Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Harold López-Nussa, oriundo del país de las maravillas

Un disco representativo del nuevo jazz cubano, que hace que broten las lágrimas pero también la apresurada alegría de la vida

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La música es un país sin penumbras: soles sin laceración lo tiñen todo de una claridad que apabulla; los acordes jadean, florecen y propugnan razones de profunda resonancia. La música sostiene todas las hablas: en cada tejido armónico una sinuosidad sonora define las treguas. “No puedo diferenciar las lágrimas de la música”, decía Nietzsche. Pero los sollozos de la música brotan de la consonancia, del deleite, de la “nostalgia del paraíso”, advierte Cioran. La música es una cartografía sin coordenadas, sin límites, sin recodos ni relojes. “La mejor prueba de que la música no es de esencia humana es que nunca sugiere la presentación del infierno. Ni siquiera las marchas fúnebre lo logran”, otra vez Cioran. La música es siempre una convulsión de Dios que desemboca en el cuerpo del que escucha. El blues, tristeza de los sembradíos: regodeo en sollozos y baladras; el jazz, un disoluto acuse de venturas y trances que limpian los andares.

Nuevas generaciones de jazzistas y músicos cubanos (Yosvany Terry, Osmany Paredes, Gabriel Hernández, Yasek Manzano, Roberto Martínez, Roberto Fonseca, Julio Padrón, César López, Aruán Ortiz, Ivan “Melón” Lewis, Ilmar López Gavilán, Tony Martínez, Ramón Valle, Alain Pérez, Manuel Valera, Roberto Carcassés, Francisco Mela, Yunior Terry, Dafnis Prieto, Carlos Hudson, Alfredo Rodríguez, Jorge Reyes, Carlitos del Puerto, Samuel Formell, Rember Duarte, Edgar Martín Ochoa, Osmar Salazar, Ruy Adrían López-Nussa, Yaroldy Abreu Robles, Dreiser Durruthy Bombalé, Manolito Simonet, José Luis Cortés, David Calzado…) han extendido su legado por rondas en las que las conformidades melódicas/rítmicas/armónicas son índices de prestigio que los melómanos de muchos atracaderos tasan en alta consideración.

El célebre pianista del bebop Thelonious Monk señaló en cierta ocasión: “Buena parte de mis motivaciones pianísticas parten de la rítmica africana”. El trompetista y percusionista puertorriqueño, Jerry González, grabó años después un fonograma con composiciones del autor de “Round About Midnight” bajo el nombre de Rumba para Monk (Sunnyside, 2001). Uno de los tumbaos más cadenciosos de la descarga cubana está inspirando en “Evidence”: “Gandinga, Mondongo y Sandunga” (Frank Emilio Flyn y sus Amigos, Barbarísimo, Milan Music, 1996). No sé en qué parte leí, o alguien me comentó, que el filósofo rumano, autor de Silogismos de la amargura, escribía sus desgarradoras sentencias escuchando mambos de Pérez Prado, sobre todo “Patricia”: composición muy famosa en Europa en los 70. La música es una comarca de añoranzas amargas que se zapatean con regocijo ferviente (“El tango es un pensamiento triste que se baila”: Enrique Santos Discépolo). La música cubana ejemplifica muy bien esas gradaciones que se balancean entre tristeza y vendimia, entre sombras y esplendores: desde la contradanza, habanera, danzón, bolero, criolla, punto, guajira, changüí, son, guaguancó, yambú, toques yorubas, pregón y mambo hasta la guasona timba habanera de nuestros días.

Harold Lopez-Nussa Trio. Special Guest David Sanchez. El país de las maravillas (Planète Aurora/World Village, 2011), álbum representativo del nuevo jazz cubano que hace que los lloros broten —como lo quería el prusiano de El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música—; pero, también, que se asomen los júbilos y la apresurada batiente de la vida. Harold López-Nussa (La Habana, 1983), joven pianista integrante de una familia de concertinos que muchos buenos momentos ha sumado a la crónica de la música cubana. Ruy López-Nussa Lekszycki —su padre—, percusionista de larga trayectoria que lo mismo ha tocado la batería y las percusiones en agrupaciones rockeras, que en grupos soneros; profesor de los prestigiosos conservatorios Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán. Ernán López-Nussa Lekszycki —su tío—, compositor y pianista de música de concierto, cubana y latin jazz; miembro de Afrocuba y ganador del Cubadisco 2002 por From Habana to Rio. Ruy Adrian López-Nussa Torres —su hermano—, baterista de jazz y música cubana que se abre paso con éxito en los competidos espacios del jazz cubano.

