Actualizado: 18/04/2024 23:36
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CON OJOS DE LECTOR

Los libros negados y malqueridos (II)

En otras ocasiones, los escritores se distancian de algunos de sus libros debido a la evolución de sus ideas políticas.

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Pero si hablamos de los motivos que conducen a que algunos libros sean rechazados por quienes los escribieron, no podemos olvidar los que tienen que ver con las ideas políticas. El año pasado se presentó en Madrid el primer volumen de las Obras Completas de Juan Goytisolo. Aparte de la novela El circo, que hoy considera francamente mala, el narrador español no incluirá dentro de ese proyecto Pueblo en marcha, un librito de ciento setenta páginas que publicó en París en 1963 y que originalmente apareció en 1962, en varias entregas, en el periódico habanero Revolución. En él narra el viaje que realizó a la Isla, a donde un bisabuelo suyo llegó un siglo atrás en busca de mejor vida. Goytisolo arribó a La Habana en diciembre de 1961, cuando acababa de divulgarse la noticia del asesinato del joven alfabetizador Manuel Ascunce Domenech, y entonces le impresionó el inmenso gentío que inundaba la calle 23. Durante los dos meses que permaneció en Cuba, recorrió el país de un extremo a otro, y apunta que en todas partes apreció que los cubanos vivían "con igual entusiasmo el proceso de la Revolución y sus hombres poseen las mismas cualidades de nobleza y dignidad de quienes he intentado retratar en estas páginas".

Al final de su libro, Goytisolo señala que el fracaso de la Revolución en España significó un retroceso de cinco lustros no sólo para su país, sino también para los pueblos de América Latina. Por eso, afirma, "el aniquilamiento de la de Cuba alejaría nuestras esperanzas durante otro tanto tiempo (…) Al defender su Revolución, los cubanos nos defienden a nosotros. Si deben morir, muramos también con ellos". Sin embargo, reeditar hoy Pueblo en marcha no tiene sentido para el autor de Señas de identidad, pues lo que allí se dice nada tiene que ver con lo que piensa actualmente sobre el proceso revolucionario cubano. Como él mismo ha expresado en numerosos artículos, aquel apoyo inicial al régimen fue perdiendo convicción y entusiasmo y tras el conocido caso Padilla pasó a ser un crítico implacable del castrismo. Esa evolución obedece, ha apuntado Goytisolo, a que se dio cuenta de que "el proyecto de sociedad más justa e igualitaria, pero democrática y libre preconizado en sus orígenes por el 26 de Julio había sido reemplazado con un esquema que conocía muy bien desde mis viajes a los países del bloque soviético: ese 'socialismo real' en el que como dijo en una ocasión el líder estudiantil berlinés Rudi Dutschke, todo es real excepto el socialismo".

Entre la abundante producción teatral de Virgilio Piñera (1912-1979), figura una pieza, Los Siervos, que apareció en 1955 en la revista Ciclón y que expresa con claridad la postura anticomunista de su autor. Algunos años después, Piñera renegó de ella, y en una entrevista imaginaria con Jean Paul Sartre en la que éste le pide cuentas por aquella obra, responde: "Comenzaré por desacreditarla, y con ello no haré sino seguir a aquellos que, con harta razón, la desacreditarán. A pesar de ser un hijo de la miseria, me daba el vano lujo de vivir en una nube (…) Cuando los estudiantes dicen que la mayoría de los intelectuales no nos comprometimos, tengo que bajar la cabeza; cuando los comunistas ponen Los Siervos en la picota, la bajo igualmente. Pero no crea… todo escritor tiene un Roquentin más o menos". Así pensaba Piñera en 1960, lo cual no autoriza a asegurar que mantuviera esa misma opinión cuando murió, tras haber sufrido una década de muerte civil como escritor. En todo caso, no resulta un criterio serio el aplicado por Rine Leal al excluir Los Siervos de la edición del 2002 del Teatro Completo de Piñera, con el único argumento de que había sido "eliminada por el autor".


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