Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Literatura

Dos años picando piedra, para poder salir de Cuba

Entrevista al novelista y autor teatral Manuel Reguera Saumell

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El escritor Manuel Reguera Saumell nació en 1928, en Camagüey, Cuba. Es licenciado en Arquitectura por la Universidad de La Habana. En 1959 obtuvo el Premio Nacional por la dirección de Sara en el traspatio y el Premio José Antonio Ramos, de la UNEAC, por Propiedad particular. Ha estrenado además El general Antonio estuvo aquí, La calma chicha y Recuerdos de Tulipa, llevada al cine en 1967. Ha escrito los diálogos de varias películas y libretos para la televisión. En 1968 presentó, en las Olimpiadas Culturales de México, su obra La soga al cuello. Es también autor de varias novelas. Se exilió en 1970 y desde entonces reside en Barcelona. Cubaencuentro lo entrevistó sobre su trayectoria teatral y su labor creativa actual, como novelista.

¿Cuáles son las obras teatrales cubanas o extranjeras que más lo influyeron o impresionaron en su juventud?

Manuel Reguera Saumell (MRS): Como género dramático, la estructura de la “Pieza chejoviana”. Y en cuanto a autores, los americanos de los 40-50, especialmente Tennessee Williams (sus piezas cortas), Paddy Chayefsky, Clifford Oddets.

Sabemos que ha escrito varias novelas. ¿Ha escrito poesía? ¿Qué prefiere: la dramaturgia o la narrativa?

MRS: Cuatro novelas, por orden de aparición: Un poco más de azul, La noche era joven y nosotros tan hermosos (Editorial Barataria) y El adolescente pálido (Editorial Parnasus); y, en proceso de edición, Retrato de Öswolt Krell (Barataria).

Al no ser posible captar el acento y ritmo del lenguaje propio de los actores españoles, y menos el de los catalanes, la dramaturgia aquí me está por completo vedada. En cuanto a la poesía, confieso avergonzado, como mis pecados de antiguo alumno escolapio, que soy absolutamente negado a ese género, incluso a su buena apreciación.

¿Cuál fue la primera obra de su autoría que vio escenificada? ¿En qué teatro? ¿Actores? ¿Director? Anécdotas y comentarios.

MRS: Mi primera obra estrenada fue Sara en el traspatio, en 1960, dirigida por Rubén Vigón, en el Teatro de Bellas Artes (hoy Museo Nacional), con Mary Munné y Rosa Felipe. Fue primer premio de la Dirección Nacional de Teatro, que organizó una gira por el interior de la Isla. No creo exagerar si digo que esa obra conectó muy bien con el público adicto a las radionovelas, ya que tiene bastante en común con éstas. Luego tuvo numerosas reposiciones. Rine Leal, un buen amigo, la celebró mucho y formó parte del jurado. Se trataba de una obra en un acto, y me animó y ayudó a reescribirla en dos actos. Me decía que yo le recordaba a un “Chejov de los pobres” (aún no sé si era una de sus bromas) y que me consideraba un “cronista del pueblo”; tampoco sé si se trataba de un elogio; con Rine nunca se estaba seguro. Munné y Felipe estuvieron sublimes.

¿Cuál fue su última obra representada en Cuba? Anécdotas y comentarios.

MRS: Fue La soga al cuello, en el teatro El Sótano, con Gilda Hernández dirigiendo al Conjunto Dramático Nacional. Actuaron Magali Boix (magnífico trabajo), Eduardo Moure, René de la Cruz y Miguel Navarro, entre otros. Fue una comedia de extraordinario éxito. En la trama, en una familia del barrio del Vedado, discutían personajes afectos y contrarios al régimen castrista (los llamados “gusanos” por el Gobierno); la mayoría del público se solidarizaba con los “gusanos”; reían y aplaudían sus parlamentos, era como si no me permiten decirlo, pues me identifico con lo expresado por los actores: una catarsis general y espontánea.