“Somos el resultado, mi hermano y yo, de esa familia en la que hemos tenido la suerte de nacer. Primero estuvo nuestra mamá, que es una maravillosa profesora de piano, nos enseñó a entender la música, a saber qué hacer para poder tocar lo mejor posible. Después recibimos el apoyo de nuestro papá, que si no es tal vez, el percusionista mejor de Cuba, sí es un profesor que ha formado a algunos de los mejores bateristas cubanos actuales. Nuestro tío es uno de los grandes pianistas de Cuba”, ha confesado Harold.

Estamos en presencia de un pianista audaz y disciplinado, ganador del Primer Premio en el concurso Piano Solo Competition de Montreux Jazz Festival en 2005 ejecutando los temas “Footprins” (Wayne Shorter) y “Memories of Tomorrow” (Keith Jarret). En su época de estudiante obtiene el Gran Premio en el Concurso Nacional de Piano Amadeo Roldán y el Primer Premio en el Concurso Iberoamericano. Finalista en Italia en el certamen Citta de Senigalia, ha tocado como solista con la Sinfónica de Matanzas y asimismo, con el grupo timbero Klimax de Giraldo Piloto, Alexander Abreu y su cuarteto, Elmer Ferrer y su grupo, orquesta de Omara Portuondo, combo de Carlos Varela o el ensamble de Haila Mompié (ex vocalista de Bamboleo).

El Olympia de París, New Morning Club París, Barbican Center de Londres, Satin Doll de Bordeux, Barcelona Jazz Festival y Verona Festival Jazz, entre otros espacios, han sido testigos del talento de este nuevo exponente de la pianística cubana. “Harold López-Nussa, Joven que está a la vanguardia de lo más contemporáneo. Suscriptor de un hermoso sonido, brillantes ideas y estilo musical único. Mis respetos y admiración”, ha comentado Chucho Valdés del ganador reciente en París del Premio Talento de Jazz (2011), concedido por la Sociedad Musical Francesa, que le abre oportunidades de ser invitado a los más prestigiados festivales de jazz de Europa.

Con una discografía de cinco álbumes como titular: Sobre el atelier (2007), Canciones (2007), Herencia (2009), Ninety Miles (2011), El país de las maravillas (2011); un DVD con cinco Conciertos para Piano y Orquesta de Heitor Villa-Lobos (2003); y cinco colaboraciones: DVD/Jazz Cuba Today (2004); Rhythms del Mundo (2005), Rhythms del Mundo Classics (2009), The Revolution Presents Revolution (2009), Esencial, Leo Brouwer (2011), el pianista habanero es una figura clave de la música de concierto, jazz y popular cubana con aceptada recepción de especialistas y público de Francia, Gran Bretaña, Italia, España, Rumanía, Estambul, Canadá, Alemania, Martinica, Suiza y México.

Primeros pasos, cuando tiene 20 años, por las intersecciones de la música del brasileño Heitor Villa-Lobos. Grata impresión del maestro Enrique Pérez Mesa, batuta de la Orquesta Sinfonica Nacional de Cuba, por la precisa ejecución del Concierto número 4 del autor de las Bachianas Brasileiras. Participación, al año siguiente, en el documental Jazz Cuba Today en el que declara su interés por el jazz y la música popular cubana. Invitado, junto a músicos del Buena Vista Social Club, a la producción internacional Rhythms del Mundo de gran impacto en el mercado del disco. 2007, primer fonograma como titular, Sobre el atelier: piano solo con fragores soneros, jazz afrocubano, piezas de Wayne Shorter, Pastorius, Lecuona y apuntes de jazz timba. Ese mismo año, con una selección de composiciones brasileñas, argentinas y cubanas, graba Canciones: Jobim, Matamoros, Pablo Milanés, César Portillo, Silvio Rodríguez, Ignacio Cervantes, Fito Páez, Carlos Varela y Santiago Feliú: reminiscencias de jazz, música de cámara, rumba, filing, chachachá, salsa, danzón, bolero-son… Músicos invitados: Ernán López-Nussa (piano), Ruy López-Nussa (batería) y Yaroldy Abreu (percusiones). Innovación en el espíritu de la más pura tradición cubana.

