Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Música

Gema Corredera derrama fecunda luz musical

Entrevista con la cantante tras la aparición de Derramando Luz, la primera placa de Gema Corredera como solista

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La primera vez que escuché al dueto Gema y Pavel las lágrimas me brotaron bajo la sonoridad de una canción que me sabía de memoria, “¡Ay del amor!”, de Mike Porcel. El disco donde aparece ese tema se llama Cosa de broma: lo compré en una librería del barrio de Coyoacán, de la capital mexicana, en 1997, y me acompaña siempre. No conocía a ese par de vocalistas cubanos que en la carátula miran a cámara: él con un sombrero jipijapa, rostro de antillano inconfundible; ella, con un gorro africano de colores, los ojos tragándose la luz. Podría explicar cada una de las variaciones melódicas/armónicas de “Longina” (Corona), “Mayeya” (Dominio público), “La caminadora” (Néstor Mili), “júrame” (Greever), “Noche de ronda” (Lara), “El Zun Zun” (Teresita Fernández) o “Girl” (Lennon&McCartney) que forman parte de un fonograma que escuchaba y sigo escuchando todavía, después de 15 años.

Después conseguí otros álbumes Trampa del tiempo (1995), Síntoma de fe (1999), Art Bembé (2003) y Desnudos (2009). Siempre me llamó la atención la fusión de tonalidades brasileiras, flamenco, jazz, guaguancó, son, bolero y filin en las orquestaciones de este dúo. La voz de ella: espiritual, temperada y seductora. Tessitura de extensivo dominio de las notas, melisma de cláusulas progresivas que desemboca en un fraseo de jubilus sonero y coloratura de figuraciones muy bien asimiladas de las modulaciones propias del bebop.

Contralto (mezzosoprano) de grato espectro armónico (timbre) y vibrato (altura y velocidad) equilibrado, capaz de frasear con eficacia un bolero, una guaracha, un son, un blues o realizar figuraciones de scat con total naturalidad. Rango vocal versátil de íntima dicción y hermosa coloratura. Abrasante prosodia, Gema Corredera es una de las grandes vocalistas de la música cubana contemporánea.

Fue Leopoldina Núñez su primera maestra; Marta Valdés, su influencia determinante desde los años adolescentes. Graduada de la Escuela Nacional de Arte en guitarra clásica (1982), obtuvo el grado de Licenciatura en Musicología por el Instituto Superior de Arte (1987), y tomó lecciones de Bel Canto con la prestigiada profesora Carmen Godoy (1983 - 1988). Líder del Trío Habaneras (guitarra, bongó y maracas), intérprete de música tradicional cubana, y fundadora de un cuarteto de latin jazz en Madrid, antes de conformar el dueto Gema yPavel en 1990.

Aparece Derramando Luz (GC Music LLC, 2013), primera placa de Gema Corredera como solista, con formato orquestal de sax alto, shekeré, güiro (Yosvany Terry); piano acústico (Osmany Paredes; Gonzalo Rubalcaba, pista 8), batería (Obed Calvaire), percusión/vibráfono (Alfredo Chacón) y teclados (Manuel Valera). Once piezas que realizan un viaje por el son, bolero filin, descarga, latin jazz, chachachá, mozambique, guaguancó, timba habanera, changüisa/afro y reflujos de R&B.

Director musical y arreglos del saxofonista, compositor y percusionista Yosvany Terry quien ya había trabajado con Gema y Pavel en Cosa de broma, y la participación especial de Gonzalo Rubalcaba: orquestación y piano del bolero filin de Marta Valdés, “Tengo”.

Un sensual bolero de Francisco Céspedes (“Despacito”), una changüisa/afro de Pedro Luis Ferrer (“Anana Oyé”), dos hermosos temas de Julio Fowler (“En el mapa de tu cuerpo” y “Canción Breve”) que coquetean con líneas de R&B y el bolero santiaguero (raigambres de Sindo Garay) , respectivamente; un son/timba de Vanito Brown (“Chévere”) de fuerte propuesta bailable (Gema lo modula desde pujante acuse guarachero) y un guaguancó de Luis Alberto Barbería (“Sangre revuelta”) con coda de mozambique, suerte de tributo a Pello el Afrokan (Pedro Izquierdo).

