Actualizado: 27/03/2024 22:30
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CON OJOS DE LECTOR

Habaneras con ángel

Liuba María Hevia transita por el delicado universo de la habanera, en un disco compacto en el que articula tradición y modernidad.

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En 1994, la compositora y vocalista Liuba María Hevia (La Habana, 1964) recibió una solicitud de María Teresa Linares, musicólogo y directora del Museo Nacional de la Música, para que grabara en España un disco de habaneras. Aquel proyecto cristalizó en un trabajo discográfico que podía calificarse de erudito, Habaneras en el tiempo, que tal como su título sugiere armaba un panorama de ese género, desde piezas anónimas del siglo XIX hasta creaciones pertenecientes al XX.

Pese a la seriedad y el rigor con que fue hecho, Habaneras en el tiempo se grabó en condiciones técnicas que no dejaron satisfecha a la intérprete. Su circulación además se redujo al ámbito español, por lo cual sus compatriotas no tuvieron acceso a él. "Siempre me quedó el sabor amargo que el disco no estaba aquí en Cuba, que era donde tenía que estar", comentó ella. Todo eso la motivó a volver sobre aquellas canciones. Entre enero y abril del 2004 trabajó en los Estudios Abdala, grabando, mezclando y masterizando los trece temas que componen Ángel y habanera (Colección Canto Vivo, Producciones Abdala, La Habana, 2005). El compacto se hizo además al viejo estilo, grabando los temas de arriba abajo, de modo que si se equivocaba debía grabarlos de nuevo.

En esencia, la idea rectora bajo la cual se hizo Habaneras en el tiempo se mantiene en Ángel y Habanera. La selección de los temas cubre un período cronológico que abarca más de un siglo. Incluye tres temas anónimos del XIX, El expatriado, Tengo mi hamaca tendida y La presa, que corresponden a la etapa cuando el género alcanzó su mayor auge como manifestación bailable (conviene recordar que la influencia de la habanera trascendió el ámbito insular y sus elementos estructurales son visibles en músicos europeos como Ravel, Albéniz, Debussy, Montsalvatge y Saint-Säens). Figuran asimismo tres auténticas gemas de la primera mitad del siglo pasado, Veinte años, La rosa roja y Mariposita de primavera, que llevan las firmas de María Teresa Vera, Oscar Hernández y Miguel Matamoros. A décadas más cercanas pertenecen En el claro de la luna, de Silvio Rodríguez, y Habaneras de Cádiz, de los andaluces Carlos Cano y Antonio Burgos. De Hevia son, por último, las cinco composiciones restantes: Trovada en La Habana, Mi vieja Habana, Abuela canaria, Réquiem de luna y Ángel y habanera, por la cual recibió en 1997 el Premio del Museo Nacional de la Música.

Género para la confidencia y la nostalgia

En las trece composiciones recopiladas en el compacto se pone en evidencia esa delicadeza de la habanera, que tanto sedujo a Liuba María Hevia. El tono intimista y el tratamiento lírico es el sello distintivo de todas, incluidos El expatriado y La presa, canciones de corte patriótico que hablan del triste destino de los presos políticos cubanos durante el período de la colonia. En las restantes, dominan la temática amorosa, la añoranza de los días lejanos ya y de los cuales no resulta fácil escapar. Contenidos todos, como se ve, que piden ser interpretados con austeridad y sencillez y escuchados en un ambiente apacible y recogido. Eso supo entenderlo décadas atrás el novelista español Pío Baroja. Un concierto de habaneras era para él algo incongruente, pues en su esencia más antigua y pura, se trata de un género hecho para la confidencia y la nostalgia, una confesión de lejanas añoranzas que sólo se hace entre amigos.


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