Actualizado: 28/03/2024 20:04
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IS, Irak, Washington

Soldados de EEUU ya combaten en Irak

En una operación que el Pentágono tardó en identificar, y sin una cabeza visible en las pantallas de televisión, la Casa Blanca está preparándose para una participación más activa en Irak

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Estados Unidos está, desde el 7 de agosto, en una guerra inexistente en Irak, que el 22 de septiembre extendió a Siria. Ha sido una guerra, por ejemplo, sin nombre. Hasta el 15 de octubre —cuando ya duraba dos meses y una semana— el Departamento de Defensa no la bautizó. En teoría es una guerra solo aérea, aunque ya hay 1.600 militares de ese país sobre el terreno, que el presidente estadounidense, Barack Obama, quiere ampliar a unos 3.000, informa el periódico El Mundo.

Los “asesores” pronto podrían, además, dejar de serlo, ya que el jefe del Estado Mayor de EEUU, el general Martin Dempsey ya señaló el jueves que está “considerando” que, cuando la próxima primavera los soldados iraquíes se lancen a la reconquista de la ciudad de Mosul, la segunda más grande del país, “vayan acompañados de fuerzas de Estados Unidos”. Eso significaría mandar soldados a la primera línea de combate, de acuerdo al artículo del periodista Pablo Pardo en el diario español.

En una visita sorpresa a Bagdad y a la ciudad kurda de Erbil, Dempsey sostuvo que el apoyo estadounidense a las fuerzas iraquíes y kurdas ha ayudado a “sacar a Irak del precipicio”, según El País.

Obama ha anunciando que se duplicará el personal militar en Irak con el envío de 1.500 soldados adicionales para asesorar a las tropas locales no ha hecho más que aumentar esas dudas, reforzadas también por declaraciones de Dempsey en los pasados días.

Por su parte, el alto militar dijo durante una audiencia en el Congreso que se está “considerando” la posibilidad de enviar un “modesto” número de soldados para “acompañar” en la lucha a las fuerzas iraquíes en las operaciones de mayor complejidad contra el EI, por ejemplo en Mosul.

Desde Bagdad el sábado sin embargo, Dempsey trató de despejar las dudas asegurando que esta campaña es totalmente distinta e la guerra iniciada por el predecesor de Obama, George W. Bush, en Irak.

“Esta vez queremos tener a un socio en el gobierno de Irak” y además el EI es una organización extremista “rechazada por la población iraquí”, recordó.

Pero no ha sido casual que esta nueva guerra no tuviera nombre hasta el 15 de noviembre, cuando ya llevaba dos meses y una semana. Sin nombre, lo que EEUU hacía en Siria e Irak no era oficialmente una guerra. Eso también implicaba, por ejemplo, que los militares que participaban en la campaña no eran elegibles para recibir condecoraciones.

Así, los 1.600 “asesores” que el Pentágono tenía en Irak a mediados de octubre no podían ser premiados con la Medalla de la Campaña de Irak, creada en 2003. Y ni ellos ni las decenas de miles de soldados involucrados en los bombardeos de ese país y de Siria entraban dentro del grupo que puede recibir las condecoraciones de la Guerra Global contra el Terrorismo establecidas el 7 de noviembre de 2001, cuando EEUU empezó el bombardeo de Afganistán, pese a que estaban combatiendo a un grupo terrorista, el Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés), nacido como una escisión de Al Qaeda. Paradójicamente, los soldados sí recibían el plus que les correspondía por estar en combate y, una vez que abandonen el servicio activo, podrán beneficiarse de las prestaciones del Departamento de Veteranos de EEUU.

El 15 de noviembre, el Pentágono le dio un nombre a la operación: “Determinación Inherente” (Inherent Resolve). Era el reconocimiento de un hecho: EEUU está en guerra. Pero también de otro: Washington no quiere que se hable de eso. Tampoco lo quieren los más de 20 países aliados que contribuyen al esfuerzo militar, varios de ellos —Bélgica, Holanda, Dinamarca, Francia, Reino Unido, Arabia Saudí, Jordania, Qatar y los Emiratos— directamente con aviones de combate que ya han efectuado bombardeos en la región.

La guerra de Kuwait, en 1991, convirtió al general Norman Schwarzkopf en una estrella televisiva. La de Kosovo, en 1999, hizo lo mismo con el comandante en jefe de la OTAN, Wesley Clark, que incluso llegó a lanzar una breve campaña para la Presidencia por el Partido Demócrata en 2004. Irak y Afganistán produjeron otras caras conocidas: Tommy Franks —durante las invasiones de ambos países—, Ricardo Sanchez —en el momento en el que Irak se desintegró— y David Petraeus —la estrella del conflicto.