Tres momentos magistrales: ejecución de “Canción breve” con solo de contrabajo en pulsaciones que hace referencia a Ron Carter e inflexiones de Gema en dársenas que recuerdan a Moraima/Omara/Elena; las sinuosidades armónicas de “Filineándote” (Luis Alberto Barbería) en arenga de reverberante presencia de Ela O’Farrill, Bola y Pablo Milanés; y la sugestiva orquestación de “Otro lugar” con las rondas del sax soprano y el piano en coloquio con las resonancias de los platillos e incitantes breaks del drums.

Estación culminante, magia desnuda: el dueto de piano (Rubalcaba) y voz en “Tengo”, de Marta Valdés: ejecución que se sostiene en una complicidad donde los lenitivos y pausados clústeres del piano incitan a la vocalista. Cuatro minutos y treintiocho segundos en articulaciones evansianas/petersonianas: cántico, clemencia: recreación de los susurros de Dios. Uno de los instantes más hermosos y tentadores de la canción cubana contemporánea.

Derramando luz: amarradero seductor de nuevas propuestas musicales de una vocalista de osadías manifiestas. Cubaencuentro la buscó y conversó con ella. Ponemos a consideración de los lectores el diálogo sostenido.

Los melómanos te siguen ubicando como la voz femenina del dueto “Gema y Pavel”. El dúo logró un posicionamiento importante en los espacios de la música afrocubana del exilio (Cosa de broma, Síntomas de fe, Art Bembé...) ¿Por qué un disco como solista después de varios años de trabajo con Pavel?

Gema Corredera (GC):Derramando Luz es un proyecto que llevaba varios años en mi agenda. Hace mucho tiempo que quería fusionar mi manera de cantar y mis influencias musicales con las armonías arriesgadas y estridencias instrumentales del jazz que actualmente se hace en New York. Partiendo del respeto y la admiración por las tradiciones cubanas, quiero ofrecer una visión particular de interpretar la música. Es por eso que llamé a Yosvany Terry, saxofonista cubano (ganador de un Grammy), percusionista, compositor, productor y arreglista de excepción. El ha sido mi compañero en este viaje fonográfico como director musical y coproductor. Me seduce la idea de utilizar un formato acústico clásico (piano, contrabajo, batería, sax y percusión) para emprender el camino hacia maneras nuevas de decir el filin y la música afrocaribeña. Con un repertorio que, de alguna manera, estuviera en la misma cuerda. O sea, canciones que a mi juicio, reflejan una revisión y evolución de la música de raíces cubanas.

Se nota una suerte de repaso por los principales géneros de la música popular cubana. ¿Cómo seleccionaste las composiciones, cuál fue el criterio?

GC: La intención de Derramando Luz es cantarle al amor en sus diferentes manifestaciones, expresar mi manera de ver el mundo y el momento de la vida en que me encuentro. Todo ello a través de los géneros de la música cubana que forman parte de mi ADN: filin, trova, rumba, son, chachachá, timba. Quería cantar textos que el oyente percibiera como brotes de mis entrañas, melodías que se identificaran con mis influencias del jazz, la música latinoamericana y del caribe: la bomba de Puerto Rico y el vals peruano, entre otros. Así empecé a escuchar canciones (más de 300) hasta quedarme con las 11 que conforman el disco. Sabía de mis deseos de hacerle un pequeño homenaje a Marta Valdés, inmensa compositora del filin cubano que es como una madre musical para mí: canto sus canciones y atesoro su amistad desde mi primera adolescencia. Así fue que me decidí por su tema “Tengo”. Luego llegaron las piezas de Pancho Céspedes, Pedro Luis Ferrer, Julio Fowler, Boris Larramendi y de los integrantes de Habana Abierta (Vanito Brown, Luis Barbería, Alejandro Gutiérrez y José Luis Medina).

¿Por qué una guaracha/changüisa/afro, “Anana Oyé”, de Pedro Luis Ferrer. Él te dio el tema o tú se lo pediste?

