Actualizado: 27/03/2024 22:30
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«Los niños deben crecer con la verdad»

Armando Correa, director de 'People en Español', habla con CUBAENCUENTRO.com

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De los cuatro directores que ha tenido People en Español, Armando Lucas Correa es el único no nacido en Estados Unidos. Cuando Martha Nelson, directora editorial de la división de Estilo y Entretenimiento de Time Inc., hizo su presentación ante los ejecutivos de la compañía, dijo que Armando era el primer editor en jefe del conglomerado que no se había graduado de una universidad norteamericana.

People en Español vende, mensualmente, más de 540.000 copias que llegan a seis millones de lectores. La revista tiene ingresos de 50 millones de dólares al año, sólo en concepto de publicidad.

El 14 de noviembre, Armando Correa lanza su primer libro, En busca de Emma, (Rayo/Harper Collins) en la Feria Internacional del Libro de Miami, y el lunes 23 de noviembre en la librería Books & Books de Coral Gables.

El libro relata el arduo trayecto que él y su compañero de 25 años, Gonzalo Hernández Arocha, recorrieron en busca de una hija, los detalles del proceso de subrogación y la experiencia de ser padres.

A mediados de diciembre nacen otros dos hijos: Anna Lucía y Lucas Gonzalo.

¿Cuándo empezaste a escribir En busca de Emma?

Comencé a escribir en marzo del 2004 una especie de diario. No tengo buena memoria, principalmente cuando se trata de cosas negativas, accidentes, fracasos, y como la búsqueda de Emma estuvo llena de tropiezos, tomé notas obsesivamente. Nunca con la intención de escribir un libro.

¿Por qué se decidieron por el método de subrogación gestacional y no por otro método?

Primero, valoramos la opción de adoptar. Todavía recibo emails de Ucrania, porque en esa época, a finales de los 90, las leyes eran favorables a la adopción internacional en ese país. El problema es que en muchos países, las leyes cambian según los gobiernos de turno y los procesos de adopción siempre se afectan. Además, hay muchas limitaciones para adoptar, más aún cuando tu familia no es la tradicional. Así que la adopción fue pasando a un segundo lugar.

Un día llegó a mis manos una historia en People Weekly sobre un hombre que se había convertido en padre con la ayuda de una madre sustituta y una donante de óvulos. Eso me abrió una puerta y comencé a hacer mis investigaciones. Si me decidía por el procedimiento in vitro, la única opción que valoraría sería la de subrogación gestacional y no la subrogación tradicional. La diferencia es que en la gestacional, la madre sustituta lleva en su vientre un embrión formado por una donante de óvulos —o sea, una tercera persona— y mi espermatozoide. Ella, en este caso, no aporta ninguna carga genética.

En la subrogación tradicional, la madre sustituta aporta su óvulo, y uno el espermatozoide, o sea, es la madre biológica del bebé. Con ese procedimiento, en muchos estados te exigen que entonces adoptes a tu propio hijo. En la gestacional, mi hija es mía, y nada más. Mía, biológica y legalmente.

Emma entonces es producto de fertilización in vitro, a través de subrogación gestacional, con la ayuda de una madre de subrogación, una donante de óvulos, un proceso inyección de esperma intraciplasmática (ICSI, por sus siglas en inglés, donde un espermatozoide es inyectado en el óvulo, para que sea fertilizado), y se le aplicó "hatching" asistido (se perfora la zona pelúcida, o cubierta, del embrión para facilitar su salida e implante). Ese embrión, además, estuvo congelado tres meses antes de ser transferido.

¿Le han explicado a Emma las circunstancias de su concepción y de su nacimiento? ¿Es el momento? ¿Se empieza desde temprano o debe esperarse? ¿Cómo debe manejarse ese delicado asunto?