En esta guerra, el máximo responsable militar no ha aparecido por ningún sitio, pese a que tiene el mismo cargo que hizo famosos a Franks y a Petraeus: jefe del Mando Central de EEUU. Se llama Lloyd Austin, tiene 61 años y es afroamericano. Si Schwarzkopf y Clark se hicieron famosos por sus ruedas de prensa, y Petraeus por sus filtraciones a la prensa, Austin es “el general invisible”, en palabras de The New York Times.

El general invisible es perfecto para una guerra invisible cuyas dimensiones son mucho mayores de lo que los escuetos comunicados del Pentágono insinúan, La guerra contra el IS no se hace a base de aviones por control remoto (los famosos drones), como los que se emplean en Pakistán, Somalia y Yemen. El 5 de octubre, por ejemplo, EEUU admitió a la cadena de televisión estadounidense ABC que estaba empleando helicópteros de ataque Apache para bombardear las posiciones del IS alrededor de la ciudad iraquí de Faluya. El empleo de los Apache indica que EEUU está actuando contra unidades muy pequeñas. Y también conlleva un riesgo, porque un helicóptero es mucho más fácil de derribar que un avión.

Pero, junto a los Apache, EEUU ha lanzado a las joyas de su Fuerza Aérea. Entre ellos, el B-1B Lancer, diseñado para lanzar ataques atómicos sobre la Unión Soviética que puede llevar 34 toneladas de bombas. Los B-1B que EEUU emplea en Afganistán tiene su base en Qatar, y desde el primer momento de la nueva guerra en Irak empezaron a actuar en ese país. Sus ataques fueron decisivos, por ejemplo, para que los integristas del IS se retiraran de la presa de Haditha, en el norte de Irak.

Lo más espectacular ha sido el empleo del F-22, la última joya del arsenal aéreo estadounidense. Diseñado solo como caza, el F-22 —330 millones de euros la unidad— ha bombardeado Siria en al menos una ocasión y probablemente ha prestado apoyo en caso de que la Fuerza Aérea de ese país tratara de interceptar los aviones estadounidenses, árabes y europeos que han atacado al IS y a otros grupos en el norte de ese país.

“En la operación de Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria hay ecos de la guerra de Vietnam. Hay paralelismos en las decisiones militares del presidente, en su estrategia y en las presiones de su entorno. Pero el objetivo y el contexto son muy distintos. El enemigo no es el comunismo, sino el yihadismo islámico. Y ahora la primera potencia es reticente a grandes aventuras militares tras una década de guerras en Afganistán e Irak. Guerras —como Vietnam— largas, costosas y sin victoria”, escribe Joan Faus en un artículo aparecido en El País.

Para Peter J. Crowley, que fue portavoz del Departamento de Estado entre 2009 y 2011, y ahora integra el Instituto de Diplomacia Pública de la Universidad George Washington, las diferencias con Vietnam “sobrepasan” las similitudes. Irak está más presente. Crowley cree que EE UU aprendió “lecciones importantes” de la intervención en ese país entre 2003 y 2011, y será muy reticente a volver a involucrarse de lleno. Subraya, además, que el EI está “mucho menos capacitado” que el Viet Cong, y que, a no ser que tenga lugar un atentado yihadista en EEUU, no habrá suficiente “apoyo político” para enviar tropas de combate a Irak o Siria.

Por su parte, la Casa Blanca confirmó el domingo la muerte del cooperante estadounidense Peter Kassig, un exsoldado que ayudaba a los sirios heridos en la brutal guerra civil pero terminó perdiendo la vida a mano de extremistas del grupo Estado Islámico, informa la AP.

En una declaración emitida mientras volaba de regreso a Washington tras un viaje a la región de Asia Pacífico, el presidente Barack Obama dijo que el grupo “se regodea matando a inocentes, musulmanes entre ellos, y sólo tiene en mente muerte y destrucción”.

Con la muerte de Kassig, IS ha asesinado a cinco occidentales que había secuestrado. Los británicos David Haines, ex ingeniero de la Fuerza Aérea, y Alan Henning, un taxista del noroeste de Inglaterra, fueron decapitados, así como el reportero estadounidense James Foley y el periodista estadounidense-israelí Steven Sotloff.

En este último video, el presento ejecutor lanza esta amenaza:

“Para Obama, el perro de Roma, hoy estamos matando a los soldados de Bachar y mañana mataremos a tus soldados. Y con permiso de Allah, nos haremos con esta última cruzada final y el EI empezará pronto, como dijo tu marioneta (el primer ministro británico) David Cameron, a matar a vuestra gente en vuestras calles”.

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