GC: Estuve escuchando muchas cosas de Pedro para este proyecto. “Anana Oyé” es una pieza que desde el punto de vista del texto, está en la nostalgia de una niñez en el campo y la ternura de nuestros abuelos. No soy del campo, pero mis padres y abuelos me criaron en esos aromas de lluvia, café en colador, leche recién ordeñada y ternura de los guajiros cubanos. La música, los coros y el ritmo de esta canción me llevan a esa bendita similitud entre la música de Cuba y la de Puerto Rico. Pasando por la tumba francesa y la bomba. Por otro lado, es una composición de mucha ductilidad: se presta para compartir entre los músicos y “solear” a la manera del latin jazz.

El disco arranca arriba con “Chévere”, sabroso son/timba de Vanito Brown, para después realizar un paseo donde quizás los acentos se atenúan. ¿Cómo concebiste la disposición, el orden de las canciones en el CD?

GC: Estuvimos un buen tiempo trabajando en el orden de las pistas en el disco. “Chévere” (Vanito Brown) es un tema rompedor y creo que proyecta mi manera de ver la vida, alegre y optimista. Desde el principio, el oyente tiene la referencia de mi modo de pensar y construir la vida. El arreglo tiene espacio para el diálogo improvisatorio entre piano y saxo, a manera de descarga y latin jazz. Aquí ya son evidentes esas “estridencias sonoras” que plantea la música urbana de New York o al menos, hay un asomo de tales algarabías. Y todo dentro de la sabrosura del son y la timba. Luego llega “Despacito” (Pancho Céspedes) que representa mi lado filininesco y el amor de pareja en la intimidad. Cierro esta primera parte con “Derramando Luz” (Alejandro Gutiérrez), chachachá que dedico a mi hija, el cual además de su sabrosura intrínseca, revela las circunstancias y trance de mi vida actual. La segunda parte del disco comienza con la consonancia del R&B: “En el mapa de tu cuerpo” (Julio Fowler). Esta pieza me lleva a las calles de Harlem en New York. Mientras caminas, pasa un carro con las ventanillas bajadas y la música sonando a todo volumen. Se destacan los teclados, el groove del drum/bass y esas melodías llenas de fiorituras y adornos que hablan de las cosas más fuertes y apasionadas en el marco de un tempo lento de aparente tranquilidad. Seguimos con “Canción breve” (Julio Fowler) que es a mi juicio, la primera parada del disco: pieza muy breve, de instrumentación minimalista, con solo de contrabajo: el instrumento explota sus posibilidades rítmicas y a la vez, ofrece una segunda frecuencia que representa la melancolía de la voz interior de alguien que llora por un amor perdido y/o lejano. Melancolía total, ritmo de vals peruano dicho a la manera de un bolero filin con algunos de sus típicos rubatos y muy cuidadosas variaciones melódicas. Interrumpimos el momento lírico con “Ridícula emoción” (Boris Larramendi) que, a mi juicio, brilla en los contrastes entre el texto de corte bolerístico (años 50) y un arreglo rítmico columpiado entre timba y latin jazz. Entramos en el “night club” con “Filineándote” (Luis Barbería): Yosvany Terry acierta proponiendo una introducción que coquetea con el romanticismo europeo de siglo XIX. Yo concebí la interpretación pensando en el estilo de dos grandes boleristas que admiro: Cheo Feliciano y Pacho Alonso. Ya en la penumbra del club entra la profunda nostalgia con “Tengo” (Marta Valdés). Segundo momento de detenimiento en el disco. Volvemos a desnudar la instrumentación, esta vez estableciendo dúo con el piano. Sentimiento puro, nostalgia, temores… Cerramos con “Anana Oyé” que es un tema rítmico pero que nos va sacando poco a poco, de lo profundo al barco de la nostalgia de la niñez. Ritmo afro de contagioso estribillo. La instrumentación va de menor a mayor hasta el solo de shekeré de Terry. “Otro lugar” (José Luis Medina) nos devuelve a Manhattan. Pero el arreglo mantiene ese recuerdo afro de “Anana Oyé” en algunos fragmentos. Tema de fusión total entre el jazz que se hace en New York actualmente, y la música afrocubana. La canción se la dedico a la gente que escucha, al público como individuo invisible y tan necesario para los artistas. Y ya en esa cuerda nos vamos de carnaval con “Sangre revuelta” (Luis Barbería). Seguimos hablándole a la gente. La canción es un guaguancó que Yosvany convirtió en mozambique para cerrar el disco en plena fiesta arrollando todos.

