Actualizado: 15/04/2024 23:17
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Televisión española, Televisión, Historia

La Historia en clave de ciencia ficción

Televisión Española ha producido una serie con personalidad propia, que le da un aire nuevo al tema de los viajes en el tiempo

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En otras ocasiones me he ocupado en este mismo periódico de series de televisión que no fueron rodadas en Estados Unidos (ya se sabe que, para bien y para mal, las de ese país son las que dominan en el gusto de los espectadores de casi todo el mundo). Nuevamente voy a dedicar el espacio a llamar la atención y recomendar una producción de reciente estreno. En esta ocasión, se trata de una serie hablada en español, lo cual debe ser motivo de regocijo para quienes pertenecemos a ese ámbito lingüístico y cultural.

Hablo de El Ministerio del Tiempo, una miniserie de Televisión Española que empezó a trasmitirse a comienzos del mes de marzo. Hasta la fecha se han visto cinco capítulos, que forman parte de los ocho de que constará la temporada. Y aparte de la considerable teleaudiencia con que ya cuenta (ha ido aumentando a medida que la miniserie se emite), ha dado lugar a un inusual fenómeno en las redes sociales. Sus seguidores, que se identifican como “ministéricos”, piden que El Ministerio del Tiempo tenga una segunda temporada. Incluso en YouTube se puede ver una parodia, hecha a partir de una escena del filme alemán La caída, en la que el mismísimo Hitler se suma a la campaña. ¿Por qué se escogió a tan nefando personaje? Es algo que los lectores de estas líneas comprenderán más adelante.

¿De qué va El Ministerio del Tiempo? Pues toma como punto de partida una fantasía recurrente de los seres humanos: la posibilidad de poder viajar en el tiempo. Más de una vez hemos imaginado la idea de poder trasladarnos a algún momento del pasado o del futuro y, de ser posible, cambiar algo de nuestras vidas. Un motivo que ha servido de tema a varias obras de la literatura y el cine. Recuérdense, para citar solo un par de ejemplos, la novela de H.G. Wells La máquina del tiempo (1893) y Regreso al futuro, la trilogía cinematográfica dirigida por Robert Zemeckis entre 1985 y 1990.

En la serie, el Ministerio del Tiempo es una institución gubernamental autónoma y secreta, que depende de la presidencia de España. Solo reyes, presidentes y un número reducido de personas saben de su existencia, que data del período de los Reyes Católicos. Su objetivo es detectar e impedir que cualquier intruso del pasado llegue al presente o viceversa, con el fin de usar la Historia en beneficio propio. De lograr ese propósito, eso supondría que el presente se altere y no sea el que es. De esa vigilancia se encargan las Patrullas del Ministerio, que viajan a otras épocas a través de una serie de puertas.

En el primer capítulo de la serie, asistimos al reclutamiento de los tres personajes protagónicos: Julián Martínez (Rodolfo Sancho), Amalia Folch (Aura Garrido) y Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), quienes pertenecen a períodos históricos muy distintos (2015, 1880 y 1696, respectivamente). El primero es un enfermero del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (SAMUR). Era un hombre feliz hasta hace poco tiempo, cuando perdió a su mujer en un accidente de tráfico. Ese hecho ha endurecido su carácter, pero su entrada en el Ministerio da un nuevo sentido a su vida. En el momento en que fue alistada, la segunda era estudiante de la Universidad de Barcelona. Es una mujer muy avanzada para su época, aunque muy ingenua para la de hoy. Inquieta, culta, inteligente y analítica, esas cualidades la convierten en el cerebro del comando. Algo que no le agrada a Alonso de Entrerríos, quien por sus valores tan antiguos no acepta de buen grado tener de jefe a una mujer. Es un soldado del Tercio de Flandes, así como un hombre de honor y un patriota dispuesto a dar su vida por España. Como se puede deducir, Julián, Amelia y Alonso no tienen nada en común, pero tras algunos desencuentros logran formar un buen equipo.

Además de esos tres personajes, hay otros cuatro que desempeñan funciones importantes en el Ministerio y con los cuales los protagonistas se relacionan regularmente. Está, en primer lugar, Salvador Martí (Jaime Blanch), diplomático de carrera, quien ocupa el cargo de subsecretario de Misiones Especiales. Tiene como fiel secretaria a Angustias (Francesca Piñón), una señora cuya principal seña de identidad es el humor, y que echa mucho de menos a su época. La otra mujer de ese grupo es Irene (Cayetana Guillén Cuervo), experta en Recursos Humanos. Nació en los años 30 y es pragmática y escéptica. Por último, está Ernesto Jiménez (Juan Gea), un funcionario serio, solitario y perfeccionista, que siempre se preocupa por la vida de quienes cumplen cada misión. Nunca exterioriza sus sentimientos y tampoco habla de su pasado, que es un misterio para todos sus compañeros.

