Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Crónicas

La película del momento

'Habana: Arte nuevo de hacer ruinas', rechazado por los organizadores del pasado Festival de La Habana, ha causado furor entre los espectadores de la Isla.

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En cierto modo, de las películas enviadas al pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano celebrado en La Habana —la 28 edición, me parece haber leído—, la más exitosa ha sido un documental alemán de 86 minutos de duración que aunque rodado en nuestra capital no logró obtener la aprobación de los organizadores del certamen.

Sus realizadores, los jóvenes alemanes Mathias Hentschler y Florian Borchmeyer, lo titularon Habana: Arte nuevo de hacer ruinas, y hasta quienes no lo han visto aún, lo comentan. De haber existido un premio de la popularidad otorgado por el público mediante votación libre y secreta, se lo habrían echado en el bolsillo los realizadores de dicho filme.

Yo no lo he visto, hablo de oídas. Los bancos clandestinos que comercian con este tipo de películas, por más copias que hagan no les alcanza, y yo tengo la desventaja de no poseer videocasetera ni lector de DVD. Pero por lo que me cuentan, en las casas donde por fin lo consiguieron después de días puestos en colas, han tenido que limitar las exhibiciones y el número de concurrentes, para no llamar la atención de las autoridades. Hasta de poblados de provincia han llegado amigos y familiares a verlo.

Algunos quedan muy impresionados. Dos señoras gordas que sin duda lo habían visto, profesionales ambas, rubia una, bajita la otra, lo comentaban en clave en el agromercado. Mostrando la rubia el brazo erizado ("mira como me pongo de sólo recordarlo"), decía que como el televisor de ella estaba sin audio la sensación que eso le dejara (no decía qué) era la de una ciudad asolada cientos de años atrás por hordas que siguieran de largo después de matar hasta el gato, y la cual era hoy engañosamente ocupada por fantasmas que conservaban su viejo aspecto humano.

La bajita, buscando una imagen, hablaba de algo que ha muerto y todavía no lo han llevado a enterrar, sensación que acentuaba la música funeral que "eso" tenía (tampoco decía qué). Y azorada y bajando aún más la voz, decía de alguien: "¡A lo que se atrevió…!". "Eso me han dicho", la secundó la rubia, adicionando: "En casa es ahora el ídolo. Mi hija la menor está loca con él, y para el hijo de mi vecina es un Power Ranger. Mi marido no, mi marido dice que qué esperan para fusilarlo!".

Las mismas preguntas

Entiendo que hablaban del meditador de las ruinas, el excelente poeta, narrador y ensayista Antonio José Ponte, antes desconocido del gran público y ahora, de repente, todo un Tom Cruise, y para algunos por ahí, sinceros o no, un pirata Morgan de segunda. Por lo que me cuentan, él es el Virgilio de este nuevo y menos lejano viaje de Dante por lugares interesantes.

No todo han sido flores para el documental, por supuesto. Alguien me decía: "A mí no me enseñó nada. Desde el balcón de mi casa yo veo todos los días eso mismo sin tener que pagar ni un centavo".

Y en la panadería oí a dos viejos preguntándose por qué esos dos alemancitos dudosos, Hentschler y Borchmeyer, en lugar de perder el tiempo filmando las basuras que tanto alegran en Washington y Miami no gastaron sus dineros en filmar la nueva vida llena de esperanzas que gracias a la Revolución hoy disfrutan los habaneros, aun admitiendo que sí, que existe todavía la casita remendada o a punto de caerse. "¿Por qué?", decían. "A ver".

Son las preguntas, puedo imaginarme, que también pudieron pasarles por la mente a los organizadores del Festival. En un país amenazado por el poderoso imperialismo norteamericano, y lleno de deudas con el porvenir, entre ellas la de legarle un Hombre Nuevo, exhibir cosas así, concluirían, habría sido una debilidad imperdonable. Se empieza permitiéndose tales licencias y se termina como mismo terminaran, infelizmente, los alemanes de los días del Muro.

Pero el gran público, que no es tan largovidente como los organizadores del Festival, continúa viendo la película, sigue buscándola, preguntando por teléfono dónde está, quién la tiene, si se puede ir a verla y a qué hora. Y no por eso el gobierno se ha caído.