Actualizado: 22/04/2024 20:20
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Cine, Arte 7

La indolencia del humillado

Con 12 Years a Slave el realizador Steve McQueen ha escogido los elementos convencionales del cine comercial, para expresarse

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En la secuencia inicial del filme 12 Years a Slave, se introducen las claves para entender a su personaje central, Solomon Northup, en cuyo libro se basa la película. Primero vemos a un grupo de esclavos mirando a la cámara desde un campo de algodón, en silencio y como si posaran, entre frustrados e indiferentes, para un artista que ha compuesto la escena cuidando de todo detalle. Luego se ven los mismos esclavos comiendo y Solomon, que destaca gracias a la imponente presencia de Chiwetel Ejiofor, comienza a analizar su plato para ver cómo puede utilizar el jugo de las frambuesas para hacer tinta. Más tarde, ya en las barracas, una esclava se le encima en busca de sexo, aparentemente desesperada en busca de compañía y de sosiego físico, pero Solomon, entre pasivo y estoico no responde a sus avances. A esta escena regresará la película una hora después y se esclarecen entonces las intenciones del director.

La trama no es sorpresa y el final se sabe de antemano, ya que el libro en que se basa la cinta está escrito por el personaje central. Solomon Northup es un negro que nació en libertad, en el estado de Nueva York, que tocaba el violín y vivía acomodadamente con su esposa Anne y sus hijos Margaret y Alonzo. En 1841 fue engañado por dos supuestos empresarios circenses, embriagado y una vez inconsciente vendido como esclavo en Washington , donde la esclavitud era legal. Pasó doce años en dos plantaciones de Luisiana y en 1853 logró recuperar su libertad. El libro y la película narran las vicisitudes que sufrió durante ese periodo.

A Northup le cambian su nombre por Platt y le obligan a negar su procedencia. Primero es vendido a un amo benigno, William Ford, quien nota las cualidades de Platt y lo distingue del resto. Esto provoca la ira de los capataces, especialmente de Tibeats, un personaje estereotipado, actuado estereotípicamente por Paul Dano, quien intenta asesinarlo. Ford, como buen hombre de su tiempo, opta por proteger a Platt vendiéndolo a otro amo. El nuevo dueño, el señor Epps, es un hombre cruel, interesado en mostrar el poder que ejerce sobre su propiedad y capaz de llegar a los abusos más extremos. Es también presentado como un alcohólico caprichoso, que utiliza a sus esclavos para divertirse a su antojo. Entre Epps y Platt se establece una relación de odio y atracción que tiene visos de homosexualismo sadomasoquista sumergido. Esto se hace casi obvio en una excelente secuencia en la cual Epps exige a Platt que flagele a Patsey, su esclava favorita, de la cual abusa sexualmente y con la cual Platt mantiene una relación paternalista. Los gritos y gestos de dolor de Patsey llega un momento que se confunden con expresiones eróticas, y tras comenzar disfrutando a través de Platt, Epps termina aplicando los latigazos él mismo, alcanzando así su orgasmo sádico.

Finalmente, cuando sus intentos anteriores le habían fallado, Northup consigue que un carpintero canadiense abolicionista, interpretado por Brad Pitt, haciendo el papel de Brad Pitt en uno de los peores momentos de la película (pero Pitt es uno de los productores, así que McQueen se tuvo que tragar ese purgante), le envíe una carta a sus allegados en Nueva York para que su situación se aclare y pueda liberarse.

Mucho se ha hablado de que no existe ninguna película sobre la esclavitud dirigida por un afroamericano y algunos críticos han resaltado el hecho de que McQueen es de raza negra. Pero aunque sus padres proceden de la isla de Granada, McQueen nación en Londres y vive actualmente en Amsterdam. Más allá de esto, y a pesar de las declaraciones de McQueen, de que quería hacer un filme sobre los horrores de la esclavitud, en mi opinión, quizá por mi pasado, yo veo más bien la esclavitud y el racismo como una excusa para presentar a la condición humana subyugada por el poder total.

