Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Antisemitismo, Israel, Gaza

El antisemitismo y los ataques de Israel

El argumento del antisemitismo no explica a plenitud el rechazo a la ofensiva bélica del gobierno de Israel

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En las últimas semanas, los mandatarios de América Latina han adoptado un duro discurso contra Israel por la ofensiva contra los blancos terroristas de Hamas en la Franja de Gaza.

En general, el poder político de la región solo se concentró en la condena a Israel. Hace dos semanas, durante la cumbre del Mercosur que se realizó en Caracas, los países miembros emitieron un comunicado en el que pedían a Israel el cese del fuego. En un principio, habían calificado a Israel de “genocida” en la declaración final del encuentro e instaban a cortar los vínculos comerciales, aunque la Argentina y Paraguay reclamaron que se le bajara el tono, de acuerdo a Infobae.

La posición más dura fue la del presidente venezolano Nicolás Maduro, impulsor de ese apartado. Su gobierno ha organizado manifestaciones masivas a favor de Palestina y en contra de Israel. En múltiples ocasiones, asociaciones judías han denunciado el carácter antisemita del mandatario chavista, algo que se repite con Evo Morales, de Bolivia, quien rompió relaciones con Israel tras denominarlo “Estado terrorista”.

Países como la Argentina, Chile y Brasil, que siempre han mantenido excelentes lazos con Israel, se han sumado a las críticas. Los dos últimos, junto con Ecuador, Perú y El Salvador retiraron a sus embajadores en Israel como repudio a la ofensiva en Gaza. “Expresamos profunda decepción por la apresurada decisión de llamar a consulta a su embajadores. Este paso supone un espaldarazo a Hamas, una organización reconocida como terrorista por muchos países del mundo”, fue la respuesta de Israel.

De hecho, el número dos de Hamas, Musa Abu Marzuq, “celebró” esas medidas y manifestó su “gran valoración a estos países por la solidaridad mostrada con el pueblo palestino”. En algunos casos, la posición adoptada por los presidentes latinoamericanos también ha legitimado manifestaciones antisemitas. En Chile, por ejemplo, se han registrado ultrajes contra tumbas de personas judías. En Uruguay, aparecieron miles de pintadas por todo Montevideo.

En Brasil, un país sin problemas de antisemitismo donde, no obstante, también hubo escraches contra mutuales judías. “Esto nos está haciendo sentir muy incómodos”, afirmó recientemente el director de relaciones institucionales de la Confederación Judía de Brasil, Jaime Spitzcovsky. Para Spitzcovsky, la reacción de América Latina con respecto a Gaza ha sido “absurda”, según recoge el periódico israelí Haaretz.

Por su parte, en Cuba el exgobernante Fidel Castro suscribió el manifiesto internacional “En Defensa de Palestina”, que exige a Israel cumplir con las resoluciones de la ONU y retirarse de Gaza, Cisjordania y Jerusalén, informó este sábado el diario oficial Granma.

Castro adhirió “su firma al grupo de intelectuales y políticos que se han sumado al manifiesto ‘En Defensa de Palestina’, promovido por la Red en Defensa de la Humanidad”, publicó el diario oficialista.

El documento pide a los gobiernos del mundo que exijan a Israel cumplir con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que lo obligan a retirarse de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, según la resolución de 1967.

El martes pasado Castro publicó un artículo en la prensa cubana en el cual calificó los ataques israelíes a Gaza como una nueva “forma de fascismo” y afirmó que Washington, aliado de Israel, es incapaz de controlarlo.

Latinoamericanos en Israel

Resulta paradójico que los mandatarios no se hayan pronunciado sobre los ciudadanos latinoamericanos que eligieron Israel para vivir, ni manifestado preocupación por lo que experimentan en el día a día en medio de un conflicto latente que se cobra víctimas de a decenas o centenas cada vez que resurge, señala Infobae.

Días atrás, Cristina Kirchner alertó en Twitter sobre el peligro que corría el cura argentino Jorge Hernández, quien estaba en Gaza. No dijo nada, en cambio, sobre los miles de argentinos que se encuentran en distintas ciudades israelíes.

¿Qué piensan los latinoamericanos que viven en Israel?

Alejandro, argentino de 27 años, vive en Ramat Gan, cerca de Tel Aviv. Si bien aclara que no es antikirchnerista, admite que no se sintió representado por la posición que tomó el Gobierno con respecto al conflicto. “Solo se fijó en la situación adentro de Gaza, que fue terrible, pero nunca dijo nada acerca de los miles de argentinos que viven las ciudades del sur de Israel que, por momentos, no podían salir de los refugios por la cantidad de misiles que caían”, subrayó en diálogo con Infobae.

