Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La santisima trinidad de “Fumata negra”

El Vaticano convertido en hospital, Jesús un sanador de mente prodigiosa y el Papa un cristiano ateo

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Mauro Zúñiga (Panamá, 1943) inicia su carrera literaria con Vida de otra forma, monólogo con el que alcanza el Premio Ricardo Miró (1998). Novelista de vocación tardía, de exquisita madurez, médico y demócrata practicante comprometido con su nación. A lo largo de sus obras expone un depurado estilo, comprometido con el ser humano, su naturaleza y su papel en la sociedad impregnando a sus líneas un aroma de erudita sapiencia, exprimida con suaves dosis de magistral documentación antropológica. Su penúltima obra, Diario de una puta (Verbum 2013), convierte al profesor Zúñiga en un referente español de actualidad de las letras panameñas, donde aborda el papel más degradado que una mujer puede vivir. Obra a la que dota de un legítimo realismo, parejo al que Alberto Moravia destiló en La romana.

El Vaticano convertido en un hospital, Jesús un sanador de mente prodigiosa y el Papa un cristiano ateo, encierran la santísima trinidad de Fumata negra. El narrador profana la historia más reciente de la religión católica, apostólica y romana. Trasmite el poder de un Papa que perseguido por un afán de superación de la verdad, atesta golpes de moral al descarriado rebaño cardenalicio, hasta alcanzar un desenlace trepidante. Nada es lo que parece, nada es lo que fue, en la vida de Jesucristo.

Apestando a corrupción, desde sus inicios, carga con mortero y barrena sin dejar cabos sueltos, dominando el entramado, respetando la sucesión de hechos y destripando con fino escarpelo las teorías y dogmas de una institución huérfana de escrúpulos. Una claridad de sucesos que no permite pasar por alto unos personajes que se antojan cercanos, en tiempo y escena, a las noticias de cada día.

Una apuesta por el discurso preciso y contundente. De púlpito a púlpito maneja el pulso dialéctico con los periodistas, con los sacerdotes, con los colegas de rango. Mantiene la tensión, entre el pasado y el presente, desvelando el verdadero origen y balanceando el futuro hacía un final definitivo, hacia un cambio que marcará el rumbo de la Historia.

El lector encontrará un arduo camino de esperanza. La fumata negra, con su humo azufroso, le irá cegando. Eliminar al Papa ha sido un tópico, un tabú, que la Historia ha demostrado que tan solo obedece a intereses ocultos. Sin embargo la nueva obra de Zúñiga, rompe una vez más el molde. Primero puntea, después mantiene la guardia, luego asesta el golpe certero. Saquea desde su propia fe cristiana, la universal y equívoca paradoja de lo mítico como padre de lo sagrado. Plagio. La antítesis de la honradez. Una acalorada y nada divertida adaptación al guión. Desmontar la coyuntura clerical, egoísta y desvergonzada, será la solución para el nuevo mundo cristiano y ateo que el Papa ha elegido. Así, con el hilo argumental bien definido desde el inicio, se hace de su lectura un transitar sencillo, de ácidas gotas de desnudez, diseñando una imagen de Jesús sin precedentes. Mauro azota bien el humo, sin concesiones a la ambigüedad.

Una novela de inercia unidireccional, de empuje directo hacia la revisión de las normas morales más estrictas a las que se debe renunciar de una vez por todas, para dejar patente la falta de principios que envuelven las corruptelas con que opera el Estado Vaticano. El pontífice revolucionario lucha para salvar el desdichado y ancestral mensaje, con la palabra y con el ejemplo. Concienciando y desengañando. Convencido de su ateísmo y de su cristianismo. Difundiendo la verdad. La verdadera historia de unos hechos que la Iglesia siempre ocultó.

Los capítulos, basados en mudas temporales bien manejadas, trasportarán al lector entre siglos, como las estaciones nacen y mueren cada año. La narrativa de Zúñiga, deshoja, hiberna, despunta y florece. Con un mimado vocabulario, da el frescor necesario al tiralíneas con que ambienta las escenas, alimenta los personajes y trasplanta los incógnitos, para dar paso a un escampado de fulgor y respuestas. A veces de súbita resolución, pero siempre de un genial impacto.

Fumata negra, profunda novela de corte teológico, debe ocupar un lugar en los estantes de los seminarios junto a Cónclave (Alfagura, 2005) de Roberto Pazzi, radiografía del Vaticano.


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