Volver a la historia con una óptica distinta

Las misiones asignadas hasta ahora a los protagonistas de la miniserie los han llevado a algunos momentos y lugares significativos de la historia de España. Primero, al siglo XIX, para evitar que los españoles pierdan la guerra frente a las tropas napoleónicas. Después, a 1588, año de la derrota de la Armada Invencible. Su objetivo es evitar que Lope de Vega se enrole en uno de los barcos que entonces fue hundido. En el tercer capítulo, viajan a la década de los 40 del siglo pasado, para impedir que España entre en la Segunda Guerra Mundial, como Hitler le ha propuesto a Franco. En el cuarto, se desplazan al siglo XV, para salvar al judío Abraham Levi de ser quemado por la Inquisición. Se trata del autor del Libro de las Puertas, en el cual se basa el Ministerio del Tiempo. Y en el quinto capítulo, la patrulla tiene que irse a la Barcelona de 1939 para recuperar un documento que resulta vital para que el Guernica de Picasso permanezca en España.

Pablo y Javier Olivares, creadores de la serie, siguen apostando por volver la mirada a la historia de España. Antes lo hicieron en Isabel (2012-2014) y Víctor Ros (2014), producidas también por Televisión Española. Pero como pusieron de manifiesto en esas series, les interesa hacerlo desde una óptica distinta. Los anima un propósito divulgativo, pero parten de una mezcla de historia y ficción y apuestan sobre todo por el entretenimiento. El Ministerio del Tiempo se inscribe en esa línea y combina varios géneros: el histórico, el fantástico, el de aventuras, el de ciencia ficción. Todo eso está aderezado con buenas dosis de humor y con un toque español, lo cual contribuye a que la propuesta resulte una fórmula novedosa.

A diferencia de otras series de televisión españolas, El Ministerio del Tiempo se aparta de los temas y patrones usuales: no es un ni drama familiar ni una comedia de enredos. Sus creadores se han arriesgado a hacer algo distinto para el que es su público habitual. Y lo más estimulante es que el público ha valorado positivamente esa apuesta por la libertad creativa. La serie además ha tenido una buena recepción crítica. Y ya se sabe lo difícil que es conseguir que ambos criterios, el de espectadores y especialistas, coincidan.

El buen nivel que posee El Ministerio del Tiempo se debe a la conjunción de varios factores. Por un lado, los guiones están muy bien escritos. Desarrollan historias interesantes que son aventura en estado puro. Incorporan detalles de un costumbrismo suave, y consiguen hacer reír con un humor muy castizo, que no es tontorrón ni se apoya en el chiste fácil. Abundan además las referencias culturales, literarias y cinematográficas, a veces a manera de guiños. En el capítulo 4, por ejemplo, en la escena ante la reina Isabel al referirse a esta, Julián le comenta a Amelia: “Juraría que la conozco de algo”. Quienes vieron Isabel, recordarán que Rodolfo Sancho era el protagonista junto a Michelle Janner. Esa misma actriz es la que interpreta a la reina en El Ministerio del Tiempo. De ahí que su comentario haga sonreír por su carácter metatelevisivo, si se me permite usar el término.

Otro acierto de El Ministerio del Tiempo está en la concepción de los tres personajes principales. Ninguno de ellos es un superhéroe. Ninguno posee poderes sobrenaturales, como Superman o Spider-Man. Son sencillamente funcionarios que se convierten en héroes de acción; personas corrientes, similares a cualquier hijo(a) de vecino. Solo que están expuestos a situaciones nada corrientes. En ese sentido, conviene destacar el contraste entre lo fantástico y lo cotidiano que hay en la serie. Asimismo respecto a los personajes conviene agregar que un rasgo común a todos es su desarraigo, lo cual los hace añorar la época en que antes vivían. Todos además tienen algún secreto, algún detalle de su vida que no confiesan, y que los espectadores van descubriendo poco a poco.

A eso se suman unas estupendas actuaciones, una magnífica dirección, una factura visual muy cinematográfica, unos cuidados efectos especiales (no se nota el cartón piedra, un defecto frecuente en las series históricas o de época). Todo ello contribuye a que se tenga la impresión de estar viendo una superproducción, aunque en realidad no lo es. Esos y otros valores hacen que los 70 minutos que dura cada capítulo se pasan volando y dejan con las ganas de ver más.

Con El Ministerio del Tiempo, sus creadores y realizadores han logrado una serie con personalidad propia, que le da un aire nuevo al tema de los viajes en el tiempo. Entretenida, arriesgada, divertida, hay que agradecerle además algo que quien escribe estas líneas valora mucho: tratar al espectador con respeto, como un ser inteligente.

Todos los capítulos de El Ministerio del Tiempo se pueden ver en la página web de Televisión Española Internacional.