“Es importante rescatar que no murieron civiles del lado israelí porque el Ejército protege a los ciudadanos. Sin esa estructura, hubiera habido muchas víctimas del lado israelí. Hamas es una amenaza latente todo el tiempo, no sólo para los israelíes, sino también para los palestinos”, agregó.

De acuerdo con las Fuerzas de Defensa israelíes, la mayoría de los abatidos por sus tropas pertenecían a la secta islámica, a la vez que se desplegaron distintos operativos para proteger a la población civil e incluso se montaron hospitales de campaña para atender a los heridos. Hamas usó a niños y mujeres como escudos humanos y no dudó en ocupar escuelas y centros médicos para esconder misiles, según denuncia el gobierno israelí.

Para Alejandro, la posición de los gobiernos latinoamericanos no fue necesariamente antisemita, sino que buscaron estar con “los más débiles”, que a primera vista son los palestinos. “Pero no por ser los más débiles son los más buenos. El segundo problema pasó por la desinformación; a la Argentina solo llega información del lado palestino”, señaló.

La periodista argentino-uruguaya Silvia Golan, por su parte, se manifestó “indignada” con la posición de los gobiernos del Mercosur. “Creo que no aprendieron la lección, especialmente la Argentina, que tuvo dos atentados sangrientos en su territorio (contra la Embajada de Israel en 1992 y contra la AMIA en 1994)”, aseguró.

Golan sostuvo desde Tel Aviv que los gobiernos latinoamericanos “no piensan realmente cuál es el conflicto”. “No tienen en cuenta a los ciudadanos provenientes de sus países, especialmente los que viven cerca de la Franja de Gaza que desde hace 14 años sufren continuos ataques”, criticó y añadió que esa posición ayuda a Hamas, que aprovecha para recaudar más fondos y “seguir con sus propósitos de guerra en vez de dar prosperidad a su pueblo”.

Un artículo publicado la semana pasada en el periódico británico The Guardian advierte que también en Europa el antisemitismo se ha disparado a partir del resurgimiento del conflicto en Gaza. Ocho sinagogas han sido atacadas en Francia, mientras que aparecieron pintadas en un supermercado kosher que decían “Muerte a los judíos” y hubo una marcha antisemita en París.

En Alemania, una bomba molotov fue arrojada contra otro templo en Wuppertal, a la vez que el iman de Berlín, Abu Bilal Ismail, llamó a Alá a “destruir a los judíos sionistas uno por uno”. En Hamburgo, han aparecido referencias al Holocausto, como una pintada que decía: “Hamas, lleven a los judíos a las cámaras de gas”. Para el presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania, Dieter Graumann, estos “son los peores tiempos desde la época del nazismo”.

Opinión de intelectuales

Sin embargo, respetables voces, que en ningún momento pueden ser acusadas de antisemitas y mucho menos de partidarias de Hamas o los terroristas, han expresado sus críticas a la reacción bélica de Israel, que consideran desmesurada.

“El balance de esta guerra de cuatro semanas es (hasta ahora) el siguiente: 1.867 palestinos muertos (entre ellos 427 niños) y 9.563 heridos, medio millón de desplazados y unas 5.000 viviendas arrasadas. Israel perdió 64 militares y 3 civiles y los terroristas de Hamás lanzaron sobre su territorio 3.356 cohetes, de los cuales 578 fueron interceptados por su sistema de defensa y los demás causaron solo daños materiales”, escribe el destaco escritor y premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en una columna de opinión publicada el domingo en el diario español El País.

“Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia. No hablo de oídas; he estado dos veces en Gaza y he visto con mis propios ojos el hacinamiento, la miseria indescriptible y la desesperación con que se vive dentro de esa ratonera”, agrega Vargas Llosa.

“El Gobierno israelí, desde los tiempos de Ariel Sharon, está convencido de que no hay negociación posible con los palestinos y que, por tanto, la única paz alcanzable es la que impondrá Israel por medio de la fuerza. Por eso, aunque haga rituales declaraciones a favor del principio de los dos Estados, Netanyahu ha saboteado sistemáticamente todos los intentos de negociación, como ocurrió con las conversaciones que se empeñaron en auspiciar el presidente Obama y el secretario de Estado, John Kerry, apenas este asumió su ministerio, en abril del año pasado. Y por eso apoya, a veces con sigilo, y a veces con matonería, la multiplicación de los asentamientos ilegales que han convertido a Cisjordania, el territorio que en teoría ocuparía el Estado palestino, en un queso gruyère.