Trabajas aquí con músicos que más que todo ejecutan jazz. Coméntame el proceso de los arreglos orquestales. ¿Te entendiste rápido con el sax y percusionista Yosvany Terry, director del grupo que te acompaña?

GC: Siento una admiración y cariño profundos hacia Yosvany desde siempre. La idea de este disco la concebimos en un encuentro que tuvimos en Miami en 2005. Tenemos muchas inquietudes musicales en común y nuestras carreras se han entrelazado a menudo. La comunicación entre ambos fue muy orgánica y enriquecedora desde el principio. Con su enorme sensibilidad, su cultura, sus conocimientos musicales plasmó en cada partitura la visión que yo tenía de las canciones y el concepto artístico que rondaba en mi cabeza. Creo que cada tema floreció de sus ideas en los arreglos. Cuando empezó a sonar el grupo tuve una nueva fuente de inspiración para cantar. Le fui contando la visión que tenía de cada tema. Conversamos muchísimo por teléfono y por Skype, él anotaba todos los detalles. Luego pasaban unos días y me llamaba para decirme que tal letra le sugería cambiar el ritmo o la armonía, o me hacía escuchar una introducción… La verdad, estoy muy satisfecha con el equipo convocado: Yunior Terry (contrabajo), Osmany Paredes (piano), Obed Calvaire (batería), Alfredo Chacón (percusión) y Manuel Valera (teclados).

Explícame, ¿qué hicieron tú y Gonzalito Rubalcaba para conseguir esa magia tan singular en el bolero filin, “Tengo”, de Marta Valdés? Me atrevo a conjeturar que es el gran momento del CD.

GC: Gonzalo Rubalcaba es uno de los músicos que más admiro en el panorama musical contemporáneo. Le sigo desde sus inicios en La Habana, antes de que conformara el grupo Proyecto: yo iba a escucharlo a Las Cañitas del Hotel Nacional con el grupo del saxofonista cubano Nicolás Reynoso. Pienso que es un artista con mayúsculas y ha revolucionado la escena del jazz y de la música contemporánea a nivel mundial. Fuimos compañeros de equipo para los trabajos de curso y los exámenes en el Instituto Superior de Arte donde coincidimos como estudiantes por 5 años. Muchas veces hablábamos de hacer algo juntos pero después de graduarnos nuestros caminos fueron diferentes. Recién nos hemos vuelto a encontrar y cuando decidí hacer “Tengo” para homenajear a Marta recordé que el primer disco profesional en el que él participó, siendo estudiante aún, fue uno de Marta Valdés. Pensé que teniendo a Marta como madrina desde nuestros inicios, ambos podíamos hacerle este regalo. Marta me mandó la partitura del número por internet, pero sin saber con quién ni cómo iba a hacerlo. Nos encontramos con Gary Galimidi —socio de Gonzalo—, quien tiene un estudio y un piano fantástico en su casa. Hablamos de la letra de la canción, nos pusimos de acuerdo en la forma que daríamos al tema, probamos los micros y empezamos a grabar. Hicimos más de 15 tomas pero nos quedamos con la 5. Sólo mirándonos y sintiéndonos a cada respiración, cada acorde, cada palabra. Así quedó este dúo, para mí, mágico y memorable.

Hay un álbum de Xiomara Laugart, Xiomara (2006), producido por David Chesky que tiene puntos de contactos con Derramando luz, sobre todo en la concepción orquestal. ¿Conoces ese trabajo de Xiomara?

GC: Conozco el proyecto al cual te refieres. Admiro a Xiomara Laugart como la artista integra que es. En ese disco aparece, precisamente, una versión de “Tengo”. Creo recordar que en ese trabajo de Xiomara predominan los timbres de guitarra eléctrica. Hay una versión muy hermosa de “De mis recuerdos” (Juan Formell) que es imprescindible.

Llama la atención la inclusión de dos piezas del trovador cubano residente en España, Julio Fowler. Dos canciones/boleros –”En el mapa de tu cuerpo” y “Canción breve”— que le dan cierto toque poético-trovadoresco a la placa. ¿Te interesa la propuesta musical de Fowler?