Herencia —formato de trío: piano, bajo, batería— aborda el danzón, refulgencias brasileñas, jazz latino, blues y acentos de la canción trovadoresca. Invitados especiales: Omara Portuondo (voz en “Es más, te perdono”/Noel Nicola) y Mayquel González (trompeta). Ninety Miles, diálogo entre jazzistas estadunidenses y cubanos —consúltese la reseña publicada el 26/08/2011 por Carlos Olivares Baró: “Noventa millas de abrazos musicales” en Cubaencuentro— en cruces de descarga/blues/mambo/timba/guaguancó/ funk/ hard bop.

El país de las maravillas, producción conformada por doce composiciones: “Guajira” (Ruy Adrían López-Nussa), “Perla Marina” (Sindo Garay) y “A Camilín” (Felipe Cabrera) secundadas por “E’Cha”, “Camino”, “Interludio”, “El país de las maravillas”, “La Fiesta va”, “Bailando Suiza”, “Volver” y “Amanecer” —todas de Harold López-Nussa—, y “Pa’Gozar… y no parar” (Tata Güines/ Harold López-Nussa). Formato orquestal de trío: Harold López-Nussa, piano; Felipe Cabrera, double bass; Ruy Adrían López-Nussa, drums y vibraphone & cajón (en “Amanecer”); invitado de gala, el sax tenor portorriqueño, David Sánchez. Si Canciones es un trabajo de exploración de estilos (música de cámara, rumba, jazz latino…) que da sus primeros frutos en Herencia (conformidades de blues, avenencias brasileiras, nueva trova…), podemos afirmar que El país de las maravillas confirma madurez expresiva y encuentro de vocación suscrito en bosquejos de la música de concierto, lo popular cubano y el jazz.

De la recreación instrumental del zapateo/punto guajiro/contradanza (“Guajira”) a la alusiones de música de cámara (“Perla Marina”), de la descarga (“Pa’Gozar… y no parar!”) a los apuntes lecuonaianos (“Bailando Suiza”), de tonalidades hard bop (“Caminos”) al latin jazz/hard con bocetos funk (“El país de las maravillas”), de los pespuntes neoclásicos/cool (“Interludio”) a frondas de Frank Emilio (“Volver”)… Pianista de clúster tonal de absoluta limpieza y silencios fincados en las proporciones melódicas: notas despojadas, desnudas de alardes técnicos presuntuosos (“Prefiero que lo técnico se subordine a la expresividad íntima”, ha dicho el alumno estrella de la profesora de piano del Instituto Superior de Arte Teresita Junto). Baterista que por momentos nos hace recordar a Max Roach en tabaleos de profunda raigambre afrocubana. Contrabajista de walking columpiado en perenne coloquio con los retumbos del piano y la batería. Sax tenor en sutiles sinuosidades hard/free y desbordados silbos cuando el motivo melódico lo exige (“Caminos”, “Bailando la Suiza”, “E’Cha”). El piano alcanza sus mayores esplendores en la legendaria descarga de Arístides Soto (“Pa’Gozar”): tumbao peruchinesco con guiños a Petrucciani y Corea. El hermoso bolero, “A Camilín”, motivo para que bajo (elegantes pulsaciones patituccianas) y piano entren a parajes de etéreos hilvanes neoclásicos/cool. Vibráfono y cajón (Ruy Adrían Lopez-Nussa) en un tema de inaudita, desafiante y atractiva sonoridad en las aristas de lo neoclásico (“Amanecer”): extensiones de pujantes y novedosos dibujos armónicos del jazz cubano.

Bub Powell, Wynton Kelly, Ahmad Jamal, Frank Emilio, Ernesto Lecuona, Bill Evans y Herbie Hancock (escúchese con calma “E’cha”: demostración de virtuosismo cabal) rondan los arrestos de este joven pianista, inquilino honorario del país de las maravillas: la música. Unos de los grandes álbumes del jazz latino de los últimos diez años: pilastras y recodos insoslayables, nuevas incidencias de la música cubana en la cartografía de la cultura universal.


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El pianista Harold López-NussaFoto

El pianista Harold López-Nussa.

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Harold López-Nussa clip, “Bailando Suiza”

El tema “Bailando suiza” forma parte del disco El país de las maravillas (2011), en el que participaron Harold López-Nussa (piano y voz)Ruy Adrián López-Nussa (batería, vibráfono y voz)Felipe Cabrera (contrabajo voz) y David Sánchez(saxo tenor), como invitado especial.

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