Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Canadá, Terrorismo, Reflexiones de un cubano guagüero en Canadá

La violencia Política

Los hechos del 11 de Septiembre de 2001 tuvieron una profunda repercusión en la forma de pensar de los canadienses, pero pensaron que esas cosas no suceden aquí

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La traición de nuestros políticos a la voz de quienes los elegimos no solo demuestra las calamidades de un sistema que se ha vuelto imperfecto en nombre de una conveniente democracia llena de técnicos artilugios y medido secretismo, sino que además nos deja un saldo histórico del que luego todos somos cómplices, victimas y deudores.

En días recientes han ocurrido en Canadá dos hechos tan sorprendentes como inusuales. Es bien raro en este país, a no ser por algún crimen de pasión, el usual delincuente de pacotilla que rompe alguna ventana o los que pretenden sobrevivir del lucro ilegal los días que demore el proceso de meterlos en la cárcel, que alguien ataque a un desconocido, mucho menos por razones políticas o religiosas.

Quizá no lo sepa si no vive aquí pero es bien común en las ciudades de Canadá ver coexistir en plena paz y respeto, diferentes culturas y creencias sin que ninguna de las partes se sienta molestado por la otra.

De hecho he tenido en placer de interactuar con musulmanes, judíos, chiitas, cristianos y todos los casos me han explicado con sincera pasión, entre turbantes o bajo el kipá, los detalles de sus creencias y por qué las tienen.

Las lecciones son casi siempre más de historia que de la religión misma pero cuando la explicación termina, yo siempre se quedó pensando en que si todo el mundo se concentrara en lo que le dictan sus profetas, no habrían problemas en el mundo porque todas las formas de pensar, incluyen como sujeto central un mensaje de paz, tolerancia y buena conducta.

Lo que me llevó a escribir este artículo no fueron los hechos que sucedieron en Montreal y Ottawa en días recientes, sino el descubrir cuando reflexionaba sobre ellos que ni tan siquiera me sorprendió que hubiesen sucedido.

Alguien lanzó su auto contra dos militares en sus uniformes, matando a uno de los oficiales, y apenas dos días después, otro individuo invadió el edifico del gobierno federal con rifle en mano al tiempo que los miembros del parlamento y hasta el mismísimo Primer Ministro estaban en sus oficinas. En ambos casos los asaltantes murieron en el intento, no sin antes llevarse las vidas valiosas de personas inocentes que fueron atacadas sin lugar a dudas a traición y en donde menos lo hubieran imaginado.

Los hechos del 11 de Septiembre de 2001 tuvieron sin dudas una profunda repercusión en la forma de pensar de los canadienses, pero sorprendentemente cada vez que hablo del asunto con alguien aquí, tal parecieran en coincidir que esas cosas no suceden aquí arriba, lo que me lleva igualmente a pensar que graciosamente ven como algo más natural que sucedan sin embargo en Estados Unidos.

Canadá apenas si ha tenido alguna guerra importante en su territorio desde su fundación y aunque ha producido sistemáticamente muchos soldados valientes. por cada conflicto internacional que se ha desatado en el mundo, vivir dentro de sus fronteras es de asumir una completa y absoluta paz.

Entonces, ¿por qué ni tan siquiera me sorprendieron los ataques de los dos terroristas la semana pasada?. Porque a mi entender el gobierno de turno del país está dando pasos incomodos en favor de una posición más neoliberal y más en concordancia con su vecino del sur, el gobierno americano.

Yo también a veces me confundo porque si algún ideal he tenido en mi mente de democracia hasta ahora, Estados Unidos y Canadá han sido mis primeros ejemplos por conocerlos medianamente bien.

Quizá parte de mi problema fue aprender un poco de inglés, que me ha permitido indagar con mis propios ojos y orejas los mecanismos que sostienen las democracias modernas y lo rápido que se alejan de mis expectativas.

El aceite de cada democracia es que los ciudadanos tienen el poder de votar libremente, pero con el tiempo ese voto ha devenido en esperanza optimista basada en promesas que alguien nos recitó en los oídos sin ninguna garantía de que las vallan a cumplir o respetar.

Una vez que el pueblo le abre las puertas de la presidencia al elegido de turno, lo que pasa dentro de la oficina presidencial es el pueblo en todo caso el último en enterarse.

Sería distinto, supongo yo, si cambiáramos el juego y metiéramos en la cárcel a aquellos que nos engañaron he hicieron de nuestra confianza un desparpajo de desilusiones, pero hasta el día que escribo este artículo, eso todavía no ha sucedido y es quizás por esa razón que nuestro políticos juegan con nuestros votos y nos llevan a ideologías que no compartimos y a guerras que tampoco queremos.

