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Literatura

Raúl Ortega Alfonso: “Los premios son trucos de la suerte”

Entrevista al autor de La vida es de mentira, ganador del Segundo Premio Ediciones B & Playboy de Novela Latinoamericana 2013

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La vida es de mentira se desarrolla en los años noventa, y tiene como escenario la Ciudad de México. Una comitiva de criaturas desamparadas (“La españolita”, “El Violinista”, “El Profesor”, “Papito El gerente”, Maritza, La Madre, La Hija...) desfila por los pliegos de una historia en la que un humor teñido de poesía le sirve a Raúl Ortega Alfonso para presentar los trances de una aventura solazada y triste a la vez: un túnel de compasivas mentiras, testimonio de una época en que la emigración cubana protagonizó muchos arrojes en un cruce de cultura determinante en los perfiles del fenómeno cubamex.

La vida es un prodigioso convite de ilusiones: arrobamientos de disimulos piadosos que el autor de Fuácata pone a disposición de los lectores. Gozosa lectura que devela con inteligencia, el mundo soterrado del exilio reciente de muchos cubanos en México. Personajes de carne y hueso que convencen por sus rasgos tragicómicos no exento de orfandad, tristeza y soledades. Humor y erotismo que rozan lo rufianesco.

El Asaltado, personaje heredero de la mejor tradición de la picaresca española, relata sus aventuras entre conquistas eróticas, traiciones, plagios y quimeras. Ejercicio de cabalidad narrativa con eficaz enunciación discursiva. Fusión de improntas y “gestos cubanos” con caprichos y denuedos mexicanos. Relator que conoce muy bien al país azteca y, hasta cierto punto, le rinde homenaje.

El bar Mamá Rumba, actante de fuerza medular en la trama. Desfile de personajes inolvidables. Novela cubana-mexicana que no cae en esquemas ni modelos estereotipados. Visos poéticos de un prosista que sabe erigir voces y escenarios veraces con vigoroso oficio.

Fábula que nace como resultado del encuentro, circunstancias y sucesos en el que seres humanos de dos culturas interactúan y suscriben actos sustentados en la crónica de la emigración cubana en México a partir de los 90. Recapitulaciones de la idiosincrasia de lo cubano, y asimismo los apegos y redenciones de sus empalmes con la cultura mexicana. Habla mestiza. Dos tradiciones en la que el baile y la música popular cubana juegan un papel cardinal.

Narrada en primera persona por El Asaltado, la Hija, el Violinista: relator que logra mudas temporales-espaciales de gran eficacia retórica. Soliloquios dilucidados por ElAsaltado de gran fuerza lírica: reflexiones sobre la poesía, el erotismo, la muerte, el exilio, la música, la esperanza y el dolor.

Polifonía enmarcada en el desenfado, pero también en esas galerías donde el arrobo del abatimiento suscribe la vida. Retrato veraz del odio en la configuración dramática madre-hija; testimonio de la probidad y el decoro todavía posibles en los seres humanos (Violinista); y la cabalgata de un tramposo (Asaltado) que, a veces, produce repugnancia, y, en la mayoría de sus procaces gestos, conmiseración. Indiscutible muestra de la pujanza de la narrativa cubana del exilio.

CUBAENCUENTRO conversó con el poeta y narrador cubano-mexicano, Raúl Ortega Alfonso.

¿Qué es, a fin de cuentas, esta novela premiada?

Raúl Ortega Alfonso (ROA):La vida es de mentira es la tercera novela de una trilogía que se titula Los herederos de la caída, la cual se desarrolla en los primeros años de la década del noventa en Cuba y concluye en México a finales de la misma. La primera, Fuácata, se publicó en 2012 por la editorial mexicana Terracota; la segunda (inédita) se llama Salón para menstruar en paz.

¿Mismos personajes en las tres o un desfile de obsesiones tuyas en distintos escenarios?

ROA: No son los mismos personajes los que discurren por los tres libros, sino un conjunto de ellos, quienes refrendan sus obsesiones, abismos, delirios, desesperanzas, locuras... Actores marcados por la zozobra de vivir bajo la dictadura que impera en la Isla y después por los avatares del exilio.

Cuéntanos un poco sobre los trasiegos de esta novela.

