Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Con ojos de lector

El precio de ser diferente

Un documental toma a Reinaldo Arenas como figura emblemática de la represión que sufrieron los homosexuales cubanos durante las décadas de los 60 y los 70.

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“Mi nombre es Reinaldo Arenas. La primera novela que yo escribí se llama Celestino antes del alba…”. Así comienza Seres extravagantes (Malas Compañías/ Doce Gatos, España, 2004), el documental de Manuel Zayas (Sancti Spíritus, 1975) que tan excelente acogida viene teniendo en todos los festivales en donde se proyecta. Su participación en esos eventos le ha reportado además varios reconocimientos, entre los cuales están el premio Unión Latina del Festival Cinémas et Cultures de la’Amérique Latine, de Biarritz, la mención especial en el IV Festival de Cine Latino de Nueva York y los galardones al mejor documental y mejor director español del X Festival de Cine Gay y Lésbico de Madrid.

Tiene como subtítulo Una biografía de Reinaldo Arenas narrada por él mismo, pues su director ha tomado como columna vertebral la voz del propio escritor hablando sobre su vida. Sus intervenciones pertenecen a una entrevista que le realizó en 1983 Liliana Hasson, traductora al francés de varios de sus libros, quien generosamente permitió a Zayas utilizarlas en su documental. A ese valioso material sonoro se incorporan testimonios filmados en Cuba a familiares de Arenas (Oneida, su madre, Carlos Fuentes, su tío preferido), así como a amigos como Delfín Prats y Antón Arrufat, quienes también fueron castigados y marginados a causa de su obra literaria y su opción sexual. Fotos, varias de las cuales son poco conocidas, y fragmentos de noticieros vienen a completar la materia prima a partir de la cual se ha creado este recorrido por la existencia de Arenas, a quien Zayas escogió como figura emblemática del proceso de represión y negación que sufrieron los homosexuales cubanos durante las décadas de los sesenta y los setenta.

Las primeras imágenes recrean la infancia de Arenas, en aquel caserío entre Gibara y Holguín en donde nació y vivió hasta los doce años. Vemos a un niño sin camisa que se quita el pantalón y se zambulle en el río. En un sitio como ése Arenas tuvo la primera revelación de su homosexualidad. En su autobiografía relata la fascinación que experimentó al ver a un grupo de hombres que se bañaban desnudos en las aguas del río Lirio. Fue su descubrimiento del “misterio glorioso de la belleza”, y también de que le gustaban las personas de su mismo sexo.

Vemos después a un señor canoso a quien la cámara toma de espalda, mientras camina bajo el sol por el campo. “¿Ves la palma aquélla que se ve solita allá?”, comenta. Y hacia allí se dirige, para buscar una marca hecha en su tronco: RAF, Reinaldo Arenas Fuentes. “El único que escribía los árboles era él, pues tenía cosas de no normal”, recuerda. Es Carlos Fuentes, y según confiesa era el tío preferido de Arenas. En su charla confiesa que su madre no, pero sí otros miembros de la familia sabían ya desde entonces que su sobrino manifestaba rasgos que denotaban su futura opción sexual. A partir de esa escena, Carlos aparecerá en distintos momentos a lo largo del documental, pues Zayas lo convertirá en cómplice de la búsqueda de José Antonio Arenas, aquel “hombre apuesto, alto, trigueño”, que Arenas sólo vio fugazmente una vez en su vida, y a quien finalmente logran localizar.


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