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Ex cantante de Los Van Van se presenta en México

“Donde quiera que haya un cubano, Pedro Calvo manda un mensaje de reconciliación”

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Dentro de la programación por el 21 Aniversario de Mamá Rumba, el salón de baile de ritmos cubanos más emblemático de la Ciudad de México, se presentó el 9 y 10 de noviembre el mítico cantante cubano Pedrito Calvo, quien también está de plácemes por sus 55 años de carrera musical.

Dos noches de lleno total en el recinto de la esquina cubana de Querétaro y Medellín del barrio de La Roma de la capital azteca. Cuando nadie sabía de la provocativa polirritmia de la timba habanera, en Mamá Rumba se bailaba bajo los compases de Van Van, NG & La Banda, Charanga Habanera, Klimax, Paulito FG, Adalberto Álvarez o El Charangón de Revé. Iniciaban los años 90 del siglo pasado y los bailadores mexicanos entraban al mundo del “neo son” (timba habanera) que NG & La Banda difundía en Los Sitios y Cayo Hueso.

“Al principio no entendía nada. Yo veía a los cubanos bailar y me quedaba paralizado, era difícil entrarle a tiempo de guaguancó a los temas, hasta que aprendí los pasos. Hoy vengo a bailar con Pedrito Calvo, ex cantante de Los Van Van, orquesta que los mexicanos admiramos: con esa agrupación experimentamos los secretos de la timba”, declara para CUBAENCUENTRO el dentista mexicano Adelfo Lupe Mazuelo, asiduo de Mamá Rumba.

“Estoy aquí por Pedrito, conocí a Van Van en los 80 y me enamoré de su timbre sonero duro y cadencioso. Tengo todos los discos en los que él canta. No dejo de escuchar ‘El Negro ta cocinando’ ni tampoco ‘El negro no tiene ná’”, apunta Morelia Escobar, una muchacha de Veracruz que se declara admiradora incondicional de los ritmos y bailes cubanos.

¿Pero, quién es Pedrito Calvo? ¿Quién es este negro sandunguero de 67 años (¿?) que parece tener 40 y levanta suspiros entre las féminas bailadoras de todo el mundo: debuta a los 11 años en el popular concurso de la radio cubana, la Corte Suprema del Arte, con “La Barca” del mexicano Roberto Cantoral. Un año después cursa estudio de música en la Escuela de Superación Profesional Ignacio Cervantes.

Años 50, su padre, director de una orquesta, lo incluye en la nómina de los vocalistas. Pausa en los primeros años de los fervores revolucionarios, hasta que, mediado de los 60, forma parte de Los Jóvenes del Filin y de la Charanga Pancho El Bravo (Los Reyes del tira tira). 1971: convocado por La Ritmo Oriental, sitúa en primeros lugares de la radio a temas como “Mi socio Manolo”, “Se baila así”, “Aquí el que manda es Bulé” o el clásico “La Chica Mamey”.

1972, la gran oportunidad: Miguel Ángel Rasalps, Lele, abandona a Los Van Van. El pianista César Pedroso lo recomienda con Juan Formell para que sustituya al cantante líder de la charanga que renovaría, años después, a la música popular cubana. El bajista y director, no del todo convencido, lo acepta. Pedro Calvo se ajusta a las exigencias del fundador de Los Van Van y se convierte en una de las figuras más populares y queridas de la música bailable de la Isla.

26 años con la agrupación de Formell, más de 300 temas grabados en 32 álbumes de éxito rotundo: “Marilú”, “Tranquilo Mota”, “Anda ven y muévete”, “Por encima del nivel”, “Dale dos”, “La titimanía”, “Se acabó el querer”, “Aquí el que baila gana”, “La Habana no aguanta más”, “Será que se acabo”, “Se muere la tía”, “Que le den candela”, “Que no, que no”, “El negro no tiene’ná”, “El Negro ta’cocinando”…

Año 2000: separación de Los Van Van y formación de la Orquesta La Justicia. “Quería realizar un trabajo más reposado, quizás más romántico, siempre he querido cantar boleros; algunos amigos músicos me lo habían sugerido y decidí trabajar en solitario con mi grupo. Antes ya había trabajado con NG y con Afro Cuban All. La gente sigue identificándome como el cantante de Van Van: fueron años de aprendizaje que culminó con el Grammy que gané con la agrupación de Formell en 1999”, asienta el vocalista de “Eso que anda”.

Con un piquete conformado por músicos de La Justicia, quienes viajaron desde La Habana con el cantante del bigote y el sombrero alón, y ejecutantes cubanos residentes en México (piano, percusiones, trombones, trompetas, bajo, conga, batería, coro) se subió Pedrito a la tarima para llenar el ambiente de gracejo guarachero cubano. “Sigue cantando con el sabor de siempre. Verlo es regresar a mi años juveniles”, comenta Rafael Alfonso Reina, medico santiaguero radicado en México y ferviente admirador del sandunguero originario de La Habana.