ROA: Este texto que ha sido premiado lo quiero mucho porque me ha acompañado en mis años de escritor inédito —ineditud se me antoja llamarle— durante mis casi veinte inviernos de emigración; antes con el título El túnel de la mentira, estuvo entre las cuatro finalistas del premio Herralde de novela en 1998, cuando el chileno Roberto Bolaño obtuvo el galardón con Los detectives salvajes, pero no fue publicada por Anagrama. Después fue rechazada por varias editoriales; finalista del premio Joaquín Mortiz de México, tampoco editada por el Grupo Planeta.

¿Quién es El Asaltado?: personaje que produce reacciones encontradas en los lectores

ROA: El personaje principal de la novela (alrededor del cual los demás personajes van tejiendo sus historias), antihéroe que echa mano de la impostura para lograr sus objetivos. Estafador, mentiroso, traicionero, libidinoso, y sobre todo obsesionado por las mujeres, El Asaltado nos cuenta sus aventuras desde que se casa con una mexicana en la Isla para tratar de escapar, hasta que llega al aeropuerto del D.F. acompañado por ella y se le esconde en el baño de mujeres de la terminal para empezar su odisea henrymilleriana. En la Isla queda su hermano, que al principio participa de la farsa representada, pero luego se arrepiente y decide suicidarse. “La muerte me abre a la decencia”, reza el cartel que se cuelga del cuello antes de volarse la cabeza con un viejo revolver. Es ahí donde el bribón aprovecha y plagia la obra del hermano, para también hacerse pasar por poeta entre los intelectuales y compatriotas del país de destino.

¿El Violinista es, hasta cierto punto, un antagonista dramático de El Asaltado? ¿Qué quisiste representar con esa discordante dicotomía semántica en los gestos de estos protagonistas?

ROA: Otros de los personajes, El Violinista, quien también va contando su historia en primera persona. Esta contraposición con El Asaltado, me permite añadir un poco de “esperanza” en mi fabulación: aún pueden existir personas “honestas, bondadosas, sinceras”, aunque en el plano personal no lo crea: es una tesis del narrador (el narrador no es el autor). También se escribe para imaginar que el hombre no es sólo el depredador que conocemos. La literatura es como un biombo que separa al hombre de su próximo asesinato. Nos salva. Nos entrega el tanque de oxígeno debajo de la cloaca. Aunque sea por un segundo, nos recuerda que sí existe alguna diferencia entre nosotros y el zarpazo de la dentellada. Ese instante que nos regala la ficción nos basta para alejarnos del suicidio o el crimen.

El Violinista, mi homenaje al músico que después de haber estudiado en las academias; después de horas y años de esfuerzos para convertirse en un virtuoso, se ve obligado a escapar de la Isla para encauzar su carrera lejos de los dogmas políticos de la dictadura: al llegar al exilio mexicano tiene que pasarse años y años cantando la millonésima versión del “Son de la loma” de Matamoros. No olvidar que nuestros creadores se han visto obligados a renunciar a su tesoro más preciado (su público, su lector) para insertarse en un ambiente muchas veces ajeno, hostil. El exilio enriquece nuestras vivencias, también nos aleja de ese sentimiento de entrega que invade a un artista cuando el público se reconoce en sus obras. Si una osa está al pie del árbol donde yo estoy encaramado para evitar que me devore, pero a ella se le ocurre decirme: “Baja, Papi, baja ya”, así, como es capaz de decirle una cubana a su pareja, a nadie le quepa dudas de que yo bajo, qué más da: que me coma. Quizás en eso estriba la necesidad que tenemos de ese público, el lector natural.

Novela polifónica, coral. Observo lo mismo en Fuácata, Robinhood.com y Tu desnudez en el aliento. ¿Por qué?

ROA: Creo que sin yo proponérmelo, este coro de voces narrativas en mi literatura siempre me ha conducido a la alternancia para arribar en realidad al puerto al que he querido siempre llegar: mis personajes femeninos en primera persona. Si existiera algún valor en mi obra dentro del corpus de la literatura cubana tendría que ver con el travestismo de mis narradores, con operaciones incluidas para convertiros en narradoras. Soy una mujer de la literatura cubana: seguramente mi mayor orgullo, mi mayor logro, eso creo, al menos. Yo hablo de la mujer que vive dentro de mí, de la mujer que todo hombre tiene en su interior y que muchas veces ahoga para hacerse el machito”.

¿Sustitución, metamorfosis, embozo?

