Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Matías Montes Huidobro, Literatura cubana, Poesía

Entrevista a Matías Montes Huidobro

“Quienes hemos hecho una obra fuera de Cuba hemos estado sometidos a un embargo cultural internacional”

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Entrevista del profesor Armando González Pérez (Marquette University) a Matías Montes Huidobro con motivo de la presentación del “Dossier Montes Huidobro”, Cuadernos Monográficos, Ediciones La Gota de Agua, cuya presentación tendrá lugar en el Centro Cultural Español, 1490 Byscaine Boulevard, Miami, a las 7 p.m. el miércoles 18 de febrero de 2015, y que coincide con la publicación de su poemario Un salmo quisiera ser, por Linden Lane Press.

Matías, ¿qué representa para ti la cuidadosa publicación hecha por Ediciones La Gota de Agua del Cuaderno Monográfico/Dossier “Matías Montes Huidobro” cuya coordina ción como editor invitado me fue muy grata hacer?

Matías Montes Huidobro (MMH): Para mí ha sido muy importante por varias razones. En primer término, porque forma parte de un proyecto de largo alcance de La Gota de Agua, que editan el escritor Rolando D. H. Morelli y Kurt O. Findeisen desde Filadelfia; en segundo lugar por lo esmerado del dossier que estuvo en tus manos. Esto implica, en general, un reconocimiento, acompañado de las correspondientes interpretaciones críticas, del trabajo realizado por muchos cubanos que viven fuera del espacio insular, que forma parte de una tradición cultural que se inicia en el Siglo XIX. Me precede el dossier dedicado a Zoe Valdés, y le seguirá el que le rendirá homenaje al dramaturgo y director escénico Julio Matas. Es imprescindible que se deje constancia de los avatares de la historia cubana a partir de 1959 hasta hoy, fluctuantes, complejos y laberínticos, inesperados, frecuentemente endiablados, sujetos a las más enrevesadas interpretaciones de la que sólo se podrá salirse, culturalmente hablando, mediante las pruebas bien documentadas de lo que hemos estado haciendo, que es lo que propone la editorial La gota de agua. Los escritores cubanos que por razones históricas hemos tenido que hacer el edificio de nuestra propia obra fuera de Cuba, hemos estado sometidos a un embargo cultural internacional. Si de embargos se trata, es imprescindible la presentación de las pruebas de nuestro trabajo, para que el embargo nacional e internacional de la izquierda, la más liberal y la más recalcitrante, también se levante y se sepa lo que hemos hecho, como propone La gota de agua. Como escritor cubano, simple y llanamente, ni de la Calle Ocho ni de Centro Habana, el dossier representa, como en el caso de otros escritores, el reconocimiento de mi trabajo y mi cubanía, que mucho agradezco a La Gota de Agua.

De igual modo, tu libro de poemas Un salmo quisiera ser, publicado recientemente por Linden Lane Press, recoge varias composiciones a lo largo de tu cualitativa trayectoria poética. ¿Algún simbolismo en su título? ¿Algunos modelos esenciales como Martí, Vallejo, García Lorca, Lezama Lima? ¿Tal vez La Avellaneda y Milanés de quienes hablaste en tu charla plenaria durante el 4to Congreso Internacional de Estudios Caribeños celebrado recientemente en Marquette University, Milwaukee, Wisconsin? Y como medievalista que soy por razones de mis investigaciones y docencia, ¿qué me dices de tu poema “Castilla es ancha”?

MMH: Cuando se tienen los años que tengo yo, si el cerebro y la salud más o menos lo permiten, uno tiende a hacer una retrospectiva del trabajo realizado, tratando de poner las cosas en su lugar, aunque se trate de un ejercicio en el vacío, de ahí surge “Un salmo quisiera ser”, donde recojo un buen número de mis poemas, no todos, algunos recientes o inéditos. Para mí ha sido un privilegio que lo haya publicado Linden Lane, por el vínculo intangible de la memoria de Heberto Padilla, y por la presencia que Belkis Cuza Malé le ha dado a la cultura cubana con la constancia que representa publicar Linden Lane. En mi correspondencia electrónica con Belkis, me hizo llegar el Salmo 91 y de ahí surge el título, aunque yo de salmos realmente no sé mucho, salvo los que me invento en los momentos de mis insomnios más desesperados, como ocurre con los dos primeros versos que inician el poema “Hacer de mí un salmo”, que se encuentran entre mis favoritos: “Me han golpeado los huesos de tal modo/que me siento totalmente deshuesado”.

