Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Música

Si no tan libre, lo menos manipulable posible

En su último disco, el dúo Buena Fe prolonga su preocupación por captar y recrear el espíritu y la realidad cotidiana de la Cuba de hoy

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En su libro La luz, bróder, la luz. Canción Cubana Contemporánea (Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, Colección A guitarra limpia, La Habana, 2009), el crítico musical Joaquín Borges-Triana dedica varias páginas a los cantautores de la zona oriental de la Isla. Son, apunta, una evidencia de que la actual cancionística cubana no es un fenómeno exclusivamente habanero o de los creadores afincados en el extranjero. Asimismo expresa que “durante estos últimos años varios cantautores en el Oriente de Cuba se han esforzado por romper esquemas y brindarnos muestras de la buena canción que se ha venido facturando entre nosotros”. Entre otros, se ocupa de José Nicolás, William Vivanco, Luis Felipe Veranes, José Aquiles, Fernando Aramís, Freddy Lafitta, así como de los dúos Postrova y Buena Fe.

De todos esos artistas, son estos últimos los que, sin discusión, han alcanzado una mayor popularidad en el público juvenil de la Isla. Sus conciertos convocan a miles de seguidores, lo cual ha hecho de ellos un verdadero fenómeno de masas (a una de sus actuaciones en la Plaza de la Revolución asistieron más de 300 mil personas). Los jóvenes se identifican con sus melodías agradables y sus letras inteligentes, pues como comentó una estudiante universitaria, “dicen lo que yo quisiera decir, me leen el pensamiento y me siento identificada”. A fines de 2009, se presentaron en Miami y su visita irritó a un sector del exilio. En Cuba, Palabra Nueva, la revista de la Arquidiócesis de La Habana, citó sus canciones como ejemplo de civismo, y algunas de ellas han sido prohibidas en las emisoras de radio y la televisión. Acerca de ello, uno de los integrantes de Buena Fe, Yoel Martínez Rodríguez, ha declarado: “Toda canción que pretende hablar sobre la sociedad siempre tropieza con visiones diferentes. Uno va buscando amigos y enemigos casi a la misma altura. Tengo amigos a los que adoro mucho y tengo enemigos que me honran”.

Buena Fe surgió en Guantánamo, a fines de 1999. Lo formaron Yoel Martínez Rodríguez (1980), graduado de nivel medio en guitarra clásica, e Israel Rojas Fiel (1973), licenciado en derecho y músico autodidacta. En febrero de 2001, un funcionario de la EGREM viajó a las provincias orientales en busca de grupos para incorporar al catálogo de esa empresa discográfica. Los escuchó en una audición y ese mismo año grabaran su primer disco, Déjame entrar. La recepción fue muy favorable y a los pocos meses sus canciones estaban en las listas de éxitos de las emisoras nacionales. El compacto fue el más vendido del año 2002 y obtuvo en Cubadisco el premio en la categoría de ópera prima. A partir de ahí, Buena Fe pasó a tener una popularidad que ha ido en ascenso. Tras Déjame entrar, grabaron Arsenal (2003), Corazonero (2004), Presagios (2006), Catalejo (2008) y Extremistas Nobles (2010), este último junto con Frank Delgado.

Asimismo y aunque ya antes se habían presentado en México y Venezuela, con Presagios iniciaron su proyección internacional. Desde entonces, las giras los han llevado a cantar en Inglaterra, Francia, Canadá, Rusia, Argentina, Nicaragua, España, Estados Unidos y Alemania. El año pasado la periodista Juliana Venero Bon publicó el libro De Buena Fe (Editorial Extramuros, La Habana, 2010), donde además de recorrer la trayectoria del dúo e incluir las letras de sus canciones, recoge opiniones de figuras del ámbito cultural cubano como Víctor Casaus, Liuba María Hevia, Vicente Feliú, Edesio Alejandro, Gerardo Alfonso e Ian Padrón. El prólogo lo redactó el escritor Leonardo Padura, quien expresa: “Buena Fe me entró como un flechazo: apenas lo escuché y supe que estaba ante algo diferente que me gustaba sin más remedio (…) Es un invitado asiduo de mi reproductor de cds, al cual apenas le pidieron permiso para entrar… y quedarse dentro”.

Una cartografía sonora basada en la fusión

Buena Fe ha engrosado su discografía con un nuevo título: p (3, 14) (EGREM, La Habana, 2011). Fue grabado en enero del año pasado en el estudio Vieja Linda Records, que está a las afueras de la capital. Recoge doce canciones, y como es habitual en el repertorio del dúo, fueron compuestas en su totalidad por Israel Rojas Fiel, quien además pone la voz principal en las interpretaciones. Asimismo junto con Yoel Martínez Rodríguez, firma los arreglos de ocho de los temas. Como invitados participan en el compacto Eliades Ochoa, Pablo Milanés y los Aldeanos, quienes cantan con el dúo en Mamífero Nacional, Despedida y Miedos, respectivamente.