GC: Desde siempre he admirad la propuesta de Julio Fowler. Creo que en su repertorio hay piezas de motivos melódicos preciosos. Sus canciones hablan de una inmensidad de temas: el amor, la sociedad, Cuba, la ciudad, la pareja, la soledad. Letras de una poética de absoluta belleza. Me encanta como suena su música y los matices de su voz. Le conozco también desde los inicios en la escuela, canté con él en sus primeros conciertos en La Habana. He asistido a su evolución desde la nueva canción/novísima trova con matices de rock latino hasta su sonoridad pop cubano (de gran calidad) más universal y contemporáneo con textos más directos. Adoro a Julio y me siento muy identificada también con su manera de componer y su visión muy particular de la canción como tal.

¿”Despacito”, de Pancho Céspedes, es una pieza inédita? ¿Pancho te la propuso especialmente para la placa?

GC: Cuando estaba eligiendo canciones para Derramando Luz llamé a mi querido amigo Pancho, entre los primeros. Por el cariño, la admiración que le tengo y lo cerca que está su obra del filin cubano. Él captó mi intención desde el primer momento, dos días después me llamó para decirme que ya tenía la canción que yo quería. Efectivamente, “Despacito” está hecha para mí y a mi medida en cuanto a letra y música. Frases musicales sencillas con una armonía exquisita al estilo filin/jazz con texto directo y muy sensual.

¿Cuáles han sido tus influencias en tu manera de frasear el bolero filin cubano y también en tu actitud vocal frente al son y la guaracha?

GC: Debuté a los 7 años en el teatro Hubert de Blanck de La Habana de la mano de la gran pedagoga cubana Leopoldina Núñez, como integrante del Taller Infantil de Teatro Estudio. Leopoldina me infundió amor hacia la trova tradicional y el filin. Desde pequeña me gustaba hacer variaciones e improvisar melodías dentro de las canciones que modulaba. Un día Leopoldina me puso un disco de Ella Fitzgerald y me dijo: te gusta? Le dije: mucho! Ella me respondió: eso es lo que tú tratas dehacer con la voz, se llama scat. Yo tenía 12 años y me encantaba escuchar a Bola, a Elena, La Mora. Además tuve la inmensa fortuna de tener como vecino y amigo especial a un venerable anciano, Graciano Gómez, quien me enseñó algunas de sus canciones, en especial una, “A las madres”, la cual yo he exhibido, desde entonces, con tremendo cariño y orgullo. La maestra Leo me preparó y me llevó a hacer los exámenes de ingreso en la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán. Me gradué de guitarra clásica. Allí empezaron a desvelarse mis influencias. Y por supuesto crecí con los conciertos sinfónicos, los festivales de coro unidos a las descargas de trova y rock’roll, sin faltar los bailes de salsa gorda de Andy Montañez, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Willy Colón, Ruben Blades, Celia,… Los Beatles, Bee Gees... Laaarrrgas horas en la Biblioteca Nacional escuchando a Mozart, Tchaikovsky, Mangoré. Cintas de Ellis Regina, Chico Buarque, Weather Report, Santana y Chick Corea. A todo esto, me crié en un barrio del Vedado en el que la ventana de mi habitación daba justo a los salones de ensayo del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba. Me aprendí buena parte de lo los cantos afrocubanos en yoruba y abakuá. Creo que mis inquietudes de chiquita fueron alimentadas en todas esas fuentes: hoy soy un resultado de esos avatares.

Sé que te gusta la música clásica y el jazz. ¿Pero, qué música escucha Gema en soledad, para dialogar consigo misma?

