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Dostoievski, Literatura, Literatura rusa

Relato psicológico de un crimen

Hace 150 años se publicó en forma de folletín la que para muchos críticos constituye la obra maestra de Dostoievski, además de ser una de las novelas más influyentes e internacionales de la literatura rusa

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Dostoievski es el único que me ha enseñado algo en psicología.
Nietzsche

“La vieja, como de costumbre, no llevaba nada en la cabeza. Sus cabellos, grises, ralos, empapados en aceite, se agrupaban en una pequeña trenza que hacía pensar en la cola de una rata, y que un trozo de peine de asta mantenía fija en la nuca. Como era de escasa estatura, el hacha la alcanzó en la parte anterior de la cabeza. La víctima lanzó un débil grito y perdió el equilibrio. Lo único que tuvo tiempo de hacer fue sujetarse la cabeza con las manos. En una de ellas tenía aún el paquetito. Raskolnikov le dio con todas sus fuerzas dos nuevos hachazos en el mismo sitio, y la sangre manó a borbotones, como de un recipiente que se hubiera volcado. El cuerpo de la víctima se desplomó definitivamente. Raskolnikov retrocedió para dejarlo caer. Luego se inclinó sobre la cara de la vieja. Ya no vivía. Sus ojos estaban tan abiertos, que parecían a punto de salírsele de las órbitas. Su frente y todo su rostro estaban rígidos y desfigurados por las convulsiones de la agonía.

“Raskolnikov dejó el hacha en el suelo, junto al cadáver, y empezó a registrar, procurando no mancharse de sangre, el bolsillo derecho, aquel bolsillo de donde él había visto, en su última visita, que la vieja sacaba las llaves. Conservaba plenamente la lucidez; no estaba aturdido; no sentía vértigos. Más adelante recordó que en aquellos momentos había procedido con gran atención y prudencia, que incluso había sido capaz de poner sus cinco sentidos en evitar mancharse de sangre... Pronto encontró las llaves, agrupadas en aquel llavero de acero que él ya había visto”.

El fragmento anterior corresponde a la descripción de uno de los crímenes más famosos de la literatura universal. Pertenece a Crimen y castigo, que es, junto con Los hermanos Karamazov, la novela más conocida de todas las escritas por Fiodor M. Dostoievski (1821-1881). Con La guerra y la paz, de Tolstoi, comparte además el privilegio de ser considerada una de las obras más influyentes e internacionales de las letras rusas. Cuando se publicó hace 150 años, alcanzó un notable éxito y se tradujo a varios idiomas. Pocos años después de que el cine diera sus primeros pasos, fue llevada a la pantalla. La primera versión es de 1909 y se realizó en Rusia, lo mismo que la última, que data de 2007. En total, existen unas veinte adaptaciones cinematográficas de la novela, hechas en Estados Unidos, Alemania, Francia, México, Finlandia, Brasil y Perú.

Dostoievski empezó a escribirla en 1865. Llenó tres libretas de anotaciones, que póstumamente se editaron bajo el título de Los cuadernos para Crimen y castigo. La lectura de esas páginas permite seguir el proceso de composición y escritura. Recoge también versiones alternativas de la escena final, así como observaciones sobre algunos personajes, como Sonia Mermeladova y Svidrigailov. Un detalle sorprendente es que originalmente esa obra estaba concebida como un cuento largo o noveleta narrada en primera persona. Venía a ser la confesión de Raskolnikov, quien retrospectivamente reconstruía su crimen tras el arrepentimiento. De modo que, en su versión primitiva, Crimen y castigo estaba más cerca de Memorias del subsuelo que de la novela que hoy conocemos.

Dostoievski la dio a conocer en 1866 en forma de folletín en la revista El Mensajero Ruso, donde se editó en doce entregas, y después apareció como libro. Su salida sirvió para restaurar la posición del autor como uno de los mejores escritores de Rusia. Marcó además el inicio de su etapa de madurez, en la que creó sus obras más importantes: El idiota (1869), Los endemoniados (1872), Los hermanos Karamazov (1880). De acuerdo a la opinión autorizada de Ettore lo Gatto, con esas novelas, así como con su personal Diario de un escritor, Dostoievski acrecentó su influencia, pese a las polémicas político-ideológicas a que dio lugar. A los temas tratados por poetas, narradores y críticos, el autor de Humillados y ofendidos incorporó “precisamente el carácter denominado dostoievskiano, donde racionalidad e irracionalidad chocan entre sí en cuanto a la valoración intelectual, y la normalidad se funde con la anormalidad respecto a la penetración psicológica”.