Desde sus primeras grabaciones, Buena Fe creó una cartografía sonora basada en la fusión. Su música, como ya otros críticos han señalado, retoma la herencia de la Nueva Trova, dándole un tratamiento pop. Al respecto, el propio Israel ha expresado: “Algunos nos llaman trovadores reprimidos, cosa que está lejos de ser cierta. Somos músicos que provenimos de la trova y llegamos al rock-pop. No negamos la influencia de Corona, Matamoros, Garay, Silvio, Pablo, Santiago Feliú, entre otros; pero hemos fusionado el potencial lírico de la trova con la fuerza y ascendencia del rock de estos tiempos para hacer nuestra propia música”.

En p (3, 14) esa estética de fusión sigue estando presente, pero igualmente se advierte la voluntad del dúo de encontrar un camino propio, una impronta personal, una sonoridad contemporánea. Asimismo y del mismo modo que antes incorporaron el reggae, el flamenco, la guaracha, el ska, en títulos como Libre y Miedos integran el rock, así como elementos del rap y el jazz. Dialogan además con la tradición musical cubana en Mamífero Nacional y p (3, 14). Para componer el segundo de esos temas, Ismael Rojas se inspiró en el changüí, variante del son propia de la región de Guantánamo. Lotería y Mar adentro son muestras del costado más pop del repertorio de Buena Fe. En ambos tratan el tema siempre vigente del amor, presente en sus otros discos.

Cito nuevamente a Israel Rojas, quien expresó en una entrevista: “Buena Fe comenzó con una intención de expresar la realidad, lo objetivo. El cubano se autocensura diariamente y no hay por qué, ya lo dijo Martí: ‘Ser cultos para ser libres’ (…) Queremos y hacemos una canción responsable, movemos ideas, no nos damos el lujo de que nuestros temas caigan en arenas movedizas”. Al igual que sus discos anteriores, p (3, 14) participa de esa preocupación por captar y recrear el espíritu y la realidad cotidiana de la Cuba de hoy. Por un lado, lo hacen a través de dos corrientes de las cuales se ha nutrido nuestra música popular: el costumbrismo y el humor criollo. A partir de la primera está concebido el tema Mamífero Nacional, en el cual Buena Fe reclama ese título para el cerdo: “Como uno más de las familias/ desafiando normas higiénicas/ en bañaderas o balcones,/ fueron transfusiones de carteras gélidas./ Bodas, quince, graduaciones/ bombardeados por su corazón./ En el mercado agropecuario/ se comporta como el índice Dow Jones./ Quién ha visto un Fin de Año/ sin esa nube de aromas,/ lo mismo en los barrios ricos,/ que en las más humildes lomas”.

En la composición que da título al compacto, se amonesta, entre bromas y veras, el lenguaje zafio y vulgar que es moneda de curso legal en la Isla, sobre todo entre jóvenes y adolescentes. Israel Rojas trata ese problema en una letra escrita con inteligencia y picardía: “Quien me quiera joder,/ yo lo mando a la Pi./ Quien me quiere hacer mal,/ se va pa´la Pi./ Quien me quiera explotar,/ no aguanto ni Pi/ ni creo en ni Pi (3, 14)./ Si me vienes con bien,/ ay, te quiero con Pi./ Si me vas a ayudar,/ ya es mi hermano de Pi./ Quien sabe respetar/ y el amor repartir,/ que este mundo es de Pi (3, 14)”.

Sin embargo, lo que domina en el disco son las reflexiones sobre cuestiones sociales y comportamientos humanos. En Lotería, por ejemplo, acerca de las dificultades para hallar una pareja con la cual compartir la vida. En Contracorriente, sobre los conflictos generacionales. Como hicieron en muchos temas de sus discos anteriores, el dúo no esquiva tratar de manera crítica otros asuntos más controversiales. Así, en Dos emigrantes se refieren a las actitudes distintas que asumen los cubanos que vuelven de visita a la Isla: “Uno de los dos/ vendrá con un acento,/ como si no hubiera nacido aquí dentro./ Uno de los dos,/ con el cuello dorado/ para que vean lo bien que ha estado./ Otro, más discreto, con delicadeza/ sabrá el respeto que arde en la miseria./ Y verá gigante en todo aquel que se quedó/ cuando una daga le recuerde/ por qué fue que se marchó,/ cuando una mierda le recuerde/ por qué fue que se marchó”.

La poesía como principio rector

En Despedida, Buena Fe habla sobre el tema de los jóvenes cubanos que emigran a otros países, al no encontrar la posibilidad de realización. Quienes se van lo hacen con “una sed de estrellas” en el corazón, con “el apetito de un vivir mejor”. La suya es, no obstante, una partida dolorosa: “Cómo me libero de esta carga amarga./ Cómo no hago de la vida despedidas./ Cuánto olvido cabe en el adiós. Cuánto”. La sospecha trata sobre lo difícil que es empinarse por encima de los miedos y la desconfianza, a causa de “tantos años de tirar pal frente/ entre bloqueos y mala administración”. Sobre ese tema el dúo vuelve en Miedos, composición en la que reflexionan acerca del temor y las distintas formas en que se manifiesta. Y en Libre, medita sobre el siempre problemático concepto de libertad y canta: “Reparo en cuántos límites me apresan,/ lágrimas de madre, hijo que se queja,/ mujer que me hechiza, grasa que se muerde,/ hermanos que sufren, musas que se pierden,/ oro que falta, moral sin base,/ y esta anatomía, anatomía sin clase”.

