Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Cine, Arte 7

Nadie parecía

Aparte de ser agradable a la vista, esta película cuenta con una excelente actuación de Geoffrey Rush

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Giuseppe Tornatore (Sicilia, 1956) comenzó su carrera como director de largometrajes con The Professor (1986), un sólido filme basado en la verdadera historia de un camorrista que creó un imperio criminal desde la cárcel.

Tuvo la suerte, o la desgracia, de que su segundo trabajo, Cinema Paradiso (1988), una bomba lacrimógena que por su tema resulta irresistible a los amantes del cine y que estuvo bien realizada, arrasó con todos los premios importantes que se otorgaron ese año, desde los Donatellos italianos, pasando por los premios europeos, los del jurado de Cannes, los BAFTA británicos hasta llegar al Oscar a la mejor película en lengua extranjera. Fue también un éxito de taquilla.

Abrumado por el peso del triunfo, trató de mantener la fórmula de melodrama en sus siguientes realizaciones, aunque no le viniera bien a la trama. Comenzó a hacer películas eficientes, pero facilistas, de corte comercial con pretensiones artísticas y dejó de ganar premios importantes. Los críticos se sintieron defraudados con sus trabajos posteriores, que incluyeron Everybody’s Fine (1990), A Pure Formality (1994), The Star Maker (1995), The Legend of 1900 (1999) y Malena (2000) entre otras. El público tampoco se mostró muy entusiasta.

Ahora regresa a una temática más artística sobre máscaras, identidades, falsificaciones y falsificadores, con The Best Offer. Ya ganó varios Donatellos por ella, pero la cinta ha demorado en cruzar el Atlántico y la recepción en estas costas no ha sido muy cálida. Los críticos angloparlantes (incluyendo los británicos), no han sido muy generosos con ella.

Virgil Oldman es el dueño de una casa subastadora de objetos de arte de alto precio y es además coleccionista de arte. Tiene el ojo entrenado para detectar, en medio de una acumulación de objetos, en una sala oscura, aquellos que tienen valor real. No solamente eso, es capaz de detectar un fraude y de ver lo que se oculta más allá de una tela retocada o de una mancha de pintura.

Con toda su aparente seriedad, modales refinados y gustos exquisitos, es un verdadero tahúr que en combinación con Billy, un amigo pintor, le hace jugadas sucias a los compradores en las subastas que conduce para quedarse con retratos de mujer de alto valor, entre los que se incluyen obras de Ingres y del Tiziano entre muchas, que son su orgullo personal y que atesora en una habitación clausurada a la cual solamente él tiene acceso.

Virgil es pedante, frío, paternalista y dictatorial. Todo marcha en su rutina cotidiana hasta que un día es llamado a tasar las posesiones de una aristócrata que quiere vender las pertenencias de sus difuntos padres.

La mujer, que se hace llamar Claire, lo contacta por teléfono y rehúsa dejarse ver y a partir de aquí, Virgil queda intrigado y seducido por este personaje que se convierte en el oscuro objeto de su deseo. Su vida comienza a girar alrededor de esta desconocida, que parece saber mucho acerca de él. Por su voz, parece una mujer joven.

La trama se va desarrollando con fluidez, revelando claves y añadiendo capas de conjuras y maquinaciones. A Virgil lo ayuda su joven amigo Robert, que es a la ingeniería lo que un buen copista es al arte. También conspira con él, para llegar al corazón de Claire, su amigo Billy.

El filme se convierte en un thriller que se complica a pasos agigantados y va dejando atrás lo que parecía el tema central al inicio: la relación entre el arte y las falsificaciones, entre el artista y el impostor y entre la obra y el mercado. Seguir contando estropearía el disfrute del espectador.

Ubicada en una ciudad genérica, que puede parecerse a muchas y a ninguna (fue filmada en los alrededores de Venecia, en Viena y en Praga), Tornatore enmarca paisajes y personajes en secuencias que recuerdan Don’t Look Now, el tenebroso y extraordinario thriller de Nicolas Roeg que interpretan Julie Christie y Donald Sutherland, en el cual una pareja busca desesperadamente la memoria de un hijo perdido y donde todo se torna en una pesadilla alucinante, con lo que consigue hábilmente resaltar el efecto estremecedor. Es curioso que Tornatore, no por gusto, utiliza a Sutherland para encarnar a Billy.

El director descansa grandemente en la fotografía de Fabio Zamarion (Respiro), quien realiza un trabajo brillante con los enfoques y la iluminación para crear un ambiente oneroso y cuyo lujoso ensamblaje da siempre la impresión de ser puro ilusionismo.

La narración fluye a pesar de las complicaciones. Tornatore resuelve con habilidad casi todos los problemas dramáticos. Sus incursiones en meditaciones sobre el arte, la identidad y los plagios es limitado y queda a nivel superficial, no quiere emular con F for Fake, ni siquiera con los trucos de Trance, pero sus disquisiciones son placenteras y de cierto interés al espectador educado. Aquí reduce al mínimo el elemento melodramático, diluyéndolo con diálogos y situaciones cargadas de ironía. Presenta un humor más refinado que el de sus filmes anteriores. Las situaciones y los personajes también recuerdan un poco a Vértigo, en lo cual parece un cierto homenaje de Tornatore al maestro Hitchcock. A veces parece que el personaje de Tom Ripley (A plain soleil) va a aparecer en la escena.

Aparte de ser agradable a la vista, la película cuenta con una excelente actuación de Geoffrey Rush en el papel de Virgil, que interpreta el estereotipo del coleccionista sofisticado con pretensiones insufribles, de forma contenida y con cierta teatralidad que se ajusta al ambiente de la película, aporta un necesario aire de falsedad a la impostura imperante. El resto del elenco cumple sus papeles con las mínimas exigencias de estos, pero idóneamente. Son interpretaciones breves, sin mucho destaque, pero que ejecutan con una sutileza necesaria para la trama. Todos parecen tratar de enmascararse en alguna medida. Sylvia Hoeks, una actriz holandesa en su tercer largometraje, es quizá el eslabón más débil de la cadena. En su breve aparición, en el rol de Claire, no resulta convincente. La música del veterano Ennio Morricone funciona como un complemento excelente, que añade misterio de forma atenuada, sin desviar la atención de lo que ocurre en la pantalla.

Sin llegar a ser gran cine y gran arte, Tornatore ha creado una película interesante y atractiva que puede tener varias lecturas sin tocar ningún tema a fondo. En una película sobre apariencias, la apariencia predomina.

The Best Offer (Italia, 2013). Guión y dirección: Giuseppe Tornatore. Director de fotografía: Fabio Zamarion. Música: EnnioMorricone. Con: Geoffrey Rush, Jim Sturgess, Sylvia Hoeks y Donald Sutherland. La película comenzó a estrenarse en Nueva York el primero de enero de este año y ha tenido distribución limitada en escasas salas de algunas ciudades americanas. Se encuentra disponible en IFC OnDemand.


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