Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Literatura, Guillermo Cabrera Infante

Los tres tigres rugen de nuevo

En diciembre se publicará en la República Checa la traducción a ese idioma de la emblemática novela de Guillermo Cabrera Infante

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Todo comenzó con la lectura de la reseña sobre un libro de un narrador ruso editado recientemente en España. Lo que leí me interesó, así que me puse a buscar en la red datos acerca del escritor de marras. Esa pesquisa, a su vez, dio lugar a otra, esta a una tercera y así. En un momento dado, fui a parar a la página web de Radio Praga, a la cual accedí para consultar un artículo sobre el escritor Jiri Weil. Al echar una ojeada al contenido de la sección de cultura, vi un titular que de inmediato atrajo mi atención: “República Checa paga su deuda con Cabrera Infante”. Estaba firmado por Gonzalo Núñez e informaba sobre la próxima salida en ese país de Tres tristes tigres (Editorial FRA, traducción de Anežka Charvátová).

Gonzalo Núñez inicia su artículo apuntando que, tras traducir al checo las monumentales novelas de Roberto Bolaño Los detectives salvajes y 2666, Anežka Charvátová acometió, sin tomarse un respiro, la tarea de hacer lo mismo con la emblemática novela de Guillermo Cabrera Infante. Y reproduce el comentario expresado por ella acerca del autor de La Habana para un infante difunto: “Yo creo que Cabrera Infante es un clásico y habría sido mucho mejor traducirlo al checo en los años 60, por supuesto, cuando se publicó el libro en español, en el año 1967. Pero en aquella época estaba prohibido en Cuba y tampoco se pudo publicar en Checoslovaquia, por supuesto. Después del 89 llegó el tiempo político bueno, pero tampoco había dinero ni nada y fue un proyecto largo y difícil. Cuando por fin una editorial decidió publicarlo, la editorial FRA, que lo va a publicar ahora, me dio la traducción, pero yo estaba llena de otras cosas porque trabajaba en Bolaño”.

Tres tristes tigres llegará a los lectores de la República Checa después de que allí se haya publicado La Ninfa Inconstante, una de las novelas póstumas de Cabrera Infante. Acerca de esa edición, Anežka Charvátová expresa: “La tradujo Petr Zavadil y es una traducción muy buena. Pero tuvimos una pequeña discusión: si acaso es bueno publicar primero la obra póstuma y solo después la obra clásica. Yo pensaba que habría sido mejor empezar con Tres tristes tigres, pero ya no. Creo que fue mucho mejor publicar primero La Ninfa Inconstante, porque es más fácil de ser leída, es más abordable para un lector cualquiera para conocer a Cabrera Infante. Porque ahora, leyendo y releyendo Tres tristes tigres, me doy cuenta de que es una obra muy difícil y muy moderna en su época de creación, pero no estoy segura si ahora ya muchos no la van a tomar como algo superado o envejecido, que no lo creo que sea así, pero la literatura ha evolucionado mucho mientras tanto”.

La hispanista y traductora hace notar que en la literatura de su país existen autores similares a Cabrera Infante, lo cual puede facilitar su aceptación por parte del público lector. Para avalar su afirmación, cita un ejemplo: “Siempre que quiero comparar a Cabrera Infante con algún escritor checo, pienso en Josef Škvorecký, que en sus novelas ambientadas en los Estados Unidos también trabaja con un checo inglés, chinglés, si se puede llamar así. Sus personajes hablan un checo muy deformado, muy influido por el inglés, y también hace muchos chistes fonéticos con el lenguaje. Es más o menos el mismo tipo de juegos que hace Cabrera Infante entre el español y el inglés, el spanglish. Y además el trabajo con el idioma hablado que hace Cabrera Infante también lo utiliza Škvorecký en muchas novelas suyas ambientadas en la República Checa. Y el amor que tienen ambos por el jazz. O sea, hay muchos elementos que los unen y creo que los lectores de Škvorecký pueden apreciar mucho esta novela de Cabrera Infante”.

La lectura del artículo despertó mi interés por conocer otros aspectos y detalles sobre la traducción al idioma de Bohumil Hrabal de una de las mejores obras de nuestra literatura. Para eso, naturalmente, tendría que contactar a Anežka Charvátová. Algo que, por supuesto, estaba fuera de mi alcance. Entonces me vino a la mente la letra de una conocida canción: I´am gonna try with a little help from my friends. Decidí seguir ese consejo y envié un mensaje al escritor Carlos A. Aguilera, quien reside en Praga. A los pocos minutos recibí su respuesta, en la cual venía anotado el correo electrónico de Anežka Charvátová. Le escribí e igualmente me contestó de inmediato y aceptó de buen grado responder algunas preguntas acerca de su trabajo con Tres tristes tigres. El autor de estas líneas expresa aquí su agradecimiento tanto a Aguilera como a Charvátová, sin cuya colaboración este artículo no hubiera sido posible.