Algarabía consonante. No se puede dar un paso. Los asistentes no paran de contonearse. La trovadora Maruchy Behmaras se balancea, como en los buenos tiempos habaneros, cobijada en los compases pegajosos de “El fotingo de Caridad”. Luisito Tukio, gerente del bar, vestido con impecable traje negro, tira varios pasos con una de las cajeras. Noche inflamada con sones, guarachas, boleros y timba. Cuando se escucha “Marilú”, la nostalgia se apodera de muchos. Pedrito Calvo, dueño de la noche. Una cubana acompañada de su esposo mexicano se pregunta: “Qué hará para mantenerse así: ese negro es brujo”, y suelta una sonora carcajada.

Fotos, abrazos, besos, autógrafos, firmas de discos: el sonero atiende a todos. El trayecto para llegar al camerino se hace eterno. “Aquí estoy mulato, pregúntame lo que quieras”, me dice cuando al fin entra a la pequeña habitación acondicionada como sala y vestidor para los músicos.

¿Pedro, qué haces para mantenerte en forma?

Pedro Calvo (PC): Nada, es cuestión de proporciones: no tomo alcohol, no fumo nada y prefiero la comida vegetariana. Mi único vicio son las mujeres y eso también lo administro. “Nada con exceso, todo con medida”, escuché en un anuncio de la televisión mexicana hoy en el hotel (risas).

¿Qué significó para ti los 26 años con Juan Formell y Los Van Van?

PC: Mucho. Formell me convirtió en líder de los cantantes de la orquesta y mi contacto con el público fue determinante en mi crecimiento como artista. Me siento muy halagado cuando camino por las calles de La Habana y todo el mundo me saluda. Eso no lo cambio por nada, el cariño de la gente es lo que me hace que me suba a la tarima a dar lo mejor de mí, me estimula mucho ver a los bailadores divertirse y corear mis temas. Un músico popular vive de eso, yo lo disfruto enormemente. Formell es un gran maestro”.

¿Cómo adviertes el panorama actual de la música bailable cubana?

PC: Hay de todo y para todos. El son nunca se fue de Cuba. Sigue allá. Muchacho, yo quisiera que tú vieras como bailan los niños. El chachachá, el danzón, el changüí de Guantánamo: y el Charangón de Revé poniendo a todo el mundo a gozar. Los jazzistas jóvenes. Esa sigue siendo la patria de la música. NG, Paulito, Manolito Simonet, Habana de Primera, Van Van, Pachito Alonso, David Álvarez, Bamboleo… La lista es interminable. Eso de reggaetón es cuestión de moda y pronto pasará el furor, sépase que no tengo nada en contra de ese género que mezclado con el son cubano es muy cadencioso. Yo contribuyo con mi granito de arena en ese amplio paisaje con un número que está pega’o actualmente, “El fotingo de Caridad”, la radio lo pone constantemente, ha sido un suceso musical en toda Cuba, donde quiera que me presento me lo piden.

¿Cómo te sentiste estos días en México?

PC: México es un país entrañable, veo a la comunidad de cubanos residentes crecer. Aquí tengo un hijo mexicano que procree con una linda mexicana. El público reconoce mis temas y este sitio es maravilloso: tocar en Mamá Rumba es como tocar en Tropicana. Soy un admirador de las rancheras mexicanas, lo único que no me gusta es el picante. Los mexicanos bailan casino como los cubanos; bueno, no te olvides del Benny cuando decía: “Pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las mexicanas”. Me voy muy satisfecho de este nuevo encuentro con México.

¿Es posible un mensaje para los lectores de CUBAENCUENTRO?

PC: Claro, les digo que tenemos que seguir reencontrándonos. Que la música es la patria de todos los cubanos, donde quiera que haya un cubano Pedro Calvo manda un mensaje de reconciliación como lo dijo en un son timba Juan de Marcos González, que por cierto yo grabé con su Afro Cuban All Stars: “¡Basta de odio entre hermanos! / Nos lo pide la tierra en que nacimos / que para hacerla próspera vivimos / con el orgullo de sentirnos cubanos”. Sabrosura y aché para todos los lectores de Cubaencuentro. Pronto en un extenso bailoteo, en una plazoleta inmensa, todos cantaremos un son interminable, el son de Cuba, nuestra Cuba.

La noche está untada de exaltaciones guaracheras. Nadie hace pausa: el baile refugia a la concurrencia. La gente vuelve aplaudir cuando Pedrito Calvo se retira camino al aeropuerto: su vuelo sale a las 7 de la mañana, son las 5 horas del domingo. “Si por mí fuera me quedara una noche más”, murmura sonriente.


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