Esas composiciones están animadas, como antes apunté, por la preocupación de hacer una música responsable, de mover ideas, de ofrecer una imagen crítica de la contemporaneidad. Todo eso Israel Rojas lo expresa mediante un lenguaje en el que la poesía funciona como principio rector, pues como él sostiene, se dirigen a un público que “no tiene pereza de mente, que quiere conectarse con la vida, que le interesa la canción que dice cosas”. Son, por tanto, temas cuyas letras exigen ser escuchadas atentamente, ya que además de imágenes bonitas plantean cuestiones para reflexionar. Esa es la razón por la cual en cada compacto se incluye un folleto donde se reproduce el texto de las canciones. Como soporte sonoro, tienen además unas melodías agradables, lo cual hace que letra y música funcionan como un todo homogéneo.

Desde que Buena Fe emprendió su andadura, ha tratado de mantener un balance equitativo entre la música pensante y elaborada y la capacidad de comunicación con el auditorio juvenil. A eso se suma la reticencia y, en ocasiones, la negativa de las emisoras radiales a programar aquellos temas que, de acuerdo a su criterio, no son comerciales. En su último trabajo discográfico, eso que en el lenguaje académico se conoce como negociación se pone de manifiesto en la inclusión de algunos temas que si bien yo no llamaría de relleno, sí son musicalmente de calidad inferior a la del resto. Es el caso, por ejemplo, del segmento baladístico de La sospecha y de la concesión al pop más insulso en La lotería. No obstante, conviene decir que son lunares aislados, pues en conjunto p (3, 14) posee un nivel muy satisfactorio, dentro del cual se destacan composiciones tan hermosas como Despedida y Mar adentro.

Por haber sido editado en Cuba, p (3, 14) no es fácil de conseguir en Estados Unidos y otros países (hasta donde yo sé, donde único cuentan con la discografía completa es en El Museo del Disco, de Miami). En cambio, en sitios como Amazon está a la venta el compacto Best of Buena Fe. Recoge doce temas, entre los cuales figuran El Duende del Bache, Nacimos ángeles, Corazonero, Cuando tú me faltas y Dios salve al rey, que se hallan entre los más populares y representativos del quehacer del dúo.

En el panorama musical de la Isla, Buena Fe constituye una propuesta saludable y oxigenante. Frente a la pandemia de sexismo, vulgaridad, violencia, intrascendencia y elementalidad que ha traído el reggaetón, ellos representa un antídoto. No lo afirmo porque piense que vaya a recuperar a quienes han determinado que esas, es un decir, canciones se escuchen a toda hora y a todo volumen (lo comentó ya un especialista: esos jóvenes están irremediablemente perdidos para cualquier otra opción musical). Más bien lo digo porque con sus letras inteligentes Buena Fe está contribuyendo a educar estéticamente a otro sector de la juventud. El hecho de que en sus presentaciones el dúo convoque a un numeroso público juvenil que disfruta y canta unas canciones escritas con inteligencia y buen gusto, resulta muy estimulante e indica que no todo está perdido.

Respecto a Buena Fe tengo un único punto de desacuerdo que considero de elemental honestidad exponer. No se relaciona con su música, sobre la cual ya plasmé mi opinión. Se refiere a una actitud de Israel Rojas que corre el riesgo de convertirse en hábito. Aunque él sostiene y repite que es artista y no político, no pierde ocasión para hacer afirmaciones que demuestran lo contrario. Hablo de declaraciones que se pueden leer en internet, de las cuales son ejemplos “voces como las de Yoani Sánchez no son tomadas en cuenta en Cuba”; “en Miami no hay nadie en la calle, realmente me parece una ciudad muerta”; o las Damas de Blanco son “unas puñeteras”.

Quien compuso una canción como Libre, debería aplicar la regla básica de reconocer a los demás la libertad de pensar, aunque sea de manera diferente. De igual modo, quien se confiesa ateo, pero tiene a José Martí como religión, haría bien en recordar que nuestro héroe nacional luchó y dio su vida por una Cuba “con todos y para el bien de todos”. En uno de los temas del último compacto de Buena Fe, Israel Rojas canta: “Todo el mundo cuenta./ Quien me da su casa y quien me la renta./ Quien techa ciudades y quien la cimienta./ Quien pichea a la diestra y a la siniestra”. Pues de eso se trata, de entender y aceptar que todo el mundo cuenta. Aplicar exclusiones y cortapisas de cualquier tipo es una negación del pensamiento y el espíritu martianos.