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Cine búlgaro, Cine

La tranquila rebelión

Una muy recomendable película búlgara aborda el tema de cómo la adversidad puede hacer añicos la existencia de una persona normal, que se verá así forzada a llevar a cabo actos extraordinarios

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Desde la ya remota época en que la dura e impresionante Cuerno de cabra (1972) tuvo una considerable repercusión internacional, ningún otro filme búlgaro ha logrado trascender internacionalmente. Recién ahora, al cabo de más de más de cuatro décadas, se ha vuelto a hablar de la cinematografía de aquel país gracias a la buena recepción que ha tenido La lección.

Se trata de un filme realizado en 2014 en coproducción con Grecia, y con el cual debutaron en el campo del largometraje los jóvenes Kristina Grozeva (1976) y Petar Volchanov (1982). Ella es graduada en periodismo en la Universidad de Sofía y él es diplomado de la Academia Nacional de Teatro y Cine. Ambos redactaron también el guión, que fue rodado en 19 días, sin ninguna financiación estatal y solo con la ayuda de amigos. Una vez terminado el filme, han conseguido presentarlo con favorable acogida en numerosos festivales internacionales. En varios de ellos además La lección fue galardonada. Así, en San Sebastián recibió el premio de la sección de Nuevos Directores. Asimismo la película fue una de las tres finalistas en el Premio Lux, que concede el Parlamento Europeo. El de Kristina y Petar ha sido, pues, un estreno afortunado.

De acuerdo a lo que declararon los cineastas, La lección constituye la primera parte de una trilogía en la cual partirán de noticias aparecidas en la prensa. Pero utilizarán las mismas no para contar la historia real, sino que simplemente las tomarán como punto de partida creativo, como fuente de inspiración. Fue precisamente eso lo que hicieron en el filme con el que han debutado como realizadores. Tomaron el caso de una profesora que robó un banco e imaginaron qué pudo haber pasado para que esa mujer llegase a una decisión tan desesperada. Crearon así lo que ellos han definido como “la rebelión tranquila de una persona ordinaria contra el mundo sin alma, cínico y mercantil en que vivimos”.

La trama del filme se sitúa en un pequeño pueblo de Bulgaria. Nadezhda, una profesora de inglés de una escuela, trata de descubrir al alumno que robó a una compañera el dinero del almuerzo. Mujer severa, exigente y cabal, se muestra decidida a dar con el ladrón para enseñarle una lección de lo que está bien y lo que está mal. Pero ocurre que ella misma se verá enfrentada a una situación que la pone contra las cuerdas y que viene a demostrar la justeza del viejo refrán: nunca digas de esta agua no beberé. ¿Sabe ella realmente qué es lo correcto? ¿Qué puede llevar a una persona decente a convertirse en delincuente?

Todo comienza cuando la protagonista descubre que su marido, un hombre que la ama pero que es un perfecto inútil que no tiene idea de nada, en lugar de pagar las letras de la hipoteca de la casa ha estado invirtiendo el dinero en mejorar una inservible rulote o caravana. A causa del impago, el banco les notificó que van a rematar el inmueble. Nadezhda se ve abocada entonces a la casi imposible faena de reunir la suma en tres días, para evitar el desahucio. El filme pasa a relatar entonces la carrera de obstáculos de una mujer desesperada, para quien los esfuerzos por salvar su hogar se transforman en una pesadilla con visos kafkianos.

Un incómodo nivel de veracidad

La lección tiene como tema cómo la adversidad puede hacer añicos la existencia de una persona normal, que se verá así forzada a llevar a cabo actos extraordinarios. Nadezhda inicia un lento e inexorable declive que la conduce a cruzar la línea roja. Los límites de lo que para ella es la honestidad se ven confrontados con la crueldad de la realidad económica. Los valores de honradez y honestidad que trata de inculcar a sus alumnos se vuelven contra ella, cuando los hechos la enfrentan a la brutalidad del mundo en que vive. Un mundo definido por un sistema corrupto diseñado para mantener a los pobres en una perpetua penuria, y que en su caso la obliga a acudir a un brutal prestamista. Todo eso la lleva a dudar de lo que hasta entonces consideraba correcto. ¿Qué ideales mantener cuando una presión injusta conduce a una decisión desesperada? ¿Y cuáles son los primeros ideales a sacrificar?

