Actualizado: 15/04/2024 23:17
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CON OJOS DE LECTOR

Mejor ser filibustero, y no pirata negrero

Un libro analiza desde una perspectiva transnacional los periódicos editados en los Estados Unidos por los desterrados cubanos del siglo XIX.

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De acuerdo al diccionario de la lengua española que tengo a mano, filibustero designa al pirata de los mares americanos. Se emplea también como sinónimo de ladrón y aventurero. E incorpora una acepción adicional, al recoger el término filibusterismo, "táctica parlamentaria que consiste en obstruir la aprobación de una ley por medio de trucos de oratoria". Esta última definición coincide con la que posee en inglés. El Webster's Desk Dictionary of the English Language define filibuster como "the use of obstructive tactics, as exceptionally long speeches, to prevent or block action on a legislative bill".

A partir de ese significado que la palabra adquirió en la esfera política, dos desterrados matanceros, Juan y Francisco Bellido de Luna, fundaron en Nueva York, en 1854, el periódico El Filibustero. Fue uno de los setenta diarios editados por cubanos en los Estados Unidos, en el período que va de la guerra con México al conflicto civil que enfrentó a las regiones del norte y el sur de aquel país. De todos esos periódicos, El Filibustero fue, sin embargo, el que abogó de manera más directa y explícita por una acción militar contra los españoles que dominaban la Isla. Los propios hermanos Bellido declaraban estar dispuestos a sumarse a esa insurrección, y expresaron su convencimiento de que en un futuro cercano El Filibustero iba a dejar de publicarse, pues sus editores no dudarían en cambiar la pluma por el fusil para incorporarse a la expedición liberadora.

Ilustrativo de ese uso que los desterrados cubanos daban al vocablo es el poema El filibustero, que por esos años escribió fuera de la Isla Juan Clemente Zenea. En el mismo el sujeto poético evoca la tierra en que ha nacido, pero de cuyo seno se ha visto forzado a alejarse, "porque entre tantas cadenas/ se enlutaba el corazón". Eso lo llevó a salir a errar con su laúd hasta que llegó, finalmente, a otras playas en las cuales lleva ya diez años. Salvado por la libertad que ahora disfruta, no deja sin embargo de apuntar con su dedo acusador a quienes esclavizan su tierra: "Vi perecer el talento/ Bajo un afrentoso yugo,/ Y entre manos del verdugo/ Agonizar la virtud". Y en los últimos versos expresa: "En vano el tirano evita/ Que torne al suelo nativo,/ Y decreta vengativo/ Alguna bárbara ley,/ Porque tengo por más honra/ ser libre 'filibustero'/ Que ser 'pirata negrero'/ Y torpe esclavo de un rey".

Pese a su extensión, he creído útil comenzar esta reseña con las referencias anteriores, porque con ellas se podrá entender con más claridad el porqué del título de una obra que hace unos meses llegó a las librerías: Writing to Cuba. Filibustering and Cuban Exiles in the United Status (The University of North Carolina Press, Chapel Hill-Londres, 2005). Su autor es Rodrigo Lazo, quien en la actualidad trabaja como profesor asistente en el Departamento de Inglés y Literatura Comparada, en la Universidad de California, Irvine. Originalmente, el libro era la tesis que Lazo comenzó a redactar cuando estudiaba Literatura Norteamericana, algo que me imagino debe sonar un tanto desconcertante para muchos lectores. ¿Puede estudiarse dentro de esa especialidad un conjunto de textos firmados por autores cubanos y escritos, en su mayor parte, en español? La respuesta es: sí, de acuerdo a la concepción que defiende Lazo, y cuya base parte de una lectura transnacional. Esto lo destaca Nicolás Kanellos en las palabras que se reproducen en la contraportada. Para él, Writing to Cuba es el primer estudio que sugiere el nuevo paradigma del transnacionalismo, que puede ser aplicado a todos los textos de los autores hispanos en los Estados Unidos.

En el prefacio de su libro, Lazo sostiene que los escritos que vieron la luz en aquellas publicaciones piden que se les examine más allá de las fronteras geográficas de Cuba y los Estados Unidos, así como de los límites conceptuales del monolingüismo establecido por los estudios literarios. Argumenta que muchos de los autores analizados por él en Writing to Cuba poseen conexiones con dos e incluso más países. De lo cual concluye que estudiarlos dentro de los confines de uno solo significaría perder la clave de muchos de sus trabajos. Y agrega: "I hope not only to add to the body of texts that people consider 'American Literature' but also to emphasize the importance of the United States theatre of operations to a print culture that might otherwise be associated solely with Cuban studies".


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