Desde el día que nació, Emma ha estado al tanto de cómo fue concebida. Su historia es un libro abierto, para ella, para nosotros, para mi familia, para mis amigos. En la casa hay fotos de Mary, la madre de subrogación y de K (por contrato no debo identificarla), la donante de óvulos. Incluso, le preparé un libro contado a una niña (En busca de Emma), con fotos de nuestros viajes a San Diego, la búsqueda de la donante, los embriones, su nacimiento, todo lleno de dibujos, y se lo he estado leyendo por las noches, antes de dormir, desde hace ya un año. Una vez me dijo al oído, bien bajito, que era su libro favorito.

Creo que los niños deben crecer con la verdad. Nunca es demasiado temprano para que sepan su verdad. Crear una realidad falsa es absurdo. Lo más importante para un niño es crecer con amor. Esa es la realidad que le tocó, no otra. Mi hija sabe que en el mundo hay niños con un padre y una madre, con un solo padre, con una sola madre, con dos padres, e incluso algunos niños no tienen padres.

¿Cómo le llama Emma a Gonzalo, y cómo te dice a ti?

Gonzalo es papi y yo soy papá. Lo aprendió apenas cumplió su primer año.

Sé que han vuelto a la clínica y que van a tener otros hijos. Háblanos de eso.

Cuando tuvimos a Emma, nos quedaron seis embriones que criopreservamos. Al cumplir los dos años, cuando ya pasan al olvido las malas noches, los tres primeros meses donde hay que alimentar al bebé cada dos horas, decidimos que queríamos buscar un hermanito para Emma. Ella incluso hablaba de eso. Contactamos a Mary y nos dijo que sí, que le gustaría volver a hacerlo. El problema es que ella estaba embarazada de su segunda hija y tuvimos que esperar.

Cuando estuvo lista, transferimos los tres mejores embriones que nos quedaron —el resto se desechó—, y el embarazo fue positivo. La felicidad no duró mucho porque a los pocos días, lo perdimos.

Ahí nos quedamos con la disposición de seguir adelante. Ya no teníamos más embriones, así que buscamos a K, la misma donante de óvulos. Aceptó, pero luego se arrepintió. Buscamos a una nueva donante de óvulos, llamémosla L, y fuimos a conocerla con Emma y logramos unos diez embriones de alta calidad. Transferimos tres, se pegaron dos, y ahora vamos a tener mellizos, una hembra y un varón, Anna Lucía y Lucas Gonzalo, que deben nacer a finales de diciembre.

¿Cómo es la relación ideal de los padres con la madre subrogada?

Nosotros tenemos una relación excelente con Mary, principalmente porque respetamos su espacio. Creo que debe haber una relación cordial, estar comunicados semanalmente, que ella sepa que uno se preocupa por ella, y por los bebés que ella lleva, y al mismo tiempo no hostigarla. Pero no hay una fórmula cerrada. Todo depende de la madre sustituta que uno encuentre. Algunas necesitan más atención, otras más independencia. Hay que recordar que estas mujeres casi siempre trabajan, son madres, esposas y además cargan una maternidad que no les pertenece. Hay que ser pacientes y darles una atención contenida.

Tus amigos de La Habana dicen que siempre estuviste al tanto de lo más novedoso, que tu casa fue el lugar donde primero vieron un aparato de vídeo, ¿fue tu pasión por los avances de la ciencia y la tecnología un factor en la decisión dar este salto al futuro?

Me fascinan los avances tecnológicos, "estar al día" era una obsesión para mi generación. Más aún cuando vivíamos en una isla herméticamente cerrada. Devorábamos todo lo que nos llegara de “afuera”. Creo que el futuro le pertenece a todo el mundo, no sólo a la nueva generación. Uno no se puede quedar estancado. No me gustan los encasillamientos. Hoy son las revistas impresas, mañana serán los websites. No hay revolución más impactante que el Internet. Estoy abierto a todo lo que venga, quiero saber qué pasa en Facebook, en Twitter; qué busca mi sobrino, que tiene 21 años y, ahora, qué buscará mi hija que tiene sólo cuatro. Me fascina leer un libro, pero no niego —todo lo contrario— la existencia del Kindle, y espero ansiosamente la salida del Tablet de Steve Jobs, que va a revolucionar el mundo de las publicaciones.