GC: No sé si soy muy inquieta apasionada de la música y por eso soy musicóloga o por ser musicóloga es que estoy siempre hurgando en las entrañas de la música. El hecho es que aunque parezca mentira tengo 3 o 4 playlists en mi computadora (las reviso ahora que estoy respondiendo tus preguntas para ver qué abunda), lo cierto, hay clásico, jazz, bolero, música brasileña, pop, R&B, rock, etc., etc. Mis ratos de música a solas son con Gismonti, Elena, Coltrane, Fito Páez, Dianne Reeves, Gabriela Montero, Chano Domínguez, Luis Enrique, Bill Evans, Habana Abierta, Itzhak Perlman, Benny Moré, Fowler, Rosa Passos, Gonzalo Rubalcaba, Bola, Michael McDonald, Hector Lavoe, Gilberto Monroig, Marta Valdés, María Teresa Vera, Kiri Te Kanawa, Javier Ruibal, Fernando Álvarez, Cheo Feliciano, La Mora, Chavela Vargas, Viento de Agua, Luciana Souza, Interactivo, Paquito D’ Rivera, María Callas, Ella, Elvis Costello, Lenine, Gina León, Emerson Quartet, Vieja Trova Santiaguera, Rostropovich, Glenn Gould, Hermanas Páez, Cassandra Wilson... La verdad es que mis playlists están orientadas más hacia mis “momentos” y no hacia los tipos de música. Ahora, que tuve que responderte, reconozco que recurro a tremendo arroz con mango a la hora de ponerme una banda sonora a mí misma.

Dime con sinceridad, estás obligada a escoger a uno de los dos: ¿Pablo Milanés o Silvio Rodríguez? ¿Miguelito Cuní o Benny Moré? ¿Son o timba? ¿Jazz o clásico? ¿Bolero santiaguero o Nueva Trova?

GC: Me obligas a tomar una decisión casi como la de Sophie en aquella película de Meryl Streep: realmente todo lo que mencionas me gusta, me siento deudora de todos ellos. Pero ni modo, ahí te dejo las respuestas: el compositor Silvio, el intérprete Pablo. De las otras opciones: Benny Moré, son, jazz y bolero santiaguero, respectivamente.

¿Qué piensas de la timba habanera: NG La Banda, Charanga Habanera, Los Van Van, Manolito Simonet...?

GC: Desde chiquita soy adicta de los Van Van y de las canciones de Juan Formell. Desde el 70 hasta hoy, han dado un cambio tremendo pero siempre guardando esa sonoridad tan única entre la charanga típica y la timba. Cuando empezó NG me sorprendieron los arreglos de los metales y los tumbaos intrincadísimos del piano. Inigualables las voces que han pasado por ahí como la de Issac Delgado y Tony Calá, los más destacados. Luego llegó la Charanga con esas melodías y voces masculinas tan agudas y brillantes. Creo que sus temas repletos de estribillos son una locura para el bailador cubano. Manolito Simonet tiene temas excelentes que acercan la timba cubana a la salsa de hoy. A mi juicio el piano, las percusiones y el repertorio son su lado fuerte. En fin, me encantan, los sigo y a pesar de que no los escucho todos los días, son la banda sonora cuando estamos en familia con mi hija, mi hermana y algunos amigos fanáticos del baile.

¿Cómo percibes la música que se hace fuera de Cuba por músicos cubanos?

GC: He observado que los artistas cubanos somos muy permeables. Así es la música de Yosvany Terry, por ejemplo, íntimamente ligada y mezclada con el jazz neoyorquino. O los temas de Niover en París, con algunos aires que recuerdan la chanson francesa. Los aires flamencos en las canciones de Julio Fowler, la fusión que está haciendo Yusa con la milonga y el tango en Buenos Aires… En general, como buenos tripulantes de un barco sonoro, los cubanos que vivimos fuera de Cuba hemos alimentado nuestra creación con todas las influencias que hemos ido recibiendo de los lugares donde vivimos y los que visitamos. Nuestro universo ha variado notablemente con respecto a lo que escuchábamos en Cuba y no me refiero sólo a los medios de difusión: hablo de lo que escuchamos en la calle, en los festivales a los que asistimos, los conciertos y los proyectos en los que nos involucramos. Estoy muy feliz por la variedad de música cubana que se hace fuera de la isla y la calidad que tiene. Mucha de ella partiendo del respeto y la mención de nuestras raíces culturales más genuinas.

¿El dúo “Gema y Pavel” ya no existe? O ¿hay posibilidad de escucharlo en otros momentos?

GC: Pavel y yo estamos muy orgullosos y contentos con la obra que desarrollamos juntos. Hace unos dos años acordamos que, luego de nuestro octavo disco, las giras y numerosas producciones para otros artistas, había llegado el momento de iniciar rutas individuales y encontrar nuevas formas de expresión cada uno en solitario. Mientras sigamos vivos y haciendo música, supongo que en algún momento se podría dar un reencuentro, quién sabe…


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