Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Norberto Fuentes, Literatura, China, Fidel Castro

富恩特斯: El “libro rojo” de Norberto Fuentes

No solo de reflexiones viven los chinos, y ahora la publicación del libro de Fuentes presenta la otra cara del mandatario

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La Autobiografía de Fidel Castro, de Norberto Fuentes, acaba de ser publicada en China.

Fidel Castro reflexiona en chino, nos informa el blog Café Fuerte, el 7 de junio, al brindar la noticia de la aparición en chino de una selección de 38 de sus ya espaciadas “reflexiones”, un libro que fue presentado en Beijing gracias a un esfuerzo conjunto de la Embajada de Cuba y la Asociación del Pueblo Chino por la Paz y el Desarme.

Sin embargo, hay más, mucho más. No solo de reflexiones viven los chinos, y ahora la publicación del libro de Fuentes presenta la otra cara del mandatario.

Para quienes viven en un país que mezcla en igual dosis —en ocasiones letales— la censura y el consumo, conocer esta proyección de un líder del mundo comunista puede resultar al mismo tiempo cotidiano y sorpresivo. No por gusto la ideología en China es también un bien de consumo, siempre que no entre en los vericuetos de la política actual.

En Beijing se pueden comprar figurines que representan una de las etapas más represivas del régimen —o la más—, durante la época de la “Revolución Cultural”: pequeñas representaciones en porcelana de hombres humillados, con carteles que cuelgan sobre sus hombres, están disponibles, para que las adquieran los turistas extranjeros, como antes se importaban muñecas de la otra China, que representaban a la “diosa de la fortuna” y a las que se podía quitar una mano cuando se les pedía algo; con el agravante de que ahora no hay nada que quitarles a las figuras, porque en su momento quienes la inspiran ahora fueron despojados de su dignidad de la forma más soez.

La tienda de libros extranjeros en la calle Wangfujing Dajie es el mejor lugar para desplegar el discurso neoliberal de la libertad tras la Pepsi. Pese a lo limitado del muestrario —en lo que a pensadores contemporáneos se refiere— se encuentran obras que permiten afirmar un avance en las posibilidades de lectura para una clase intelectual y académica. Años atrás algo tan simple como dos libros del personaje de comics francés Tintín estaban prohibidos en China, El lotus azul y Tintín en el Tíbet. Hoy no solo se encuentran en los estantes sino en ediciones hechas en China. Ahora seguramente la Autobiografía de Fidel Castro ocupará un lugar en los estantes.

Nada de esto anula los casos conocidos y divulgados hasta el cansancio de represión intelectual, pero la vida se hace de pequeños gestos. Para alguien que siempre ha sospechado de los gestos heroicos y las posiciones altisonantes, tras las declaraciones a favor de la democracia, es un paso de avance.

Las “reflexiones” de Mao

A unas cuadras de la librería de la calle Wangfujing Dajie, a la salida del salón principal del restaurante Quanjude, hay una gran tarja de bronce que recuerda al visitante una anotación en el diario de Mao Zedong. El Gran Timonel señala que el Quanjude es una gloria de China y como tal debe existir por siempre.

Así que uno respira tranquilo y confiado, porque en la próxima visita a la capital china es seguro que lo estará esperando un suculento pato pekinés, la especialidad de la casa, en el restaurante más famoso del país.

El camarada Mao, gran previsor, lo dejó así dispuesto, tanto para nacionales como para extranjeros. Gloria eterna a su nombre y gusto culinario.

Fidel Castro —quien por cierto comió en el Quanjude—, en un momento de su vida tras el poder diario decidió seguir las huellas de Mao y presentarnos un pensamiento, una reflexión, una sugerencia. Eso es lo que reflejan sus “reflexiones”. No llegó al extremo —quizá porque su hermano menor lo impidió, quizá por cansancio— de sugerir una cafetería, recomendar un restaurante, convertir en plato nacional un asado. Pero ese Fidel de las “reflexiones” no refleja la esencia de su mandato, más bien es una consecuencia de su “posgobierno”; no es siquiera un atisbo de su posteridad, que en lo adelante habrá que buscar en obras como las de Fuentes.

Como el propio autor ha explicado, el título del libro fue sugerido por Basilio Baltasar, que era el editor de Seix Barral en aquel momento y a cuyo cargo estuvo la aparición en España de otro libro de Fuentes, Dulces guerreros cubanos. Fue Baltasar quien le dijo al escritor y periodista cubano —residente en Miami— que todo el mundo quería publicar la autobiografía de Fidel y le propuso hacerlo.

El resultado es este libro —en dos tomos y en su versión abreviada— que mezcla realidad y ficción en una especie de biografía novelada, que va más allá de los chismes y la información de primera mano para brindar al lector una recreación única del pensamiento político de Castro.

¿Dónde está la pistola?

Está vacío el lugar que debe ocupar la pistola que Fidel Castro regaló a Mao Zedong, en la sala que muestra los más diversos obsequios, hechos por diferentes mandatarios a los gobernantes chinos. Las grandes vidrieras atesoran decenas de objetos, en el Museo Nacional de China, al este de la plaza de Tiananmen, pero la pistola no está.

No es la única arma que falta en esa galería, que recoge esa costumbre típica de dictadores y jefes de Estados totalitarios durante la guerra fría, de intercambiar pistolas en el más puro estilo gansteril. Pero la ausencia libra al visitante de la única presencia cubana en un museo recién renovado, donde es posible encontrar hasta una fotografía en que aparece George W. Bush durante una reunión cumbre.

El pequeño detalle de la falta de la pistola es casi un ejemplo nacional: si se busca alguna huella de la revolución cubana por Beijing solo se encuentra la conocida imagen del Che —en gorras, bolsas y camisetas—, algo que por otro lado ocurre en cualquier parte del mundo (además, la imagen del Che siempre aparece asociada a esa zona del arte y el consumo que ha convertido a la ideología en mercancía). Ahora los chinos podrán tener una idea mejor de lo que ha significado y significa Fidel Castro —no solo para Cuba sino para el mundo— gracias a la publicación del libro de Norberto Fuentes.


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