Lo primero que le pregunté a Anežka Charvátová es cómo surgió su interés por la literatura cubana. Sé que Cabrera Infante no es el primer autor cubano que traduce, y también que está al tanto de lo que se escribe actualmente tanto dentro como fuera de la Isla. He aquí su respuesta: “Estudié filología hispánica en la Facultad de Letras de la Universidad Carolina de Praga, y desde el primer libro latinoamericano que había leído, que creo fue la novela de La ciudad y los perros, me quedé hechizada, enganchada, fascinada por la literatura latinoamericana, sobre todo por la obra de Mario Vargas Llosa. En el último año de mis estudios (1987-88) tuve la posibilidad de pasar seis meses en La Habana con una beca de estudios. Bajo los comunistas, era la única posibilidad de tener una beca si no militabas en el partido comunista (los países de la Europa occidental, imposibles). Me ofrecieron también una beca para México, pero bajo la condición inaceptable de ingresar al partido.

“Viví en la casa de la esquina de 13 y 8 en el Vedado, donde ahora tiene su sede una empresa canadiense y la casa, que entonces se estaba cayendo, está muy bien restaurada. Casi no iba a las clases pues no me gustaban, pero pasaba mucho tiempo en la biblioteca de la Casa de las Américas, donde leí, por ejemplo, el Paradiso de José Lezama Lima. Estaba escribiendo mi tesis sobre la ‘novela total’ en la obra de Vargas Llosa, devoraba todo lo vinculado a su vida y al boom de la novela latinoamericana; así me enteré también del caso Padilla, de las vicisitudes de Cabrera Infante, etc.

“Una bibliotecaria, amiga de mi profesora de la literatura hispanoamericana de Praga, me prestó una novela prácticamente prohibida en Cuba, Tres tristes tigres, y la leí de un tirón, en la biblioteca, en la casa de 13 y 8, en el muro del Malecón, en las playas. Me deslumbró. Me gusta mucho la literatura que juega con el idioma, Raymond Queneau es mi autor predilecto. El libro recrea genialmente la atmósfera de La Habana nocturna, y leerlo estando en La Habana, aunque en la otra Habana, fue una experiencia enriquecedora. Al caer el muro de Berlín y el comunismo, me pidieron un artículo sobre la literatura cubana disidente, no oficial. Viajé a Berlín, y en vez de visitar por fin Occidente me metí en la Biblioteca Hispanoamericana del Berlín Occidental, que es muy renombrada. Mientras los demás recorrían las calles y compraban cosas que no se vendían en nuestro país, yo pasé tres días metida en la biblioteca, estudiando a Virgilio Piñera, Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, Cabrera Infante, Severo Sarduy y otros escritores ‘incómodos’ al régimen castrista.

“Publiqué una serie de artículos en Literární noviny (Periódico Literario), y luego un amigo hispanista me dio a leer Antes que anochezca de Arenas, para que diera mi opinión a la editorial, si debía publicarlo en checo o no. Al final, la editorial me pidió la traducción y el libro salió en checo en 1994. Fue mi primera traducción y tuvo bastante éxito en la República Checa, por ser la primera de un autor cubano disidente (aquí se traducía sobre todo a Alejo Carpentier y a Nicolás Guillén), además de la primera de un autor homosexual sin tapujos. Gracias a esta traducción conocí personalmente o por el correo a algunos escritores exiliados, amigos de Reinaldo Arenas (Luis de la Paz, José y Juan Abreu, Carlos Victoria), quienes me empezaron a mandar novelas publicadas por Ediciones Universal, en Miami. Luego escribí otros artículos, traduje otras novelas (El Portero de Arenas), fragmentos de otras obras y sobre todo edité a varios autores cubanos cuando trabajaba en la casa editorial Mladá fronta.

“Cuando daba clases de literatura en la Carolina, tuve como alumno a Petr Zavadil, ahora uno de nuestros traductores más brillantes, quien había vivido en Cuba varios años. Con él compartimos ahora el interés por los autores cubanos (él tradujo La Ninfa Inconstante de Cabrera Infante, y también los Cuentos fríos de Piñera, Boarding Home, de Guillermo Rosales, cuentos de Carlos Victoria). Ahora trabajo en la casa editorial FRA (donde se van a publicar Tres tristes tigres), doy clases de traducción en la Carolina, colaboro con el programa literario de la Radio Checa Vltava, escribo artículos y reseñas y trato no perder el contacto con lo que pasa en la literatura cubana libre que se escribe en la Isla y en el exilio”.

