Lunes, 18 febrero 2002 Año III. Edición 304 IMAGENES PORTADA
Internacional
Solidaridarios

¿Apoyo al Gobierno o a los gobernados? ¿Asistencia ideológica o humanitaria? ¿Qué clase de solidaridad practica Europa con respecto a Cuba?
por LUIS MANUEL GARCíA Parte 1 / 2

La solidaridad está de moda.

Niños
Hija de desaparecido en el estrecho de la Florida. ¿Ayuda
internacional a través de los Ministerios de la Habana?

La más reciente generación de europeos, crecida al amparo del "estado del bienestar", es, a un tiempo, hedonista y generosa. Ninguna generación anterior disfrutó con tanto fervor del subsidio paterno, ni dispuso de tantos bienes como la actual. Ninguna generación anterior ejerció en tal proporción la solidaridad (voluntariado en ONGs que actúan en el Tercer Mundo, acción social, campañas de ayuda, etc.). El hecho de que no tenga que luchar por su supervivencia apenas rebasada la adolescencia, y disponga de una red de seguridad familiar, no disminuye el mérito; aunque en buena medida lo hace posible.

Salvo algún ciclón eventual, Cuba no entra en las prioridades: las tragedias de Goma o Kabul, la desdichada racha de cataclismos que asola Centroamérica, los polos de la miseria absoluta, en especial la del África y los pueblos indígenas (casi digo indigentes) de América Latina, acaparan una buena parte de la atención solidaria.

No obstante, en diferentes países persisten y actúan, bajo preceptos humanitarios, políticos, nostálgicos o todo junto en diferentes dosis, asociaciones y grupos de solidaridad con Cuba.

En Alemania es posible encontrar decenas de esos grupos, cuyo único factor común es la palabra Cuba, dado que para cada uno la amistad y la solidaridad constituyen productos diferentes. Adquieren un tractor para una cooperativa, envían material escolar, reúnen medicinas o convocan actos, conferencias y verbenas políticas en beneficio del Gobierno cubano, y no de los gobernados, quienes necesitan más penicilina y cuadernos que palabras. Si algo no ha faltado a los cubanos en cuatro décadas son palabras.

Entre esos grupos los hay irrestrictos, sin condicionamientos, cuyo único principio rector es paliar las dificultades de un pueblo que ha demostrado, durante tres decenios, su alto sentido de la solidaridad. Con demasiada frecuencia por decreto, lo que tampoco resta mérito al pueblo que ha dado incluso lo que no tiene.

Los hay oficialistas, que acatan sin disidencia los postulados del Gobierno cubano, mudanzas incluidas. Los hay que no dialogan con quienes sustentan el discurso oficial del régimen, y quienes todo lo contrario. Algo similar ocurre en casi todos los países.

Existen Infomed, Comité de Defesa da Revoluçao Cubana, Amigos del Che, Medicuba, Cubasí, Netzwerk Cuba, Association Suisse-Cuba, Askapena, Asociación de Amistad Hispano-Cubana Bartolomé de las Casas, y cientos de asociaciones más.

Un amplio espectro de posiciones que merecen todo el respeto a la diversidad. El respeto a su derecho a constituirse en alternativa a las políticas oficiales de sus países. Aunque, curiosamente, ellos mismos, en su inmensa mayoría, apoyan a un Gobierno cuya tolerancia de lo alternativo no va más allá del mismo perro con el mismo collar.

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