Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Chin, Suicidios, Xi Jinping

Lucha contra la corrupción en China lleva a un alza de suicidios

La tasa de suicidio entre funcionarios del Partido Comunista de China puede estar cerca de un 30 % por encima de la del resto de la población urbana del país asiático

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Cuando resultó evidente que la ausencia temporal de las cuestiones más inmediatas del poder en Cuba —a la que se había visto obligado Fidel Castro por una grave crisis de salud— era irreversible, se incrementaron las especulaciones en la prensa internacional sobre la posible adopción de un modelo similar al chino, por parte de Raúl Castro. Aparecieron entonces multitud de artículos en que se afirmaba que, una vez en el poder de forma permanente, el menor de los Castro desarrollaría este modelo. Con los años se ha demostrado que tales pronósticos fueron en buena medida apresurados. Sin embargo, hay un punto en que en la actualidad los gobiernos de La Habana y Pekín tienen un punto de contacto: la lucha contra la corrupción.

La información es imprecisa, pero parece sugerir que la tasa de suicidio entre funcionarios del Partido Comunista puede estar cerca de un 30 % por encima de la del resto de la población urbana de China, según BBC Mundo.

Para los expertos la causa está en la presión que está generando la batalla anticorrupción del presidente Xi Jinping.

Dong Xuegang era un funcionario medio, de 51 años, en la ciudad de Yuncheng, en Shanxi, con una esposa y un hijo.

La mañana del 14 de septiembre se suicidó saltando desde un noveno piso.

Un día antes había sido interrogado por los investigadores anticorrupción del Partido Comunista, supuestamente por acusaciones de que había sido sobornado por encargados de proyectos inmobiliarios y de que había pagado a su superior para conseguir un ascenso.

El presidente Xi prometió tolerancia cero para los casos de corrupción que involucren a funcionarios del partido; advirtió que perseguirá a “los tigres y las moscas”, los culpables desde lo más alto a lo más bajo del sistema.

Los medios estatales amplifican la presión con un redoble diario de arrestos, investigaciones, juicios y sentencias.

El Partido Comunista de China no expresa pesar alguno por el daño colateral en vidas humanas.

Xi dijo que esta es una batalla de vida o muerte por la misma supervivencia del partido.

Uno creería que la muerte sería una perspectiva más temible, pero estos funcionarios están aterrorizados de perder su fortuna y reputación, y también están preocupados de que se los obligue a dar información acerca de otras personas

En los dos años desde que asumió el poder, Xi Jinping se ha embarcado en una misión personal para reconstruir el Partido Comunista en uno capaz de gobernar en el siglo XXI.

La provincia de Shanxi es habitualmente descrita como el frente de la campaña anticorrupción china.

La región se enriqueció en base a la minería y los negocios inmobiliarios, y lo mismo ocurrió con los funcionarios del partido.

Los sobornos son simplemente parte de la forma en que se ha venido gobernando en este lugar.

Pero ahora, desde el secretario provincial del partido hasta el jefe de policía, Shanxi ha sido testigo de una sensacional serie de arrestos.

Muchos viven con el miedo de pensar que pueden ser los siguientes.

En la prisión de Shanxi hay al menos 60 funcionarios del Partido Comunista cumpliendo sentencias por corrupción.

Dar regalos es una práctica normal para lograr hacer negociones en China. Si no los das, tus proyectos no saldrán adelante. En igual sentido se han expresado muchos inversionistas que han hecho negocios en Cuba

Cambiar la cultura del Partido Comunista Chino es una tarea extremadamente difícil y hay críticos que piensan que Xi Jinping lo está haciendo de la forma equivocada.

Algunos miembros del partido se quejan de que la campaña es demasiado dura, de que destruye incentivos y daña el crecimiento económico.

Algunos sospechan que está usando la corrupción como un palo para golpear a sus enemigos políticos.

Desde fuera del partido, los críticos dicen que Xi habla sobre el Estado de derecho pero maneja una maquinaria investigativa que solo le responde a él.

Más aun, durante sus dos años en el poder han ido a prisión abogados y periodistas que pelean por una mayor transparencia.

Pero otros afirman que está en juego la supervivencia del Partido Comunista y porque el presidente tiene el respaldo popular.

Mientras Pekín se prepara para una vital reunión política de los líderes del Partido Comunista, que tendrá lugar esta semana, el combate de la corrupción sigue estando en el centro de la agenda.

Este es un partido de gobierno que todavía no encontró la forma de funcionar sin su dosis de sobornos.

Costo económico

De acuerdo con un informe publicado por el Banco de América Merrill Lynch este mes, el proyecto gubernamental contra la corrupción podría costarle a la economía china más de $100.000 millones este año.

Eso representa una gran actividad económica, una cifra que no se aleja mucho del tamaño de la economía de Bangladesh, que sostiene a unas 150 millones de personas.

Muchos de los microefectos de la lucha anticorrupción del presidente Xi han sido muy bien documentados: una desaceleración en el sector de los restaurantes, por ejemplo, y una significativa caída en las ventas de los bienes de lujo.