La magnífica acogida que tuvo Crimen y castigo contrastó con la reacción desfavorable de la prensa liberal, que objetaba ferozmente el retrato del protagonista. Varias décadas después, la novela tuvo otro crítico despiadado en Vladimir Nabokov. En las notas de sus clases sobre literatura rusa, quedaron recogidas sus opiniones. Él mismo reconocía que su posición respecto a Dostoievski era “curiosa y difícil”. Acerca de este, sostenía que “no es un gran escritor, sino un escritor bastante mediocre; con destellos de excelente humor, separados, desgraciadamente, por desiertos de vulgaridad literaria”. Y a propósito del protagonista de Crimen y castigo, afirmaba, entre otras cosas, que “no se sabe por qué, asesina a una anciana prestamista y su hermana”. Se trata, en fin, de juicios discutibles e incluso arbitrarios, pero era lo que Nabokov opinaba.

Incluso muchos de los que no han leído la novela, saben a grandes rasgos cuál es su esqueleto argumental. Rodión Raskolnikov es un joven que ha tenido que abandonar la universidad por falta de medios. Apenas consigue sobrevivir, y ni siquiera los esfuerzos de su madre y su hermana logran mejorar su situación. Esta última ha aceptado casarse, con el fin de ayudarlo y asegurar a la madre una vejez tranquila. Eso indigna a Raskolnikov, pues sabe que es un matrimonio doloroso. Se le ocurre entonces la idea de matar a una vieja, una usurera despiadada que guarda mucho dinero en la casa. Cree que así podría salvar de la desgracia a un alma noble.

Precursora de la novela psicológica

Con alucinada frialdad, se dedica a preparar un plan. Durante la consumación, se ve obligado a asesinar también a la hermana de la usurera, quien lo sorprende en el lugar del crimen. El botín resulta ser mínimo y desde ese momento Raskolnikov se da cuenta de que ha perdido la partida: el dinero robado es insuficiente para resolver, siquiera en una pequeñísima medida, su idea de justicia. Sin embargo, él sigue convencido de que no ha cometido ningún crimen, sino que solo se ha equivocado al matar inútilmente. El delito que ha cometido lo deja en una gran confusión. Confiesa las razones que lo condujeron a ello a Sonia Mermeladova, una muchacha pobre y buena que se prostituye para ayudar a su familia y dar de comer a sus hermanitos. Justamente, la pureza de su corazón hace que Raskolnikov se acerque a ella. Abrumado por las dudas y por la presión de su hermana y de la joven, se entrega finalmente a la policía. Es condenado a ocho años en Siberia, a donde se va a cumplir la sentencia acompañado por Sonia.

En el caso de Raskolnikov, el castigo no es solo el que determina la justicia, sino la propia condena que él se impone, la penitencia. No es el típico criminal que encuentra razones para eximirse de culpa. Dostoievski demuestra que la violencia, incluso cuando está animada por el propósito de hacer el bien, es intrínsecamente antihumana y que todo crimen representa una violación de las normas humanas y éticas. A través de esas ideas, traspuestas del plano individual al social, el escritor ruso juzga el movimiento revolucionario de su época como una reacción de hombres resentidos y ambiciosos.

El propio Dostoievski dio una acertada definición de Crimen y castigo: es el relato psicológico de un crimen. En ese aspecto, es precursora de la novela psicológica, pues en ella se analizan, desde la perspectiva de quien comete un asesinato, los aspectos relacionados con la culpa y su consecuente castigo. El escritor se adentra de manera admirable en los recovecos de los contradictorios sentimientos de Raskolnikov, mientras deambula por las calles de San Petersburgo. El núcleo central del cual se derivan los avatares narrados en la novela, se basa precisamente en la complejidad de los motivos que ocasiona en el protagonista el delito cometido por él. Y se puede afirmar que, en contadas ocasiones, la secreta interioridad del ser humano ha alcanzado una soledad tan completa y desesperada.

Raskolnikov rechaza la ética colectiva y quiere experimentar los límites de la libertad mediante la transgresión de la moral y el homicidio. Está firmemente convencido de que los fines humanitarios justifican la maldad. Pero desde que mata a la anciana usurera, la culpabilidad se transforma en una pesadilla permanente con la que será incapaz de convivir. Dos ideas se vuelven obsesivas en él: el bien que podría hacer con el dinero y la facultad propia de un espíritu superior para apropiarse por todos los medios de ese dinero. Pero esos dos puntos de vista son contradictorios: uno está animado por un ideal humanitario; el otro se dirige hacia una doctrina del superhombre, que distingue rigurosamente a los seres humanos “comunes” de los “elegidos”. El único aspecto que poseen en común es que ambos buscan una solución en el delito.