Luego la obra representó a Cuba en las Olimpiadas Culturales de México en 1968, con gran éxito también. Allí uno de los papeles principales fue representado por Lillian Llerena, quien se aprendió su parte en una noche, ante la defección de otra conocida actriz. A pesar de que la Universidad de Guadalajara, por recomendación de Emilio Carballido, me invitó, costeándome todos los gastos para su estreno (yo debía además, dictar una conferencia), el Gobierno cubano me negó la autorización de viajar. A partir de ahí, supe que me habían incluido entre los apestados, y precipité mi exilio. El ICAIC preparaba una versión cinematográfica de la obra, que por supuesto se perdió… con tantas otras cosas (Terence Rattigan dixit).

Obras llevadas al cine. Anécdotas y comentarios.

MRS:Recuerdos de Tulipa, con dirección de Manuel Octavio Gómez: Tulipa, guión del autor y director. Los intérpretes principales de la película fueron Idalia Anreus y Daisy Granados. El original fue bastante desvirtuado, sobre todo el final, pero actualmente el filme aparece como “recuperado” en crónicas. La verdad es que tuvo más éxito en su versión teatral, estrenada por Vigón, con la misma actriz, y aún sigue representándose “por ahí” y ¡en la misma Isla! Entonces tuvo varias reposiciones, entre ellas las dirigidas por Dumé y Rebeca Morales. También Vigón la repuso, con María de los Ángeles Santana.

Circunstancias, anécdotas y vicisitudes de su salida de Cuba.

MRS: Eso da para largo. Cuando fui a la UNEAC para presentar mi dimisión, requisito indispensable para pedir la “salida” me recibieron Guillén (que siempre fue muy amable conmigo, lo mismo que Marta Arjona) y Lisandro Otero. Nicolás calló, pero Otero me dijo algo así como “Óyeme bien, Saumell (siempre me llamaron así en Cuba, nunca Reguera), no esperes que la UNEAC va a sacar la cara por ti, te tocará el mismo destino que a los demás”. Y le respondí algo así como “ni yo espero que lo haga”. Y me tocó un “buen destino” en verdad. Dos años picando piedra, encerrado en la cantera de Somorrostro, con Pepe Escarpenter y tantos “desgraciaos” más. Fue duro pero me proporcionó un par de consuelos; uno, pagué bien pagado mi error de codearme con aquella gentuza literaria revolucionaria, y dos, ¡que no tuve nada que agradecerles! Hoy, cuando veo que círculos intelectuales miamenses se desviven por agasajar a autores revolucionarios de mi generación, me carcajeo.

¿Por qué Barcelona?

Mi familia española vivía aquí en esta ciudad maravillosa, y aquí me aposenté.

¿Ha mantenido o mantiene relaciones con intelectuales o artistas de la Isla? ¿Algún encuentro (o desencuentro) fortuito con ellos?

MRS: No, no, solavaya. Hace diez años me detectaron un cáncer mortal y yo, que siempre he abominado hacer turismo en Cuba, fui a despedirme de la patria perdida. Qué quieres, a mí también me afecta el bolero. Y cada reencuentro inevitable con “ellos” y con la patria perdida, resultó una dolorosa, amarga decepción, en todo sentido. Pero al fin no me morí, y esa experiencia viajera, sí que no la repito. Por mi madre santísima.

¿Cuáles de los dramaturgos cubanos o qué obra en particular de ellos le ha impresionado favorablemente? Podría hacer una lista de preferencias. O dicho de otra forma: Obras que en su opinión perdurarán por su calidad.

Seré breve. Aire frio y Electra Garrigó, de Piñera.

¿Cuáles han sido sus ocupaciones durante su exilio en Barcelona?

Con 42 años a mi llegada, no me sentí con fuerzas de hacer la reválida del título de arquitecto. Aquí, al cumplir los 25, si no has hecho estudios previos, puedes hacer un examen de ingreso a la universidad. Me propusieron dictar cursos de nueve meses en la asignatura de Historia del Arte, muy afín a mi carrera original. Y ahí me jubilé.

¿Tiene en la actualidad algún proyecto literario?

Sigo pegado a mi ordenador (computer) cada día. Estoy enfrascado en otra larga novela que, según mi cardiólogo, si no es tan extensa como Guerra y Paz, podré concluir.



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