Durante el último año, en los elegantes centros comerciales y las boutiques de diseñadores de Shanghái —que alguna vez fueron el centro de la generosidad oficial y la entrega de regalos— casi es posible escuchar el sonido de sollozos y el crujir de dientes, de acuerdo a una información también aparecida en BBC Mundo.

El informe del banco estadounidense sugiere que la campaña está teniendo también un efecto macroeconómico importante y preocupante.

Desde inicios del año pasado, asegura la entidad financiera, los depósitos bancarios del gobierno se han disparado a una tasa interanual de hasta casi 30 %.

Incluso los funcionarios honestos —sugiere el informe— están aterrorizados de comenzar nuevos proyectos por temor a que sean vistos como corruptos. Ellos están simplemente manteniendo los fondos públicos en el banco.

El costo total a la economía de las prohibiciones al consumo gubernamental y el enfriamiento del gasto administrativo es una reducción estimada en el crecimiento de al menos 0,6 % este año.

Pero de acuerdo con el informe, podría llegar a ser tan alto como 1,5 %, porcentaje que de acuerdo con mis cálculos muy toscos nos da una cifra de alrededor $135.000 millones de pérdida de la actividad económica.

Los autores del informe admitieron que sus cálculos son una “aproximación de la estimación de la contracción fiscal”, pero incluso si ellos tienen la mitad de la razón es una cantidad extraordinaria de dinero y resalta algunos de los desafíos que enfrenta el líder anticorrupción, el presidente Xi.

A inicios de abril, una noticia no confirmado daba una idea de la seriedad del proyecto del Ejecutivo. Supuestamente, las autoridades chinas se habían apoderado de activos valorados en más de $14.000 millones que pertenecían a la familia y al círculo de amigos de un solo individuo: Zhou Yongkang, un poderoso exmiembro del Politburó.

Otra noticia publicada a inicios de mes sugiere que el expresidente Jiang Zemin le había enviado un mensaje a la actual dirigencia: no permitir que la campaña contra la corrupción se les escape de las manos.

Evan Osnos, en The New Yorker, cita al exmiembro del partido Chen Yun diciendo: “Combate la corrupción muy poco y destruye el país; combátela demasiado y destruye el partido”.

El informe del banco estadounidense da una idea clara de cómo la corrupción se ha entrelazado con el crecimiento económico chino.

No es frecuente que se encuentren banqueros discutiendo la importancia macroeconómica de la prostitución, pero ellos lo hacen para dejar constancia de una realidad.

Este año, de acuerdo al informe, la campaña anticorrupción ha acelerado su ritmo y ha tenido como blanco el comercio sexual en docenas de ciudades.

Eso ha tenido un impacto adverso en algunos negocios de la industria de los servicios, señala.

Quizás hoy en día, Chen Yun añadiría una tercera observación a su reflexión sobre la dificultad de balancear la lucha contra la corrupción: no importa el Partido, combatir la corrupción con demasiada fuerza también podría conducir a la destrucción de la economía china.

El caso cubano

Es de suponer que los funcionarios cubanos estén siguiendo muy atentamente esta lucha contra la corrupción en China. Las semejanzas en la situación entre ambos países saltan a la vista, aunque por supuesto las cifras difieran notablemente si se tiene en cuenta el desarrollo económico alcanzado, las dimensiones geográficas y el enorme tamaño del sistema empresarial chino.

El gobierno cubano está empeñado en lograr mayores inversiones internacionales, para lograr mejorar la economía del país. Pero entre los factores que parecen haber contribuido no al aumento, sino precisamente la disminución de las inversiones extranjeras en Cuba está el hecho de que algunos inversionistas extranjeros han declarado en privado que la campaña de corrupción que se desarrolla en la Isla se ha convertido en un factor de inseguridad.

Muchos de ellos expresan sus dudas y temores ante la situación de que a la vez que el régimen les impone un “gerente cubano”, al tiempo resulta que dicho “gerente” se ve envuelto en una investigación por corrupto, con el consiguiente proceso de congelación de cuentas y paralización de operaciones.

Lo peor, sin embargo, es que estos inversionistas ven que esta campaña contra la corrupción es también un ajuste de cuentas, en que ciertos negocios en manos de determinados grupos, familias o miembros de la elite gobernante son favorecidos o perjudicados. Es una queja similar a la que se escucha hoy en China.

Hace 65 años la revolución comunista fue recibida con beneplácito por muchos chinos, porque veían al Partido Comunista como menos corrupto y más comprometido con la justicia social que el gobierno nacionalista que lo precedió.

Ahora China es una de las sociedades más inequitativas del mundo y el partido es ampliamente vilipendiado por quienes lo consideran una máquina para el enriquecimiento personal de quienes lo controlan.

En el caso de Cuba, algo parecido ocurrió el 1 de enero de 1959. El fin de la corrupta dictadura de Fulgencio Batista fue visto como el comienzo de una nueva época para el pueblo cubano.

Hoy tanto chinos como cubanos tienen mucho en común a la hora de las lamentaciones. Los ricos han vuelto con otro ropaje, pero igualmente insaciables y empecinados en el lucro personal aunque ello lleve a la destrucción del país.


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