Dentro de la rica galería de personajes dostoievskianos, Raskolnikov se destaca como uno de los más complejos en cuanto a fuerzas intelectuales y morales. Su amigo Razumijin lo describe con estas palabras: “Sombrío, huraño, altivo y soberbio; en los últimos tiempos, y quizás ya antes, impresionable e hipocondríaco. Generoso y bueno. No gusta de expresar sus sentimientos y prefiere cometer una crueldad a traducir en palabras los movimientos de su corazón… Terriblemente encerrado en sí mismo, todo le es indiferente y todo le asquea; permanece tumbado sin hacer nada ni interesarse jamás por aquello que en un momento dado interesa a todos. Tiene de sí mismo una altísima opinión y, al parecer, no le falta razón para ello”.

A pesar de su alejamiento de los demás, no es frío ni duro de corazón. Antes bien, es accesible al amor, la piedad y los sentimientos tiernos y generosos. Como rasgo principal de su espíritu, posee la capacidad de concentrarse teóricamente y de transformar en pensamiento las torturas de su alma. Se ha visto en él una anticipación del superhombre nietzscheano, el ser humano más allá del Bien y del Mal. Al final, aparece en él el carácter ruso, con la idea de una purificación mística a base de humildad y renunciamiento. Acepta la condena de los hombres “vulgares” y gracias a ella se salva. Es la trágica redención rusa a través de la estoica pasividad, algo que en Europa no se podía comprender. Asimismo, conviene señalar que Raskolnikov se presenta como un espejo en el cual se reflejan los principales motivos que agitarán la época, desde las ideas socialistas de Carlos Marx hasta el superhombre de Nietzsche, así como el misticismo renunciador y mesiánico que Dostoievski advertía en el pueblo ruso.

En la novela hay además otros personajes que poseen un gran peso. Entre ellos se destacan dos especialmente importantes. Uno es Sonia Mermeladova, la joven que, pese a haberse prostituido, se conserva tan noble, que puede redimir a Raskolnikov. Pertenece a una figura femenina predilecta del romanticismo y el posromanticismo, ejemplificada por la María de Los misterios de París, de Eugène Sue, y la Fantina de Los miserables, de Víctor Hugo. Pero a diferencia de estas, Sonia se siente responsable de su degradación y admite la necesidad de un sacrificio que la redima. Es fuerte y está segura de su fe, lo cual le permite arrastrar a Raskolnikov. En cierto sentido, representa a un nuevo tipo de mujer nacida del feminismo decimonónico: ya no es víctima indefensa, sino una criatura que puede salvarse y salvar a otros, al asumir el pecado ajeno como propio.

El otro personaje significativo es Porfiri Petrovich, el juez de instrucción que lleva el caso. Algunos críticos lo catalogan como personaje secundario. Personalmente, pienso que en su caso la etiqueta resulta poco adecuada, pues hasta cierto punto viene a ser la clave de la novela. Actúa como comentarista de la trama, la sigue y la intuye desde el inicio. Es también quien secretamente la conduce hasta su inevitable desenlace. Según confiesa él mismo, se considera un hombre fracasado e intuye quién es el autor del asesinato de la prestamista, pues él mismo sintió latir dentro de sí un Raskolnikov, un superhombre preparado para probar los límites de la libertad y elevarse por encima de sus semejantes. Porfiri anticipa el policía sosegado y consciente que décadas después se impondrá en la narrativa policial.

Crimen y castigo perdura hoy como la más conocida y famosa de las novelas escritas por Dostoievski. Posiblemente, eso se debe gracias al atractivo de una situación de fondo policiaco, que sirve a su autor para abordar los grandes temas, desde las fronteras de la libertad hasta la legitimación de la violencia. Psiquiatras y criminalistas la leen para estudiar las reacciones de Raskolnikov, como si se tratase de una investigación científica. Y con perdón de Nabokov, constituye la obra cumbre de un gran escritor. Solamente los diálogos entre Raskolnikov y Porfiri Petrovich son considerados por autores como Stefan Zweig, como una de las cimas de la literatura universal.