Fíjese en lo que pasó hace apenas unos meses en la Franja de Gaza, cuando Israel se tomó la atribución de bombardear a los ciudadanos de estas ciudades indiscriminadamente hasta el punto que los muertos se contaban en los miles y barrios enteros desaparecieron en los escombros.

Es cierto que fue en respuesta a la artillería que el otro bando intentó lanzar contra la población de Beirut y otras ciudades aledañas, pero coincidirá conmigo si está bien enterado de que la respuesta no solo fue brutal sino además desigual e inhumana. ¿Se sorprenderá si le digo que el gobierno de Canadá estuvo del lado de Israel, incluso cuando yo no encontré a nadie, ni tan siquiera a un judío, que respaldara la opinión del Primer Ministro de Canadá? Nosotros no votamos por él para eso, así que ¿en nombre de quien fue la posición en la que se abandero el representante del país? ¿Cuantos terroristas van a generar en el pueblo palestino las últimas acciones de Israel contra su población? ¿Está exento de ser llamado terrorista aquel que genera terrorismo con sus actos irresponsables?

Hoy, los poderosos emprenden otra campaña armada. Le tendría que decir que Mr. Obama con su premio Nobel de la Paz y todo, su desenfado presidencial me ha decepcionado ampliamente, porque al igual que su antecesor no ha ni esperado por las Naciones Unidas y se ha tomado el derecho de salir a disponer y a repartir armas por el Medio Oriente sin recordar todos los desastres y conflictos que su país ha creado anteriormente con acciones muy parecidas.

La diferencia esta vez, según cuentan las noticias, es que ahora no van a combatir contra una nación sino que es solo en contra un grupo terrorista, que en muy buena tinta tendrían que admitir, ellos mismos han contribuido a crear de cierta forma en el pasado.

Estados Unidos se toma atribuciones internacionales que estoy seguro mucho menos de la mitad de su población justifica o desea, ni hace falta mencionar que la gran mayoría de esos que respaldaron la agresión a Iraq, por ejemplo, estuvieron profundamente influenciados por las mentiras de Bush y sus amistades de gobierno, no sin mencionar las convenientes posiciones que muchas veces toman los medios de información para proteger sus propios intereses. Pues que le parece si le digo que en todo el despliegue que han formado esta vez en contra de Iraq y Siria, Canadá ha tenido una participación importante, como igual la tuvo en la reciente invasión de Afganistán?.

Las guerras nunca resuelven ningún problema, si acaso los demoran y siempre a un alto precio para ambos bandos. Lo vemos en Libia, donde Canadá también participó, y en donde algunos incluso extrañan a su Gadafi porque ahora sí que están viviendo en un infierno. Lo vemos en Iraq, que se ha tornado luego del juicio apresurado de Husein en un eterno campo de batallas, e incluso en Siria, donde el desorden y la crueldad han llegado a niveles tan alarmantes que han preferido perdonar a su tirano por miedo a tener que cargar con la factura que la historia les podría saldar luego de su ausencia.

Hay muchas soluciones que ensayar mucho antes del ensayo repugnante de una acción armada, donde mueren tantos ciudadanos inocentes de segunda clase, normalmente llamados colaterales, y en ningún caso me dejaría yo arrastrar por la posición comprometida de quien se ha mostrado muchas veces, cómplice de las partes en el conflicto. Canadá está, en mi derecho de votar y de opinar, cometiendo un error en salir a contiendas guiada por los intereses políticos y aspiraciones globales de un gobierno de tendencia imperialista y de oscuras intenciones.

Canadá es un país de paz, reconocido por sus posiciones neutrales, por su empeño en mediar para encontrar soluciones, por su amistad y su capacidad de entender y por usar el lenguaje como principal arma de guerra. Mr. Harper, el Primer Ministro del país no me representa en sus decisiones y aunque posiblemente habrán otros incidentes lamentables como los de días pasados y que condeno en su naturaleza, habría también que recordar que cuando uno abandona el diálogo por el sonido atónito del campo de batalla, tendría que comprender en medio del zumbido penetrante que producen sus decisiones que de alguna manera se ha salido del camino para el que fue elegido. Ah, inocente yo al olvidar que las trincheras de nuestros políticos es detrás de sus burós, a cientos de kilómetros del conflicto, pescando con sus anzuelos los votos de las próximas elecciones.


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