ROA: No trato de sustituir nada: habla mi otra mitad, la madre que me habita, la hermana que me arrenda, la novia, la amante, la esposa que me ocupan, y que gracias a ese Dios, en quien no creo, son más fuertes que mi “demostrable virilidad”. Puedo asegurar que la mujer es la parte visible de mi mundo. En Lavida es de mentira está el macho desplegando sus artilugios, tendiendo sus trampas para atrapar el vuelo, pero creo que, incluso, desde este personaje tan despreciable, aún se alza el homenaje a la mujer aunque sea en esta forma de obsesión, de coprofagia…

Pero tu Asaltado es un insolente, se burla de la mexicana de forma, a veces, ofensiva y dolorosa...

ROA: “El arte es ofrenda o vanidad”: Rafael Cadenas; en mi caso, es el eterno homenaje a la mujer. Pero, a la par de El Asaltado, habla, odia, vitupera, grita desde las entrañas de esta mujer que el protagonista ha engañado en La Habana. “Hay que mentir a diario para seguir viviendo”, se justifica él, pero nada justifica que nos hayamos casi acostumbrados a jugar con los sentimientos de nadie para alcanzar aunque sea la ansiada “libertad”. Gracias a los recursos ilimitados que nos ofrecen la literatura, y los espacios temporales, también toma la voz cantante la hija, ya adolescente, fruto de este encuentro entre la mexicana y el cubano. Ese triángulo de amor-odio entre Guadalupe, El Asaltado y la hija, se desarrolla la trama. Es en estas voces femeninas donde mejor se reconoce el “yo” de mi literatura, que en mi caso vendría siendo el “ella”. Tanto en mi poesía como en mis novelas, el sujeto lírico, la narradora-protagonista en primera persona, ocupa este espacio que me satisface y enorgullece.

¿Experiencia personal? ¿El Asaltado es un alter ego?

ROA: Aunque no escapé de la Isla de la misma forma del personaje, sino con la generosa ayuda del cineasta Ernesto Fundora, quien me pagó el boleto y me recibió en su casa del DF, debo decir que no niego la posibilidad de que se hayan inoculado las vivencias del autor. Yo vivo, después escribo. Mis criaturas están vivas porque yo ya viví. Si el narrador afirma que la menstruación de las mexicanas sabe a huitlacoche (hongo comestible parásito de la mazorca del maíz: lo aclaro para los lectores no mexicanos que nunca han probado algunos de los manjares de la cocina azteca) es porque el autor ya tuvo ese coágulo en la boca. Lo sabe y lo trasmite. El lector agradece la franqueza aunque le estén hablando de los langostinos que viven en la luna.

Borges era una biblioteca, por eso podía alimentarnos con la sabiduría y sus experiencias librescas. En el caso de los personajes femeninos, vuelvo a citar a Octavio Paz cuando asevera que la imaginación es la hija del deseo. Imaginación y deseo se unen para poder transmitirle al lector lo que siente una mujer cuando es traicionada o cuando está encima o debajo de un hombre en la cama.

Has publicado en menos de tres años cuatro novelas, ¿cómo lograste esas “victorias editoriales” después de tantos años de ser un narrador inédito? En la poesía te fue mejor con varios poemarios en Cuba, México y Miami.

ROA: Mientras iba publicando mi poesía —un libro en Cuba; tres poemarios en México; y dos en Miami: será publicada una antología de mi poesía en Madrid que incluye un cuaderno inédito— seguí escribiendo narrativa, a pesar del rechazo de editoriales de España y México. Esta novela obtuvo un dictamen favorable en Planeta: el editor me dijo que ya el boom de la literatura cubana había pasado y que no se publicaría.

¿La perseverancia a costa de todo?

ROA: Creo que hay que insistir, no dejarse vencer, escribir si es que de verdad fue este el fatal oficio que escogiste; pienso que es la única manera de lograr algo. A mí me hubiese gustado ser el dueño de una tienda de zapatos para mujeres y, además, ser el único empleado. Pero no pudo ser posible. No creo en los avatares del destino, pero el escritor no tiene otro si lo es de veras.

Entre 2012 y 2014 he publicado cuatro novelas, y esta última hasta fue premiada, aunque ya sabemos, los premios son trucos de la suerte o nidos de intereses extraliterarios. Se queja el fracasado, pero el verdadero fiasco de un escritor es cuando deja de escribir. En este mundo de competencia, de oropéndolas y de pelota de fútbol pateada nos han hecho creer que la ineditud de un artista es sinónimo de derrota. No piensa así quien asume el arte de escribir con pasión desbordada, aunque a cada paso le griten en el rostro que es el peor, el más hostil y desastroso de los oficios.


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