www.cubaencuentro.com Viernes, 05 de agosto de 2005

 
   
 
Muere en La Habana el cantante Ibrahim Ferrer
El cuerpo del bolerista será sepultado este lunes, a la espera de que llegue a la Isla un hijo que vive en Argentina, dijo la viuda de Ferrer, Caridad Díaz.
 

AFP/ La Habana. El cantante Ibrahim Ferrer, uno de los miembros del proyecto musical Buena Vista Social Club, murió este sábado a los 78 años de edad en un hospital de La Habana, informó a la AFP la viuda del músico, Caridad Díaz.

Ferrer falleció a las 17:20 hora local en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ), donde ingresó hace unos días con síntomas de gastroenteritis, apenas llegó de una gira de un mes por Europa, precisó Díaz.

Añadió que el cuerpo del bolerista será sepultado este lunes, a la espera de que llegue a la Isla un hijo que vive en Argentina.

"Él ha sido una persona muy digna, de admirar, no sólo como músico sino como padre y como esposo. Su gira la terminó con mucho valor. Estamos muy afectados", manifestó.

El cantante acababa de llegar de una gira por Holanda, Suiza, Austria y Gran Bretaña, señaló Díaz.

"Su gira la terminó con mucho valor. Con tremendo valor, y no sólo eso, sino que también con mucho éxito, tuvo una excelente acogida en Europa", agregó.

Nacido el 20 de febrero de 1927 en Santiago de Cuba, Ferrer comenzó adolescente en el mundo musical, actuó con figuras cimeras de su país, pero tuvo que esperar siete décadas para tocar la fama y reinar en el bolero, género de su preferencia.

Según se cuenta, su madre comenzó a sentir los dolores de parto en un salón de baile, premonición que se completó con un desarrollo en un ambiente familiar y local dominado por la música.

A los 12 años de edad, su madre murió e Ibrahim tuvo que ganarse la vida vendiendo dulces y palomitas de maíz en las calles. No obstante, un año después integró su primer grupo musical, Los jóvenes del son, para amenizar pequeñas fiestas de barrio.

Ferrer comenzó a cantar con varios conjuntos locales de Santiago de Cuba: Sorpresa, Wilson y Maravilla de Beltrán, este último bajo la dirección de Pacho Alonso.

En 1955, durante una década de oro para la música cubana, obtiene su primer éxito con el disco El platanal de Bartolo, como parte de la orquesta de Chepin Choven, dirigida por el maestro Electo Rosell (Chepin), el más importante músico de la región oriental en esos momentos.

Pero la suerte le jugó una mala pasada a Ferrer: su nombre no apareció entre los créditos del disco y el éxito pasó anónimo.

En 1957, el cantante se mudó a La Habana, donde trabajó con la Orquesta Ritmo Oriental, que dirigía Benny Moré, para después volver con Pacho Alonso, radicado también en La Habana con un nuevo grupo, Los Bocucos.

En esas agrupaciones fue intérprete de guarachas, sones y otros ritmos bailables, pero los respectivos directivos de las orquestas le negaron el acceso al bolero.

Después de la muerte de Alonso, en 1982, Los Bocucos perdieron popularidad sin su gran figura, no obstante Ferrer, un tanto desilusionado con la música, permaneció en la agrupación hasta su jubilación en 1991.

Desde esa fecha, y con Cuba en medio de una fuerte crisis económica que devaluó en la práctica su jubilación, Ferrer se ganó la vida limpiando zapatos, hasta que un día de 1997, la suerte tocó a su puerta de manos del músico cubano Juan de Marcos González.

De Marcos había iniciado junto al norteamericano Ry Cooder el proyecto discográfico Buena Vista Social Club, que reunió además de a Ferrer, a Compay Segundo, Omara Portuondo, Rubén González y Eliades Ochoa, entre otros

Cooder pidió una voz más suave para los boleros, y De Marcos se acordó del olvidado Ferrer, quien renació para la música a los 70 años, y esta vez bajo la estrella de la fortuna.

El proyecto dio origen al álbum Buena Vista Social Club, ganador de un Grammy en 1998, y al documental del mismo nombre, realizado por el alemán Win Wenders.

Además de este álbum inicial del proyecto, Cooder patrocinó más tarde Buena Social Club presenta a Ibrahim Ferrer, que lo ubicó en la fama mundial, sobre todo por el tema Silencio, que cantó a dúo con Omara Portuondo.

En 2004, Ferrer ganó el premio Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Música Tradicional por Buenos Hermanos.

Con su perenne parsimonia y su eterna gorra, Ferrer admitía tener la edad de su fama: "recién tengo siete años de nacido", dijo en 2004 a la prensa.

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