www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
La Habana: ¿Problema racial?
Los problemas económicos, la cárcel o la discriminación solapada golpean de manera fulminante a la población negra cubana.
por MIRIAM LEIVA
 

A 45 años del triunfo de la revolución que prometió eliminar la discriminación racial y brindar iguales oportunidades a todos, la situación de los blancos es crítica; la del negro es terrible.

En la playa
Policía negro, mujer negra: ¿importa o no el color?

Siglos de explotación, pobreza, mínimo acceso a la educación (fundamentalmente, debido a tener que trabajar desde niños); de habitar en barrios marginales, solares o pequeños espacios; de trabajos de baja calificación y mal remunerados… debían haber cambiado para los negros de la Isla en el período comprendido entre 1959 y 2003.

Durante los primeros 20 años hubo en Cuba posibilidades de estudiar y aumentar el nivel cultural. Incluso, muchos negros debieron haber alcanzado mejores puestos de trabajo y cargos de dirigencia.

Con fines propagandísticos —fundamentalmente dirigidos a África—, el gobierno de la Isla envió a un cosmonauta negro al cosmos. Pero, ¿cuántos negros ocupan actualmente posiciones relevantes? Sólo los pocos impulsados por el Partido Comunista y las autoridades del país, a fin de intentar mostrar que se dan oportunidades a todos.

Hoy, la población negra reside en las peores viviendas y en barrios marginales. Como no han sido dirigentes políticos, ni prominentes intelectuales y artistas, no han recibido casas o apartamentos asignados por el gobierno gracias a sus "méritos". En Cuba apenas hay otra forma de obtener una vivienda, pues no se permite construir por cuenta propia. De manera que los materiales deben adquirirse en el mercado negro a precios altos, además de contar con un permiso de edificación, que debe pagarse muy caro o correr grandes riesgos para conseguirlo.

Encerrada en pequeños espacios, la promiscuidad de una familia negra resulta extraordinaria. Los niños crecen sin valores morales adecuados. Por ejemplo, un padre que roba en el trabajo, vende en la bolsa negra.

En la Isla existen tantas prohibiciones, que prácticamente todo es ilegal. No se puede adquirir nada en el mercado mayorista para revender, producir o brindar servicios. Los salarios del único empleador, el Estado, son muy bajos y no alcanzan para vivir. El peso está devaluado y casi todos los productos se venden en dólares, que la población no posee. Se dice: "si el Estado me roba, yo le quito lo que él me quita". Esa es una triste justificación para el delito y significa la pérdida del concepto de "robo".

También, para escapar de las carencias cotidianas, la falta de estímulo a la creatividad, la represión y el miedo, muchas personas se refugian en el consumo de alcohol.

Hay que imaginar un solar, un domingo por el mediodía, con muchos bebiendo ron peleón, la música que revienta los oídos; un vecino que grita porque le molesta; otro que no quiere perder en el dominó; la esposa que se siente engañada y chilla. La bronca se arma. Pueden sacar armas blancas, pistolas, hierros y palos. Heridos y hasta muertos habrá. De pronto, una mujer se prende candela. Un niño se esconde debajo de una caja. Desarrolla el sentido de sobrevivencia y piensa cómo lo haría él.

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