécdotas, en varias de las cuales interviene el propio autor. Por ejemplo, cuenta que en una ocasión estaba descargando en Clásica y Moderna, un club de jazz de Buenos Aires que es también librería. Eran las tres de la madrugada, él ejecutaba su solo, y se quedó sin aliento cuando vio entrar a Olga Guillot, acompañada del cantante argentino Sandro. Y apunta: “Recuerdo que, a modo de bienvenida, colé dentro de la armonía de la pieza de Jazz que estábamos tocando al entrar Olga y Sandro, un trocito de la melodía inicial de A pleno sol te vi llegar, de Fernando Mulens, a lo que los dos cantantes, llegando a su mesa, me respondieron: «…con tu sonrisa de cristal»”.

No faltan comentarios relacionados con el jazz, esa manifestación en la que Paquito D´Rivera tanto descuella. A modo de ilustración, copio este párrafo: “El teatro es el espectáculo en todo su esplendor. «A toda madre», como dirían los mexicanos. Los clubes de Jazz son el reverso de la moneda. Más íntimos y personales que las grandes salas de concierto, el contacto con el público es directo y cercano. Me fascina la gente que se aparece en el club. Amigos y conocidos que no veo desde hace tiempo, y que muchas veces es lo último que esperaba encontrar en aquel lugar. Apasionante es la sensación de riesgo que entraña el invitar a subir a tu tarima a un músico al que jamás has visto en tu vida. Es parte del encanto de la música de Jazz, y en muy pocas ocasiones me ha salido mal la jugada. La mayoría de las veces han resultado en experiencias inolvidables y relaciones artísticas y humanas duraderas”.

Cuando se repasan las numerosas fotos reproducidas en Ser o no ser…, se advierte que en casi todas Paquito D´Rivera aparece sonriendo. La lectura de su libro corrobora que decididamente la risa y el humor son atributos de su personalidad. Eso se hace patente desde el título mismo y está presente hasta el último capítulo. Cuando resulta oportuno, incorpora además cubanismos y expresiones de nuestro lenguaje popular, que vienen a sumarse como aderezos a la prosa desenfadada, ágil y fluida. Sobre Paquito D´Rivera, el periodista colombiano Luis Guillermo Restrepo escribió: “Escuchar a Paquito es como entrar en el mundo de la alegría. Uno cierra los ojos, deja que ese saxofón o ese clarinete entre por sus oídos y ya: la magia aparece y uno se eleva pensando en quién sabe tantas cosas”. Algo similar se puede decir de Ser o no ser…: su escritura jovial y extrovertida y su talento innato para contar historias, hacen que el disfrute esté garantizado.

Eso, sin embargo, no impide que en algunos textos dedique espacio a temas no precisamente idóneos para el tratamiento jocoso. En “Fuga del paraíso” recuerda que “desde que se puso la primera piedra del tristemente célebre muro berlinés en la madrugada del 13 de agosto de 1961, hasta su dramático derrumbe 30 años después, más de 40,000 personas fueron condenadas por intentos de evasión de la república socialista (…) La longitud del alambre de púas que utilizaron los comunistas para evitar que se les escapara la gente de su territorio, hubiera bastado para rodear toda la tierra —dice el folleto que entregan a la entrada del museo junto a la frontera que dividía la ciudad”.

En “Viajando espero”, texto con el cual se abre el libro, Paquito D´Rivera escribe: “A mí nunca me ha gustado tener pajaritos enjaulados. Ningún animal en general, pero sobre todo el pájaro, que es por su condición, el símbolo mismo de la libertad”. En la penúltima página, narra algo que evidencia que ese es un principio que igualmente aplica a otras esferas de la vida: “No recuerdo si mencioné antes que hace poco, y por tercera vez en menos de un año me llamaron para ir a China. Esta última vez para un congreso de clarinetistas en no recuerdo qué ciudad. Las dos propuestas anteriores eran, una para un lujoso club de Jazz en Shanghai y la otra, la inauguración de una fastuosa sala de conciertos con mi big band completa en Pekín. «Hay muy buen dinero en esto», me dijeron en ambas ocasiones. Pero aunque tentadora, tuve que declinar la oferta nuevamente. En China, como en Cuba, Corea del Norte y otros países con regímenes similares, sus ciudadanos no pueden moverse libremente, y yo no visito jaulas”.

Fiel a su estilo bienhumorado, Paquito D´Rivera da al último capítulo el expresivo título de “¡Se acabó el níquel!”. Al final del mismo, escribe: “Yo viajaré y soplaré por todo el mundo, hasta el último aliento, estos pitos que me enseñó a tocar mi padre. Y cuando se acabe la cuerda, de todas formas me quedarán los recuerdos de las hermosas vistas que han desfilado frente a mis ojos desde la ventana del tren o volando sobre los Andes (…) Y cada uno de los rostros inolvidables quedarán enmarcados en mi memoria, como retratos pintados por algún gran artista”. Ojalá que quien se encargue de ello, le dé muchos años más, Maestro, para que pueda seguir soplando esos pitos que usted hace sonar tan maravillosamente. Eso sí, no deje de escribir y de compartir con nosotros su formidable colección de Paisajes y Retratos.