Como mercancía, los esclavos no tienen derecho a nada. Están completamente a merced de los amos y los capataces. La palabra de estos se hace realidad y ley. McQueen resalta, en sus composiciones temáticas, la indolencia y la muerte espiritual que conlleva la humillación continuada de quien no tiene el menor control sobre su propia vida. Una secuencia que ejemplifica esto es cuando Tibeats intenta ahorcar a Platt, pero fracasa porque otro capataz se le enfrenta y defiende al esclavo basado solamente en su valor como mercancía, luego lo deja amarrado al árbol por horas, en una posición en la cual todavía Platt tiene que hacer esfuerzos sobrehumanos para mantener los pies sobre la tierra y no morir ahogado. Los esclavos salen de sus viviendas para sus tareas diarias y pasan junto a Platt como si no existiera. Sus movimientos son apáticos y la única muestra de solidaridad es por parte de una esclava, que lo hace llena de temor.

Steve McQueen (Londres 1969), se formó como artista plástico en Londres y Nueva York y gran parte de su obra se había limitado a instalaciones en las cuales utilizaba el video como elemento fundamental. Su primer largometraje, Hunger (2008), trataba sobre la huelga de hambre de Bobby Sands y otros miembros del IRA durante el gobierno de Thatcher. Es una película interesante en la cual también analiza el efecto del poder total sobre víctimas y victimarios. Los planos están cuidadosamente elaborados respecto a enfoque, textura, color y emplane, todo con el ojo del artista plástico. Recibió el premio Camera d’Or en Cannes y todo tipo de críticas favorables. Con su segundo largometraje Shame (2011) se enfocó en la adicción sexual, esta vez es el hombre como total prisionero de su cuerpo y sus instintos. A pesar de su atractivo visual, este filme resultó pedagógico, moralizante y pretencioso. Atravesó la línea que separa lo sutil de lo ridículo. Con 12 Years a Slave ha escogido los elementos convencionales del cine comercial, para expresarse. Es cierto que ahorra dramatismo y no cae en los excesos de las producciones hollywoodenses, aunque tiene mucho de ellas, y que mantiene un ritmo propio, pero a pesar de que había declarado que nunca haría un filme “americano” con final feliz, esta película tiene un final feliz. La única diferencia es que no hay ninguna anticipación por parte del espectador porque la trama se conoce.

Michael Fassbender, quien ha actuado en las dos películas anteriores de McQueen, está bien en su papel del malvado Epps, aunque es un papel bastante unidimensional. La mexicana-keniana Lupita Nyong’o debuta impresionantemente en su papel de Patsey. Ejiofor está muy bien como Northup-Platt y la película, así como los matices psicológicos que quiere expresar el director, descansa sobre sus hombros. Es muy probable que sea nominado al Oscar y que lo gane. La fotografía de Sean Bobbit, que también trabajó en los dos proyectos anteriores de McQueen, interpreta cabalmente la visión del realizador.

Aparte de los momentos en que Brad Pitt sale en escena y cuando Platt busca a Patsey en casa de otro amo, casado con una antigua esclava, interpretada por Alfre Woodard en una secuencia inútil que solo sirve para dar una charla didáctica sobre cómo algunas esclavas se las agenciaban para casarse con sus amos y lograr escapar a su destino, el otro desatino de la película es la forma excesivamente sutil con la cual edita el paso de los años. Al final se lleva uno la impresión de que más bien pasaron solamente doce días. El personaje de Northup-Platt es una trampa en si mismo. Si mantiene su estoicismo y su actitud superior es simplemente porque como una vez fue libre, sabe lo que añora, lo que le permite vivir esperanzado, el resto de los esclavos ni tiene idea de lo que es la libertad. Incluso McQueen lo hace obvio en la escena en la cual Northup-Platt parte hacia Nueva York. Este se abraza brevemente a Patsey, quien tuvo que correr a despedirse, ya que a él ni le interesaba, e ignora al resto de los esclavos, que quedan en el fondo, petrificados en poses de marasmo.

Northup publicó su libro un año después que se publicara “La cabaña del tío Tom” y al final de la película se lee que dedicó el resto de su vida a hablar contra la esclavitud y a participar en el movimiento del Underground Railroad que ayudaba a los esclavos a liberarse cruzando la frontera entre el norte y el sur. Se lee también que las circunstancias y la fecha de su muerte son desconocidas. No importa, la mayor parte de él había muerto ya durante los doce años que permaneció sometido a los antojos del poder total.

12 Years a Slave (EEUU/Gran Bretaña, 2013). Dirección: Steve McQueen. Guión: John Ridley, basado en la obra de Solomon Northup. Fotografía: Sean Bobbit. Con: Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Paul Giamatti, Lupita Nyong’o y Sarah Paulson. De estreno amplio en todas las ciudades de los Estados Unidos.


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