Esta política tiene, por desgracia, un apoyo muy grande entre el electorado israelí, en el que aquel sector moderado, pragmático y profundamente democrático (el de Peace Now, Paz Ahora) que defendía la resolución pacífica del conflicto mediante unas negociaciones auténticas, se ha ido encogiendo hasta convertirse en una minoría casi sin influencia en las políticas del Estado. Es verdad que allí están, todavía, haciendo oír sus voces, gentes como David Grossman, Amos Oz, A. B. Yehoshúa, Gideon Levy, Etgar Keret y muchos otros, salvando el honor de Israel con sus tomas de posición y sus protestas, pero lo cierto es que cada vez son menos y que cada vez tienen menos eco en una opinión pública que se ha ido volviendo cada vez más extremista y autoritaria. (Es sabido que en su propio Gobierno, Netanyahu tiene ministros como Avigdor Lieberman, que lo consideran un blando y amenazan con retirarle el apoyo de sus partidos si no castiga con más dureza al enemigo). Cegados por la indiscutible superioridad militar de Israel sobre todos sus vecinos, y en especial, Palestina, han llegado a creer que salvajismos como el de Gaza garantizan la seguridad de Israel”, añade el destacado intelectual.

En una entrevista realizada por la Deutsche Welle al escritor israelí Amos Oz, este respondió ante la pregunta de si apoyaba esta última ofensiva israelí en la Franja de Gaza, al igual que había hecho en el caso de la segunda guerra de Líbano en 2006 y la ofensiva de Gaza en 2009.

“No, solo apoyo la respuesta militar limitada, y no la respuesta militar ilimitada como hice en 2006 y después también en el conflicto anterior en Gaza”, respondió Oz.

¿Dónde está el límite para usted?, pregunta la Deutsche Welle.

“En la destrucción de túneles desde donde quiera que vengan. Además, se debe tratar de apuntar solo a objetivos de Hamás, única y exclusivamente.

Parece haber un problema en este sentido. Los túneles son un sistema muy elaborado y difícil de encontrar. Las entradas están ocultas en edificios públicos y privados, de modo que para ello se deberían registrar las casas una a una, lo que supondría un perjuicio para los ciudadanos. Y lo mismo se podría decir de la destrucción de lanzamisiles en zonas civiles.

Me temo que no hay forma humana de evitar víctimas civiles entre los palestinos mientras que el vecino ponga a su niño sobre sus piernas mientras ametralla la casa del prójimo”, señala Oz.

Ante la pregunta de si la ofensiva actual es exagerada, responde el escritor israelí:

“Creo que en algunos aspectos es excesiva. No tengo información detallada sobre lo que realmente está pasando sobre el territorio, pero a juzgar por algunos de los ataques del ejército israelí en Gaza, creo que al menos en algunos aspectos la acción militar es excesiva. Justificada, pero excesiva”.

Al ser preguntado sobre su sugerencia para una solución del conflicto, Oz, que vive en Israel, responde:

“Yo optaría por acercarnos a Abu Mazen (presidente palestino Mahmoud Abbas – nota de la redacción) y aceptar las condiciones (conocidas en todo el mundo) para una solución biestatal y coexistencia entre Israel y Cisjordania: dos capitales en Jerusalén, una modificación territorial de acuerdo mutuo, eliminación de la mayor parte de los asentamientos judíos en Cisjordania.

Cuando en Ramala y Nablus, Cisjordania, se viva en libertad y con prosperidad, creo que la gente de Gaza tarde o temprano hará con Hamás lo que la gente de Rumanía hizo con Ceaucescu. No sé cuánto tiempo llevará, pero está destinado a pasar, simplemente porque la gente de Gaza se sentirá celosa de la libertad y prosperidad de sus hermanos de Cisjordania en el estado de Palestina. Esta sería, en mi opinión, la solución. Pero está claro que no se puede implementar en 24 o 48 horas”.

Si logra imaginarse un estado palestino sin hostilidades contra Israel, esta es la respuesta de Oz:

“Desde luego. Creo que la mayoría de los palestinos no están precisamente enamorados de Israel, pero aceptan reticentemente que los judíos israelíes no se van a ir de ahí, del mismo modo que los judíos israelíes, igualmente reticentes y descontentos, aceptan que los palestinos tienen pensado quedarse. Esto no son las condiciones ideales para una luna de miel, pero quizás sí para un divorcio justo como el que se vivió en el caso de República Checa y Eslovaquia”.

Oz, nacido en Jerusalén, apoya la solución biestatal para el conflicto palestino-israelí.

Es una lástima que opiniones como la suya no sean consideradas en estos momentos, por ninguna de las partes en conflicto.


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