Estamos ante una lograda y valiosa muestra de cine social. Un retrato neorrealista, a través del cual los realizadores trazan una parábola de la vida contemporánea. Pese a que sus realizadores no renuncian a hacer un examen de las circunstancias locales, su filme posee alcance y connotaciones universales. Lo más aterrador de la historia de esta mujer respetable, educada y decente que se ve acorralada por un sistema inhumano, es que algo similar pudiera sucedernos a cualquiera de nosotros. Es un mérito indudable que La lección alcanza gracias a su incómodo nivel de veracidad.

Casi todos los críticos que han comentado el filme búlgaro han hecho referencia a los hermanos Dardenne (también posee ciertos aires que recuerdan el cine que se hace hoy en Rumanía). Quienes han visto las películas de los directores belgas, recordarán sus principales señas de identidad: puesta en escena de una estética despojada, hondo contenido humanista, estilo realista que no busca el compromiso ni el didactismo. De esas características participa en buena medida La lección.

Concretamente, resulta inevitable la referencia a Dos días y una noche, la última cinta de los Dardenne. Al igual que La lección, tiene como protagonista a una mujer embarcada en una angustiosa odisea para mantener al lobo de la pobreza alejado de su casa (se enfrenta a la pérdida de su empleo y para conservarlo, tiene que convencer a sus compañeros para que renuncien a su sobresueldo anual). Pero a diferencia de la de los Dardenne, la película de Kristina Grozeva y Petar Volchanov tiene un final más ambivalente y abierto y, por tanto, más convincente. La urgencia de Nadezhda deviene más perversamente visceral, y aunque ella logra sobrevivir lo consigue a costa de sacrificar mucho de su identidad moral. Al terminar el filme, no es la ya que antes era, sobre todo ante sí misma.

Cabe señalar al guión el abuso de las casualidades, algo incongruente con el cine social. Algunos de los obstáculos que Nadezhda debe vencer (el trivial error del banco, el auto que se queda sin gasolina, la primera visita al padre) fueron impuestos por los guionistas y restan fuerza al filme. Pero es ese el principal reparo frente a la considerable cantidad de aspectos positivos. En su puesta en escena, los realizadores optaron por la naturalidad y la cercanía. Prescindieron además de banda sonora, lo cual da más realismo a la película. Otro de sus aciertos es no dar cabida a la violencia física real, y también el incorporar algunos detalles de humor negro y absurdo.

Asimismo es oportuno resaltar el aporte de Krum Rodriguez, quien rodó muchas de las escenas cámara en mano y trabajó la fotografía con unos colores fríos y apagados, muy coherentes con la historia. Es de hacer notar además que La lección se sigue con la inquietud de un buen thriller, algo a lo cual alude Ben Sachs (Chicago Reader), al comentar: “Este drama búlgaro es esencialmente un thriller al estilo negro de James M. Cain, ataviado con el estilo social de los Dardenne”.

Es de elemental y obligada justicia dedicar unas líneas a Margita Gosheva, quien es el alma y el corazón de La lección. Es ella quien la sostiene, con un trabajo interpretativo que se sustenta en un sobrio realismo. Resulta admirable todo lo que es capaz de comunicar con el aire desapasionado que mantiene su rostro a lo largo de los 105 minutos que dura el filme. Construye un personaje del que ignoramos muchas cosas: sabemos poco de su pasado, de la relación con su madre y su esposo, de su vida interior. De ahí que cuando terminamos de ver la película, su Nadezhda queda como un enigma.

La lección se puede ver en Netflix en streaming.