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Galeano, Intelectual, Latinoamérica

La muerte de un intelectual orgánico

Eduardo Galeano, autor de docenas de libros, fue traducido a más de veinte idiomas, pero al final de su vida fue capaz de reconocer que su obra había perdido vigencia

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Eduardo Galeano fue el anti y el Hemingway por excelencia de la hoy vieja izquierda latinoamericana. Lo curioso es que logró sus méritos sin estar especialmente capacitado para ello.

Antes de convertirse en un intelectual para ese grupo que entonces gozaba de gran prestigio en la región, Galeano trabajó como obrero de fábrica, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo y cajero de banco, entre otros oficios.

Si algún intelectual latinoamericano tiene una deuda especial con Cuba y en especial con la Casa de las Américas —y la lista es larga, desde Vargas Llosa hasta Cortázar— ese es Galeano.

Hay que agregar que luego fue capaz de reconocer sus limitaciones, e incluso logró ensayar una tibia crítica al régimen de la Isla, pero aunque nunca buscó absolución alguna, sus pecados ya estaban pasados de moda. Tanto es así que. ahora que ha muerto, incluso los neoliberales se permiten elogiarlo.

Galeano queda como un panfletario de mérito pero no ilustre —como Swift— y no solo por su incapacidad para el humor y la ironía: más allá de la sangre, sudor y lágrimas que destila su obra más destacado, poco vale recocérsele más allá del paradigma de ser el libro de la época por excelencia. Algunos argumentarán que es un mérito más que suficiente, pero así no se arma una literatura.

Las venas abiertas de América Latina se publicó cuando Galeano tenía 31 años y, según reconoció después el escritor, en aquella época no tenía los conocimientos suficientes: “[Las venas abiertas] intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria. No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada”.

Luego agregó un comentario lapidario para su propio libro: “No lo volvería a leer”.

Eduardo Galeano, autor de “Las venas abiertas de América Latina” (1971), falleció el lunes a los 74 años en Montevideo a causa de un cáncer de pulmón.

Escritores latinoamericanos recuerdan su figura y la influencia de esta obra. Los elogios van de una izquierda aún anclada en el pasado a una derecha que aspira al futuro.

Elena Poniatowska

“La muerte de Eduardo Galeano es una pérdida inmensa, porque lo que hizo con Las venas abiertas de América Latina no lo ha hecho ningún escritor. Galeano recogió las miles de voces de latinoamericanos más olvidados”, indicó la escritora y activista mexicana a BBC Mundo.

Para Poniatowska este libro, que narra siglos de explotación económica por parte de Europa y EEUU en la región desde la conquista, “está absolutamente vigente. Tuvo mucha razón Hugo Chávez de regalárselo a (Barack) Obama. Pero a Galeano no le gustó mucho esa idea. Le hubiese gustado que regalara otros más recientes”.

Jorge Volpi

“Sea por temas relacionados con la vida política y social de México, o por sus aficiones como el fútbol, Eduardo Galeano siempre fue un comentarista agudo”, destacó Volpi.

En cuanto a Las venas abiertas de América Latina, Volpi cree que “es probablemente uno de los panfletos (sin ninguna connotación peyorativa) más influyentes escrito en Latinoamérica en la segunda mitad del siglo XX. Es un libro con una vocación política de mostrar las consecuencias del imperialismo norteamericano”.

“A muchos jóvenes escritores y activistas políticos les abrió los ojos sobre la explotación en esta parte del continente”, dijo el autor en declaraciones a BBC Mundo.

Sobre la vigencia de la obra considera que “esa voluntad de mostrar lo que Estados Unidos ha hecho en América Latina a lo largo de muchas décadas no deja de ser actual, si bien desde el momento de su publicación hasta nuestros días ya hay muchos otros enfoques para explicar el atraso de América Latina en muchos sectores, y no deberíamos considerar que se basa únicamente en las consecuencias del imperialismo estadounidense”.

Santiago Roncagliolo

El escritor peruano recuerda, en declaraciones a BBC Mundo, que sólo vio una vez a Eduardo Galeano, cuando este “participaba como orador en la toma de mando de Evo Morales y la gente lo trataba como un dios”. “Paradójicamente, creo que ese día marcó el fin de su era”, dijo.

El autor peruano destacó que el objetivo de la obra de Galeano “fue inspirar a quienes buscaban un orden económico más justo en nuestro continente”.

Por eso, dice Roncagliolo, “cuando sus lectores empezaron a llegar al poder por elecciones y no mediante la violencia, su labor quedó terminada”.

En la actualidad, “resulta difícil entender su mensaje porque los que defienden a Galeano en Venezuela son precisamente los que encarcelan a sus opositores”, opinó.

Para Roncagliolo, “la América Latina del siglo XXI no es la de Chávez y Maduro. Es la de Lula y Mujica, la de Bachelet, y la de muchos demócratas que creen que es posible combinar la justicia con la libertad y la prosperidad. Y ellos también lo leyeron”.

Juan Villoro

“Indiscutiblemente es un autor extraordinariamente leído, que supo conectar con un público muy amplio y desarrolló una especial capacidad para adentrarse en problemas de la historia de América Latina y de hacerlos literarios desde un punto de vista vivo, que emocionaran al lector contemporáneo. Encontró esa fórmula eficaz para hacer presente la muy lastimada historia del continente”, opinó el autor mexicano.

Si bien reconoce que América Latina “ha cambiado mucho”, señala que Las venas abiertas de América Latina es una obra “abierta y deliberadamente militante, pero la realidad es más compleja que la obra”, dijo en declaraciones a BBC Mundo.

“Es un libro escrito muy al calor de la indignación. Es un acto de coraje, y creo que la temperatura emocional del libro vive todavía. La realidad de América Latina sigue siendo injusta y violenta, pero debe ser analizada con mucho cuidado, con un acercamiento racional”, asegura.

Enrique Krauze

“Si hubo un pensador muy influyente en la tradición de izquierda latinoamericana, ese fue Galeano”, afirmó el escritor mexicano, quien destacó también sus libros sobre el deporte y, en particular, sobre fútbol. “Con las grandes, grandes, grandes diferencias que tuve con su obra política, quiero decir que murió un escritor muy importante, y lo que hay que hacer es honrarlo”, dijo el también historiador y editor a BBC Mundo.

“Hay que decir que al final de sus días tuvo el gran valor de la autocrítica. Autocriticó su obra, el libro que lo había hecho famoso (Las venas abiertas de América Latina)”, afirmó el autor quien recordó que incluso el propio escritor uruguayo pensaba que su obra había perdido vigencia.


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