Actualizado: 27/03/2024 22:30
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España, Relaciones Internacionales

Un futuro más incierto en Europa para el régimen

El autor considera que tras las elecciones del 20 de noviembre en España la dictadura cubana perderá un importante aliado

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El domingo 20 de noviembre los españoles acudirán a las urnas en elecciones generales, y de acuerdo a todos los pronósticos de todas las encuestas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) será desplazado del poder, sustituido por el Partido Popular bajo el liderazgo de Mariano Rajoy.

Tras ocho años de gobiernos amistosos en La Moncloa, con sibilinos personajes como Miguel Ángel Moratinos en la cartera de Exteriores realizando tremendas presiones a favor del levantamiento de la “Posición Común” europea para beneficiar al castrismo, la dictadura cubana deberá manejarse desde el próximo lunes frente a un nuevo ejecutivo español que, independientemente de las posibilidades reales que pueda tener para actuar sobre el tema cubano, no tiene ningún interés en “caerle bien” a La Habana ni en mejorar relaciones con la dictadura al precio de mirar hacia otro lado e ignorar las continuas violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia en la Isla.

Sin embargo, como bien ha señalado Antonio Arencibia en Cubanálisis-El Think-Tank, los compromisos españoles en la economía cubana son de tal magnitud y tan profundos en estos momentos que no es realista esperar algún tipo de ruptura total de Madrid con La Habana, porque independientemente de las posiciones ideológicas del Partido Popular y sus líderes hacia la democracia, el Estado de derecho, y el respeto a los derechos humanos, todo gobierno español está obligado a velar, en última instancia, por los intereses de sus empresas y negocios en el extranjero, y son muchos los compromisos españoles en el sector del turismo cubano, tanto en la propiedad de hoteles como en contratos de administración y en empresas secundarias que dan servicio y apoyo a la actividad turística en el país.

Por otra parte, la empresa española Repsol-YPF está haciendo una apuesta muy grande en el petróleo submarino de la Zona Económica Exclusiva cubana, al extremo de arriesgar roces y choques con el Gobierno de Estados Unidos a causa de las disposiciones del embargo y la actitud de un conjunto de congresistas bajo el liderazgo de los legisladores cubano-americanos, para que el nuevo gobierno español pudiera darse el lujo de dejar a su empresa en la estacada, después de la cantidad de millones de dólares que se han puesto en juego en esta aventura petrolera.

De manera que los cubanos, que por regla general no nos caracterizamos ni por la mesura de nuestros criterios ni por la frialdad de nuestros análisis y valoraciones políticas, tendremos que prepararnos para analizar y entender las acciones de realpolitik que se llevarán a cabo por el Gobierno español a partir del lunes sobre el tema cubano, diferenciar lo que sean acciones de gobierno de las acciones del Estado español, y pensar muy bien las cosas antes de salir a la calle gritando que se trata de “más de lo mismo”, o pretender vilipendiar al nuevo gobierno español como si no hubiera diferencias fundamentales en la política hacia Cuba por parte de los Populares y los Socialistas españoles.

Indudablemente, no se trata de dar un cheque en blanco sobre el tema cubano al Gobierno español que debe surgir de las elecciones del próximo domingo, sino sencillamente recordar que los gobiernos españoles, de cualquier signo, tienen que proclamar y defender, antes que todo, los intereses y prioridades de España y de los españoles, y que la solidaridad con los derechos humanos y los anhelos de democracia de los cubanos, por muy altruistas que resulten, van solamente después de los intereses y prioridades de los españoles.

Con el nuevo gobierno español instalado en La Moncloa deberemos ver una actitud más abierta y amistosa de la embajada española en La Habana hacia los disidentes cubanos, y el final de las presiones en Bruselas para dejar sin efecto la “Posición Común” de la Unión Europea frente al Gobierno cubano. Y tal vez, en determinada medida, una cierta mejoría o relajamiento de las tensiones en las relaciones con los excarcelados cubanos que fueron desterrados a la Península, pero sin llegar a nada espectacular.

Sin embargo, no serían de esperar cambios significativos —para peor— en las relaciones comerciales entre ambos países, y lo lógico sería que el nuevo gobierno trate de fomentar aún más esas relaciones, teniendo en cuenta que España atraviesa en estos momentos por una profunda crisis económica y social, donde la reactivación de su economía y la reducción del desempleo son objetivos prioritarios y estratégicos, y en la medida que las relaciones con Cuba contribuyan al logro de esas prioridades del Gobierno español serán sin dudas atendidas por el nuevo ejecutivo.

De tal manera, aunque el carácter político de las relaciones cambie a favor de los intereses del pueblo cubano y en contra de los de la dictadura, la “solidaridad” con los cubanos no puede de ninguna manera ir contra los intereses y prioridades de España. Y por otra parte, el carácter económico y comercial de tales relaciones no solo deberá mantenerse como hasta ahora, en el peor de los casos, sino incluso sería de esperar que se incrementara, en caso de encontrarse posiciones mutuamente convenientes para ambos gobiernos.

Así que, aunque a partir del lunes los vientos en Madrid soplen mucho más a favor de la democracia y del Estado de derecho en la Isla, no hay que hacerse ilusiones con el hecho de que un gobierno del Partido Popular quebraría todas sus lanzas a favor de los cubanos, desconociendo los propios intereses de los españoles.

Ya es hora de que los cubanos aprendamos definitivamente que, aunque siempre son bienvenidos los gobiernos y las políticas que apoyan los justos reclamos de nuestro pueblo frente al totalitarismo, vengan de donde vengan, la solución de nuestros problemas como nación corresponde a nosotros mismos y a nadie más, ni en Madrid, ni en Washington, ni en Caracas.


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