Los juegos del idioma y las parodias fueron lo más difícil

Según leí en el artículo de Gonzalo Núñez, traducir al checo Tres tristes tigres era un proyecto con el que Anežka Charvátová venía soñando desde hace tiempo. Así que mi segunda pregunta se dirigió a saber qué le atrajo de esta obra. “Como ya dije, me atrajo el idioma que usa (o más bien crea) Cabrera Infante, la transcripción fonética del habla habanera, los juegos del idioma, los trabalenguas, los chistes, pero también los personajes: los ‘tigres’, que no son tres sino por lo menos cinco, Códac, Silvestre Isla, Arsenio Cué, Bustrófedon, Rine Leal; y por supuesto La Estrella, que es única. Solo ahora descubrí en YouTube una grabación de Freddy y me di cuenta de que Cabrera Infante no exagera en la descripción del personaje, y que supo recrearlo y dar con la atmósfera de su época y de la noche habanera con una maestría sin par. Además me encanta su manera de escribir, de romper las reglas, de dejar varios trozos esparcidos para que el lector tenga que juntarlos, pensándolo bien y mucho. Es la misma razón por la cual me gustan los libros de Vargas Llosa o la Rayuela de Julio Cortázar: requieren un lector activo, pensante, le preparan emboscadas, fabrican pistas falsas, le ponen obstáculos, inventan charadas. Pero el premio para el lector, al descifrarlo todo, es un placer (no solo intelectual) que nunca se logra si se lee la literatura fácil”.

Mi siguiente pregunta fue: ¿Cuáles fueron las principales dificultades que implicó para ti la traducción de la novela de Cabrera Infante? “Lo más difícil fueron los juegos del idioma y las parodias. Traducir el habla fonética no fue tan difícil. Basta con aplicar el mismo principio al idioma checo y escribir fonéticamente (como ya se hizo en las traducciones de Raymond Queneau, por ejemplo), aunque no hay un abismo tan grande entre la manera de escribir y de pronunciar en checo. Me dio mucho trabajo inventar anagramas, palíndromos y toda esta parafernalia de Bustrófedon, para que sea checo, con otro sistema lingüístico, pero el mismo tipo de juegos, y al mismo tiempo para que conserve el sentido. En algunos casos tuve que omitir el juego para crear otro en otro pasaje.

“Las parodias fueron lo más difícil: para entender la parodia, hay que conocer bien lo parodiado, así que tuve que reemplazar algunas cosas. Por ejemplo, la parodia del poema de Martí ‘Los zapaticos de rosa’ no podría ser entendida por un lector checo, pues no la reconocería como tal, ya que desconoce el poema original. Así que hice la parodia fonética, empleando el mismo sistema paródico de Cabrera Infante, de un poema romántico checo muy conocido. Es un recurso que se puede discutir (y lo debatí furiosamente con algunos colegas), pero lo importante es el lector, que tiene que entender el chiste y divertirse. La traducción ‘académica’ en este caso no sirve, creo yo. Y tengo que confesar que al final del libro ya estaba harta de los chistes fonéticos y de las parodias basadas en personajes desconocidos no solo aquí, sino para cualquier lector hispanohablante de hoy. Y me decía con Cabrera Infante, que Silvestre y Arsenio están practicando la masturbación intelectual”.

En los últimos años, se han traducido al checo obras de autores cubanos como Guillermo Rosales, Carlos Victoria, Reinaldo Arenas, este último traducido por la propia Anežka Charvátová. De ahí que me interesó saber cuál ha sido la recepción de lectores y críticos de esas obras. “La recepción de estos autores cubanos ahora suele ser muy buena por parte de los críticos y algunos lectores ‘interesados’ o ‘abiertos’ o ‘no conformistas’ o no sé como llamarlos. Desgraciadamente, las obras no llegan al público más amplio, nunca se van a vender como los autores huecos que están de moda. Y con la crisis económica, peor aún. Pero como dije, a comienzos de los 90 Reinaldo Arenas se vendió bien, fue un descubrimiento de la otra cara de Cuba. Ahora estos autores ‘intelectuales’ interesan solo al público ‘intelectual’ y no se pueden sacar más de mil ejemplares, que igual no se van a agotar”.

Finalmente, pregunté a Anežka Charvátová si existen otros autores y obras de la literatura cubana que particularmente le gustaría traducir. A lo cual, ella respondió: “Me gustaría traducir la pentalogía de Reinaldo Arenas, pero es una de las tareas casi imposibles. Sobre todo la última novela, El color del verano, me parece intraducible, aunque suelo decir que todo se puede traducir. Las novelas que más me gustan de la pentalogía son El palacio de las blanquísimas mofetas y Otra vez el mar. Sería un lindo proyecto, pero habría que tener mucho dinero para tener de qué vivir los años enteros empleados en la traducción, y luego un editor suicida que se comprometiera a publicarlo. También me gustaría traducir La Habana para un infante difunto de Cabrera Infante, algo que pudiera ser más factible si Tres tristes tigres tiene algún éxito. No sueño con traducir el Paradiso. Lo dejo a Petr Zavadil, quien sí tiene ganas de emprender esta tarea inhumana”.