En cuanto a influencias, “no te sé decil”, parafraseando a Novás Calvo. Mis relaciones con la Avellaneda y Milanés son teatrales. Lorca espero que no esté muy presente y Lezama mucho menos; en todo caso, algo de Padilla, por lo que hay de “poesía para andar descalzo”. Martí, ojalá, y Vallejo, con el cual me han comparado, Dios quiera que sí: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!”, como él decía. Respecto a “Castilla es ancha”, el vínculo es genético, no por mi padre exactamente, que era español, sino por el carácter nacional (inclusive nuestro mal carácter, nuestras perretas), porque no hay quien nos quite el parentesco. Tan es así que Victoriano Crémer, poeta leonés que fue el primero en escribir sobre mi poesía, dijo que yo le “sabía” a “español errante, y casi hasta berciano de las orillas del Sil.

En el mencionado congreso en Milwaukee se presentó también tu obra dramática La madre y la guillotina, escrita en 1961. ¿Qué significó para ti ver de nuevo esta obra en el escenario y qué importancia y vigencia encontramos en esta pieza después de tantos años de su publicación?

MMH: Bueno, recuerda también que ya, años atrás, la habías presentado en inglés en otro congreso, que de por sí resultó muy interesante porque el idioma le daba una dimensión que la sacaba de una estricta cubanía ajustada a su presente histórico. Ello de por sí demostraba la posibilidad del texto más allá de la historia nacional. El primer montaje, de Francisco Morín, en Nueva York, no pude verlo pues vivía en Hawai. En el montaje en castellano, conjuntamente con los elementos visuales que utilizaste en el mismo, la colocaba más en el plano de los hechos que la inspiraron, los fusilamientos al principio de la revolución y las maquinaciones de sálvese el que pueda que se desataron. La historia, con embargo o sin embargo, sin embargo no puede borrarse y la vigencia del texto sigue siendo la misma: una batalla campal que desató en el pueblo cubano una guerra civil y puso en evidencia lo peor de la condición humana, lo cual no quiere decir que tengamos que borrar el pasado y mucho menos que tengamos que luchar unos contra otros de aquí a la eternidad. En lo que corresponde al montaje como parte del proceso creador del dramaturgo, se ha llegado a la tremenda desfachatez de afirmar que los dramaturgos cubanos del exilio no están conectados orgánicamente a ningún grupo teatral y tienden a escribir alejados del teatro que se hace en vivo, cuando esos grupos teatrales no le dan entrada y los dramaturgos tienen que irse a poner sus obras en Milwaukee!!!

El tema negro aparece tanto en tu crítica literaria en obras como “Persona, vida y máscara en el teatro cubano” y “Teoría y práctica del catedratismo; en cuentos como “Itinerario del Ebó”; relatos cortos como “Ikú” y “Eleguá año cero”; en piezas como La navaja de Olofé, Tirando las cartas y en La Avellaneda, Una y Otra Vez, cuando evocas el personaje de Sab. Sé que has escrito una novela sobre este tema, que permanece inédita, ¿qué nos podrías decir de ella y qué papel juegan los dioses del panteón afrocubano en la trama?

MMH: Como eres uno de los críticos que mejor conoce la presencia de lo afrocubano en mi obra, ya sabes que no sigo al pie de la letra las interpretaciones más ortodoxas, y mi tratamiento muestra una cierta irreverencia, que inclusive forma parte de la identidad afrocubana que nos caracteriza, no menos importante que la española. En mi novela, Yemayá sale del panteón Lucumí, se va a Florencia a discutir con la Virgen María, y Sófocles quiere meterle mano por las playas del Mediterráneo. La última parte se desarrolla mayormente en Nigeria, incluyendo episodios en un rascacielos (a lo Brickell Avenue) en Festac Town, con vista al Delta del Niger donde Elegguá entra como Superman a rescatar a la Diosa del Níger. En vista de cómo están las cosas, la escena final, con la entrada de Yemayá que sube al cielo a reunirse con Olofi Olodumare para resolver los problemas del mundo, con la participación coral de Celia Cruz, Benny Moré, Elvis Presley y el nigeriano Fela Kuti, la disfruté mucho cuando la escribí. Una locura, lo reconozco, que me pone los pelos de punta.


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