Por lo menos entre los hispanos, eres un pionero en el terreno de la fertilización in vitro.

Cuando comencé el proceso de crear a mi hija en un laboratorio, me parecía que estaba inmerso en el mundo de la ciencia ficción. Hoy es algo natural. Hay millones de niños nacidos gracias a la fertilización in vitro. Piensa que la primera niña probeta, Louise Joy Brown, cumplió 30 años el año pasado, y ya tiene un hijo de un año. Después del milagro de Louise Joy, vino Zoe, la primera niña nacida de un embrión congelado. Luego están los llamados bebés de diseño, o "bebés medicamento". Son los niños concebidos para que sean compatibles con un hermano, que casi siempre padece una enfermedad mortal, para que sirva de donante para salvarlo. El primero fue Adam, que fue creado a la medida, para utilizar una muestra de citoplasma y así poder salvar a su hermana que padecía de anemia de Falconi. En el 2000 nació en Francia Valentín, el primer niño concebido a través de la técnica de Diagnóstico Genético Preimplantacional (PGD, por sus siglas en inglés) y se convirtió en el primer bebé eugenésico. A diferencia de Adam, Valentín fue concebido para que fuera perfecto.

Sin dudas, estamos en una nueva era.

Mucho antes de ser editor en jefe de People en Español fuiste editor de Tablas, háblanos de ese momento de las artes escénicas en Cuba.

En lo referente a Cuba, me siento marcado por la generación de los 80. Estudié en el Instituto Superior de Arte (ISA), de La Habana, con gente de teatro, de artes plásticas, de música. Éramos muy jóvenes y nos sentíamos ajenos a la carga política, una verdadera ingenuidad. Crecí en contra del realismo socialista. Es por eso que mi generación se fascinó con el vacío, el postmodernismo, la frivolidad, el Pop Culture. Estábamos hastiados de los discursos, de los significados. Tablas surgió en ese contexto. Era una época en que las formas no tradicionales del teatro eran las que nos fascinaban. Y surgieron respuestas interesantes en Cuba, como La cuarta pared, de Víctor Varela; Eppur Si Muove, de Ballet Teatro de la Habana y la trilogía de teatro norteamericano de Carlos Díaz. Era una aventura de un grupo de jóvenes enloquecidos, y por supuesto, todos teníamos el síndrome de Marco Polo. Estábamos obsesionados con salir de la isla.

No sabía que habías publicado una obra de teatro, ¿dónde apareció?

Escribí Examen final como un ejercicio dramatúrgico. Era una juego escénico con una cierta carga de irreverencia. Presenté el texto al Concurso Literario 13 de Marzo de la Universidad de la Habana y gané el premio de Teatro. No conservo ni una copia del texto. Fue de las cosas que quedaron extraviadas cuando salí de Cuba. No sé qué pensaría si la leyera hoy. Te repito, éramos muy jóvenes.

¿Fue difícil dar el paso de las artes escénicas cubanas, y de la edición de Tablas, al trabajo de periodista en Miami?

Soy un hombre de proyectos. Mi vida se mueve a través de proyectos. Recuerdo esa transición, de crítico de teatro densísimo, con uso de metalenguajes (o metatranca, como decía un amigo) a reportero de El Nuevo Herald, donde las ideas tienen que ser directas y el mensaje corto. Lo primero que escribí fue una entrevista a Tongolele, y por supuesto, todavía con una cierta carga de metatranca. De ahí pasé a noticias y fue una verdadera escuela. Salir a reportar, buscar la noticia, conmover a tu audiencia, escribir en pulgadas fue un reto fascinante.


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